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jueves, 27 de mayo de 2010

Italia: Fontana di Trevi


Cábalas y rituales de la buena suerte encandilan a viajeros, enamorados y estudiantes del mundo entero. En la Fontana di Trevi arrojan tres mil euros por día

La suerte, a veces, se llama regreso y exige a quien quiera volver a una ciudad la realización de más de una curiosa pantomima. Aquellos que hayan quedado encandilados por la belleza de los Uffizzi o de la Piazza della Signoria, en Florencia, deberán estar dispuestos a acariciar en público a un cerdo de metal (el Porcellino) para que los dioses escuchen su ruego y lo dejen volver a una de las pocas ciudades que unió su destino al Renacimiento. Roma también cuenta con su propio conjuro para garantizarle al visitante un pasaje de vuelta; habrá aquí que ponerse de espaldas a la Fontana de Trevi y lanzar una, dos o tres monedas.

Desde luego, no todos los viajeros se conforman con algo tan simple. Veamos, si no, lo que sucede en Verona, la ciudad del Véneto renacida a la gloria de la mano de William Shakespeare en el siglo XV. En efecto, no fue sino a partir de la historia de Romeo y Julieta que la preciosa ciudad medieval a los pies del monte Lessi se convirtió en un lugar de peregrinación para enamorados. Hasta Via Capello 26 llegan de a miles. Según la tradición, basta con dejar el nombre de una pareja en una grieta de la pared para asegurarles dicha y romanticismo.


Palabras más, palabras menos, lo mismo que repiten los goldolieri venecianos sobre las parejas que deciden pasar, tomados de la mano, por debajo del mítico Puente de los Suspiros. Lo que nadie dice es que los mentados suspiros que dieron nombre al puente fueron de tristeza: los prisioneros que iban camino a la cárcel, al pasar por debajo del puente lloraban al ver la ciudad por última vez. Pero como no todo el mundo busca suerte en los viajes o en el amor (ese otro viaje), también existen rituales o “cábalas” para atraer la fortuna hacia otras áreas de la vida.

Los exámenes, por caso. En Santiago de Compostela, ciudad estudiantil por definición, en el interior de la magnífica catedral románica existe una curiosa figura de piedra. Representa a un hombre arrodillado y se dice que es el maestro Mateo, el artífice del Pórtico de la Gloria. Hasta Mateo llegan, en vísperas de exámenes, todos los alumnos. Basta con chocar la propia cabeza contra la de la escultura para que la sabiduría (y las buenas notas) se hagan presentes. Tan es así que al pobre Mateo ya nadie lo llama por su nombre. Le dicen “el santo de los coscorrones”. A caprichosa, a la diosa Fortuna no hay quién le gane.


Una fortuna en monedas
Miles de turistas lanzando monedas en el mismo lugar dan como resultado, al cabo de un día, una suma cercana a los 3.000 euros. ¿Por qué semejante fervor en la Fontana de Trevi? Una vez más, por la suerte, claro. Según cuenta la leyenda (historia por otra parte popularizada en la película Tres monedas en la fuente), quien se coloque de espaldas a la fontana y lance con su mano derecha una moneda por sobre su hombro izquierdo, volverá a la ciudad.

Pero si se entusiasma y lanza una segunda moneda, cuando regrese encontrará además un amor romano. Más aún: si lanza tres, además de regresar y enamorarse, se casará en la misma ciudad. Tres promesas demasiado tentadoras como para no terminar arrojando monedas a mansalva a los pies de un Neptuno que ni se da por aludido.

Fernanda Sandez
Diario Perfil - Turismo
Fotos: Web

jueves, 20 de mayo de 2010

Indonesia: el interior profundo de Bali

Además de las famosas playas de Kuta y Jimbaran, un viaje a las costumbres de esta isla montañosa, verde y cubierta de arrozales, la única hinduista-budista del país, donde parece haber casi tantos templos como habitantes.

Templo de Aman Ayun

Primer viaje
Estábamos en plena montaña, en la aldea de Tenangan, en la casa de Wayan Nudita Adnyana, donde el intenso olor a m... se colaba desde algún rincón misterioso y llegaba por oleadas cada vez que se levantaba una brisa. Sin embargo, me negaba a salir de ahí. Estaba hipnotizado. No podía dejar de mirar los ágiles desplazamientos de los cinco centímetros que medía la uña del pulgar izquierdo del señor Wayan ni dejar de escuchar su versión cantada -en sánscrito- del Ramayana, la epopeya india sobre las aventuras del príncipe Rama, que él mismo había grabado en finas tablillas de corteza de cocotero y que mantenía guardadas en una caja cuidadosamente tallada, una pieza delicada que cualquiera podía adjudicarse por 8 dólares, precio sorprendente y, encima, negociable. Cuentan en Tenangan que cuando Silvio Berlusconi hizo una visita oficial a Bali pidió que lo llevaran a ver al señor Wayan. No se sabe que haya dicho algo sobre el olor, pero sí que alabó las tablillas, se fotografió con el artesano y se llevó algunos trabajos. No regateó.

Un funcionario del gobierno indonesio me llevó con Wayan porque es uno de los más respetados bali aga, etnia balinesa que se considera la más tradicional y auténtica de la isla, lo que es mucho decir. En esta aldea, los edificios y las casas se construyen según creencias tradicionales. La vida es comunitaria (vi a muchos limpiar y cocinar pescados juntos, en una plazoleta, porque las comidas son eventos sociales) y el bosque que los rodea está dividido en sectores sagrados: hay zonas de cultivos y otras en las que los de Tenangan sólo toman lo que la naturaleza les da, por ejemplo, las frutas que caen de los árboles.

Es parte de su fe. Nueve de cada diez balineses son hinduistas-budistas, mientras en el resto del país la mayoría es musulmán. Bali comenzó a ser una excepción en Indonesia a partir del siglo XII, cuando el islam llegó de la mano de los comerciantes. Para los indonesios la conversión tenía ventajas: los compradores musulmanes de Medio Oriente preferían negociar con sus hermanos de fe. Hacia mediados del siglo XIV, los musulmanes habían copado el archipiélago, y los líderes hinduistas y budistas -gobernantes, sacerdotes, artesanos, intelectuales- se atrincheraron en Bali. "La raza más civilizada de las islas orientales, la crema de la cultura javanesa, fue trasplantada como una unidad dentro de Bali", escribió el artista Miguel Covarrubias, alguna vez ilustrador de Vanity Fair y The New Yorker, que vivió en la isla en los años 30 y publicó una mezcla de historia y apuntes personales llamada Island of Bali.

Esa densidad cultural explica por qué cada balinés es un artesano consumado. A lo largo de las carreteras y calles se ven hileras de figuras hinduistas y budistas talladas en piedra o madera. Cada poblado tiene una especialidad, y donde quiera que uno mire encuentra esas artesanías maravillosas por las que cobran casi nada.

También explica por qué Bali tiene miles de templos: de magníficas construcciones a pequeños pilares para ofrendas. Templos personales, familiares y comunitarios. Se habla de 10.000, pero la cifra real es imposible de calcular. Tanah Lot es uno de los más llamativos: está sobre un roquerío que se convierte en una isla cuando sube la marea.

Los fotografiados templos de la costa son fortalezas levantadas por los ex javaneses para evitar la entrada del islam. Pero la vida no se hace allí, sino en el interior de la isla. La playa es cosa de occidentales. Tanto, que en el conjunto de creencias locales (donde cada árbol, roca, escultura y animal tienen un espíritu que debe ser honrado), la costa es la zona donde habitan los demonios. O las energías negativas.

Mientras el señor Wayan seguía cantando la historia de Rama, me preguntaba si sabría lo que él mismo significa para los bali aga, el pueblo que se considera la más pura descendencia de esos javaneses exiliados. Los grabados de Wayan son imitados en la aldea. Es el método. Si los jóvenes no aprenden a grabar, cocinar, hilar algodón, tejer, no son dignos de seguir en su comunidad. Por eso ponen atención a su maestro: este anciano de músculos marcados, piel achocolatada, pelo blanco, sonrisa luminosa y manos ágiles.
Un asunto de karma

La noche anterior, la primera en Bali, habíamos parado en un warung, restaurante tradicional balinés. En este caso, una versión turística: Made?s Warung. Es como un bar de playa, metido en el sector de Seminyak, en Kuta, principal ciudad de la isla (aunque la capital es Denpasar, Kuta tiene las playas, los hoteles, las tiendas con infinidad de marcas famosas, y los turistas, tantos de ellos).

En el patio, un trío de guitarristas balineses vestidos de blanco punteaba canciones conocidas para un público principalmente australiano. Mientras, en nuestra mesa el tema era el bombazo de 2002 en Bali. Para hacer memoria: el 12 de octubre de 2002, un grupo de terroristas que luego sería vinculado al grupo islamista indonesio Jemaah Islamiyah destruyó el Sari Club y el Paddy?s Bar, dos sitios populares en la calle más concurrida de Kuta. Murieron 202 personas, 88 eran australianos. Los turistas huyeron espantados y tardaron en volver. No demasiado, pero tardaron. Y entonces ocurrió de nuevo, en 2005: un triple ataque suicida sacudió a Kuta y Jimbaran.

En las creencias balineses, todo tiene que ver con las cosas que has hecho en esta vida o en las anteriores. Incluso una bomba en el centro de la ciudad. Por eso los balineses tratan el tema con naturalidad. Como si todo fuese un asunto de energías que deben ser equilibradas. A semanas del primer estallido, miles de balineses llegaron hasta Kuta. Nadie pedía justicia. Sólo se hicieron ofrendas, para rogar por el restablecimiento del equilibrio.

Más tarde, esa noche constaté la abundancia de guardias privados en algunos clubes, y hasta el control con detectores de metales en otros.

Días después, mientras visitaba el monumento levantado junto al sitio de las bombas, vería a una familia islámica y a otra de australianos que se fotografiaban junto a la larga lista de víctimas. El memorial se ha convertido en un hito turístico más. Un recuerdo violento que ha terminado por armonizar con el resto de Bali. Diluido en el mundo amable de Bali.

Playa de Kuta
Segundo viaje
Volví a Bali una semana después. Solo. Con dos propósitos concretos. Uno, la playa. El otro, la mujer, Janet de Neefe.

Había leído una crónica sobre ella en The Guardian: la chica australiana que llega a Bali como adolescente se enamora de la isla y de Ketut (su esposo), se queda, abre una escuela de cocina, unos restaurantes exitosos y de pronto sorprende con un festival de escritores, donde aparecen autores destacados, hasta premios Nobel (la lista de este año incluye a Wole Soyinka, primer galardonado africano), que no es poco decir para una aldea. En otra crónica, Tony Wheeler, el creador de Lonely Planet, incluía Ubud (y los restaurantes de Janet) en su lista de 25 sitios que había que ver en el mundo. Coincidencia. Karma. Lo que sea. Tenía un par de días, así que la llamé apenas llegué al hotel. Su voz -dulce, amable, sorprendida por la palabra Chile- propuso una hora. Partí a Ubud no sin antes echarle -al fin- un vistazo a la playa de Kuta.

Los viajeros sofisticados o conocedores tienden a ser injustos con Kuta porque se llena de surfistas y extranjeros, y a cierta hora tiene casi tantos comerciantes como bañistas. Lo cierto es que es una linda playa con kilómetros suficientes para alejarse de la multitud (que tiende a concentrarse en el sector más taquillero; más o menos donde está el Hard Rock Café-Bali, que tiene un hotel aquí mismo).

Hay otras playas que uno sí debe descartar de inmediato. Lovina, en la costa norte, aparece mucho en las Web de mochileros, y se entiende sólo porque está menos invadida que Kuta y es más barata. Pero es estrecha y la arena, oscura. La verdad es que la costa norte, nororiente y oriente de la isla tiene poco que ofrecer. Quizá lo único interesante sea el cruce por el interior de Bali, donde está la verdadera isla y donde se puede ver cómo el paisaje se hace montañoso, verde y se llena de flores y arrozales.

Si es por playas, Jimbaran, a veinte minutos de Kuta, es todo lo que uno necesita. Hay que verla al atardecer. Créalo: si no la convence ahí, esa chica no tiene alma.

Janet de Neefe

Arroz fragante
Janet de Neefe se parece un poco a Charlotte, de Sex and the city, pero más relajada y sin maquillaje. Es mayor, pero (quizá por lo mismo) más atractiva. Sonríe como quien ha encontrado su sitio en el mundo.

En su libro, Fragant Rice, mezcla recetas tradicionales, experiencias personales, las dificultades y satisfacciones que tuvo al integrarse a la cultura balinesa, y su historia de amor con Ketut, un balinés que un día se le acercó en un bar y la hizo reír. Janet escribe cosas que es fácil compartir, como "creí que eran las personas más bellas que había visto alguna vez", a propósito de su primer encuentro con la isla.

Mientras hablamos, en una mesa larga de su restaurante Indus, aparece Ketut y bromea con algunas frases en español. Luego de varias décadas de matrimonio y cuatro hijos hay miradas cómplices. Janet me recuerda que bromear es una especialidad balinesa, aunque muchas veces su sentido del humor parezca carecer completamente de sentido.

Janet responde, con amabilidad, mis preguntas, todas variaciones de una sola: ¿por qué Bali? Parada en la terraza del Indus, con vista a las colinas verdes coronadas de cocoteros, Janet se parece a algunas figuras femeninas de piedra que he visto en los caminos: es la misma placidez.

Y desde esa placidez, habla por fin: "Es un asunto de amor, y pocas veces eso se puede explicar en palabras".

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Una ofrenda
Por esos días, mientras buscaba playas, me topé con Gade, comerciante de artesanías que estaba a punto de estrenar su templo familiar, en el que había gastado unos 10.000 dólares, que cubrirían las esculturas de piedra, las imágenes y una fiesta de varios días. Entre otras cosas, Gade me habló de la muerte. Me dijo que debería ser otra fiesta familiar. Es el momento en que el alma, atrapada en el cuerpo, puede liberarse a través de la cremación. Y el llanto sólo sirve para atrapar esa alma, así que es mejor reír.

También me explicó que las cenizas se arrojan al mar porque, después de todo, el mar es la continuación del Ganges, río sagrado de los hindúes.

Entonces imaginé las playas como un gran cementerio. Y la imagen no era triste. Estaba en eso cuando pisé, sin querer, una pequeña cesta de hojas de plátano con flores, galletas, arroz. Era una ofrenda. Hay miles por toda la isla. Están en pilares, rincones, veredas. Sirven para pedir bendiciones y para agradecer.

Le pregunté a Gade cómo se hacían. Esa noche, en la ventana de mi habitación, puse una con flores y un puñado de arroz robado del almuerzo, entre otras cosas. Esta vez, la ofrenda era para agradecer.

Mauricio Alarcón C.
El Mercurio - Revista del Domingo
Fotos: Web

jueves, 13 de mayo de 2010

Escapadas patrias para festejar el Bicentenario

A días de conmemorarse los 200 años de la Patria, se retrocedió el tiempo para conocer qué ofrecen aquellos puntos del país en donde se forjó la historia. Precios y datos para saber a dónde ir. Las "minivacaciones" de mayo, que comienzan el sábado 22 por única vez en el marco de los festejos del Bicentenario, se convierten en la excusa perfecta para conocer edificios, monumentos, calles y lugares en los que la historia argentina dejó su huella.

La sede de la Independencia
La capital provincial San Miguel de Tucumán fue declarada en el 2000 Ciudad Histórica por el Gobierno nacional. Al recorrerla, se destaca la fastuosa Casa de Gobierno, edificada a fines del siglo XIX, con la imponente tumba de Juan Bautista Alberdi en su interior; la antigua Catedral; la Basílica de San Francisco y la tradicional Iglesia de Santo Domingo. Además, se emplazan de la casa natal de Nicolás Avellaneda y la plaza de la Independencia en el centro de la Ciudad.

Pero el lugar más relevante es la Casa de Tucumán, oficialmente llamada la Casa Histórica de la Independencia. Fue un 9 de julio de 1816, en aquella vivienda, donde se resolvió que el Virreinato del Río de la Plata sería independiente de España y de toda dominación extranjera.

En conmemoración a la fecha patria, se llevará a cabo el día 24 a las 12:30 el relevo de los puestos de guardia de Honor del museo. "Es un acto muy emotivo y significativo, ya que también se cuenta con la banda de música", señaló Dilma Toconás, a cargo del Área Extensión Cultural de la Casita de Tucumán y agregó que también se presentará la obra "Latidos de Libertad" las 12. Al día siguiente, se realizará chocolate caliente y la entrega de escarapelas durante la mañana en Plaza Independencia.

Cómo llegar: Los paquetes incluyen pasaje aéreo ida y vuelta (Aerolíneas Argentinas o LAN), traslados de llegada y salida, noches de alojamiento en hotel 4 estrellas con desayuno buffet. Precio por persona en base doble $ 2.450 pesos.
Más información:
www.tucuman.gov.ar
www.museocasadetucuman.com.ar

La casa de San Martín
En Yapeyú, provincia de Corrientes, se puede encontrar el Templete Histórico Sanmartiniano, inaugurado en 1938. En el interior del edificio están los restos de la vivienda en la que vivieron el Teniente de Gobernador Don Juan de San Martín cuando asumió el cargo en 1774, y su esposa doña Gregoria Matorras.

Aún se mantienen las paredes, realizadas con ladrillos de argamasa fabricados en las Misiones Jesuíticas aunque el techo no se pudo conservar. Además, hay una urna que conserva los restos del padre del prócer argentino, que fue gobernador de Yapeyú.

En la zona se puede recorrer la plaza principal y el museo Sanmartiniano, que abarca desde la etapa Jesuítica hasta la actualidad y sobre todo el periodo Sanmartiniano. Cuenta con piezas históricas como la cama que ocupaba el General San Martín. Además, el Museo Jesuítico Padre Furlong, el Arco Trunco y el reconocido Higuerón, árbol donde jugaba el prócer en su infancia.

Cómo llegar: El pasaje en micro ida y vuelta a Corrientes (lo ideal es establecerse en la capital provincial y de ahí viajar a Yapeyú por el día) parte de los $320. La noche de alojamiento en un hotel 4 estrellas en habitación base doble parte de los $170.
Más información: www.corrientes.com.ar/yapeyu/

La cuna de la Bandera
Rosario es casi un lugar obligado para recorrer en el fin de semana patrio. A poco más de tres horas de Buenos Aires, esta ciudad invita a los turistas a conocer puntos claves de la historia del país.

La ciudad es conocida como la "cuna de la bandera" porque fue sobre las barrancas del río Paraná donde Manuel Belgrano izó por primera vez la bandera nacional. En aquel emblemático lugar, el único monumento del mundo dedicado a una bandera, se encuentra un imponente monumento construido en mármol travertino e inaugurado el 20 de junio de 1957.

Otro punto para visitar es la Plaza 25 de Mayo, alrededor de la que se edificó el casco histórico de la ciudad, con la Basílica Catedral Nuestra Señora del Rosario, el Palacio de los Leones y el Pasaje Juramento.

Entre el patrimonio arquitectónico de los siglos XIX y XX son aconsejables la Fundación Josefina Prats, la antigua Jefatura de Policía, la sede del Arzobispado, la Biblioteca Argentina Dr. Juan Álvarez, el Palacio Minetti, el edificio Molinos Félix, la Bolsa de Comercio, el Jockey Club y el edificio de la Bola de Nieve.

También se puede visitar en la provincia de Santa Fe el departamento de San Lorenzo donde se efectuó la batalla del mismo nombre el 3 de febrero de 1813. La posta se encuentra 26 kilómetros de Rosario. Comandado por el coronel José de San Martín, se enfrentaron las fuerzas independistas argentinas y las colonialistas españolas.

Cómo llegar: Los paquetes incluyen pasaje en ómnibus coche cama ida y vuelta (Chevallier), traslados de llegada y salida, 3 noches de alojamiento en hotel 4 estrellas con desayuno buffet. Precio por persona en base doble $ 1.115 pesos.
Más información:
www.rosarioturismo.com
www.bicentenariorosario.gov.ar

El palacio de Urquiza
A unos 250 kilómetros de Paraná, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, se encuentra el Palacio San José, última residencia del primer presidente constitucional argentino. Impacta por su belleza ya que Justo José de Urquiza creía que su casa debía impactar porque allí residía la concentración del poder.

Desde su construcción fue ejemplo de lujo y opulencia: la casona alberga mármoles, techos laminados en oro, espejos franceses, lajas italianas, un lago artificial, más de 30 habitaciones, una capilla y una pulpería e impresionantes jardines con especies exóticas. Como "perlita", cabe destacar que es la primera casa del país que tuvo servicio de agua corriente.

Esta residencia es de altísimo valor histórico ya que allí fue asesinado Urquiza en 1870 y en 1994 residencia sesionó la Asamblea Constituyente que reformó la Constitución Nacional.

Cómo llegar: El pasaje en micro ida y vuelta a Paraná (una alternativa es establecerse en la capital provincial y de ahí viajar en el día a Concepción del Uruguay) parte de los $190. La noche de alojamiento en un hotel 3 estrellas en habitación base doble ronda los $150.
Más información: www.palaciosanjose.com.ar


El origen de las clases dirigentes
En Córdoba se encuentra la Universidad Nacional de Córdoba, fundada por la orden de la Compañía de Jesús en 1613. Principal generadora de las clases dirigentes, alberga los claustros universitarios más antiguos del país donde se formaron muchos de los revolucionarios de Mayo.

En esta provincia, donde la arquitectura colonial convive con numerosos edificios modernos, es posible conocer los patios del colegio Monserrat, casa de estudios de muchos hombres decisivos para la historia. Entre otros tantos lugares para descubrir se encuentra la Iglesia Catedral, la plaza San Martín, el Cabildo de Córdoba y el pasaje Santa Catalina.

Cerca de la capital cordobesa, con un paisaje serrano único, se encuentra Alta Gracia, prestigioso punto turístico, donde es posible visitar el Museo de la Estancia Jesuítica y la casa del Virrey Liniers, cuyo patio albergará una verdadera fiesta el 22 de mayo.

Cómo llegar: El paquete incluye pasaje aéreo ida y vuelta (Aerolíneas Argentinas o LAN), traslados de llegada y salida, 3 noches de alojamiento en Hotel 4 estrellas con desayuno buffet. Precio por persona en base doble $ 1.650 pesos
Más información: www.cordobaturismo.gov.ar
www.museoliniers.org.ar


Rutas Sanmartinanas
El turismo histórico en Mendoza es uno de los más ricos de la Argentina. El espíritu de San Martín aparece presente en gran parte de la provincia, donde es posible adentrarse a sus rasgos como militar, político, libertador y padre de familia.

Hay varios recorridos para realizar con el objetivo de retroceder en el tiempo. Se puede realizar el camino soldados de la independencia por el Paso de Los Andes, conocer los sitios donde acamparon, museos con increíbles réplicas y hasta disparar un cañón.

Hay mucho más para ver: el Cabildo mendocino, la Alameda, siete cuadras que sembró de álamos el General San Martín, museos y bibliotecas y, para los más religiosos, la Virgen del Carmen de Cuyo, ante quien el Libertador depositó el bastón de mando.

Cabe destacar que en la provincia de San Juan se encuentra el Paso de los Patos, otra de las conocidas rutas sanmartinianas.

Cómo llegar: A Mendoza el paquete incluye el pasaje aéreo ida y vuelta (Aerolíneas Argentinas o LAN), traslados de llegada y salida, 3 noches de alojamiento en hotel 3 estrellas con desayuno buffet. Precio por persona en base doble $ 1.920 pesos.
Más información: www.turismo.mendoza.gov.ar
www.rutassanmartinianas.com.ar

Salta, la linda
La provincia norteña posee un cabildo histórico, el edificio más antiguo de Salta. Su construcción data de abril de 1582 (fecha en que se fundó la ciudad) aunque fue reconstruido en varias oportunidades y hoy por hoy es el más completo y mejor conservado de la Argentina.

En la Ciudad se puede ver la Catedral Basílica, en rosa y detalles amarillos, que cuenta con uno de los altares más destacados del país y en los alrededores de la Plaza 9 de Julio, se pueden ver viejas casonas de estilo hispánico, caracterizadas por patios con aljibes y techos de tejas, anchos muros de adobes e importantes rejas y balcones.

En Salta también está el Museo Histórico del Norte, la Iglesia San Francisco, construcción que cuenta con una gran torre de 53 metros de altura (la mayor en Sudamérica) y el Convento San Bernardo.

En el Bicentenario se recordará al general Martín Miguel de Güemes (que tiene un monumento al pie del cerro San Bernardo) como el primer gobernador intendente de la provincia elegido por el voto popular en 1815.

Cómo llegar:
El pasaje aéreo ida y vuelta (Aerolíneas Argentinas o LAN) parte de los $1.100 y una habitación en base doble en un hotel tres estrellas ubicado en el centro de la ciudad cuesta alrededor de $320 por noche.
Más información: www.turismosalta.gov.ar

Constanza Crotto / Mariana Gándara
Infobae
Fotos: Web

lunes, 3 de mayo de 2010

Argentina - Catamarca: casas con pies de barro

La Comandancia de Fiambalá, un edificio administrativo de comienzos del siglo XVIII

En el departamento catamarqueño de Tinogasta, una serie de tranquilos pueblitos conservan numerosas casas, iglesias y oratorios de adobe, algunos levantados hace ya siglos. Las técnicas de construcción en tierra, inauguradas en la zona por los pobladores diaguitas, se aplican con éxito hasta hoy.

En el árido oeste de Catamarca se levanta un pequeño mundo de construcciones de adobe que nacieron a partir del siglo XVII, cuando la región aún era tierra diaguita, y siguieron desarrollándose durante la época colonial y hasta nuestros días. Hoy se las conoce con el nombre turístico de la “Ruta del Adobe”, un circuito de unos 55 kilómetros entre los pueblos de Tinogasta y Fiambalá: allí, en silencio pero con perseverancia, existen todavía iglesias y oratorios de comienzos del siglo XVIII, junto a los restos de una ciudad diaguita hecha también de barro y agua. Pero lo más significativo es que esa “cultura del adobe” prefigurada por los diaguitas sigue vigente hasta hoy en pueblitos donde casi todas las casas son de ese material. No se trata sólo de las moradas más antiguas, de hasta 200 años, ya que a veces también las nuevas se levantan con las técnicas de aquellos tiempos. Y en muchos casos, los bloques de esas casas son moldeados con las manos por las mismas personas que luego las habitarán.

Nuestra Señora de Andacollo, solitaria desde que un río se llevó el pueblito que la rodeaba

PRIMEROS PASOS
En el pueblo de Tinogasta, de unos seis mil habitantes, el 70 por ciento de las casas es de adobe, muchas de ellas con piso de tierra y techo de caña. No hay que confundirlo con una señal de pobreza; es la continuación de una tradición práctica y económica que en este clima más que seco invita a vivir en casas capaces de mantener el calor en las frías noches de invierno, y la frescura durante los calcinantes veranos catamarqueños. Como en la zona casi nunca llueve, los materiales resisten inmunes el paso del tiempo.

Saliendo de Tinogasta por la RN 60, recorriendo 15 kilómetros hacia el norte, se llega a El Puesto, un pueblito de 500 habitantes que parece detenido en el tiempo, con casi todas sus casas de adobe. Allí se levanta el Oratorio de los Orquera, una exquisita pieza arquitectónica de adobe resuelta con magistral sencillez. Data de 1740, y surgió siguiendo la tradición de los oratorios privados, pequeñas iglesias que se levantaban en las estancias cuando no había un templo cerca.

Además de la fineza del diseño, una particularidad de este oratorio es que no fue levantado con bloques de adobe sino con moldes de madera que, siguiendo una fórmula tomada de los diaguitas, se rellenaban con una mezcla de arcilla, paja y estiércol de 70 centímetros de espesor. Los tirantes del techo son de madera de algarrobo curva (los troncos aún verdes se metían en el río para lograr doblarlos), y se cree que son los originales de 1740, al igual que la puerta. Llama la atención que la torre del campanario carezca de campana, pero se debe a que fue fundida para hacer una más grande que ahora está en la iglesia de Andacollo. El interior del oratorio es sencillísimo, con tres nichos muy rústicos, un confesionario de algarrobo macizo y varias imágenes de la escuela cuzqueña, entre ellas una pintura de la Virgen amamantando al niño Jesús (1717) y un San Antonio muy pequeño de madera.

A un costado del oratorio, una antigua habitación con paredes y piso de adobe se mantiene tal como era en tiempos de la Colonia: allí hay un museo con objetos cotidianos que documentan doscientos años de vida de las diferentes generaciones de la familia Orquera, siempre dueños de la casa y la iglesita. En el cuarto se exhiben objetos que van desde una gran petaca de cuero hasta primitivas planchas, una fonola y vasijas diaguitas.

Unos kilómetros más adelante aparece cerca de la ruta una iglesia en medio de la nada, con un telón de montañas de fondo. A simple vista resulta inexplicable que semejante iglesia, con un elegante portal neoclásico, haya surgido sin una sola casa alrededor. Pero en verdad es la iglesia del pueblo de La Falda, que fue llevado por el río en 1930 y reconstruido a algunos kilómetros de este lugar. La iglesia, que había quedado en ruinas, fue restaurada en el año 2001. Por si fuera poco, también fue afectada por un sismo... La reconstrucción se hizo siguiendo el modelo original, con cuatro columnas clásicas de adobe a las que se suman una entrada con arco de medio punto y molduras talladas con cemento y cal. Se calcula que la iglesia fue levantada a mediados del siglo XIX –es más moderna que las otras del circuito– y por eso tiene dos torres campanario, techo a dos aguas y un vestíbulo de entrada. Pero lo más llamativo es su retablo, totalmente moldeado en adobe.

El oratorio de los Orquera, en El Puesto: un antiguo templo familiar

RUMBO A ANILLACO
Desde El Puesto, la RN 60 sigue con rumbo norte hacia Anillaco, homónimo del más célebre pueblito riojano, en paralelo a las Sierras de Fiambalá. A los cinco kilómetros, un camino de tierra que sale de la ruta conduce hasta la solitaria iglesia de Anillaco, levantada en 1712, la más antigua de las que permanecen en pie en la provincia. Su origen remite a un oratorio familiar levantado por mano de obra aborigen bajo las órdenes del primer español que se instaló en la zona en 1687: Juan Gregorio Bazán de Pedraza IV. Este hombre trajo consigo un linaje familiar de colonizadores que habían fundado ciudades en el Nuevo Mundo, y como premio se le otorgó en Anillaco una vasta merced de 100 leguas cuadradas.

Bazán de Pedraza se dedicó al engorde de animales con el cultivo de alfalfa, sobre todo mulas que exportaba hacia las minas de Potosí. Con las riquezas que producía la finca pudo levantar su oratorio familiar, aún en pie aunque restaurado, ya que hace varias décadas un rayo tumbó un algarrobo que estaba enfrente y provocó el derrumbe de la fachada. En el interior se pueden ver claramente tres desniveles del piso que marcaban otros tantos espacios bien segmentados: los dueños de casa y los sacerdotes iban en el nivel más alto, seguidos por el resto de la clase alta en el intermedio, y la clase baja en el nivel inferior. El templo carece de ventanas, ya que a veces oficiaba de fortaleza ante algunas rebeliones indias.

La iglesia de San Pedro, levantada en 1770, se distingue con sus paredes de adobe encalado

EL TEMPLO DE SAN PEDRO
La Ruta del Adobe termina en las afueras del pueblo de Fiambalá, en el Templo de San Pedro, levantado en 1770. Su exquisita factura de adobe encalado tiene influencias del estilo colonial boliviano, con un pequeño muro perimetral y un alto campanario. El templo lo hizo levantar Domingo Carrizo, un descendiente de los primeros españoles en la zona, para entronizar una talla de madera con la imagen articulada de San Pedro, a quien se ve sentado en el centro del altar. Lo curioso es que a San Pedro los fieles le cambian los zapatos todos los años porque “se le gastan, ya que es un santo muy caminador que visita a los feligreses”. En la sacristía se puede ver un gran arcón de madera con todo tipo de zapatos, ofrendas de los fieles por los pedidos cumplidos.

A un costado del Templo de San Pedro hay un edificio administrativo de tiempos de la Colonia, también construido con puro adobe, y llamado la Comandancia o Plaza de Armas. En el interior hay una antiquísimo y borroso fresco de tres metros de alto por cuatro de ancho con imágenes de ángeles arcabuceros. El origen de estos singulares cuadros remite a unos pintores mestizos del Cuzco, a quienes se les encargó pintar ángeles. Y como los pintores carecían de un modelo que copiar, los españoles les explicaron que los ángeles eran como ellos pero con alas. De allí surgieron estos excéntricos ángeles con rostro de belleza casi femenina, alas celestiales, sombrero de ala ancha, trajes de brocado bordado en oro similares a los de los soldados de Carlos II, y los llamativos arcabuces al hombro, igual que el común de los españoles

Pared del torreón de Watungasta

Una ciudad diaguita
A cinco kilómetros de Anillaco, a un costado de la ruta, una precaria cerca protege los restos de la ciudad diaguita de Watungasta, levantada en adobe. Sus orígenes se remontan a comienzos del primer milenio y se cree que fue habitada ininterrumpidamente durante cinco o seis siglos, hasta 1650. La condición actual de Watungasta es ruinosa: no se ve gran cosa, aunque perdura en el suelo parte la estructura general que adquirió la ciudad con la llegada de los incas en 1480.

Entre las ruinas sobresale un montículo de tierra de 30 metros de alto rellenado con piedras por los aborígenes. Los arqueólogos identificaron los cimientos sobreelevados de la casa del cacique y casas comunes en el nivel inferior de la ciudad, además de dos plazas. Se cree que Watungasta floreció como un núcleo especializado en alfarería de cerámica que se exportaba a Chile y el Alto Perú. En el 1500 se calcula que Watungasta tenía una población de 4000 habitantes, pero en 1630, al desatarse las guerras calchaquíes, la población comenzó a reducirse y los españoles a expandirse en busca de oro y plata. Y según las crónicas españolas de la época, el derramamiento de sangre en una de las batallas de Watungasta fue tal que el río que pasa junto a la ciudad se tiñó de rojo y la matanza pareció ser “mayor que la de Troya”. De allí el nombre del río, bautizado La Troya. En 1713, cuando los españoles demarcaron el pueblo de Tinogasta, se contabilizaron apenas 37 habitantes indios.

DATOS UTILES
Cómo llegar:
la empresa General Urquiza tiene micros diarios con la modalidad coche-cama, que tardan unas 13 horas desde Buenos Aires hasta San Fernando del Valle de Catamarca. Desde la capital catamarqueña se pueden contratar servicios especiales de transporte o se puede llegar en micro a Tinogasta (280 kilómetros al oeste de San Fernando de Catamarca). Para recorrer la Ruta del Adobe se puede contratar un remise. Más información: www.generalurquiza.com.ar.

Dónde dormir:
Tinogasta
Hostal Casagrande: construido totalmente con adobe en 1897, forma parte como edificio histórico de la Ruta del Adobe. Una habitación doble cuesta $150. Más información al tel.: 03837-421140. www.casagrandetour.com.

Los Olivos: este camping de excelente calidad tiene pileta, canchas de vóley y fútbol. Más información al tel.: 03837-420949 / 15488444. E-mail: moniquecarlos@hotmail.com.

Hostería A los Seismiles: es una alternativa sencilla y agradable de alojamiento con buena gastronomía. La habitación doble cuesta $140. www.alosseismiles.com.ar.

Fiambalá
Cabañas Umbral de la Luna: totalmente equipadas con cocina y vajilla. Más información: 03837-496056.

Hostel Villa Rosenda: www.hostelvillarosenda.com.ar

Dónde comer:
los fines de semana, “Los Pereyra” es el lugar más popular de Tinogasta; se va a comer y a bailar folklore sobre un piso de tierra frente a músicos en vivo. Hay empanadas ($15 la docena), asado ($30 para dos personas) y un locro “pulsudo” (es decir muy completo, con todos sus ingredientes). Más información: tel. 03837-15478996.

Cuándo ir:
de octubre a mayo la temperatura suele ser de 35 grados y a veces un poco más, aunque es un calor seco que no se siente tanto como un día caluroso en Buenos Aires.

Más información:
Centro de información turística: 0810-777-4321
www.turismocatamarca.gov.ar.
www.tinogastasiempre.com.

Julián Varsavsky
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Pagina 12/Leandro Teysseire/kipus

Mujer diaguita

Diaguita
Es la denominación quechua con etimología aymara,[1] que quiere decir "serrano" impuesto por los incas divulgada luego por los españoles, de un conjunto de pueblos independientes con un idioma común, el cacán ; ellos se autodenominaban pazioca o paccioca y Eric Boman consideraba que los que vivían al oeste de los Andes eran llamados chili.

En el Noroeste argentino y en el Norte Chico chileno; especialmente en los Valles Calchaquíes, a partir de 850, los diaguitas desarrollaron una cultura de gran riqueza, que, arqueológicamente se corresponde con la Cultura Santa María. Vivían en poblados organizados, usaban metales y eran alfareros.

Inicialmente opusieron resistencia a la conquista Inca (1471 a 1533); luego, en la Argentina, lograron resistir más de cien años el avance de los españoles: Guerras Calchaquíes, en las que se destacaron los jefes Kipildor o Quipildor, Viltipoco (1561), Chalemín, Juan Calchaquí, Koronhuila (llamado por los españoles "Coronilla") e incluso el curioso aventurero andaluz "Bohórquez" o Pedro Chamijo.

En la actualidad existen unas 62.000 personas hispanohablantes en las provincias argentina de Catamarca, Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero y Salta que se consideran pertenecientes a este grupo étnico.

Fuente y más información en: http://es.wikipedia.org/wiki/Diaguita
Imagen: web