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miércoles, 20 de febrero de 2008

Argentina: Rutas con altura

Cartel se señalamiento Ruta 40 de Jujuy a Santa Cruz

Desde Salta hasta Santa Cruz, surcan la cordillera de los Andes y sus estribaciones muchos caminos sinuosos que rozan la “alta” belleza: la Quebrada de las Conchas en Salta, la ruta 7 hasta el Cristo Redentor en Mendoza, el cruce a Chile por Agua Negra en San Juan, la ruta al mirador del Cochuna en Tucumán y el Camino del Monte Zeballos en Santa Cruz.

Desde la altura, al borde de un camino de cornisa, se capta la verdadera dimensión de la inmensidad de un paisaje. La noción del espacio se pierde a medida que se agranda el horizonte visual, y se la recupera de pronto cuando 1000 metros más abajo aparece un puntito negro avanzando sobre cuatro ruedas en cámara lenta por la ruta.

En un país como la Argentina, surcado transversalmente por la cordillera de los Andes, hay tantos caminos donde se repite la escena anterior, que con ellos se podría escribir una gruesa guía de viajes con rutas de montaña. A continuación, una serie casi arbitraria de “caminos de altura” entre tantos otros, elegidos por región desde el noroeste del país hasta Cuyo y la Patagonia.


El camino a Iruya (foto)
En un viaje a Iruya –como a tantos otros pueblos de montaña en Salta–, el trayecto hacia allí vale tanto como el destino mismo. Por empezar, hay que atravesar toda la Quebrada de Humahuaca en Jujuy. Al abandonar la famosa quebrada se acaba el pavimento y comienza un ripio en muy buen estado, primero por la ruta nacional 9 y luego la provincial 133. En total son 70 kilómetros, que también se pueden hacer en colectivo por una línea diaria que une Humahuaca con Iruya.

El camino sube hasta los 4 mil metros en el Abra del Cóndor, justo el límite entre Salta y Jujuy. Entonces la ruta comienza a bajar en forma de zigzag, mientras se encienden los colores vivos de los cerros y tras la ventanilla se ven senderitos que trazan líneas diagonales en la montaña. A lo lejos proliferan pircas rectangulares y circulares, y aparecen manadas de llamas, cabras y ovejas con su pastorcito atrás. También hay grupos de dos o tres casitas con alguna iglesia, o casas que directamente están solas, todas de adobe.

Hasta Iruya son 19 deslumbrantes kilómetros bajando a los 2800 metros, la altura del pueblo. Al costado de la ruta también baja el río Colanzulí, mientras Iruya se hace desear. Después de cada curva uno espera encontrarse la famosa iglesita de 1753, pero siempre falta una vuelta más. Hasta que aparece, iluminada por el sol, en la parte baja de un valle muy cerrado, una especie de anfiteatro descomunal con gradas multicolores. En el medio –la parte más baja del valle– pasa el río, así que el único lugar para las casas es la ladera misma de las montañas.

Camino Valles Calchaquíes

Quebrada Salteña
Partiendo de la ciudad de Salta por la ruta nacional 68 se llega a la Quebrada de las Conchas, un camino panorámico que conduce al poblado de Cafayate por los Valles Calchaquíes. En total son 66 kilómetros entre montañas sedimentarias de todos los tonos imaginables de rojo que reflejan las sucesivas superficies del planeta, acumuladas una arriba de la otra hace entre 65 y 75 millones de años.

El viaje comienza por el Valle de Lerma, con sus verdes plantaciones de tabaco, hasta Alemanía –con acento en la “i”, simplemente para diferenciarla del país germano–, un pueblo que se convirtió en semifantasma cuando cerraron el tren. Justo a la salida de Alemanía hay un cartel que dice “Quebrada de Cafayate”. Pero los mapas oficiales dicen “Quebrada de las Conchas”, y todo el mundo la conoce como tal. El nombre deriva de que la zona fue alguna vez una costa marina y sus restos de moluscos petrificados quedaron sobre la montaña.

A partir de Alemanía comienza entonces la espectacular Quebrada de las Conchas, donde a medida que se asciende por sus 70 kilómetros que caracolean entre los cerros, las montañas enrojecen a extremos de no creer, bajo cielos azulísimos. Y comienzan también los famosos Valles Calchaquíes. El camino asciende de a poco y aparecen los primeros cardones solitarios, que rápidamente se multiplican por doquier, incluso sobre el filo de las montañas.

A medida que la ruta se acerca a Cafayate, el paisaje es cada vez más asombroso, con profundas depresiones rojizas del terreno que albergan cerros con formaciones cinceladas por el viento, como torres puntiagudas y pequeñas mesetas que parecen las ruinas de un castillo amurallado. Y cada tanto aparece el escaso componente humano, expresado en casitas de adobe muy precarias, muchas de ellas abandonadas. Sin embargo, en las montañas vive mucha más gente de la que se pueda imaginar, quienes se dan cita en las capillitas perdidas en medio de la nada los días de misa. Y los chicos, por su parte, surgen caminando solitos por la montaña rumbo a la escuelita del paraje Santa Bárbara, una casita de estudio que sería idílica si los niños no tuviesen que caminar horas por las laderas para llegar a clase.

De las diversas paradas que se hacen en el camino, los paisajes más singulares están en la Garganta del Diablo y en el Anfiteatro. Son dos gargantas sedimentarias –la segunda más cerrada que la primera–, donde el arbitrio de la naturaleza creó dos hoyas rojizas de 70 metros de alto que formaron parte de un gran lago prehistórico que hace muchísimo se desfondó. En el caso del Anfiteatro, es un gran agujero semicircular que produce un efecto de eco increíble. Al llegar a las viñas que rodean el pueblo de Cafayate –a 1600 metros sobre el nivel del mar–, la quebrada se abre en un paisaje plano, aunque al fondo se levantan unos cerros muy oscuros que, según los geólogos, tienen 500 millones de años, de cuando la vida en la Tierra solo existía en las profundidades del mar.

Camino Los Caracoles

Alturas de Mendoza
Desde la ciudad de Mendoza se realizan varios paseos en vehículo por las montañas. Uno muy llamativo y sencillo es el que llega al hotel termal Villavicencio por el Camino de Caracoles (ruta provincial 52). Pero la excursión más famosa es la conocida como Alta Montaña, que se puede hacer con vehículo común recorriendo los principales valles mendocinos, pasando por Villavicencio y Uspallata para tomar la ruta nacional 7 y desembocar en el Parque Provincial Aconcagua. Allí se hace un trekking de apenas 400 metros por unas suaves lomadas que desemboca en el mirador de la Laguna Los Horcones. Entonces aparece de repente el monarca de los valles mendocinos: el Aconcagua. Este “centinela de piedra” en el idioma de los indios huarpes –que se ha cobrado la vida de más de cien andinistas– disimula muy bien sus 6962 metros de altura que lo consagran como el más alto del continente, rodeado a su vez de otras altísimas montañas que hacen perder toda noción del tamaño y el espacio.

Nuevamente sobre la ruta, el paso siguiente de la excursión –siempre por la ruta 7– es llegar al Puente del Inca, formado de manera natural hace millones de años cuando un cerro se derrumbó sobre el río Cuevas. El río erosionó el suelo formando un cañón que, en un pequeño segmento, está techado por esta extraña formación sedimentaria con forma de puente. Del suelo brotan aguas surgentes con minerales que cubren el puente con una extraña capa de sedimento combinando tonos amarillentos, blanquecinos, verdosos y anaranjados.

Ya casi al final del trayecto aparece junto a la ruta la villa fronteriza de Las Cuevas, erigida a 3151 metros sobre el nivel del mar, con sus pintorescas casas al estilo nórdico. Y por último, un sinuoso camino de tierra de nueve kilómetros conduce hasta el monumental Cristo Redentor, esculpido por el artista argentino Mateo Alonso a cuatro mil metros de altura. Las posibilidades de llegar hasta el Cristo de seis toneladas son remotas, ya que el camino permanece tapado por la nieve la mayor parte del año. De modo que unos pocos afortunados llegarán a leer personalmente una significativa placa que reza junto al Cristo: “Se desplomarán primero estas montañas antes de que chilenos y argentinos rompan la paz jurada al pie del Cristo Redentor”.

Ruta de ripio camino al Paso Internacional Agua Negra

Cordillera Sanjuanina
El cruce a Chile por el Paso Internacional Agua Negra –atravesando la cordillera de los Andes– es una de las excursiones más coloridas de la provincia de San Juan. El camino, si bien es de tierra consolidada, carece de complicaciones y lo ideal es recorrerlo con una camioneta 4x4 (con auto común se debe ir con mucha precaución).

El camino sube hasta más de 4000 metros sobre el nivel del mar y las montañas carecen absolutamente de vegetación. No crece siquiera un mínimo yuyito, y a simple vista no hay indicio alguno de vida sobre la tierra. La aridez también deja al descubierto la compleja diversidad geológica de estas montañas, reflejando un abanico multicolor de minerales amarillentos, verdosos, rojizos, violetas, blanquecinos, ocres, marrones y anaranjados, cubiertos a veces por solitarios manchones de nieve. Además aparecen cerca de las cimas varios glaciares de altura.

Dos kilómetros antes del cruce a Chile encandila a los viajeros un brillo blanquecino tras una curva. A simple vista parece un glaciar que llega hasta el borde de la ruta, pero en verdad es una serie de penitentes, esa extraña formación de hielo que surge por una acción combinada del sol y el viento a partir de grandes acumulaciones de nieve en los terrenos de extrema aridez.

La tentación por tocar el hielo de los penitentes seduce a todos y nadie duda en detener la marcha para bajarse a “jugar” en ese laberinto de penitentes. Al verlos de cerca se descubre que son más grandes de lo que parecían, conformando una compacta pared de 200 metros de largo con hielos de cuatro metros de altura. En la parte superior son puntiagudos y parecen una sucesión de torres con punta de aguja que se despliegan una junto a la otra escalando la ladera montañosa. En ciertos lugares los penitentes forman pequeñas cuevas de hielo con estalactitas que bajan del techo.

El camino trepa hasta los 4770 metros, donde está el mojón que señala el límite con Chile. Allí se puede seguir hacia tierras chilenas o regresar a la ciudad de San Juan. Y prácticamente al borde de la ruta se levanta el escarpado pico San Lorenzo, con sus descomunales 5600 metros de altura muy bien disimulados por su cercanía con los otros gigantes cordilleranos.

Camino a Monte Zeballos

El Monte Zeballos
En el extremo noroeste de Santa Cruz, el pueblo de Los Antiguos es el punto de partida para transitar el Camino del Monte Zeballos, un fragmento de la Ruta 41, una de las más espectaculares de toda la Patagonia. Es el camino más alto de la provincia, partiendo a los 200 metros sobre el nivel del mar –con los caracoleos del río Jeinimani al fondo de un valle– hasta llegar a los 1500 en el punto más alto. Al comienzo se atraviesa la pura estepa con su escasa vegetación, y cincuenta kilómetros más adelante aparece un bosque de 900 hectáreas con muchos ñires y algunas lengas. El lugar es ideal para hacer un picnic agreste junto a un manantial en medio del bosque. A veces los viajeros eligen algún antiguo sendero abierto por leñadores para abandonar el auto y caminar un rato.

La ruta asciende de a poco y la vegetación se hace más profusa por la mayor humedad. Pero al llegar a El Portezuelo –el punto más alto, a 1500 metros– la vegetación desaparece otra vez por la falta de oxígeno. Así como al principio se transitaba un desierto de estepa, ahora predomina un desierto de alta montaña. Y es también el lugar más asombroso del trayecto, donde están unas extrañísimas formaciones naturales llamadas diques basálticos, que son como dos murallas que suben en paralelo hasta la cima de la montaña. A simple vista resulta difícil creer que su origen no sea humano. Están fragmentadas por la erosión y se asemejan a aquella otra famosa muralla, la china. Por eso inducen a detener el auto y subir a pie por las áridas laderas, para dilucidar cómo surgió esa muralla en un lugar tan insólito.

A los 15 minutos de caminata ya se divisan sus ladrillos negros de basalto, que parecen encajados con la exactitud de una pared edificada por el hombre. Hace 65 millones de años, cuando surgía la cordillera y la Patagonia era un infierno de volcanes en erupción, se formaron estos “diques basálticos”. Su emplazamiento actual es el de una grieta que ya no existe, por la cual brotaba lava a borbotones. En cierto momento la lava dejó de salir y la que se endureció sobre las dos paredes de la grieta se resquebrajó tomando la forma de una pared de ladrillos. En los miles de años siguientes la erosión fue horadando las laderas para dejar al descubierto aquellas dos resistentes paredes de basalto.

A partir de El Portezuelo comienza el descenso a la cuenca vecina, y a la vera del camino aparecen lagunas color turquesa habitadas por patos y cisnes de cuello negro. Gran parte del Camino del Monte Zeballos atraviesa lo que fue el interior del cráter de un volcán gigante, del que desapareció toda una mitad. Uno de los imponentes picos de ese cráter es el Monte Zeballos, cuyos 2748 metros se divisan desde gran parte del camino.

El espectacular camino mide 170 kilómetros no asfaltados, que no son de ripio sino de greda en buen estado, que culmina en la localidad de Hipólito Yrigoyen. Con un auto común se puede hacer el recorrido cuidadosamente y los días de lluvia se recomienda regresar hacia atrás, aun con una camioneta 4x4.

Autopista a Famaillá

Curvas de Tucumán
La provincia de Tucumán también tiene su ruta de altura con sinuosas curvas, hasta el mirador del Cochuna. Se parte desde la capital por la autopista a Faimallá y luego por la ruta nacional 38, atravesando pueblitos azucareros, plantaciones e ingenios que polucionan el ambiente. En la ciudad de Concepción se toma la ruta 365 hacia el Oeste hasta el pueblo de Alpachiri, donde hay un desvío de entrada al Parque Nacional Los Alisos. Pero el camino no es bueno y casi nadie visita el parque en sí, sino que se le hace un rodeo hasta el mirador de Cochuna, por un ambiente muy similar al del parque. La ruta se convierte de a poco en un camino de cornisa –de ripio en muy buen estado, transitable con auto común–, que pasa por un relicto de la selva de Las Yungas en muy buen estado. A los pocos kilómetros aparece el complejo turístico Samai Cochuna, donde se puede hacer una caminata por la selva observando grandes árboles como el laurel y el cedro, cañaverales de bambú y helechos arborescentes. Una vez en el mirador del Cochuna se ve la selva desde arriba y las cumbres nevadas de las sierras del Aconquija. Desde Tucumán al mirador son 140 kilómetros, y desde allí se puede regresar o seguir un poco más hasta el poblado catamarqueño de Las Estancias.

Julián Varsavsky
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web

lunes, 18 de febrero de 2008

Nuevas propuestas de turismo solidario


Disfrutar de un paseo por el Delta

En diferentes lugares del país los habitantes se reúnen para realizar ofertas interesantes para los turistas, mientras conservan sus raíces y cuidan el medio ambiente

Cuando Imke Schmidt terminó su pasantía de seis meses en una de las compañías telefónicas alemanas más importantes del mundo, decidió que era el momento de hacer algo por los otros. Buscó por Internet y, a través de una propuesta del Instituto de Desarrollo Educativo y Acción Social (Ideas), con sede en Córdoba, llegó a la Argentina con una misión muy concreta: ayudar a varios grupos de pobladores rurales que buscaban vivir de lo que producían.

Durante cinco meses Imke ayudó a un grupo de mujeres de Unquillo, que producen dulces y desconocían los procesos de comercialización, colaboró con artesanos de Quilino que deseaban vender sus productos por Internet y participó en la venta de artesanías en la Feria de Personas con Discapacidad de la plaza central de Córdoba.

Como Imke, son muchos los que eligen el turismo solidario, o responsable, como una alternativa de viaje, mientras promueven el desarrollo económico local de los pueblos.

"Al principio observé cómo trabajaban las mujeres de Unquillo para familiarizarme con sus tareas. Con el tiempo, diseñamos etiquetas, hablamos sobre el análisis de costos, calculamos precios y buscamos puntos estratégicos para la venta de sus dulces. Se me ocurrió, además, organizar un curso de capacitación para que luego pudiesen continuar con el proceso de comercialización", recordó a Comunidad la joven alemana, de 25 años.

Imke pudo materializar su inquietud gracias al proyecto Compromiso Solidario de la Fundación Ideas, que desde 2004 promueve el vínculo entre el interés de un ciudadano comprometido con el cambio y las necesidades de una organización.

Pueblos que desaparecen
Pero Ideas no es la única que desarrolla esta metodología. La asociación civil Responde tiene un programa para pueblos rurales de menos de 2000 habitantes que, por distintas causas, corren el riesgo de desaparecer por despoblamiento. Según explicaron en Responde, en la Argentina más de 600 pequeños pueblos rurales han quedado aislados y perdieron la mayor parte de su infraestructura básica de servicios: carecen de transporte público, educación secundaria, comunicaciones, fuentes de trabajo y asistencia de salud.

Frente a este panorama, el objetivo principal de la asociación es promover actividades económicas que sirvan de motor para que estas comunidades encuentren nuevos incentivos y oportunidades, y emprendan proyectos propios. "Nuestra intención es cooperar, brindar el know how y conseguir la financiación para que las comunidades den los primeros pasos en la generación de propuestas turísticas, revalorizando los recursos naturales, culturales, históricos y humanos con los que cuentan", detalló a Comunidad el responsable del programa, Rubén Parasporo.

En Irazusta, Entre Ríos, los pobladores desarrollaron productos autóctonos y una oferta atractiva para los visitantes

Estas alternativas van desde la prestación de servicios de alojamiento en casas de familia, hasta gastronomía, paseos turísticos y oferta de productos artesanales locales. En 2005 y 2006, la propuesta fue en Mechita, pueblo de la provincia de Buenos Aires. Actualmente, con la fuerte ayuda financiera de la Fundación American Express, la iniciativa se trasladó a Parera e Irazusta, en Entre Ríos, y a Andalhuala, en Catamarca. "Lo que rescatamos como más valorable es el cambio de actitud del pueblo hacia su futuro. Podemos decir que estas acciones hacen que renazca la esperanza", sintetizó Parasporo.

Ecoturismo en el Paraná
Para los amantes de las aguas, Baquianos del Río es una iniciativa independiente de 14 pescadores del río Paraná que, desde 2001, promueven visitas ecoturísticas al río con objeto de que los aventureros conozcan la cultura del hombre de río y se concienticen sobre la protección de los recursos naturales. Con el apoyo de las fundaciones Proteger, Avina y Eco Urbano, los baquianos se capacitaron y renovaron sus embarcaciones.

"Tenemos embarcaciones típicas de madera e intentamos que los visitantes aprendan sobre el río: su economía, los oficios, la diversidad de la fauna y la flora. Es como abrir una ventana a la biblioteca del Paraná. Intercambiamos culturas, compartimos un campamento, recorremos senderos en la isla y pasamos un día con las familias de los isleños", describió uno de los fundadores del proyecto y pescador, Luis Romero.

La intención es que con el ecoturismo los pescadores mantengan sus oficios para que no se pierda la cultura del hombre de río.

Otra alternativa para quienes quieren acercarse al río es participar en una travesía por el Delta sanfernandino, una propuesta que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) organiza junto con la Municipalidad de San Fernando. El programa es tentador: navegar por las islas del Delta, visitar el Museo Sarmiento, pasear por la Reserva de la Biosfera, admirar la flora y la fauna de la zona, visitar una plantación de mimbre y conocer a familias de artesanos.

"Las travesías son solidarias con las familias de los isleños que nos reciben, que producen los alimentos que comemos, que prestan los servicios turísticos que disfrutamos y que realizan las artesanías que vemos. La intención es que los hijos de estas 18 familias logren un trabajo estable en la isla y se mantengan allí", contó la promotora del recorrido, Andrea Vega.

Según explicó, fue un arduo trabajo que los isleños entendiesen que sus trabajos eran valiosos y que existían personas interesadas en saber cómo vivían. "En la primera expedición, en noviembre último, el barco zarpó con 20 personas. En la última, en enero, subimos a 85 y otras 20 quedaron afuera. A las familias de los isleños todo esto los llena de orgullo", añadió Vega.

Contactos
  • Fundación Ideas: 0351-4760561/4765478
  • Responde: www.responde.org.ar
  • Baquianos del río: www.proteger.org.ar
  • Delta: 4307-7342

Nathalie Kantt
Diario La Nación

viernes, 15 de febrero de 2008

Bajo el Sol de San Juan

Cancha de Bochas - Parque Provincial de Ischigualasto

La Fiesta del Sol, una festividad regional que cobró particular impulso el año pasado y promete un nuevo éxito este 2008, puede convertirse en la excusa perfecta para hacerse una escapada hacia los variados atractivos e inolvidables paisajes sanjuaninos.

Del 19 al 23 de febrero, esta festividad rescatará la identidad sanjuanina a través de una feria gastronómica con comidas regionales, un carrusel en el que estarán representadas las distintas particularidades geográficas y culturales de la provincia, la elección de la Reina Nacional del Sol y un espectáculo central que promete estremecer a la Quebrada del Zonda. Además, al igual que en la última edición, se sumará la actuación de artistas de diferentes estilos musicales tanto del ámbito local como nacional.

Entre las novedades para esta edición 2008 se cuentan el agregado de un día para la Feria Gastronómica y Agroindustrial, que volverá a tener como escenario el Predio Ferial, en el corazón de la capital sanjuanina. A su vez, el viernes 22, el denominado “Carrusel del Sol” impregnará de color las calles en un tramo de más de un kilómetro por la avenida Ignacio de la Roza, representando los 19 departamentos sanjuaninos y las distintas colectividades de la provincia.

Como corolario, el Autódromo El Zonda - Eduardo Copello albergará un gran espectáculo de luz y sonido el sábado 23 de febrero. Más de 300 artistas, una llamativa escenografía y un guión que refleja la historia y costumbres locales conformarán el eje de esta fiesta que culminará con un show de fuegos artificiales que -según dicen- iluminará las montañas.

Pero lejos de terminar allí, con la Fiesta del Sol, las propuestas de la provincia este verano siguen ganado adeptos entre atractivos tan disímiles como sus bodegas y campos sembrados de vides y olivares, la historia de los Molinos de Jáchal, la naturaleza del Dique Cuesta del Viento y, por supuesto, el incomparable Valle de la Luna.

Agua Blanca

Por el Valle de Tulum
A más de 600 metros sobre el nivel del mar, el Valle de Tulum posee condiciones óptimas para el desarrollo de la vid. Escasas precipitaciones, cielos diáfanos y grandes amplitudes térmicas se unen para lograr uvas de gran calidad. Estas ventajas naturales se suman a la incorporación de tecnología de avanzada en las principales bodegas de la región, generando a su vez una fuerte corriente turística relacionada con la seducción de la enología.

Así, la Ruta del Vino sanjuanina se ha convertido en uno de los recorridos más tradicionales de la provincia. Los establecimientos que integran este circuito ofrecen características y propuestas muy diferentes; desde los vinos orgánicos que produce Fabril Alto Verde, hasta el champagne elaborado en el corazón mismo de la montaña, en las cavernas donde está instalada la bodega Cavas de Zonda.

En este marco aparecen opciones como la de Viñas de Segisa, que incorporó un restó en el que se puede almorzar o cenar los fines de semana largos, mientras que los pequeños productores muestran la elaboración de sus vinos artesanales en bodegas que quizás sean más rústicas, pero de todos modos no dejan de ofrecer una cordial recepción a los visitantes.

Si el tiempo es escaso, vale recordar que no pueden dejar de conocerse las Cavas de Zonda y el Museo Graffigna. Este último es todo un emblema de la vitivinicultura provincial, ofreciendo el contacto con hitos de la tradición y la historia local durante una amena visita coronada por una degustación dirigida.

Valle del Cura

Los Molinos de Jáchal
En el norte de la provincia, los departamentos Jáchal e Iglesia constituyen un circuito digno de recorrer porque reúnen lugares de gran belleza natural con la posibilidad de conocer parte de la cultura y la historia de la región.

La travesía puede iniciarse indistintamente por Jáchal o por Iglesia, que se encuentran equidistantes de la capital sanjuanina, a unos 150 kilómetros aproximadamente. En Jáchal una alternativa interesante y muy poco conocida es visitar los molinos harineros (hay cinco), que hace seis años fueron declarados Monumento Histórico Nacional por el Congreso.

Se trata de construcciones del siglo XIX que marcaron el período más floreciente de la economía de la región y guardan todo el estilo arquitectónico de aquella época. Además tienen mecanismos antiquísimos, que constituyen una verdadera joya de la industria de antaño. Dos de esos molinos, el de Sardiña y el de García, fueron restaurados en 2004 y 2005, respectivamente, y funcionan como en sus mejores épocas. El tercero digno de ver es el de Huaco, a unos 40 kilómetros de Jáchal, que fue reinaugurado en julio de 2006. En la zona también hay paseos que permiten conocer antiguas casonas, estancias y capillas centenarias, además de la Iglesia de Jáchal, con su Cristo Crucificado traído de Potosí a fines del siglo XVIII.

A su vez, en el departamento de Iglesia hay varios sitios para recorrer, comenzando por las Termas de Pismanta, a pocos kilómetros de la localidad de Rodeo y a 182 kilómetros de la capital provincial. El lugar cuenta con los servicios del hotel Termas de Pismanta, donde es posible aprovechar las propiedades curativas de estas vertientes naturales ubicadas a 2.010 metros sobre el nivel del mar. Las aguas son volcánicas y livianas, surgen a una temperatura de 38°C a 45°C, y están contenidas en baños individuales y en la piscina del hotel.

Otro atractivo es la Capilla de Achango, construida por los jesuitas en el siglo XIII. Es una armónica construcción que revela el estilo de aquellas épocas: paredes de 30 centímetros de espesor, techos de tijerales de algarrobo atados con tientos de cuero crudo y cubierto de barro, y piso de tierra cubierto por alfombras tejidas en rústicos telares.

Windsurf

Paisajes para la acción
Siguiendo hacia Rodeo, el dique Cuesta del Viento cautiva no sólo por el color del agua, que contrasta con las tonalidades de la montaña, sino también porque la constancia de los vientos lo ha transformado en un punto clave para disfrutar de deportes náuticos a vela. Este verano el windsurf ha vuelto a convertirse en la mayor atracción durante las tardes, con deportistas que llegan desde todo el país y de otras partes del mundo. Durante la mañana, en cambio, suele haber períodos de calma propicios para la pesca.

Vale destacar también que en esta zona se puede matizar la estadía con otras actividades, como trekking, cabalgatas, excursiones en vehículos 4x4 y visitas a sitios que guardan vestigios indígenas. No casualmente la geografía local, partiendo desde Rodeo, fue en diciembre el ámbito de la última etapa del Campeonato Argentino de Carreras de Aventura "Inti Challenge", que reunió a unos 200 deportistas de distintas partes del país. Este desafío multidisciplinario contó con 200 kilómetros de recorrido en un circuito por senderos de montaña, el dique Cuesta del Viento y el río Jáchal, con cuatro modalidades deportivas: mountain bike, running, kayak e "hydro speed", que consistió en un descenso por flotación en el río Jáchal.

Pero si se habla de deportes de aventura y adrenalina, sin duda no puede dejar de mencionarse ese imponente paraje natural que constituye la pampa de El Leoncito, también conocida como "Barreal Blanco", donde se destaca la práctica del carrovelismo. Se encuentra a unos 190 kilómetros de la capital, y a unos 20 kilómetros de la localidad de Barreal. Este sitio es en realidad una antigua cuenca lacustre de superficie lisa y dura, casi sin declive, perfecta para este novedoso deporte a vela sobre ruedas porque ofrece una inmensa pista de 14 kilómetros de largo y cinco de ancho constantemente azotada por fuertes vientos.

No muy lejos, y dejando atrás la actividad física, otra experiencia distinta y escasamente difundida es realizar una visita nocturna al Complejo Astronómico El Leoncito, donde se dispone de un potente telescopio para hacer observaciones guiadas por un técnico. La propuesta es completa, ya que el centro proporciona alojamiento con baño privado, comida y snacks para la noche de observación. Por supuesto, es imprescindible previa reserva ya que sólo se reciben hasta dos visitantes por noche.

El hongo - Parque Provincial Ischigualasto

Las formas del tiempo
A 330 kilómetros en dirección noreste de la capital de San Juan, en el departamento Valle Fértil, el Parque Provincial de Ischigualasto es uno de los lugares que genera mayor interés para el turismo nacional y extranjero. Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad (junto con el riojano Parque Nacional de Talampaya) por la Unesco, constituye uno de los más importantes yacimientos paleontológicos del mundo y, sin duda, uno de los paisajes más majestuosos de la provincia.

También conocido como el "Valle de la Luna" debido a las exóticas figuras modeladas por la erosión del viento, este parque ocupa una extensión de 25 kilómetros de largo por 10 de ancho y permite encontrar restos de vertebrados que habitaron el lugar en la era mesozoica, hace 180 millones de años, además de pisadas de saurios, improntas de helechos y troncos de araucarias petrificadas. Nunca dejan de sorprender los contrastes de su paisaje, con formas y colores que se alternan entre sedimentos verdes, grises, negros y colorados.

Al ingresar, vale la pena demorarse en una visita al Centro de Interpretación inaugurado el año pasado, donde es posible conocer los detalles de esta cuenca, considerada una de las más importantes del mundo para documentar el origen de los dinosaurios del período Triásico, hace unos 230 millones de años.

Vale destacar algunas novedades incorporadas en los últimos tiempos para aportar comodidad al turismo, como la pavimentación de la ruta que une a San Agustín del Valle Fértil e Ischigualasto, y la posibilidad de conectarse a Internet de manera inalámbrica. Es que la majestuosidad del Valle de la luna no deja de atraer un importante flujo de visitantes; para comprobarlo basta recordar que sólo durante el mes pasado se registró el ingreso de 6.251 personas.

En cuanto a recorridos, existe un circuito vehicular de aproximadamente 40 kilómetros que tiene 5 estaciones, cada una de las cuales permite ver de cerca las formaciones conocidas como “El Gusano”, “Valle Pintado”, “Cancha de Bochas”, “El Submarino” y “El Hongo”. La excursión demora tres horas y es acompañada por un guía.

También es posible realizar un circuito turístico para bicicletas de montaña, que tiene una extensión de aproximadamente 10 kilómetros y demanda unas dos horas. Otra alternativa es la salida de trekking al Cerro Morado, la principal elevación del parque, que exige algo más de entrenamiento y unas tres horas de caminata, pero también permite acceder a una extraordinaria vista panorámica de todo el entorno. Una última propuesta que vale la pena tener en cuenta es el circuito con luna llena, que comprende el paseo vehicular convencional pero de noche, los días de luna llena y dos días antes o después.

Datos útiles
Para vuelos a la capital sanjuanina puede contarse con los servicios de Aerolíneas Argentinas, el trayecto demora una hora y 50 minutos, con arribo al aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento ubicado a 12 kilómetros de la ciudad.

Las reservas para pernoctar en el Complejo Astronómico El Leoncito deben realizarse de 10 a 12.00 horas al teléfono (0264) 421-3653 o al e-mail mgrosso@casleo.gov.ar.

Información sobre Turismo:
Secretaría de Turismo
Sarmiento 24 sur(0264) 421-7677 ó 421-0004
informes_turismo@sanjuan.gov.ar
www.turismo.sanjuan.gov.ar
www.ischigualasto.org.

Santiago Igarzábal
El Cronista - Viajes & Estilo
Fotos: El Cronista / Secretaria de Turismo San Juan

Info Turismo Virtual
Info geográfica
Superficie: 89.651 Km²
Población: 620.023 habitantes
Densidad: 6,9 Hab./Km²
Capital: San Juan

Distancias:
San Juan se encuentra a:
1.119 Km de Buenos Aires
498 Km de Córdoba
165 Km de Mendoza.

En Buenos Aires:
Casa de la Provincia
Sarmiento 1251. Tel. (11) 4382-9241
Días y Horarios : lunes a viernes, de 9 a 17 hs.
Web www.sanjuan.gov.ar





martes, 12 de febrero de 2008

Repique de tambores: el carnaval de Montevideo

Las lonjas de los tambores se templan a fuego lento

En Montevideo se festeja el Carnaval más largo del mundo, que comienza en enero y finaliza en marzo. Lonjas de tambores calentadas a fuego lento, repiques de candombe, murgas y llamadas de Carnaval identifican a la fiesta más grande de “la orilla de enfrente”

Hay un Carnaval mucho más famoso –“o mais grande do mundo”– y otro, el de Montevideo, que para diferenciarse lo proclamaron “el más largo del mundo”. Dura cuarenta días con sus noches, y comienza oficialmente a mediados de enero con el Desfile Inaugural por la Avenida 18 de Julio, y se extiende hasta principios de marzo. Durante el desfile inicial hacen su presentación todos los que formarán parte de la fiesta más esperada de Uruguay, como las murgas, parodistas, humoristas, lubolos, reinas y princesas.

Los míticos “tablados” –escenarios populares– están diseminados por la capital, en el Teatro de Verano y en las calles de los barrios, que son testigos exclusivos de la mayor fiesta popular uruguaya. Mate y cerveza en mano, la ciudad se viste de fiesta y duerme muy poco en honor al Rey Momo. El candombe seduce a todos, y sus repiques se oyen en cada esquina, donde las lonjas de los tambores se calientan a fuego lento. El uruguayo se apasiona por el Carnaval, y cada uno tiene su agrupación favorita. Así, durante las extensas e intensas noches de las llamadas, la gente viva a grito pelado, llueva o truene, a sus favoritos. O al caer la tarde en el Teatro de Verano, chicos y grandes esperan con ansiedad a los integrantes de las murgas y demás, cual ídolos de fútbol, quienes llegan entonando su canción y maquillándose arriba de un micro. Una vez abajo, algunas agrupaciones realizan un último ensayo allí mismo, fuera del teatro, para deleite de la gente.

LAS LLAMADAS
Montevideo alcanza su clímax durante el desfile de las tradicionales llamadas, en dos jornadas en las que la alegría parece ser sólo uruguaya. El Barrio Sur de Montevideo y la gente formando masa en las calles son testigos del paso de unas cincuenta agrupaciones barriales que protagonizan dos noches maratónicas en las que despliegan toda su herencia africana, a puro candombe.

Así fue durante las noches del jueves y viernes pasados, cuando ataviados con trajes de llamativos colores estas sociedades de negros y lubolos (blancos pintados de negro) abrieron la fiesta principal con una exhibición de banderas y estandartes, para darles paso a las cuerdas de tambores. Junto con ellos pasaron los personajes típicos del Montevideo colonial, como la mama vieja, el director, el gramillero que barre los males, o el escobero malabarista y las infaltables vedettes, que bailan sin cesar dentro de sus ínfimos trajes. Sarabanda, Yambo Kenia, Elumbe, C1080, Tronar de Tambores, La Gozadera, Okavango, son algunas de las agrupaciones de unos ciento cincuenta integrantes cada una que desfilan por la calle Carlos Gardel a lo largo de un kilómetro y medio, año tras año. Hasta 2006, las llamadas se realizaban en una sola noche, pero ciertos incidentes policiales ocurridos obligaron a replantear el evento para que el cansancio, el alcohol y los excesos no volvieran a atentar contra la alegría popular.

A los costados de la calle, locales y visitantes, chicos y grandes, se entremezclan para gozar, bebiendo y bailando al compás del tamboril, en una fiesta única en el mundo. Algunos turistas llegan a pagar fortunas por alquilar un balcón, terraza o simplemente ventana de una casa como platea preferencial. Otros observan cantando y vivando al paso de sus grupos preferidos desde sillas y tribunas ubicadas a lo largo de la calle. Los menos pudientes se quejan de los precios excesivos para acceder a tales comodidades, pero igual disfrutan y aguantan las largas noches de fiesta simplemente de a pie.

Trueno de tambores en una llamada de Carnaval

LAS MURGAS
Pero no sólo de llamadas vive el Carnaval al otro lado del Río de la Plata. Las murgas y sus clásicos cantos llenos de ironía, que giran en torno de los hechos más destacados del año, satirizan a la plana mayor de la política local y son otro de los rasgos distintivos que hacen de Montevideo una de las referencias carnavalescas en el mundo. Se presentan en los tablados dispuestos en varios puntos de la ciudad, o en el Teatro de Verano, donde compiten y marcan el pulso de esta expresión popular uruguaya que trascendió las fronteras del Carnaval.

Dicen que la murga surgió de la mano de un grupo de cómicos españoles a comienzos de siglo XX llamado “La gaditana que se va”, quienes habrían moldeado el desarrollo posterior que le dieron los uruguayos al género, otorgándole a la ciudad una música y una poesía muy propias, melancólica y emotiva. Con los años, muchas de estas murgas renovaron la pasión del Carnaval, y algunas como Araca la Cana, Falta y Resto o Curtidores de Hongos atravesaron el Río de la Plata para convertirse en viejas conocidas del público porteño.

Los platillos, el bombo y el redoblante marcan el ritmo de las letras de las canciones, que no dejan títere con cabeza. Utilizan una estructura de presentación, cuplé y retirada, que sumado a los trajes, el maquillaje y la iluminación hacen de esta expresión algo muy teatral: la mímica, la pantomima, la vivacidad y lo grotesco resultan fundamentales.

También se presentan y compiten noche a noche, junto a las murgas, otro tipo de conjuntos como los parodistas, humoristas, revistas, y asociaciones de negros y lubolos. Cada uno con características propias y un amplio reglamento que cumplir a la hora de sus presentaciones, que hace hincapié en la cantidad de integrantes, bailes e instrumentos en general, entre otras “exigencias” del jurado.

En el Teatro de Verano, un anfiteatro al aire libre en el Parque Rodó y con capacidad para más de 4 mil personas, se desarrolla el Carnaval “oficial”, donde compiten, en las distintas categorías, unas 60 agrupaciones carnavalescas. El Gran Tuleque, Agarrate Catalina, La Mojigata, Zíngaros, Diablos Verdes, cada cual con sus colores, son sólo algunas de las que todos los años renuevan la ilusión carnavalesca. Muchas eligen el espacio verde fuera del teatro para realizar un último ensayo, y sus ocurrencias arrancan carcajadas, aplausos y ovaciones del público.

De los diversos estilos, las murgas son las que más entusiasmo despiertan, incluso durante los ensayos, cuando todo es fantasía y esperanza apenas iluminadas. Cada una tiene su hinchada, seducida por los disfraces, el maquillaje, las voces del coro, las letras de las canciones y la forma de bailar.

Plumas, bikinis y lubolos, blancos pintados de negros, a pura fiesta en Montevideo

CORSOS
Alegría y diversión son las premisas fundamentales de los corsos barriales que se presentan en los distintos puntos de la ciudad hasta los primeros días de marzo. A esas cualidades se les suma la participación y autogestión popular, la vinculación con el público, la organización y la participación festiva, la originalidad y la creatividad, elementos que son evaluados y premiados con títulos como “la mejor carroza alegórica”, así como las “figuras” o integrantes del corso, en las categorías infantil y adulto.

Los corsos pueden representar cualquiera de las manifestaciones del Carnaval oriental –murgas, escuelas de samba, revistas, parodistas, humoristas o lubolos– y son los mismos vecinos quienes deciden su recorrido, que no puede ser mayor a diez cuadras.

Aquí, allá y en todas partes, febrero es sinónimo de Carnaval. Y Montevideo homenajea a Momo como pocas ciudades en el mundo. Alegría, desparpajo, ironía, seducción y frenesí. Murga y candombe, mate y cerveza, llaman disfrutar y marcan el ritmo de esta pequeña ciudad con un gran Carnaval.

Museo del Carnaval
Tan importante es la fiesta del Rey Momo para los uruguayos que le dedicaron su propio museo. Ubicado a metros del tradicional Mercado del Puerto de Montevideo, el Museo del Carnaval fue inaugurado en diciembre de 2006 dentro de un viejo depósito de trenes reciclado que ocupa 4 mil metros cuadrados. La puerta de entrada, recuperada del histórico Teatro Solís, desemboca en una calle de adoquines que atraviesa el predio en el que trajes, instalaciones, fotos y maquetas permiten recorrer la historia viva del carnaval. Su director le hace honor al cargo: fue integrante de la murga Contrafarsa y actualmente se encuentra en las filas de los Curtidores de Hongos, uno de los más creativos a la hora de la vestimenta. En la parte trasera, una galería de arte exhibe obras de artistas plásticos relacionadas con la temática.

Texto e imagenes: Guido Piotrkowski.
Pagina 12 - Turismo


domingo, 10 de febrero de 2008

Taxco - Mexico: la legendaria ciudad de la plata

Ciudad de Taxco

La arquitectura, los museos y las platerías, en un recorrido por este fascinante destino. Además, las grutas de Cacahuamilpa. Parece una ironía que esta ciudad se haya hecho famosa gracias a Santa Prisca, protectora contra las tormentas y tempestades. Sobre todo, cuando uno mira las altísimas torres barrocas que se desperezan sobre un cielo impecable de tan azul; un cielo que parece puesto allí desde siempre para resaltar los tejados, las calles empedradas y ascendentes, las flores malva y la famosísima iglesia.

Pero los habitantes de Taxco, la ciudad colonial ubicada a sólo 152 kilómetros de la capital mexicana, dicen que aquí suele haber fuertes tormentas, y para muestra basta una leyenda. Cuentan que mientras se construía la iglesia, a mediados del siglo XVIII, el cielo despejado se cubrió de nubes negras y relámpagos, que dibujaron sobre la cúpula una inquietante inscripción. Entonces se apareció la Virgen protectora sobre el templo, portando en sus manos los relámpagos que habían amenazado a los pobladores.

Difícil creer en la leyenda bajo esta luz que rebota en las paredes blancas de las casas y que parece estallar en todas las direcciones, pero al menos habrá que otorgarles a los taxqueños el beneficio de la duda, sobre todo ante la escalofriante visión de las cercanas grutas de Cacahuamilpa, donde la oscuridad se proyecta sobre las siluetas lluviosas de estalactitas y estalagmitas. Y así, montada entre la luz y las tinieblas, entre torres barrocas y artesanías de plata, Taxco se ha ganado una merecida fama, sostenida por los turistas que caminan ahora por la plaza principal, a los que se suman miles de visitantes al año.

Parroquia de Santa Prisca, que data del siglo XVIII

De catedrales y mercados
Para conocer Taxco, alcanza con levantar la vista. Allí estarán las calles angostas que trepan las cuestas de la Sierra Madre del Sur, las interminables torres de Santa Prisca, y sus cúpulas cubiertas de azulejos de colores. Aunque la zona está poblada desde la época precolombina, uno podría arriesgar que no existiría Taxco sin Santa Prisca, o, para ser más exactos, que no existiría Taxco sin la plata, tan ligada a la historia de esta iglesia y de toda la ciudad.

La plata atrajo a este lugar a los indígenas y a los conquistadores encabezados por Hernán Cortés que fundaron la ciudad en 1528. Un par de siglos después, don José de la Borda, español de origen francés, decidió construir la Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián en agradecimiento por la fortuna que había obtenido con sus empresas mineras. El dinero, por supuesto, le alcanzó para contratar a los mejores arquitectos y artesanos de la época. Fue tanta la plata que salió de las minas cercanas, que De la Borda llegó a ser uno de los hombres más ricos del siglo XVIII, y Taxco una de las ciudades más prósperas.

Pero las minas de plata ya se conocían desde antes de la conquista, en este lugar que los indígenas llamaban "Tlachco" o "lugar en el que se juega a la pelota", y que luego pasó a llamarse Taxco de Alarcón, en honor al dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, que nació aquí hace ya más de 400 años.

Estamos ahora en la Plaza José de la Borda, sentados en un plácido kiosko -como llaman aquí a las glorietas-, escuchando a decenas de turistas que hablan en inglés y se dirigen, como no podría ser de otro modo, al interior de la parroquia. Pasamos luego junto a unos árboles podados con admirable precisión geométrica, y nos paramos frente la fachada rosada de la Iglesia, en la que se amontonan columnas, vírgenes, apóstoles y mártires.

El interior no es menos impresionante, con sus retablos barrocos tallados en hoja de oro, con ramas y curvas en las que se encaraman ángeles y santos dorados. El órgano, las capillas y hasta los cuadros del famoso pintor Miguel Cabrera, recuerdan que esta fue una ciudad riquísima y que por aquí pasaron los artistas más famosos de México. Aunque es cierto que uno no puede afirmar que conoce Taxco hasta que no visita su célebre iglesia, la ciudad tiene mucho más para mostrar.

Por lo pronto, decidimos internarnos en el laberíntico Mercado de Tetitlán, con sus pasillos que suben, bajan, se ensanchan y angostan como un intrincado México en miniatura. Aquí uno encuentra desde tortillas y jumiles hasta ropa, máscaras del Día de todos los muertos y pulseras de plata.

Plateria

Platerías, museos y grutas
La plata es la marca registrada de esta ciudad que exporta orfebrería a todas partes del mundo. Hay más de 350 platerías para recorrer, que elaboran piezas refinadas y únicas. Un consejo: para asegurarse de que la pieza es de auténtica plata, debe buscarse el sello "925".

Mientras uno pasea por las calles angostas y escalonadas, comprende la historia del aventurero Guillermo Spratling, que se enamoró de este pueblito a principios del siglo XX, cuando de su antigua gloria sólo quedaba la enorme iglesia junto a algunas callecitas que trepaban las sierras. ¿Quién fue el tal William Spratling que tiene su calle y hasta un museo? Se trata de un etnólogo, docente, diseñador y aventurero estadounidense que impulsó el desarrollo de Taxco.

Mientras recorría sus calles, descubrió que en los patios de sus casas la gente seguía trabajando la plata con técnicas heredadas de los indígenas. Spratling rescató esta tradición y fundó en 1931 el famoso taller Las Delicias, que rescató al pueblo de su letargo. Visitar el Museo Spratling, entonces, es un imperativo para cualquiera que pase por Taxco. La colección del viejo Guillermo

incluye piezas prehispánicas únicas, como por ejemplo pectorales de piedras semipreciosas, vasijas y figuras de distintas culturas de Mesoamérica. Las casas de las celebridades que habitaron Taxco se encuentran abiertas al público y se han convertido en museos. Frente a la Catedral se puede visitar la antigua Casa de José de la Borda, hoy convertida en Centro de Cultura de Taxco, o el Museo de Arte Virreinal, instalado en el impresionante caserón de estilo mudéjar en el que se alojó el explorador Alejandro von Humboldt, cuando regresó de uno de sus viajes.

Luego de recorrer la ciudad hasta bien entrada la noche, es bueno subir a cenar o tomar algo a alguno de los bares, restaurantes u hoteles con vista panorámica. Si el hambre ataca, no se puede dejar de probar el pozole guerrerense (una mezcla de maíz, cerdo y otros ingredientes que se sirve en cazuelas) o el mole de jumiles (pequeños y nutritivos insectos comestibles), estrellas de la gastronomía local. Elegimos el Bar Berta, ubicado en la plaza principal de Taxco, y pedimos la letal bebida de la casa -elaborada en base a tequila, lima y soda-, un cóctel que ayuda a tornar más onírica la visión que, desde el balcón, se obtiene de la Catedral y de la Plaza iluminadas.

Pero si de visiones oníricas se trata, ninguna podrá ganarle a las Grutas de Cacahuamilpa, ubicadas a 30 kilómetros de la ciudad de Taxco, que están consideradas entre las más espectaculares del mundo. Hay que internarse unos dos kilómetros por la oscuridad de sus estalactitas, estalagmitas y ríos subterráneos, para encontrarse con 90 "salones" poblados de diversas figuras espectrales y formas inverosímiles.

El Trono, la Fuente, las Palmas, la Catedral, son algunas de las metáforas que utiliza el guía para describir las formas que parecen de cera derretida y chorrean desde los techos. En estas cuevas subterráneas, lejos de las torres luminosas de la catedral de Santa Prisca, tal vez uno pueda comprender la invocación a la virgen protectora de las tormentas.

Fiestas (Foto)
Entre las distintas festividades de Taxco y el estado de Guerrero, dos se destacan por su despliegue y su relación con las tradiciones históricas de la ciudad.

Jornadas Alarconianas. En el mes de mayo, toda la ciudad de Taxco celebra estas jornadas instituidas en 1987 en reconocimiento a los aportes realizados a la ciudad por Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. El festival realza la importancia de las puestas en escena, especialmente del Siglo de Oro Español, y durante diez días la ciudad es escenario de decenas de eventos artísticos y culturales gratuitos (el año pasado fueron más de 80 espectáculos). Sitios como los museos de Arte Sacro Virreinal y el William Spratling, el Centro Cultural Taxco, la Casa Borda y el zócalo se transforman en escenarios para obras de teatro, conciertos, exposiciones, mesas redondas, charlas sobre literatura, ópera y talleres, entre otros eventos. El año pasado, la clausura de las jornadas se realizó con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Acapulco en las grutas de Cacahuamilpa.

Feria Nacional de la Plata. La fecha del cumpleaños de Guillermo Spratling, el etnólogo estadounidense que reimpulsó a principios del siglo xx la platería en Taxco, coincidía con la de la fundación de su taller Las Delicias, por lo que se decidió organizar una fiesta para los artesanos y sus familias. La celebración creció hasta convertirse en la Feria Nacional de la Plata y llegó a tener repercusión en todo México. Las piezas premiadas son adquiridas a precios muy altos por coleccionistas y platerías. Actualmente, la feria se realiza a fines de noviembre, y durante una semana se expone la tradición orfebre y artesanal de los casi cinco mil plateros de la ciudad de Taxco. Además llegan representantes de Jalisco, Tlaxcala, Puebla, Aguascalientes y México D.F.

Casa de comidas

Datos útiles
Como llegar
Taxco de Alarcón está en el estado de Guerrero, a 150 kilómetros de la capital mexicana, por una amplia carretera transitable en auto. Los autobuses salen del D.F. cada hora desde la Terminal del Sur. El viaje dura 2.5 horas y cuesta 10 dólares.
Donde Alojarse
La ciudad de Taxco tiene una amplia variedad de hoteles. Entre los de cinco estrellas se destacan el Hotel Monte Taxco y el Posada de la Misión.
En un hotel cuatro estrellas el Borda.
En un buen dos estrellas Mi Casita.

Consejo Promoción Turística de México, 4139 6770 / 71.
www.visitemexico.com
www.taxco-guerrero.com


Silvina Quintans
Clarín - Viajes
Fotos: Web

jueves, 7 de febrero de 2008

Bolivia: el Lago Titicaca y el pueblo de Copacabana

Situado a más de 3800 metros de altura, el Titicaca es el lago navegable más alto del mundo y uno de los lugares legendarios de Sudamérica. Heredero de antiguas tradiciones y mitos, rodeado de montañas y jalonado de islas, es una invitación a descubrir la belleza y los misterios del altiplano boliviano.

Un espejo de agua abierto en el altiplano, donde la altura corta el aliento, guarda el secreto del origen del imperio incaico, la fuente de una cultura que sigue proyectando su luz, después de años de oscuridad, sobre la civilización que se le impuso. El Lago Titicaca, en el pasado venerado por los incas y hoy considerado como uno de los lugares más puros del mundo, es el origen de este imperio. Las leyendas abundan: una de ellas asegura que el Sol y la Luna se refugiaron en sus aguas, en la oscuridad, durante los días del diluvio, y allí se encontraron los dioses que dieron origen al mundo. También contaban los pobladores del imperio incaico que un día el Inca Manco Capac y su hermana y consorte, Mama Ocllo, salieron de las aguas del lago con el mandato de su padre, el Sol, de fundar el imperio uniendo las culturas indígenas en nombre de la paz y la civilización. Ese imperio fue el Tahuantinsuyo, que tenía en esta región del Titicaca –hoy compartido entre Bolivia y Perú– un tesoro natural donde criar llamas y alpacas, cultivando quinoa, papa y café. En este “suyo” o región del imperio, además, las entrañas de las montañas eran ricas en oro y plata, los metales que los incas ofrendaron a los dioses... y los conquistadores a sus reyes.

Islas Flotantes

El más alto del mundo
El Titicaca es digno de un capítulo en el libro de los records: situado a más de 3800 metros de altura, es el lago navegable más alto del mundo, se extiende sobre unos 8000 kilómetros cuadrados y tiene una profundidad máxima de 280 metros. Está situado a sólo unos 70 kilómetros al oeste de La Paz, desde donde se realizan excursiones por el lago, las islas y las regiones naturales de los alrededores. Un camino asfaltado une La Paz con Copacabana, junto al Titicaca, cuyas aguas de rara transparencia son alimentadas por los glaciares de la Cordillera de Apolobamba y Real. Las montañas que lo rodean parecen estar muy cerca, pero en realidad se encuentran a unos 30 kilómetros de distancia, casi invisibles por la pureza del aire, que parece acortar las distancias. Otros turistas prefieren visitarlo desde Puno, del lado peruano, o bien integrarlo en un circuito más extenso que parte de La Quiaca, en Jujuy, pasando por Villazón (Bolivia), el salar de Uyuni, Potosí, Sucre, Cochabamba, La Paz y Copacabana. Justamente, el Titicaca es lo que queda de un antiguo paleolago, que se extendía sobre buena parte del altiplano boliviano, y formó luego el lago Poopó y los salares de Uyuni y Coipasa.

Cualquiera sea el itinerario elegido, el Lago Titicaca depara los más hermosos paisajes que puedan imaginarse, con sus aguas armoniosas volcadas contra los picos gigantescos de los Andes bolivianos, cuyas nieves eternas parecen vigilar para siempre los destinos de las islas que los indígenas consagraron a sus dioses. Estas islas que quiebran la superficie del agua no son sino afloraciones de la misma cordillera que rodea el lago.

La región del Titicaca puede visitarse durante todo el año, gracias a un clima soleado pero moderado por la altura, que refresca las noches del altiplano haciendo descender notablemente la temperatura. El impacto turístico en la zona, muy visitada también por viajeros que llegan desde Perú después de haber recorrido Cusco y Machu Picchu, es cada vez más importante: se estima que a Copacabana, a orillas del lago, llegan unos diez turistas por cada habitante (le sigue el salar de Uyuni, con unos ocho turistas por habitante)


Copacabana y las islas
A orillas del lago Titicaca se levanta el poblado de Copacabana, un centro turístico y arqueológico célebre por su Santuario, que fue en los tiempos precolombinos un sitio de culto, observación astronómica y ceremonial. Si hoy se venera a la Virgen Morena, antiguamente era meta de peregrinaciones hacia la Isla del Sol y de la Luna. La actual iglesia católica fue levantada en la plaza central de la ciudad en el siglo XVI, y es una pequeña joya blanca de cúpulas brillantes cuyo altar reluce de oro y plata. Desde Copacabana salen numerosas excursiones embarcadas hacia las Islas del Sol y la Luna, o bien caminatas hacia los miradores que se encuentran en los alrededores, en particular los sitios arqueológicos precolombinos como la Horca del Inca (un antiguo observatorio), el Kusijata o Intikala. Cuentan algunas crónicas que esta ciudad, antiquísima, toma su nombre de la expresión “Coppa-kcaguaña”, o el “camino de las estrellas que lleva hacia dios”: es que desde allí se aprecia claramente esa brújula precolombina que es la Cruz del Sur.

Copacabana

Uno de los sitios más interesantes para visitar es la Isla del Sol, en el Lago Mayor, donde quedan muchos vestigios de las culturas Tiawanakota, Aymará y Quechua que poblaron este lugar desde tiempos inmemoriales, antes de los incas: las escalinatas del Yumani (todo un desafío para las piernas), el palacio de Pilkokaina, la Chincana, las Huellas del Sol y la Roca Sagrada. También se llega en lancha a la Isla de la Luna, también conocida con el nombre nativo de Koati, segundo lugar sagrado del pueblo indígena local, y donde se concentraba el culto femenino bajo la forma de las Doncellas del Sol.

El lago tiene otros sitios imperdibles, como la Isla de los Uros, donde todas las construcciones se levantan sobre pilotos de eucaliptos, y todo está hecho con los flexibles tallos de las totoras, la misma planta con que se realizan las típicas canoas que surcan las aguas del lago, y que son todo un símbolo del Titicaca. Aunque naturalmente también hay catamaranes, alíscafos y otras lanchas, las “totoritas” o “caballitos de totora” conservan una tradición única y son la postal más buscada de estas aguas. Bien lo saben los habitantes de Suriqui, tan hábiles en su construcción que fueron elegidos por el noruego Thor Heyerdahl para construir la embarcación de totora con la que pudo probar que estas canoas eran aptas para largas travesías oceánicas.

En la Isla de los Uros, los habitantes viven sobre todo de la confección de artesanías en totora, la caza y la pesca. Las tradiciones locales también están a flor de piel en la Isla de Taquile, donde se encuentran varias ruinas incaicas. Sin embargo, uno de sus principales encantos es que se puede pasar la noche en casa de los habitantes, que organizan ellos mismos los servicios turísticos y son conocidos por su hospitalidad. Igualmente interesante es la Isla de Amantan, la más poblada del lago, que también tiene gran valor arqueológico. Cualquiera sea la isla que se visite, donde hay gente hay movimiento, comercio, charla, regateo, y la calidez de los hombres y mujeres que hoy pueblan el altiplano es uno de los recuerdos más entrañables que se llevan los visitantes de estos lugares aptos para cóndores. Cuando hay un poco más de tiempo, o si interesa en especial el ecoturismo, los alrededores del lago son ideales para el trekking y el montañismo.
Mientras tanto, el espejo del Titicaca sigue custodiando celosamente sus secretos, bien protegido por la doble barrera de la altura y la profundidad: desde las invisibles sirenas que oculta en el fondo, ese fondo que alguna vez se pensó sin fin, hasta tesoros hundidos... sin olvidar una ciudad entera, una Atlántida andina donde se dice que aún relucen, sumergidos, el oro y la plata de los incas.


Atardecer en el Titicaca (Rosario “Charo” Moreno)
Los hombres que manejan los lanchones a través del estrecho que une Puerto Tiquina con Copacabana son personas rústicas, sencillas, pero con un conocimiento de su trabajo que es extraordinario. Calibran a ojo el peso de lo que transportarán y lo ubican en la embarcación de acuerdo con ello. Delante de nuestro vehículo había un camión. Nos hicieron subir primero y el camionero nos increpó, creyendo que nos estábamos colando. No era así. Lo que ocurrió es que la parte que nos tocó ocupar era algo frágil. Partimos.

Las tablas del piso se movían amenazadoras, crujían. La serenidad de los que conducían era tal que me infundían confianza. Las olas azules batían los costados de la casi improvisada embarcación. Atracar en la orilla opuesta no fue sencillo, pues el oleaje era bravo, y perdimos el mejor muelle por el movimiento de las olas, que nos llevó a otro, algo desnivelado. Con largos palos o picas, los “marineros” ubicaron el lanchón lo mejor posible y finalmente ayudé a colocar maderos para que el auto pudiera descender sin inconvenientes. Así llegué, y muchas personas y vehículos más, al pueblo de Copacabana. Mi emoción y mi alegría de tan profundas, eran silenciosas.

Tenía hambre, y a pocos metros encontré una casa de comidas. Pedí papas fritas y truchas. Todo vino una hora más tarde, como es costumbre en Bolivia. El retraso tiene una loable razón: la cocinera comienza a trabajar cuando viene el pedido. Nunca tiene nada preparado de antemano. Quizá para mí no sea práctico, pero así la comida es más exquisita, caliente, sabrosa y auténtica. Se usa muy poco la heladera, el frescor de los interiores es suficiente para que los alimentos se conserven perfectamente.

Luego de almorzar opíparamente fui al pueblo de Copacabana, a 35 kilómetros del puerto, por un camino que bordea la península con acantilados y playas hermosas. Buscaba un albergue y encontré uno a pocas cuadras de la plaza central, un simpático hotelito llamado “Copacabana”. Las habitaciones eran pequeñas y prácticas, con lo mínimo indispensable. Tenían baño privado con una regia ducha. Este detalle me convenció para comenzar a desempacar algo del equipaje.
Fui a ver la puesta del sol sobre el lago Titicaca. El espectáculo era imponente, paradisíaco. El sol descendía rápidamente tiñendo de sangre el lago, el cielo era un estallido de anaranjados, rojos y amarillos. Desapareció tras unas nubes en el horizonte tan remoto para reaparecer tocando ya las aguas que parecían hervir. Cuando se hundió en ellas, todo se volvió color plata: el lago, las olas, la espuma, el cielo, las rocas. El frío se hizo intenso. Buscando reparo, ascendí conmovida y en silencio, hacia la plaza del pueblo. Eran las seis en punto de la tarde.

Al día siguiente me dediqué a disfrutar del pueblo y conocerlo. Escribí un par de horas hasta que el sol comenzó a descender. A dos cuadras de nosotros estaba el mágico lago. Y hacia él fui. Los quechuas dicen que Dios, el Inti, surgió de sus aguas brillantes y luego creó todas las cosas. El Titicaca brilla siempre de modo extraño. De día brilla al sol, de noche a la luz del firmamento preñado de estrellas. Siempre brilla, refulge. En quechua su nombre significa “aguas que brillan” o “aguas brillantes”

Datos utiles
Cómo llegar
Se puede viajar al Lago Titicaca desde La Paz, tomando luego la ruta asfaltada que lleva al Estrecho de Tiquina, para cruzar después en lancha hacia Copacabana. También se puede ingresar desde la Argentina por La Quiaca, siguiendo el itinerario descrito más arriba, o desde Puno (Perú), otro de los principales centros turísticos en torno del lago.

Clima
Conviene tener en cuenta que es una zona de gran amplitud térmica, con clima soleado durante el día y descenso de temperatura durante la noche
Excursiones
En torno del Lago Titicaca se pueden contratar excursiones de ecoturismo, turismo de aventura, escalada y trekking, además de navegaciones y visitas a las islas

Comidas
Una visita al Lago Titicaca es una buena oportunidad para probar la gastronomía local, en especial las truchas que se pescan en las propias aguas del lago, y los platos a base de quinoa y otros cereales andinos

Informes
Embajada de Bolivia en la Argentina
Av. Corrientes 545, 2do. Piso
Buenos Aires - Teléfono: 4394-1463
www.embajadadebolivia.com.ar

Graciela Cutuli
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web

martes, 5 de febrero de 2008

Ceará-Brasil : Tierra de luz tropical


Un sinfín de bellezas naturales se combinan con una cultura de matices coloridos en el estado de Ceará, al norte del país del carnaval. Los paseos en buggy, el baile del forró y la gastronomía variopinta son los atractivos de uno de los rincones brasileños que aún conserva, intactos, sus mejores encantos.

En el estado de Ceará, al norte de Brasil -y a poco más de tres grados al sur del Ecuador- el calor no sofoca. En la tropical costa cearense es posible suspirar sin barreras ya que el aire prodiga caricias cálidas. El sol es casi omnipresente en la denominada "tierra de la luz", un apodo vinculado al hecho de que Ceará fue la primera provincia en abolir la esclavitud en Brasil, en 1884. Quien desee maravillarse con las bellezas que la naturaleza cearense muestra a cada paso, deberá estar dispuesto también a madrugar, ya que el sol se muestra en todo su esplendor a partir de las cinco de la mañana para ocultarse poco después de las 17.

Vale la pena, pues, sumergirse en el sueño dorado de esta región cuya capital es Fortaleza, la quinta urbe más grande de Brasil y que, como toda metrópolis, es bulliciosa. Pero, para equilibrar los tantos, no está permitido construir edificios de más de 25 pisos, por lo que es posible contemplar y disfrutar del cielo abierto, aquí y allá. Al mismo tiempo, sin embargo, la arquitectura apela al recurso de la cerámica para cubrir el exterior de las torres, estrategia que parece ser la mejor manera de protegerlas de la salinidad típica de las ciudades de la costa. Tantos retazos de colores, superpuestos, suelen abrumar la vista.

Pasear y hasta trotar por la avenida Beira Mar, en la costa de las Praias Do Meireles y Mucuripe, es una alternativa interesante tanto para el día como para la noche. Allí, además, es posible recorrer los puestos de la feirinha, un mercado de artesanías e indumentaria a la vera del mar. También sobre esa exclusiva vía se ubican algunos de los hoteles más lujosos de la ciudad, así como los bares y restaurantes que ofrecen la variopinta gastronomía del norte de Brasil, donde abundan el camarón, el cangrejo y la langosta en maridaje con caipirinha, jugos y frutas como el maracujá, el mango y la acerola, entre otros manjares autóctonos. Por su parte, Praia do Futuro se destaca por sus hermosas playas, donde reina la tranquilidad, el mar bravo (aunque a primeras horas de la mañana es manso como una laguna) y la paz. Allí, además, se ubican las barracas -paradores- que suelen pertenecer a lujosos hoteles, como el Vila Galé, y donde es casi imposible negarse a degustar los sabores más exquisitos. Por la noche, los bares y las discos invitan a continuar con la celebración de la vida, esta vez, bajo las estrellas. Pirata es uno de los lugares más famosos de Fortaleza: en un primer momento, atrapan la mirada del visitante los múltiples adornos consecuentes con la consigna corsaria. Al instante, también se aprecia la música que interpretan hasta cinco bandas en vivo que se van sucediendo sin que el sonido alegre descanse. Allí todos bailan y la interacción no es una opción sino el pulso que marca la propuesta de la disco que inunda con su fiesta la noche de los lunes.


Cultura forte
Para aprovechar mejor la estadía en la ciudad vale la pena combinar el disfrute de la playa con las ofertas culturales, sobre todo cuando el sol se esconde y aún quedan varias horas del día por delante. Para ello, nada más propicio que realizar una morosa recorrida por el centro histórico, donde abundan museos, iglesias e instituciones del Estado que son fieles testigos de la historia brasileña y su cultura, atravesadas por la impronta portuguesa y holandesa. En el trazado de Fortaleza se destaca el Teatro José de Alencar, que data de 1910 y posee un estilo art nouveau donde se luce tanto la estructura metálica que hace de fachada como el conjunto de escaleras, palcos y frisos de hierro fundido en el interior. Vale aclarar que José de Alencar fue un reconocido escritor local del siglo XIX, a quien se decidió homenajear por su aporte a la narrativa de Brasil (de hecho, cada palco recibió el título de algunos de los textos del literato). A este espacio cultural de referencia se anexó el Centro de Artes Escénicas de Ceará (CENA), un ámbito para la formación, investigación y producción cultural.

A pocas cuadras de allí se ubica la Catedral Metropolitana que, como casi todas en Brasil, hace alarde de una arquitectura admirable. Su construcción no fue tarea fácil: hubo que esperar 40 años para verla en todo su esplendor. Hoy, bajo sus monumentales techos gótico-romanos, cinco mil personas pueden participar en las misas diarias. Otro templo relevante es la Iglesia del Rosario, la más antigua de Fortaleza, construida en el siglo XVIII por esclavos africanos y que conserva el altar original de madera así como los portales, las lámparas y la imaginería. También merece la pena visitar el Museo de Fortaleza -ubicado en el Farol del Mucuripe, una construcción de la época colonial-, el De Ceará -con un rico acervo de piezas históricas y antropológicas-, el Artur Ramos, también conocido como Casa de José de Alencar, con más de 200 objetos africanos e indígenas, además de documentación y manuscritos del famoso escritor. También en el centro histórico de la ciudad se encuentra el Centro Cultural Dragão do Mar, inaugurado hace poco menos de diez años, donde se aunan un espacio para el arte local, el Memorial de la Cultura Cearense, el Museo de Arte, un cine-teatro, un anfiteatro, un taller de arte e incluso el planetario.


Edén escondido
Fortaleza es interesante para soltar amarras hasta por tres días y, desde allí, descubrir rincones más desolados donde la naturaleza apabulle todos los sentidos con su belleza. Canoa Quebrada es, sin duda, uno de esos reductos que conquistan a primera vista. Se trata de una villa emplazada 165 kilómetros al este de Fortaleza -en el municipio de Aracati-, entre dunas y con una ubicación privilegiada de cara al mar que demuestra que la inmensidad puede ser explícita. Desde hace tres años, el acceso a este pequeño paraíso perdido se hizo más sencillo gracias a que se pavimentó el camino (antes sólo se podía llegar en burro o en buggy). Descubierta en los años "70 por hippies que sintieron que allí podían construir su sociedad utópica, Canoa Quebrada es reconocida por su iconografía, que muestra una luna y una estrella. Ese dibujo habría sido grabado en acantilados por los nuevos habitantes, quienes entendían que en ese lugar se respiraba una energía especial. Quien pase por allí, se irá con un halo victorioso, dicen los lugareños.

Como sea, las playas de Canoa Quebrada, sus paradores Bom Motivo y Chega Mais, sus coloridas posadas (las mejores poseen piscinas con vistas panorámicas) y las falesias (acantilados y montañas de arenas coloridas y petrificadas) son un espectáculo. Será por eso, quizás, que la avenida principal se denomina Broadway. Allí, en alrededor de siete cuadras, se alinean los bares y los restaurantes con ambientaciones simples y acogedoras, que se alternan con puestos callejeros y locales de artesanías. Durante el día, los paseos en buggy son ideales para poder curiosear los 74 kilómetros de playas de Canoa Quebrada, pasando por el Quenho - estrecho y precioso camino entre falesias hasta Punta Grossa, donde dunas color salmón compiten con la inmensidad del mar. También vale la pena tomar la excursión que combina una recorrida en buggy por extensiones de arena que remiten al desierto, o a lo que uno imagina que el desierto es, con oasis que maravillan la mirada del viajero. Ver a lo lejos la fusión del mar y el río Jaguaribe es señal de que se está llegando a la siguiente estación de la aventura: un paseo en barco que aporta tranquilidad luego del paseo agitado por las dunas. La conciencia ecológica es el denominador común en la villa estelar, donde no está permitido elevar construcciones de más de un piso u ocho metros de altura. El último jalón en este recorrido se ubica al noroeste, a 37 kilómetros de Fortaleza. Es Cumbuco, en el municipio de Caucaia, una antigua colonia de pescadores en cuyas dunas magníficas es posible realizar ski-bunda, atados a un arnés, en vertiginoso descenso -y zambullida- en las aguas felices de la laguna de Parnamirim.

Jesica Mateu
El Cronista - Turismo
Fotos: Web

domingo, 3 de febrero de 2008

Isla Mauricio: Un paraíso compartido

Las amplias playas de la costa este están reservadas para aquellos que buscan la tranquilidad y el silencio, alejados del bullicio y la rutina urbana. Los grandes hoteles, que de a poco se instalan en las playas, brindan a sus clientes un servicio de lujo, para que nada arruine el momento perfecto

A 900 kilómetros al este de Madagascar, bañado por las aguas del Océano Indico y protegido por arrecifes coralinos, se esconde un paraíso llamado Isla Mauricio, en el que conviven hindúes, musulmanes, cristianos y taoístas. Esta combinación de culturas da como resultado un país en el que las fiestas, música, gastronomía y demás expresiones artísticas hacen de la identidad de su gente –pacífica, alegre y extrovertida– un desafío secreto a descubrir: la cultura creole, o criolla, es el resultado de una mezcla única, representada en cada rincón de esta pequeña y paradisíaca isla.

Vacaciones de lujo es lo que ofrece Mauricio, con los mejores hoteles cinco estrellas, concentrados principalmente en el norte de la isla, que cuenta con una zona comercial altamente desarrollada, aunque en forma pacífica y armónica con la naturaleza, ya que la mayoría de las construcciones están hechas en madera. Las arenas de sus playas, por lejos las más concurridas, son blancas y finas, y las aguas de su mar, calmas y cristalinas; es que la mayor parte de la isla está rodeada por un arrecife coralino, que además es ideal para los amantes del buceo (muchos hoteles brindan cursos y proveen en forma gratuita el equipo básico). Peces payaso y doncellas son algunas de las especies que se podrán observar.

En la región norte también se encuentra Grand-Baie, conocido como el Saint-Tropez mauriciano, por el lujo de sus tiendas, la variedad de la oferta gastronómica –hay restaurantes chinos, criollos y franceses, entre otros– y su activa vida nocturna.

Para quienes buscan una temporada un poco más tranquila, alejada de los grandes centros turísticos y más próxima a la esencia de los mauritanos, la costa este es el mejor de los destinos, especialmente desde Port Louis (su capital) hacia el sur. Sus playas siguen siendo un paraíso de esos que suelen disfrutarse sólo en postales de lugares lejanos, con el plus de ser aún más extensas que las del norte. Además, sus olas –las de Tamarin, Ilot Sanchot y One Eye especialmente– son de las más reconocidas internacionalmente para la práctica de surf. Sin embargo, no es el lugar recomendado para aficionados, ya que sus olas rompen sobre el arrecife; para dominarlas y no terminar lesionado, es necesario tener vasta experiencia sobre la tabla.

Para otros deportes extremos, como kitesurf o windsurf, la costa este es ideal, con alisios –vientos que circulan entre los trópicos– constantes y grandes lagunas protegidas por la barrera de coral. Aquí, la urbanización es escasa, por lo que es el mejor lugar para quienes quieran huir del turismo de masas (la región de Morne Brabant es la más recomendable)

Ciudad portuaria:el mercado es el mayor atractivo de la capital

Rumbo al sur, el paisaje cambia drásticamente. Costas rocosas se alternan con grandes extensiones de playa, interrumpidas varias veces por impresionantes acantilados volcánicos. No es el lugar ideal para alojarse, pero tampoco puede saltearse una visita: la vista, el sonido y los aromas de las olas turquesas golpeando contra las rocas son una fotografía mental que quedará por siempre grabada en el recuerdo. En esta parte de la isla, en las colinas de Bois Chéri, también se encuentra la ruta del té. Se realizan visitas guiadas a la fábrica y al museo dedicados a ese producto, organizadas por varios operadores de la isla. El Parque Nacional de la Rivière Noire es otro de los atractivos de la parte más austral de la isla. Aquí habitan numerosas aves que se han convertido en especies endémicas de Mauricio, como ser las cotorras, los orugueros y los cernícalos, celosamente cuidados, especialmente teniendo el antecedente de lo que sucedió con el dodo, un pájaro del tamaño de un pavo representado en el escudo de la isla extinto hace unas pocas décadas.

Hacia el centro de la isla, el clima se vuelve mucho más húmedo y desaparecen los hoteles. Aquí reside la mayoría de los mauritanos, protegidos por montañas y cráteres volcánicos (inactivos), entre los que se esconden cascadas y rocas esculpidas por la erosión del agua. Yendo desde la costa, pueden apreciarse las plantaciones de caña de azúcar, que ocupan un 90 por ciento de las tierras cultivables. Entre marzo y septiembre, los altos tallos dominan el paisaje, escondiendo los picos rocosos de sus montañas.

Hasta aquí, sus atractivos naturales. Pero Mauricio es mucho más que arenas blancas, exóticos peces y aguas cálidas (lo que no es poco). Es que, dado su crisol de culturas, cada pueblo o ciudad esconde templos, museos, mercados y otros lugares imperdibles.

Una cultura atravesada por la diversidad
En el noroeste de Mauricio se recuesta Port Louis, la capital y mayor polo comercial, fundada durante la colonización francesa en el siglo XVIII, cuando fue utilizada como base naval. Distintas imágenes y pinturas reviven las lejanas décadas de corsarios, buques y fragatas ligeras, además de perpetuar los históricos edificios de comercio. Al llegar al mercado central (abierto todos los días desde las 5.30 hasta las 17.30, y los domingos hasta las 23), un aire de recuerdos y posibilidades encandila la intención de aquellos que tenían pensado ahorrar. Conocido por los lugareños como “El Gran Bazar”, el aroma portuario acompaña las filas cargadas de artesanías, verduras y frutas, exóticas especias. El de hierbas medicinales indias es uno de los puestos que mayor curiosidad despiertan entre los visitantes, con variedad de remedios y tratamientos para casi todo tipo de dolencias, desde una bolsa de tisiana para adelgazar (3 euros), hasta soluciones para la impotencia por menos de 5 euros.

Otro atractivo que devela la historia de la ciudad es el Museo Blue Penny, que recorre toda la historia de Mauricio. En él se guardan dos de los sellos postales más caros y antiguos del mundo: el Two Pence Blue y el Penny Orange. También, el Museo del Azúcar, construido en 1842 como consecuencia del lugar privilegiado que tuvo este cultivo en el período de la colonia. Aquí se recuerdan su modo de fabricación, su exclusiva caña, y su inigualable sabor. Para descansar luego de horas de caminata y no pasar por alto el almuerzo, vale la pena pasar por el restaurante Le Fangourin.

Unos pasos más al sur se erigen la Catedral de St. Louis (Sir William Newton Street), construida en 1850, y la Catedral St. James (Poudrière Street), de 1932, ambas de culto para los creyentes cristianos, que suman aproximadamente un tercio de la población total. El resto de los lugareños levantan sus plegarias de diversas formas. La convivencia pacífica entre hindúes, musulmanes, cristianos y taoístas, representados en los cuatro colores de su bandera nacional (rojo, amarillo, azul y verde) conforma la idiosincrasia de la isla y es la referencia perfecta del respeto a la diversidad religiosa.

Si recordamos los días de la Conquista, comprenderemos la esencia multicultural propia de su gente. Por un lado, sabemos que la tierra fue objeto de deseo de portugueses, holandeses, franceses y, finalmente, ingleses, quienes permanecieron allí hasta 1968, año en que se declaró la independencia. El esclavismo, por su parte, contribuyó a la conformación de la geografía étnica del lugar. No hay que olvidar que numerosos africanos, en su mayoría provenientes de la vecina Madagascar, se asentaron en Mauricio, llevando consigo sus primitivos rituales. Un tiempo después, el colonialismo se interesó por los chinos, tamiles e hindúes, y los introdujo como mano de obra barata.

Deportes naúticos. Paseos en lancha, surf, kitesurf, buceo y remo son algunas de las actividades que ofrece la isla

Los templos son la insignia de cada una de estas cuatro religiones. Merecen la atención de todo aquel que quiera profundizar en los credos y tradiciones milenarias que encierran estas creencias. En el centro de la capital, llama la atención, erguido e imponente, el mayor templo musulmán de la isla: Jummah Mosque. En el pueblo vecino de Sainte-Croix se encuentra el templo tamil más importante de la región (de procedencia hindú), reconocido por su fachada amarilla, rosa y verde, y su floral santuario. Camino al sur, a orillas del lago Gran Bassin, los hindúes encontraron un lugar de culto y con propiedades sagradas, donde acostumbran entregar sus plegarias y ofrendas. Frente al lago, edificaron el templo que lleva su nombre, para reforzar sus lazos entre rituales y comunitarios rezos. El espejo de la colonización se asienta al norte de la isla, en la iglesia Cap Malheureux (“Cabo de la desgracia”), un homenaje a los múltiples naufragios en la zona. Allí, cada domingo se celebra, desde el altar de piedra tallado, una misa para más de 100 fieles. Es curioso que lo que no ocurre entre religiones distanciadas por mares y grandes extensiones territoriales que viven en permanente disputa, en menos de 2.050 km2, se encuentren en convivencia armónica y pacífica. Sin duda, un mensaje de aliento abierto al mundo.

Laura Gambale / Camila Brailovsky
Perfil - Turismo
Fotos: PHC - representante en Sudamérica

viernes, 1 de febrero de 2008

Chile: San Alfonso del Mar, la piscina más grande del mundo

Tiene un kilómetro de largo, ocho hectáreas de superficie y 250 millones de litros de agua salada. Los tripulantes de veleros y kayaks navegan por sus aguas. Figura en el libro Guinness de los récords.


Agua color turquesa rodeada de arena fina, sombra de palmeras a lo largo de muelles donde parten kayaks y veleros, buceadores bajo el agua templada... esta descripción típica de alguna playa caribeña corresponde en realidad a una piscina de 80.000 m2, la más grande del mundo, situada en la costa chilena.


Con un kilómetro de largo, ocho hectáreas de superficie y 250 millones de litros de agua salada en su interior, las múltiples bahías que conforman la piscina más grande del mundo -según el libro de récords Guinness- crean una línea costera alternativa en el balneario chileno de Algarrobo (a 95 kilómetros al oeste de Santiago).

La piscina recorre de extremo a extremo el complejo habitacional San Alfonso del Mar, de diez edificios, previsto para albergar 1.000 familias, y está separada del océano Pacífico tan sólo por una franja de playa de 100 metros. Algarrobo es considerada la capital náutica del país y alberga yates de gran calado para navegación en alta mar y pesca deportiva. Pero desde los once muelles de madera de la piscina los tripulantes de veleros y kayaks hacen su propia aventura navegando por las aguas de este pequeño mar reservado solamente para los habitantes del condominio y sus invitados.

La latitud sur de las playas chilenas y las corrientes marinas hacen que el agua del Pacífico sea sumamente fría, por lo cual no es extraño que los bañistas prefieran el baño en la piscina, que en promedio tiene una temperatura superior en diez grados celsius.

El bioquímico y empresario chileno Fernando Fischman inventó el concepto de 'Crystal Lagoons' para lograr el diseño de esta mega piscina, cuya primera dificultad -que le llevó diez años resolver- fue desarrollar una nueva tecnología bioquímica que permitiera depurar volúmenes ilimitados de agua. Según Crystal Lagoons Corporation, la tecnología desarrollada usa 100 veces menos productos químicos que los métodos tradicionales para limpiar piscinas y ya se encuentra patentada en todo el mundo.

" El agua es tomada del subsuelo marino a unos tres metros de profundidad por debajo de la arena y luego se le aplica el proceso de filtración. Hay un recambio de 800.000 litros diarios y para vaciarla son necesarios dos días enteros", explicó el administrador de San Alfonso del Mar, Sigfrido Grimau.

La arena que rodea la piscina también tiene un tratamiento especial: es lavada y refinada, lo cual le da una textura más fina que la arena natural de la costa.

En 2009 se iniciará la construcción de una laguna de 12,5 hectáreas en el balneario chileno de las Brisas, la cual romperá el título que ostenta San Alfonso del Mar como la piscina más grande del mundo desde el año pasado. Según Crystal Lagoons, nueve lagunas ya se encuentran en desarrollo y otras doce en fase preliminar. Los destinos cautivados por este nuevo concepto de origen chileno son diversos: Dubai, Egipto, Grecia.

Daniel Benavides
Agencia AFP
Fotos: Web

Mas información: http://www.sanalfonso.cl