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lunes, 20 de agosto de 2012

Propuestas de turismo aventura en Argentina


Desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, 40 sugerencias para elegir y practicar distintas modalidades, como cabalgata, rappel, tirolesa y trekking. Consejos, precios y datos útiles. 

La increíble variedad de paisajes y climas que ofrece la geografía de la Argentina es el principal sustento para que el turismo aventura ocupe un lugar destacado entre las propuestas que ofrecen todas las provincias. En ese amplio espectro de escenarios y modalidades, las opciones se adaptan a las diferentes exigencias físicas y a las preferencias por mayor o menor nivel de adrenalina. 

El Diagnóstico Nacional de Turismo Aventura, presentado a mediados de 2010 por la Asociación Argentina de Ecoturismo y Turismo Aventura (AAETAV) y el Ministerio de Turismo de la Nación consigna la actividad de 1.413 prestadores identificados, distribuidos en los principales destinos del país. Más del 70 por ciento de las empresas argentinas dedicadas a organizar actividades de aventura surgieron después del 2000 y alrededor del 40 por ciento de esa cifra se formaron en el último lustro. 

El estudio destaca que –según la Organización Mundial del Turismo– en los últimos 3 años América del Sur pasó a ser el continente con mayor aumento de interés por viajes de aventura. En este contexto, Argentina, Chile y Perú se consolidan como los principales destinos de aventura de la región. 

Si bien el trekking, las cabalgatas y las travesías en 4x4 son las modalidades que cuentan con mayor cantidad de adeptos, últimamente crecieron las preferencias por actividades como el canopy, bungee jumping, rafting, rappel, tirolesa, vuelos en parapente y aladelta, salidas en kayak y excursiones en cuatriciclo. 

Algunas salidas permiten no sólo experimentar el contacto directo con la naturaleza sino también tomar contacto con culturas originarias (como propone un viaje en 4x4 por El Impenetrable chaqueño) o recrear una gesta histórica, como la cabalgata por la Cordillera, en San Juan. Este informe presenta diferentes propuestas, para elegir y practicar actividades de aventura, desde el Norte hasta la Patagonia. 

Cicloturismo por la llanura 
Esta salida para niveles medio y avanzado, exige pedalear más de 100 km desde La Plata hasta Chascomús ida y vuelta. Se recorren caminos de tierra y vías de tren fuera de servicio que atraviesan pueblos rurales. 
http://www.biketrekgg.com.ar/ 

Vuelo en globo 
Despega de la estancia Don Silvano –en Capilla del Señor– o la estancia La Cinacina, en San Antonio de Areco. Se puede combinar con un Día de campo –con asado y show folclórico–, por $ 150 o $ 190. El vuelo dura unos 45 minutos y alcanza entre 150 y 400 m de altura. 
http://www.altournatives.com.ar/

Vuelo en paramotor 
Consiste en elevarse con un parapente impulsado por un motor, sin necesidad de lanzarse desde un cerro. Se vuela 10’ a 15’ con un piloto profesional. La salida es en un campo de Cañuelas y desde una altura máxima de 650 m se pueden apreciar parcelas sembradas y las lagunas de Monte, Lobos y Navarro. 
 http://www.paramotorlabusqueda.com.ar/ 

Rappel y tirolesa en Tandil 
Dura 2 hs. 30’ y se practican en el cerro Granito, de 400 m de altura. Para el rappel se aprovecha una pared vertical de una antigua cantera. El recorrido de 200 m de la tirolesa cruza sobre el lecho de un arroyo, 30 m abajo. No requiere preparación física especial. http://www.kumbre.com/ 

4x4 en Sierra de la Ventana 
Cuatro circuitos cruzan cerros, valles, flora y fauna. El circuito “Regional”, de 4 hs., combina 4x4 con trekking y cuesta $ 120. “Astrotravesía nocturna” (2 hs.), $ 90. “Real safari” (5 hs.), $ 120. “Fuentes, cascadas y rápidos del río Sauce”, con trekking (5 hs.), $ 120. http://www.tierraventana.com.ar/ 

Kayaking nocturno en Oriente 
Las cascadas del río Quequén Salado agregan un matiz especial a la experiencia de remar a la luz de la luna. El costo incluye una noche en carpa, trekking, tirolesa, rappel, pesca y visita guiada al Puente Viejo. El balneario Oriente –o Marisol– está ubicado entre Claromecó y Monte Hermoso. http://www.rioquequensalado.com.ar/ 

Travesía en 4x4 en la Puna 
Dura 5 días y durante el recorrido entre volcanes, antiguos puestos y capillas, campos de lava volcánica, el Campo de Piedra Pómez y el Salar del hombre Muerto se superan los 4 mil m de altura. Incluye traslados y excursiones desde Belén y tres noches con desayuno en la Hostería Municipal de Antofagasta. http://www.lalunita.com.ar/ 

4x4 en El Impenetrable 
En una camioneta doble cabina o en un camión Unimog, en dos días se transitan 550 km de tierra por selvas y bosques, hasta llegar a reservas wichí, toba y criollas. Se aprecian algarrobos, quebrachos, cardones y osos hormigueros. 
http://www.ecoturchaco.com.ar/ 

Buceo en Puerto Madryn 
Buzos profesionales ofrecen cursos teórico-prácticos en Bs. As. y organizan salidas de seis días para hacer seis inmersiones de 20 minutos a una hora en Puerto Madryn. . La mejor época es el verano, en especial entre las 7 y el mediodía. 
http://www.divingcenter.com.ar/ 

Parapentismo en Traslasierra 
Los pilotos profesionales Guillermo Ruiz y Sebastián Margara realizan vuelos de bautismo de 15 minutos desde el cerro Niña Paula –de 300 metros de altura–, a 12 km de Mina Clavero. Otro lugar ideal para esta actividad y el aladeltismo es el cerro Mirador de Cuchi Corral (de 400 metros), 8 km al oeste de La Cumbre. http://www.cordobaparapente.com.ar/ 

Fotosafari en los Esteros 
Yacarés, ciervos, vizcachas, gatos monteses y zorrinos son algunas especies que pueden observarse durante esta caminata de 2 hs., con traslado en 4x4 desde Colonia Carlos Pellegrini y provisión de botas de goma; la salida nocturna se hace en lancha. Llevar repelente, zapatillas de goma y pantalón largo. 
http://www.iberaexpediciones.com/ 

Safari todo terreno en Colón 
Excursión de 2 hs. y media en un jeep descubierto, que avanza a no más de 40 km por hora hasta alejarse 8 km de Colón, cerca del balneario San José. Pasa por una reserva de troncos petrificados, una zona de gemas semipreciosas y canteras abandonadas. Los guías matizan el viaje con anécdotas que refieren a Urquiza y los colonos y describen la flora y la fauna. 
http://www.itaicora.com/ 

Travesía en piragua 
Esta fascinante aventura de 4 días y 3 noches se realiza en la selva en galería del Bañado La Estrella y en el riacho Monte Lindo, cerca de Clorinda. La navegación se extiende al río Paraguay, en medio de la selva paranaense. Incluye el traslado desde Formosa capital, embarcaciones, guía baqueano, comidas y salvavidas. 
fiznardo@hotmail.com 

Sandboard en la Quebrada 
El inusual paisaje de dunas que recubre el cerro Huancar, a 3.800 metros de altura, permite lanzarse sobre tablas desde alturas que orillan los 500 m y 45° de pendiente. La propuesta incluye una parada en el Trópico de Capricornio y otra en un lago, entre flamencos rosados y llamas. Traslado desde Tilcara, tabla, instructor, agua mineral, almuerzo y picada andina. En la zona también hay cabalgatas y trekking. 
http://www.rupestreaventuras.com.ar/ 

Cabalgata entre estancias 
Un guía especializado conduce esta salida, que une las estancias San Carlos (en Luan Toro, a 120 km de Santa Rosa) y La Blanca, donde se aprecian restos de un antiguo asentamiento ranquel. Otra opción es una travesía de 2 días y 1 noche hasta Victorica (a 40 km de San Carlos), con pernocte en carpa u hotel y asado. 
http://www.sancarloslapampa.com.ar/ 

Aladeltismo en Cerro Morro 
Desde sus 1.225 m de altura, el Cerro del Morro –a 15 km de la capital– permite lanzarse en aladelta, con un desnivel de 650 m. El vuelo de 25’ con instructor permite disfrutar de la vista de la ciudad, quebradas, montañas y arroyos. Otros lugares ideales son el cordón de Famatina y Villa Mazán. incluye el traslado. 
http://www.vuelosaguilablanca.com.ar/ 

Rafting en San Rafael 
El “paraíso del rafting” es el Cañón del Atuel, donde el río presenta distintos grados de dificultad. Unas 20 empresas prestan el servicio en San Rafael y en Valle Grande. Proveen chaleco salvavidas, casco y traje de neoprén. La novedad es el gomón individual; Hay salidas corta (50’),  media (1 h.), y larga (1 h. 20’), 
http://www.sanrafaelturismo.gov.ar/ 

Trekking en la Ruta del Vino 
La primera etapa de este programa de 4 d./3 n. contempla una visita a las bodegas Vistandes y Carmine de Granata y una fábrica de aceite de oliva. Sigue con un trekking de día entero por senderos de montaña del Parque Provincial Aconcagua, a 3.400 metros de altura.
http://www.internacionalmendoza.com/ 

Ecoturismo en la selva 
En 4 hs., la travesía Iguazú Forest combina ecoturismo con turismo aventura en la selva, a 7 km de Puerto Iguazú. Canoping, caminata y descenso en rappel sobre rocas, en medio de una cascada de 15 m. Incluye traslado en jeep y guía bilingüe. Otras opciones, paintball, cuatriciclo y 4x4. http://www.aguasgrandes.com.ar/ 

Canopy en la Cordillera 
Cinco tramos de tirolesa recorren 350 m entre coihues y una araucaria, más dos bajadas en rappel. Se completa en 2 hs. sobre una ladera, frente al lago Moquehue, a 25 km de Villa Pehuenia. Además, escalada, 4x4, senderismo, cabalgatas, tirolesa y kayak. 
trenelcamping@hotmail.com 

Cabalgata en Bariloche 
Cinco circuitos de cabalgatas guiadas de 2 a 3 horas, que parten desde el hotel Tronador, a 60 km de Bariloche. Las más recomendables para principiantes tienen como destino Tres Lagunas y Puesto Cretón; para experimentados, laguna Los Césares, Castillo Rojo y Laguna Azul.-
http://www.hoteltronador.com/ 

Bungee jumping en el dique 
La actividad se realiza desde una rampa metálica, instalada a 40 m de altura, en el puente del dique Cabra Corral, cerca de Coronel Moldes. El salto –dura menos de un minuto– elige si llega o no a tocar el agua; tambien esta la variante puenting (sostenido por la cintura). Para evitar el pánico, se brinda una charla de preparación psicológica. Otras opciones en Cabra Corral: cabalgatas, tirolesa, moto de agua y rappel. 
http://www.extremegame.todowebsalta.com.ar/ 

Cabalgata por la Cordillera 
Cruce de Los Andes por la ruta que recorrió San Martín con sus soldados en febrero de 1817. Son 130 km desde Barreal hasta la frontera con Chile, que se completan en 6 días y 5 noches. Una vez que se trepa la cuesta El Espinacito, de 4.500 m de altura, aparecen espectaculares vistas de cerros de más de 6 mil m, como el Aconcagua y el Mercedario. En el precio se incluye pernocte en carpa, pensión completa, caballo, seguros, comunicación, equipo y dos noches en Posada Don Ramón. Hay que llevar bolsa de dormir. 
http://www.crucesanmartiniano.com/ 

Carrovelismo en El Leoncito 
La semidesértica Pampa de El Leoncito –una planicie de tierra agrietada de 12 km de largo por 5 km de ancho– es el escenario indicado para ser impulsados por vientos de 30 a 50 km por hora sobre un carrovela, especie de karting con dos ruedas de auto, una de motoneta y una vela, conducido por el instructor Rogelio Toro. Los vientos arrecian desde las 6 de la tarde y el mejor horario se extiende unas dos horas, hasta que oscurece. La zona también se presta para las cabalgatas, trekking, escalada, rappel, tirolesa y rafting por el río Calingasta. 
dontoro.barreal@gmail.com 

Cuatriciclos en Merlo 
Travesías guiadas por el faldeo de la Sierra de Comechingones. La mayor parte de los 18 kilómetrtos ida y vuelta hasta la cascada Escondida –en Pasos Malos– son de ripio. La idea es pasear, para poder apreciar el paisaje, parar y tomar fotos. Se proveen cuatriciclos para una o dos personas, de entre 150 centímetros cúbicos  a 500 centímetros cúbicos. Otras opciones de aventura en Merlo: trekking, cabalgatas, parapentismo, excursiones en 4x4, rappel, tirolesa, escalada y mountain bike. paradafoxmerlosl@hotmail.com 

Trekking en El Chaltén 
Innumerables senderos rodean la “Capital nacional del trekking”, con los cerros Fitz Roy y Torre como marco. Algunos son autoguiados: “Chorrillo del salto” demanda 5 km de caminata en una hora; para unir el campamento Madsen con la laguna Capri hay que recorrer 5 km de llanos y pendientes; hasta Lago de los Tres son más de 10 km, en 5 hs.; hasta un campamento en la base del Fitz Roy son 10 km (3 hs. 30’); Fitz Roy Expediciones ofrece un paquete de 3 d./3 n. en hotel con desayuno, trekking guiado de 7 hs. hasta Lago de los Tres y de 6 hs. hasta la laguna Torre, con vianda. 
http://www.fitzroyexpediciones.com.ar/ 

Bicicleta y kayak en Rosario 
Este tour guiado en bicicleta tiene una duración de tres horas y permite conocer los lugares más atractivos de Rosario, como el Monumento a la Bandera, la costanera, el casco histórico y el Parque Independencia. En el costo se  incluye bicicleta, casco, guía, agua mineral, asistencia mecánica y refrigerio. El paseo se puede combinar con una travesía de 6 hs. en kayak por el Paraná y las islas; http://www.bikerosario.com.ar/ 

Trekking en Río Hondo 
Los huéspedes del complejo y reserva natural Yacu Rupaj tienen la posibilidad de disfrutar de baños termales y realizar una caminata ecológica por el típico monte santiagueño. Por un sendero de 1.200 metros de largo se aprecian algarrobos, chañares, quebrachos, mistoles, ancoches y una amplia variedad de aves. También se organizan cabalgatas guiadas de dos horas por los alrededores de Termas de Río Hondo y el lago. 
 http://www.yacurupaj.com.ar/ 

Canotaje en Lapataia 
Esta travesía en canoa recorre en una hora el río Lapataia, desde el lago Roca hasta la desembocadura en el mar, en Bahía Lapataia. Se combina con un trekking de tres horas. 
http://www.ushuaiaoutdoors.com.ar/ 

Parapentismo en Loma Bola 
Vuelos biplaza, con instructor desde el cerro San Javier, a 7 km de San Miguel de Tucumán y a 4 km del Cristo. Desde el nivel de despegue, a 1.330 metros de altura, se asciende de 200 a 500 metros. Este paseo muy suave en el aire, sentado en una silla y con las manos libres, permite tomar fotografías y filmar. Los vuelos duran entre 15 y 20 minutos y se hacen todo el año. Las salidas sólo se suspenden en caso de lluvias, que suelen producirse en verano. Según los pilotos profesionales Sergio Bujazha, Mauricio Miguel y Mauricio Serra, el mejor momento del día es entre el mediodía y las 5 de la tarde. Esta actividad no requiere entrenamiento previo, aunque los instructores brindan una charla básica previa de unos cinco minutos. Por ejemplo, advierten que antes de largarse a volar es necesario dar entre tres y cuatro pasos, a ritmo de trote.  incluye el traslado desde la ciudad. http://www.lomabola.com.ar/ 

Cristian Sirouyan 
Clarín - Turismo 

sábado, 28 de julio de 2012

Aviones y aeropuertos ¿tóxicos para la salud?




Según nuestro columnista, pueden llegar a ser sitios tóxicos para la salud y el espíritu; sin embargo él no puede escapar de su destino errante

En 1985, por cosas del destino, empecé a viajar en avión todos los meses. Desde entonces, han sido incontables los viajes a lo largo de veinticinco años corriendo al aeropuerto, jalando una pequeña maleta con ruedas, durmiendo en vuelos cortos y largos, extendiendo el pasaporte rojo o el azul, saludando al oficial de migraciones, arrastrando mis zapatos, dándome prisa, buscando la puerta de embarque, la salida.

A fines de 2010, me rendí. Tantas horas subido en aviones me habían dejado enfermo, sin aire, adicto a cuanta pastilla pudiese tomar, inquieto y descontento por estar aquí y con impaciencia o ilusión por estar allá.

Acompañado por Silvia, volé a Buenos Aires por última vez, me despedí de esa ciudad que tanto he querido y, tras un vuelo largo que juré que sería el vuelo final, llegué jalando la pequeña maleta con ruedas a la isla de Key Biscayne, a este lugar que ahora llamo "mi casa".

Me prometí entonces que no subiría a ningún avión más. Asociaba los aviones y los aeropuertos con la muerte, con la enfermedad, con las pastillas que me han dejado tonto y con el hígado venido a menos. Quería estar tranquilo, por eso tiré la pequeña maleta con ruedas a la basura.

Durante quince meses, cumplí la promesa y los beneficios en mi salud fueron inmediatos, pero todas mis promesas han sido incumplidas y, por supuesto, la de no volar más en aviones, también. Hace unos días, pasé por Madrid y Barcelona, y todavía no me recupero de la paliza del viaje. Mi cuerpo ha llegado de regreso a casa, pero mi espíritu se encuentra todavía allá. 

Siento que sigo caminando al otro lado del mar, en ese laberinto tortuoso que es el aeropuerto de Barajas, en la plaza de Santa Ana, en el paseo de Gracia, en busca de una librería en la calle Serrano que ya no existe. Tantos días incesantes han minado mi salud y me han dejado, otra vez, adicto a las pastillas, buscando unas horas de sueño en las cápsulas azuladas que llevo en algún bolsillo.

Esto es algo que al parecer había olvidado y que el último viaje a España se ha ocupado de recordarme: si deposito mi cuerpo en un avión, lo que queda de mí es este hombre estragado que soy. Los vuelos en avión no me hacen una mejor persona, me convierten en una peor persona. Así lo he comprobado en el aeropuerto de Barajas, y en todos los aviones que me recordaron que sólo estamos de paso, que alguien ocupó ese asiento unas horas antes y alguien más lo ocupará unas horas después.

Apenas llevaba unos días en Madrid y, para mantenerme en pie y cumplir los compromisos pactados, ya estaba de nuevo enganchado a todas las drogas felices. No fue el vicio, sino la desesperación, lo que me llevó a las pastillas. Las conocí en Buenos Aires, en el invierno de 2004, y siguen aquí, en alguno de mis bolsillos, confortándome y auxiliándome. 

En aquellos días fríos empecé a tomarlas para no enloquecer, para mitigar los efectos de un insomnio persistente. Estos últimos días de primavera en Madrid y Barcelona comencé con media pastilla y terminé en no sé cuántas, todas las que hicieran falta para dormir y olvidar que soy el que todavía soy.

De regreso en esta isla a la que felizmente y por el momento llamo "mi casa", me he visto obligado, por respeto a las personas que todavía me necesitan, a dejar sin más rodeos los hipnóticos, los ansiolíticos y los antidepresivos. Los resultados han sido devastadores para mi salud, mi ánimo ha quedado muy menoscabado.

Desde joven he necesitado algún narcótico para evadir la realidad y, cuando interrumpo esas dosis de ficción y ensimismamiento (que para algunos es Dios y que en mi caso son el Ambien, el Dormonid y el Clonazepán), sobrevienen la náusea, el caos, el desamparo, la brutalidad de unos días que no tienen compasión y me reducen a escombros.


Aquí estoy, todavía vivo, abatido por los recientes vuelos en avión, el estómago ardiendo por todas las drogas felices que he suprimido de golpe al volver a casa, renovando en este viejo sillón de lectura la promesa de quedarme tranquilo y no regresar pronto al aeropuerto. 

Sé que en pocas semanas me encontraré de nuevo en un avión, rumbo a una ciudad en la que hallaré, de un modo fugaz y no por eso menos cierto, la felicidad. Esa ciudad a la que debemos llegar para sentir que estamos cumpliendo, sólo por unos días, nuestro destino errante, el del hombre exhausto que jala su pequeña maleta con ruedas y se resiste a morir.

Siguiente destino, New York, qué pereza, qué ilusión. Si me ven caído en un aeropuerto, por favor cúbranme con un periódico, gracias.

Jaime Bayly 
Escritor, periodista y conductor de televisión peruano. Se destaca por su humor ácido y su escritura ágil, dinámica y entretenida.

Fuente: Revista Susana (www.revistasusana.com)
Imagen: Web

sábado, 30 de junio de 2012

Guernsey: costas borrascosas



Exiliado de París, el escritor Víctor Hugo pasó 15 años en esta isla del Canal Inglés. Aquí profundizó su ideario romántico: naturaleza, mujeres y convicciones patrióticas.

Cuarto con ventana. Su lugar favorito en la casa era el jardín de invierno. "Un mes de trabajo aquí vale lo que un año en París", escribió en una carta a Auguste Vacquerie. Pensó que moriría aquí, pero regresó a Francia en 1870, cuando cayó el II Imperio.

En octubre de 1855, Victor Hugo llegó a la lluviosa y ventosa Guernsey buscando refugio. Feroz opositor del segundo imperio de Napoleón III, había sido desterrado primero de su Francia natal y luego de Bélgica y la isla de Jersey. Por la época en que puso pie en esta pequeña isla cercana al Canal Inglés, el escritor andaba desesperadamente en busca de asilo. Lo encontró allí. La “roca de la hospitalidad y la libertad”, tal como la proclamó en la dedicatoria de Los trabajadores del mar, su novela situada en la isla, se convertiría en su hogar por más de 15 años. 


Determinado y sin distracciones, volcó su energía creativa en obras maestras como Les miserables, y en la decoración de su casa, Hauteville House, la única de la que alguna vez fue propietario. “El exilio no sólo me ha separado de Francia; me ha casi separado de la tierra”, escribía. En esta isla salvaje y remota, una dependencia británica a sólo 42 kilómetros de la costa normanda de Francia, Hugo pasaría el período más productivo de su vida.

Hoy Guernsey es más conocida por ofrecer un refugio de otro tipo: la indulgencia de sus leyes financieras la han convertido en un paraíso fiscal. Pero la Guernsey de Victor Hugo –un lugar de contemplación silenciosa, largas caminatas por acantilados y cautivantes bahías donde nadar– todavía está presente, así como lo están los rastros de la vida del escritor.

                                                    Casa de Víctor Hugo en Guernsey

Siendo ya una figura célebre al momento de su exilio, se sintió atraído por la isla debido a su cercanía a Francia y la independencia de su gobierno. Desde el momento en que su barco atracó en el puerto de St. Peter, la capital, quedó maravillado por su belleza. “Hasta en la lluvia y la niebla, la llegada a Guernsey es espléndida”, escribió a su mujer. Hoy los viajeros que llegan en ferry comparten esa primera impresión del puerto, del suave cabeceo de sus botes pesqueros y las casas alineadas a lo largo de sus colinas. 

Hugo se asentó en una de estas residencias en lo alto de la ciudad y ubicó a Juliette Drouet, su amante, en una casa de la misma calle. Creía entonces que su “actual refugio” se convertiría en su “probable tumba”. Impulsado por estos temores, se embarcó en una producción literaria intensa y en su obra de arte más tangible: la decoración de su Hauteville House. Luego de que fuese donada a la ciudad de París por su nieta y tataranietos en 1927, pasó a ser un museo. 


Entrar en ella, repleta de tapices y objetos artísticos, es como ingresar en la imaginación de Hugo, llena de simbolismos ocultos, declaraciones desafiantes y guiños humorísticos. El escritor pasó casi seis años decorándola, inspeccionando tiendas de artículos usados en busca de objetos decorativos. 

Bajo su mirada, una docena de baúles de madera podían reunirse para formar una gigantesca repisa, y los curvos respaldos de unas sillas podían convertirse en marcos para las ventanas. Los paneles de las paredes todavía están tallados con rostros y palabras; un letrero sobre la puerta del comedor reza Exilium vita est (“La vida es exilio”).


Los cuartos de abajo, oscuros, van dando paso a la luz a medida que se sube por las escaleras. En la parte superior de la casa, un luminoso jardín de invierno alberga el dominio principal de Hugo: una habitación austera –donde el mujeriego dormía junto a sus sirvientas– y un despacho con una vista que se extiende a lo largo del canal. Sentado aquí en “el mirador”, como él lo llamaba, escribía mientras contemplaba las vecinas islas de Sark y Herm y, en el brumoso horizonte, su amada Francia. Trabajaba por la mañana y pasaba sus tardes explorando la isla en largas caminatas. 

Su paseo favorito era hacia el sur desde el puerto de St. Peter, bordeando los acantilados de la costa. Finalmente aparece la bahía de Fermain, con sus aguas brillando como un diamante azul en medio de la niebla. Hugo venía a esta ensenada para nadar y sentarse a mirar el océano.


En 1870 pudo regresar a París, aunque visitaría Guernsey tres veces más antes de su muerte, en 1885. La influencia de la isla en su obra es evidente. “Esa es la razón por la cual me sentencio al exilio.”

The New York Times/Travel
Ann Mah / Traducción: Alejandro Grimoldi
Fuente: Diario Perfil-Turismo
Imagenes: Web

martes, 19 de junio de 2012

Tips para tener un viaje en avión más relajado



Un número muy grande de personas sufre de aerofobia que es el temor a viajar en aviones. En esta nota, algunos consejos para superar el transtorno, disfrutar y conocer diferentes lugares.

¿Qué es el miedo a volar?
El miedo a volar es un problema que sufren muchas personas y que mayoritariamente las lleva a evitar los viajes en avión o a hacerlo con un alto nivel de ansiedad, lo que puede generar diferentes tipos de síntomas corporales.
Hay quienes dicen sin prejuicios y abiertamente que tienen miedo a volar y otros que se lo guardan. Los miedos son naturales en los seres humanos y cada vez son más tratables, incluso éste. Por esta razón hemos recogido una serie de sencillos consejos o tips para estos casos, que no necesitan de ayuda médica:

1. Pensá que los pilotos son profesionales extraordinariamente bien preparados, y están en excelente estado físico y psíquico.

2. El avión es un medio de transporte muy seguro. La tecnología actual es muy potente en todas las vertientes que refuerzan la seguridad del vuelo y de los pasajeros.

3. Compartir el miedo. Si por alguna razón llegás a estar atemorizado dentro del avión, quizás un buen consejo sea compartirlo con una azafata o el sobrecargo.

4. Recursos de seguridad en casos extremos. Pensá que hay muchos recursos de seguridad y salvamento en el avión.

5. Respiración y Relajación. Si está atemorizado cuando vuela o aterriza, no mires por la ventanilla del avión.

6. Si podés, tratá de volar acompañado, con alguien en quien confías. En estas circunstancias generalmente se reduce el miedo a volar de forma muy sustancial.

7. Una forma de combatir el miedo es volar frecuentemente e intentar diseñar un poco nuestras propias rutinas hasta que nos acostumbremos mejor al avión:

  •  Dejá todos tus miedos y preocupaciones fuera del avión.
  •  No tomes estimulantes antes de subir (café, alcohol, etc.)
  • Solicitá una reserva de asiento de pasillo con antelación.
  • Saludá amablemente a la tripulación, hace algunas bromas con ellos.
  • Ponete ropas muy cómodas.
  • Llevá revistas o libros muy entretenidos. Escucha música, mira una película, escribe cartas.
  • Intentá hablar un poco con otros pasajeros.
  • Esforzate en pensar positivamente.
  • Concentrate en la respiración abdominal y hacer sencillos ejercicios de relajación de los pies, muslos, manos, brazos, cuello, cabeza.
  • Tomá líquidos y bebidas que te gusten.
  • Si tenés la posibilidad de ver alguna película en el avión, mira alguna que no sea drama.
  • También podes encender tu computadora portátil. Escribí correos electrónicos durante el vuelo, y deciles a tus amigos qué lugar del planeta sobrevuelas mientras lo escribes. Al arribo puedes enviarlos. También podrás hacerlo desde el avión, o incluso chatear durante el vuelo, por que ya comienza la era de la Internet a bordo.
  • Para los que verdaderamente no consiguen controlar su angustia, la toma de pastillas es una opción, aunque no te curará el miedo, si hará que viaje con menos estrés.
  • Pensá e imaginá que tendrás un vuelo maravilloso.
  • Ve al servicio antes de abordar el avión.
  • Viajá con calzado cómodo, con suela de goma y taco bajo. Para vuelos de más de seis horas se sugiere zapatos con cordones o sandalias que sean fáciles de calzar.
  • Prestá atención al informe de la seguridad que enseñan las azafatas al principio de cada vuelo, aún cuando seas un viajero frecuente.
  • Permanecé con tu cinturón de seguridad abrochado, independiente que el cartel de cinturones esté encendido o no. Ocasionalmente se puede entrar en áreas turbulentas no previstas.
  • Ajustá tu cinturón cuando el cartel de seguridad está encendido. El piloto lo enciende por una razón, y es para mantenerte seguro.
  • Si sos fumador, existen productos tales como los parches o las pastillas de nicotina.
  • Comprá auriculares modernos. Preguntá por los que aíslan los ruidos externos. Tienen excelente sonido y necesitas menos decibelios para disfrutar de tus melodías preferidas. Eso te ayudará a sentirte más calmo y relajado.
  • Te ayudará a dormir mejor si tienes una almohadita personal. En viajes largos es recomendable.
  • Si te encontrás con otro pasajero atemorizado, hablale acerca de estos consejos.

Fuente: pulso turistico
 

miércoles, 6 de junio de 2012

La isla de Borneo: Tierra de cazadores de cabezas


Un anciano guerrero con su piel repleta de tatuajes teje una red de pesca

Crónica de una visita a una aldea de una tribu iban, la etnia mayoritaria de Borneo, guerreros implacables y precursores en el arte de tatuar. Días de trabajo en los campos de arroz y noches de juegos, leyendas y rituales como los que alimentaron las novelas de Emilio Salgari.

Borneo es el exótico escenario que eligió el escritor italiano Emilio Salgari para narrar las aventuras de su más celebre personaje, Sandokán, el “Tigre de la Malasia”. Salgari, sin embargo, nunca estuvo por aquí, sino que escribió sus novelas documentándose en las bibliotecas de su ciudad natal. Por lo tanto no pudo palpar lo cotidiano de esta gigantesca isla, cuyos días transcurren apaciblemente en aldeas habitadas por una treintena de etnias que conservan viejas costumbres y hablan más de 150 dialectos.

El territorio de Borneo, la tercera isla más grande del mundo, está dividido entre Indonesia, Brunei y Malasia. Sarawak es uno de los dos estados borneanos que pertenecen a esta última. Aquí viven los iban, el grupo étnico más numeroso: tatuadores milenarios, son célebres y temidos por su fama de impertérritos cazadores de cabezas.

RUMBO AL LONGHOUSE 
“Cuando era niño jugaba al fútbol con los cráneos”, comenta sonriendo el guía local Tiyon Juna, pequeño, moreno y de ojos rasgados. Como buen iban, lleva ambos brazos tatuados. “Los hombres que no se tatúan son mal vistos en nuestra cultura, y es posible que nunca se casen”, afirma, en tanto agrega que el mismo destino les espera a aquellas mujeres que no aprendan a tejer.

Vamos camino al Longhouse Kesit, ubicado a orillas del río Lemanak, al sur de Sarawak. Las longhouses son viviendas tradicionales donde conviven varias familias, que solían juntarse de esta manera para protegerse de sus enemigos. Luego de unas tres horas de andar desde Kuching, capital del estado, por una ruta a cuyos lados se extienden infinitos campos de arroz y plantaciones de palma, llegamos a orillas del río, donde aguardan dos jóvenes listos para trasladarnos en una frágil piragua de madera. Al contrario de lo que uno espera, no llevan atuendos tradicionales. Visten camisetas de equipos del fútbol europeo y gorros de lana, a pesar de las altas temperaturas.

Navegamos alrededor de 45 minutos a través de la exuberante selva borneana. El calor y la humedad no dan tregua. La vegetación es tupida y cerrada, un infinito túnel vegetal. Pasamos por debajo de largas ramas que se extienden sobre el río, y esquivamos troncos que flotan a la deriva. Viajo atento a los sonidos que llegan del interior de la jungla: con suerte podremos divisar un orangután, un primate que sólo se puede encontrar aquí y en Sumatra. Pero se necesita mucha fortuna para verlos, ya que resultan casi imposibles de avistar entre la mata de árboles. 

LA CASA DE LOS IBAN 
El longhouse es una construcción de madera, rústica, levantada sobre pilotes para evitar que se inunde con las crecidas del río y las lluvias que trae el monzón. Tiene un larguísimo pasillo, llamado ruai, que es el espacio comunal. La ropa cuelga de las ventanas y los granos de arroz se secan a la intemperie bajo el sol abrasador del trópico. Unas veinte familias pueden convivir en las habitaciones-casa, alineadas a lo largo de la construcción.

Un anciano con el torso, los brazos, la espalda y hasta el cuello repletos de tatuajes teje con parsimonia una red de pesca. Pido permiso para retratarlo. Tiyon dice que algunos nativos, sobre todo los más ancianos, son reacios a las fotos. Pero este hombre me regala una sonrisa y sigue con su trabajo. Mientras tanto, Tiyon vierte algunos conceptos de la vida cotidiana. “Cada apartamento corresponde a una familia y cada una lleva su vida individualmente. Tienen su propia tierra, sus pollos, sus chanchos.” Dentro del hogar no hay divisiones, todos ocupan la misma habitación. “Aquí todos saben lo que estás haciendo. La única privacidad es la red para mosquitos”, bromea el guía.

Más tarde camino por la aldea. Saludo al paso. Entablar conversación es complicado, ya que nadie habla inglés por aquí. Todos me observan, los niños me persiguen y piden fotos, se divierten mirándolas. Me cruzo con una anciana que mira con cara de pocos amigos. Las mujeres más viejas parecen las más reacias a las visitas. En una especie de callejón, un joven le corta el pelo a otro. Hay mucha gente más alrededor. Me detengo y un joven que balbucea inglés intenta el diálogo, se entusiasma al saber que vengo de la Argentina, la cuna de Messi y Maradona. No nos entendemos mucho más, nos hacemos unas fotos juntos y nos despedimos.


Un joven guía iban navega por el río Lemanak en una frágil piragua de madera

DE GUERRAS Y RITUALES 
Los iban fueron guerreros muy temidos, ya que para certificar la victoria en alguna batalla debían volver con las cabezas de sus adversarios. Cuando se trataba de una cuestión territorial, el cráneo de su enemigo era la prueba fehaciente de que aquel territorio ya no le pertenecía. Al trofeo de guerra se le sacaba la piel, se lo ahumaba y luego se lo colgaba en la puerta del hogar, o en un cuarto donde se realizaban los rituales. Los iban son animistas: creen en las fuerzas de la naturaleza y los espíritus, con quienes dicen comunicarse.

Los tatuajes están relacionados con esa tradición guerrera. Los diseños son figuras de animales e indican su rango, en tanto el dragón representa la más alta jerarquía. Pero también quedaban grabadas en la piel las experiencias que recogían los jóvenes en sus largos viajes iniciáticos por diversas aldeas. “Los dibujos simbolizaban todo aquello que les ocurría, y al volver al longhouse se los respetaba como hombres maduros”, explica Tiyon.

Por la noche, Jampang, el jefe de la aldea, se presenta. Nos sentamos en el ruai, haciendo una ronda sobre las alfombras de paja tejidas por las mujeres. Jampang ofrece tuak, el vino de arroz hecho en casa. Hay que aceptar, no hacerlo es descortés. El mismo anciano que por la tarde tejía aparece vestido en atuendo de guerrero. Lo acompaña una pareja de jóvenes también vestidos a la usanza combativa; los tres se preparan para agasajarnos con la danza del guerrero. Tiyon traduce al jefe, quien dice que es una ocasión muy especial para ellos, ya que hace más de dos años que ningún extranjero los visita. Otra ronda de tuak. Suenan los tambores, ejecutados por un grupo de mujeres. Comienza la danza. El anciano primero, con movimientos lentos pero precisos. Luego sigue el aprendiz de guerrero, vital, el preferido del jefe. Por último llega el turno de la joven, que despliega suaves y sensuales desplazamientos.

La noche avanza entre sorbos de tuak y cuentos milenarios, pero no se extiende demasiado. Por la mañana espera la ardua faena en los campos de arroz, caucho y pimienta. Al otro lado del pasillo, un grupo de jóvenes pasa el tiempo con un juego de mesa casero, acostados sobre el piso de madera. Hay billetes en juego y un par de celulares desparramados. Se los ve muy concentrados y no reparan en la presencia extranjera. Al parecer, no todo es historia para los iban.

Cuando la noche parecía llegar a su fin, una familia nos invita a su casa para prolongar la velada al ritmo del tuak y saborear la pesca del día. Sentados en el piso, sobre las mismas alfombras de paja que sus mujeres tejen, los hombres se despachan con un sinfín de leyendas. Tiyon traduce. Narran historias grandilocuentes. Describen ritos salvajes. Cualquier similitud con la maravillosa isla que habitan, es pura coincidencia.

Guido Piotrkowski
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Pagina 12

jueves, 17 de mayo de 2012

Argentina - Misiones: Saltos del Moconá


En una región de sierras y cascadas, una falla geológica divide en dos el cauce del río Uruguay y genera el maravilloso espectáculo de los Saltos del Moconá.

La máxima expresión de la selva de Misiones florece en el centro exacto de la provincia. Resiste a pie firme la escalada de desmontes, para ostentar su vitalidad trepada a las sierras, recubriendo arroyos y ríos y resguardando las pequeñas chacras de los agricultores. Bajo ese manto omnipresente, los desniveles del suelo de tierra colorada y roca basáltica dibujan escalones, en los que las aguas se precipitan en forma de cascadas que estallan en ollas naturales.

A lo largo del camino que vincula la costa del Paraná con la mucho menos explorada orilla del río Uruguay, el visitante puede darse por satisfecho con la brumosa panorámica del Salto Encantado, la melodía entrecortada del Salto Siete Pisos o la solitaria irrupción del Salto Paraíso en una atmósfera más que serena, donde revolotean mariposas y, con suerte, se detecta el insistente grito del pájaro yacutinga. No es poco, pero le conviene seguir explorando e ir por más.

Si bien toda esa manifestación sin retaceos de la selva y sus aguas calmas súbitamente enfurecidas se aquieta en la localidad de El Soberbio –ya en el borde mismo del río Uruguay–, el nuevo escenario no es más que un respiro fugaz. Aquí, nada se asemeja a lo que parece a primera vista.

Aunque los mapas indican que el río separa los territorios de Misiones y Brasil, ninguna referencia señala que el lecho verdoso es la columna vertebral de una región que prescinde de las fronteras culturales. El inmigrante europeo, el criollo, el brasileño y el originario guaraní son porciones armónicamente ensambladas de un todo que define la idiosincrasia de cada poblador. Son ellos los que refieren con más entusiasmo a los venerados Saltos del Moconá, surgidos en el punto donde convergen los arroyos Pepirí Guazú y Yabotí con los ríos Calixto y Serapiao. El ruidoso encuentro acontece 80 kilómetros aguas arriba.

Una falla geológica marca un tajo, a la manera de un certero hachazo de cien metros de profundidad, en las nacientes del río Uruguay. El extraño accidente divide el cauce en dos tramos paralelos, por lo cual, a lo largo de 3 kilómetros y medio, las aguas del brazo superior se derraman de costado sobre el nivel más bajo. Así, la naturaleza da forma a otro de los múltiples misterios que laten sobre la “tierra sin mal”, como sabiamente definieron los guaraníes para siempre esta región deslumbrante.

El Corredor Verde que conduce hasta la Reserva de Biósfera Yabotí –escudo protector de las mil hectáreas de bosque nativo del Parque Provincial Moconá– despega una vez que la ruta 7 deja atrás las plantaciones de té que rodean el casco urbano de Jardín América y bordea las casillas mínimas de una aldea guaraní. Bajo el techo de paja de cinco sencillos puestos levantados en la banquina, los descendientes de la cultura mbyá guaraní ofrecen sus artesanías y cultivos. 

El guía Rodolfo de la Vega –uno de los cuatro miembros de la Cooperativa de Trabajo de Turismo Moconá– estaciona el vehículo, mientras subraya con crudeza una mancha oscura que sobrevuela la existencia de los pobladores originarios: “Sus trabajos son muy delicados, reflejan su talento y esfuerzo. Pero, lamentablemente, viven en condiciones miserables”. Enseguida, ese contraste se hace ostensible cuando una mujer de piel arrugada y edad imprecisa se acerca con sus cuatro chicos para ofrecer un magnífico crucifijo en caña tacuara y adornos con formas de animales en palo de paraíso.


Primeras cascadas
Unos kilómetros más adelante, todos los tonos de verde posibles colorean la amplia panorámica del Valle de Cuñá Pirú, incluso hasta teñir el horizonte borroneado. Por ese intrincado follaje habrá que seguir avanzando para poder admirar el más vistoso perfil del arroyo Cuñá Pirú. Cerca de Aristóbulo del Valle, el Salto Encantado aparece en secuencias parciales, recortado por los tentáculos de la selva. Dos senderos de alta dificultad se alargan 1.800 metros hasta las cascadas La Olla y del Picaflor, otras piezas vistosas del Parque Provincial Salto Encantado. Menos exigentes, los 365 peldaños de una escalinata bajan hasta el piletón de la caída mayor, para proponer un amable encuentro con mariposas y picaflores sobre las rocas, empapadas por la llovizna del agua volcada desde 62 metros de altura.

La hora de la siesta es un ritual que cumplen rigurosamente los pobladores y también parece empujar a sus madrigueras a los integrantes de la fauna misionera, un multitudinario universo que componen más de mil especies de vertebrados, 116 variedades de mamíferos, 150 tipos de reptiles y anfibios y 230 de peces. Pero en este preciso rato, en el camino hacia El Soberbio, desde la cerrada vegetación sólo asoman el caparazón amarronado de un tatú, el desproporcionado pico verde de un tucán de pecho rojo y tres coatíes, que cruzan el pavimento a los saltos por un túnel “pasafauna”. 

El ambiente quieto se altera apenas en el pequeño poblado, impregnado del perfume empalagoso de citronella y lemon grass. Los susurrantes saludos y diálogos en portugués empiezan a sonar delante del templo amarillo de la Iglesia Evangélica Luterana y se multiplican sobre la vereda del Museo de las Esencias. Frente a la costanera sombreada por gomeros, chivatos y palmeras, el traqueteo de la balsa que transporta pasajeros y vehículos hasta Porto Soberbo aporta la única melodía al paso del río.

Rumbo a Moconá por la ruta 2, la selva y sus habitantes se desperezan, refrescados por una tímida brisa que asoma bajo el sol atenuado. Sobre la angosta franja acomodada entre el camino zigzagueante y los paredones de roca basáltica de la serranía giran a duras penas las cuatro ruedas de un carro polaco de madera, tirado por dos esforzados bueyes. Sin soltar las riendas, el conductor y sus hijos –de cabellos rubios y ojos claros nítidamente europeos– devuelven el saludo sin ahorrar sonrisas, como señal inequívoca de un buen presagio para los forasteros.

Será que en este apéndice poco explorado de Misiones una pátina de optimismo acompaña los pasos de la gente. O, quizás, los inmigrantes adoptaron los hábitos de preservación de los pobladores originarios y se conforman con extraer de la naturaleza sólo lo necesario para subsistir. Lo cierto es que se los ve a gusto en la tierra que los cobija. Satisfechos, hasta decidieron homenajear el entorno natural con los nombres de sus caseríos: Primavera, La Flor, Puerto Paraíso.


Asoma el Moconá
En la Reserva y Jardín Botánico Yasí Yateré (a 30 km de Moconá), la bienvenida prodigada por Adriana Fiorentini se condice con ese espíritu que irradia esperanza. “No hay mejor lugar que este para criar hijos y disfrutar de la energía que nos brinda la naturaleza”, suelta la mujer con un envidiable rictus distendido y arranca una caminata por senderos que perforan la selva. El trayecto vincula plantas aromáticas, bromelias, más de treinta variedades de orquídeas y 16 tipos de helechos. Un escuálido arroyo amaga con desaparecer debajo de un puente y resurge transformado en una sonora cascada, que interrumpe los silencios del espeso manto vegetal antes de desembocar en el río Uruguay. Por el momento, los Saltos del Moconá siguen modelándose en la imaginación, mientras la fabulosa geografía misionera se dedica a revelar sus pliegues sin ninguna urgencia. 

El día se esfuma y obliga a retomar mañana la senda hacia el mayor objetivo. Al sol le queda poca vida en el parque de la Posada La Misión y, otra vez, hay que aguzar el oído para descubrir que un pájaro yacú poí picotea un coco colgado de la copa de una palmera. También se escuchan los últimos trinos de los zorzales, benteveos, tacuaritas y chingolos, en retirada ante el creciente murmullo de los grillos, que llega desde la selva misionera y el Parque estadual do Turvo, en la orilla brasileña. 

La camarera Carina sirve un sabroso pastel de papas y departe con los pasajeros en un español afectado por el portugués. Después, se la escucha dialogar en perfecto portugués con sus compañeros de la cocina. El magnífico panorama del río y la costa sigue alumbrado por las estrellas y una luna soñada durante la noche y se desdibuja al amanecer, a expensas de la niebla que genera la humedad reinante.

“Acá la selva se mantuvo más o menos virgen porque el río Uruguay siempre fue poco navegable. Para transportar madera en barcos de gran calado, los campesinos amontonaban la producción en la orilla, a la espera de que el río creciera en invierno”, alecciona de la Vega ya con la mira decididamente apuntada al Moconá.

Por fin, la hora esperada parece haber llegado, después de superar un angosto puente sobre el arroyo Yabotí y una complicada trepada de 800 metros de largo. La primera aparición de los Saltos de Moconá se limita al sonido atronador de agua que se vuelca. Se escucha –pero todavía persiste en ocultarse– a los pies del mirador que corona el trekking de 1.800 metros del sendero Chachí. 

Por primera vez cambio el paso y regreso a las corridas –seguido por el guía– hasta el puesto de los guardaparques, decidido a captar de una buena vez ese perfil enfurecido de la selva. Otro camino desciende hasta un embarcadero, donde una lancha se bambolea entre los saltos de una decena de dorados. La embarcación navega entre los enormes bloques de roca basáltica y en un par de minutos se mete de lleno en las aguas agitadas por la cadena de saltos, una sucesión de cascadas que se precipitan desde 3 a 10 metros de altura. Cuanto más avanza por el angosto pasaje de aguas agitadas, más bailotea la lancha y sacude sin piedad a sus pasajeros.

Pero todo es regocijo para los turistas, indiferentes a los baldazos de agua que los empapan. Nada los conmueve más que el espectáculo central del Moconá. Parecen entregados, gritando frases sin sentido, emocionados y exorcizados por la selva.

Diario Clarín - Viajes

lunes, 23 de abril de 2012

Tíbet


Tíbet, conocido como el Techo del Mundo, es una región autónoma de la República Popular China, situada en el Asia Central, cuya capital es Lhasa. Es un conjunto de tierras de gran elevación (más de 4.500 m), rodeada de las cordilleras de mayor altitud de la Tierra. 

Su población es de casi 3 millones ,la lengua mayoritaria es el tibetano. En el Tíbet se encuentra el pico más alto del mundo, el monte Everest (8.848 m), haciendo frontera con Nepal y constituye un lugar misterioso y exótico para los extranjeros.  

Desde comienzos del siglo XX, la tranquila tierra con sus majestuosos paisajes y misteriosa cultura religiosa ha experimentado un vertiginoso aumento del número de viajeros que la visitan.


Lhasa - 拉萨市
Lhasa (tibetano: ལྷ་ས་, chino simplificado: 拉萨, chino tradicional: 拉薩, pinyin: Lāsà). Cuenta con una población de alrededor de 250.000 habitantes. Se encuentra a una altitud de 3.650 metros sobre el nivel del mar, en el valle del río Brahmaputra siendo la segunda ciudad más alta de Asia y una de la séptima más alta del mundo, tanto que la cantidad de oxígeno disponible es sólo un 68% del disponible a nivel del mar.

La ciudad es la sede tradicional de los lamas y lugar donde se encuentran los palacios de Potala, Norbulingka y el Templo de Jokhang, incluidos en el Patrimonio de la Humanidad y es considerado por el budismo tibetano como el centro más sagrado en el Tíbet.

Lhasa quiere decir "lugar de los Dioses", aunque antiguos documentos tibetanos e inscripciones han demostrado que hasta principios del siglo VII el lugar se llamaba Rasa, que significa "lugar de cabra".

Limita al norte con la prefectura de Nagou, al este con la prefectura de Nyingchi, al sur con la prefectura de Shannan, y al suroeste con la prefectura de Xigaze. Comprende los barrios o distritos de Lhünzhub, Damxung, Nyêmo, Qüxü, Doilungdêqê, Dagzê y Maizhokunggar.

ATRACCIONES TURÍSTICAS PARA VISITAR


1- Yambajan (羊八井)
Yambajan es famoso por su gran variedad de aguas termales, desde unas con las más altas temperaturas del país a otras que parecen géiseres hirviendo. Se localiza en una cuenca al pie de las Montañas Nyainqentanglha, unos 90 kilómetros al noroeste de Lhasa. Temprano en la mañana, el pueblo queda cubierto por un vapor blanco y luminoso. Las aguas termales en Yambajan contienen varios minerales, por lo cual se consideran terapéuticas.
Entrada: 30 yuanes (98 yuanes por un baño termal)


2- Barkhor (八廓)
Barkhor es un pequeño vecindario de calles antiguas y una plaza pública que rodea al templo Jokhang en la zona vieja de Lhasa. La calle más antigua apareció hace unos 1,300 millones de años después que fuera construido el templo Jokhang en el 647, atrayendo a miles de peregrinos budistas. Las calles están repletas de una atmósfera religiosa y muestra a la Lhasa original. Las tiendas venden ruedas de rezos, chubas (ropa tradicional tibetana), cuchillos tibetanos y artículos religiosos.
Consejos de viaje: Recomendable caminar en dirección de las manillas del reloj por la calle. Debido a la gran cantidad de callejones, no es aconsejable permanecer hasta muy tarde en la calle.


3- Monasterio Tashilhunpo (扎什伦布寺)
El Monsterio budista tibetano de Tashilhunpo se encuentra al pie de los montes Niseri, al sur de Shigatse, la segunda ciudad má grande de la Región del Tíbet.
Su nombre en tibetano significa ‘Cúmulo de Gloria’ y fue ordenado construir en 1447 por Gedun Drub, sobrino del fundador de la secta Gelug del Budismo Tántrico Tibetano. El cuarto Panchen Lama, Lobsang Choekyi Gyaltsen, emprendió una enorme ampliación del monasterio. Desde entonces, se convirtió en la sede de los Panchen Lamas y el lugar donde éstos realizaban sus actividades religiosas y políticas.
Entrada: 55 yuanes
Horario de visita: 9:00 a 17:00 (cierra para el almuerzo de 12:00 a 14:00)
Consejo de viaje: Durante algunas de las importantes fiestas tibetanas, la entrada es gratis. El tiempo recomendado para la visita es de 3 horas.


4- Glaciar Midui (米堆冰川)
Este glaciar se sitúa en la municipalidad de Yupu, a 100 kilómetros al oeste de la comarca de Bomi. Se encuentra a una altitud entre 2.400 y 6.800 metros.
El glaciar desciende entre diversos paisajes estacionales: montañas nevadas, bosques, lagos, aldeas y templos coexisten en armonía, creando una secuenda de vistas únicas, como si la naturaleza hubiera tomado en sus propias manos un pincel para crear este maravilloso paisaje.
Entrada: 50 yuanes
Consejo de viaje: El recorrido caminando desde la entrada al glaciar demora una hora.


5- Antiguo territorio de Guge (古格王国)
El reino se encontraba en la ribera sur del río Xiangquan, al noroeste del poblado de Tuolin, zona de Zhaburang, distrito de Alizhada, y está a 19 kilómetros de la capital del distrito.
Fue fundado por los descendientes de la familia real del Reino de Tubo, quienes se escaparon hasta aquí en el siglo X aproximadamente. Durante los cerca de 700 años de su historia, el reino ha fomentado el budismo y resistido contra los enemigos exteriores convirtiéndose en una parte imprescindible de la historia tibetana.
Pero hasta en el siglo XVII, este reino que había vivido su esplendor máximo y contaba con una cultura madura y brillante, desapareció de la noche a la mañana, y hasta hoy día sigue siendo un enigma la razón de su repentina desaparición.
Entrada: 105 yuanes


6- Gran Cañón Yarlung Zangbo (雅鲁藏布大峡谷)
Debido al acelerado desarrollo turístico del Tíbet, el gran cañón Yarlung Zangbo, abierto formalmente al turismo hace un año, viene atrayendo a un creciente número de visitantes y fotógrafos y se ha convertido en un nuevo sitio turístico de gran atractivo.
La zona turística comienza en el poblado Bayi y termina en el viraje del cañón, atravesando la convergencia de los ríos Niyang y Yarlung Zangbo, con una longitud de 130 kilómetros, ya que no en vano Yarlung Zangbo ostenta el título de cañón más largo del mundo. Esta zona no sólo permite disfrutar de variadas vistas panorámicas del valle y las montañas nevadas de los alrededores, sino que también es muy interesante en tanto que hogar de las etnias minoritarias Luoba y Menba.
Entrada: 150 yuanes (21 de abril – 19 de octubre); 75 yuanes (20 de octubre – 20 de abril)


7- Lago Namtso (纳木措)
En nuestro mundo, existen unos lugares con el cielo tan puro y el aire tan limpio como si hubieran sido lavados.
Nam Tso significa en el idioma tibetano “lago celestial”. El lago está situado a 4.718 metros sobre el nivel del mar y tiene una anchura este-oeste de unos 70 kilómetros y más de 30 kilómetros de longitud de norte a sur. Cuenta con una superficie de 1.900 kilómetros cuadrados, siendo es el segundo lago de agua salada de China y el más alto de su tipo en el mundo. Los hielos y las nieves fundidas de la montaña Dangla son el suministro de agua del lago Nam Tso, en el cual desembocan también no pocos arroyos grandes y pequeños. El agua del lago Nam Tso es limpia y transparente y de color azul, en perfecta armonía con el cielo, dando a los visitantes la impresión de encontrarse en el paraíso.>>>
Entrada: 120 yuanes (50 yuanes en invierno)
Consejo de viaje: Se recomienda tomar un paseo organizado por el lago.


8- Templo Jokhang (大昭寺)
El templo Jokhang, ubicado en la plaza Barkhor de Lhasa, es el primer templo budista del Tíbet y parte del Palacio Potala. Aunque antiguamente solía llamársele Tsulag Khang ("Hogar de la Sabiduría "), ahora solo se le conoce como Jokhang ("Hogar de Buda"). Es el destino de la peregrinación de los peregrinos tibetanos. Construido bajo la guía del estilo arquitectónico de la dinastía Tang, el templo Jokhang es un complejo de madera de cuatro pisos. Una estatua de Sakyamuni a los 10 años de edad es una de las tres estatuas diseñadas por el propio Sakyamuni.
Entrada: 75 yuanes
Horario de visita: 9:00 - 18:00
Consejo de viaje: El templo se localiza en el mismo centro de Lhasa y el tiempo recomendable para la visita es de dos horas.


9- Monte Everest (珠穆朗玛峰)
El Monte Everest o Chomolungma es la montaña más elevada del mundo, con sus 8.848 metros de altitud sobre el nivel del mar. Su forma parece la de una pirámide erguida hacia el cielo. Las nieves se encuentran a 5.800 y 6.200 metros de altura en la vertiente norte, mientras que en la vertiente sur se hallan a 5.500 y 6.100 metros.>>>
Entrada: 180 yuanes
Consejo de viaje: Escalar el Monte Everest es extremadamente peligroso, y solo se puede hacer en los periodos entre principio de marzo y finales de mayo, y principios de septiembre y finales de octubre. Un escalador capaz de soportar las adversidades climatológicas podría aventurarse hasta la cima.


10- Palacio Potala (布达拉宫)
Levantado sobre la colina Hongshan, en el noroeste de Lhasa, capital del Tibet, el Palacio Potala, de 170 metros de altura, está considerado un conjunto de construcciones majestuosas. En el año 637, el líder Songtsen Gampo decidió erigir esta obra para dar la bienvenida a su esposa, la princesa Wencheng. La gigantesca edificación requirió del esfuerzo de unos 7.000 constructores y más de 1.500 artistas y artesanos. El palacio tiene un obvio estilo tibetano y conserva una gran cantidad de tesoros.>>>
Entrada: 100 yuanes (1 de noviembre – 30 de abril); 200 yuanes (1 de mayo – 31 de octubre)
Horario de visita: 9:00 - 16:00, a excepción de los días festivos y durante importantes eventos
Consejo de viaje: Cada día se venden únicamente 2,300 entradas, de las cuales 1,600 están reservadas para agentes de viaje y 700 para la venta a turistas individuales.

Fuentes: 
Wikipedia
Spanish.china.org.cn
Imagen Lhasa: Web

viernes, 13 de abril de 2012

Argentina: Sobre rieles

Con el Tren a las Nubes, La Trochita y el Tren del Fin del Mundo entre los más reconocidos, doce ramales ferroviarios recorren las distintas regiones del país. Sus itinerarios, tarifas, las salidas regulares y otros datos útiles para agendarse.

Son más modestos que el célebre Expreso de Oriente, pero tienen un encanto que no decae desde el punto de partida hasta la estación final. Desde el afamado Tren a las Nubes (en Salta) hasta el Ferrocarril Austral Fueguino, los trenes turísticos de la Argentina proponen un viaje incomparable, que transita por historias fundidas con leyendas, sueños, recuerdos de la infancia –con pinceladas de nostalgia– y las imágenes cambiantes de los paisajes naturales.

El vagón abre su espacio generoso a familias, grupos de amigos y pasajeros solitarios, para compartir una aventura matizada por traqueteos, silbatos y bocinas, que sacuden el silencio de ámbitos bucólicos. Mientras tanto, la red ferroviaria recupera parte de su esplendor, con la recuperación de ramales en Entre Ríos y la creación de un tren turístico muy cerca de Merlo, en San Luis.


Tren a las Nubes
El mundialmente famoso ramal que une Salta capital con San Antonio de los Cobres en siete horas, deja de correr entre el 4 de diciembre y mediados de marzo. Sus vías y puentes, instalados sobre la ladera de cerros multicolores, llegan a 4.200 m sobre el nivel del mar. El viaje suele ser matizado con recitales de música andina a la gorra. Al llegar a la Puna, la locomotora y el convoy avanzan más allá de la estación final –donde los turistas son abordados por una multitud de vendedores de artesanías y platos típicos–, para maniobrar sobre el viaducto La Polvorilla y prepararse para el regreso. Hay que tener en cuenta que el trayecto asciende desde los 1.200 m de altura en el punto de partida hasta 4.200 m. Por eso, para evitar el apunamiento, antes de partir conviene comprar “coca y bica”; es decir, bolsitas de hojas de coca y bicarbonato.


Tren del Fin del Mundo
A 8 km al oeste del centro de Ushuaia, un soplido de vapor y el agudo chillido de la bocina anuncian el comienzo de la mágica aventura en vagones de lujo desde la estación Fin del Mundo. La locomotora avanza a paso de hombre y acelera cuando corre a la par del río Pipo. Se pega a la roca de la montaña para cruzar el torrente caudaloso y transparente y se detiene en la estación La Macarena. Una guía anuncia una parada de 15 minutos, suficientes para trepar hasta una cascada, apreciar la reconstrucción de un asentamiento yámana, fotografiarse con el fondo blanco del monte Susana y comprar chocolates en un coche-boutique. Un rato después, el tren corre sobre el típico suelo de turbal de la isla y llega a la entrada del Parque Nacional Tierra del Fuego.


Tren de la Selva
Este tren ecológico sale de las cercanías del Centro de Visitantes del Parque Nacional Iguazú y recorre 7 km a 20 km por hora, para depositar a los pasajeros en las pasarelas que llevan hasta la Garganta del Diablo, el salto más impactante de las Cataratas. Construido en Inglaterra, el tren con capacidad para 120 viajeros consta de una locomotora impulsada a gas, que arrastra cuatro vagones techados con asientos de madera. Está totalmente abierto, para que los turistas puedan mantener un contacto directo con la vegetación.


Paraná a Conc. del Uruguay
La gran novedad del año. Este servicio, reinaugurado en junio de 2010, pasa por 24 estaciones, para atravesar el centro de la provincia de Entre Ríos y unir los ríos Paraná y Uruguay en 7 horas y media. Se trata de un moderno modelo 0 km, construido en Córdoba, que -entre otras comodidades- está dotado de aire acondicionado. Por ahora, sólo tiene una frecuencia semanal: los viernes desde Paraná y los domingos con partida en Concepción del Uruguay. Este emprendimiento está acompañado por el reacondicionamiento de un antiguo vagón postal, adaptado como vagón cultural itinerante, con salas para proyecciones y reuniones, exposiciones de artesanías y fotografías, investigaciones, libros y espacio ambiental.


Tren de las Sierras
Originalmente, el recuperado Tren de las Sierras unía la ciudad de Córdoba con Cruz del Eje. Había sido inaugurado en 1892 para el transporte de carga y pasajeros y dejó de funcionar en 1977. El tramo rehabilitado treinta años después permite llegar hasta los sugerentes paisajes de las Sierras Chicas y la parte más austral del Valle de Punilla: el trayecto de 52 km se completa en dos horas y cuarto hasta la orilla norte del lago San Roque y la estación Cosquín. El proyecto definitivo -a realizarse en dos etapas- contempla la extensión hasta Cruz del Eje, con paradas intermedias en Valle Hermoso, La Falda, Huerta Grande, La Cumbre y Capilla del Monte, entre otros pueblos serranos.



Tren de la Costa
Propone un medio confortable y silencioso para recorrer la costa norte del Gran Buenos Aires y llegar a Tigre y el Delta. Una opción para compartir enfamilia es dejar el auto en Mitre (la primera estación, junto a la avenida Maipú, en Olivos), abordar el tren y disfrutar de las atracciones del Parque de la Costa, en Tigre. Allí, en la última estación, esta el Mercado de Productores Sabe la Tierra, con puestos de venta de productos orgánicos y piezas recicladas, bar y actividades ecológicas para los chicos. Abre los sábados de 10 a 18. También hay que tener en cuenta la feria de antigüedades instalada sobre el andén de la estación Las Barrancas y la reserva natural Ribera Norte, a tres cuadras de allí.


De V. Elisa al Palacio San José
La locomotora a vapor y sus dos vagones de madera del histórico Ferrocarril Central Entrerriano volverá a correr a fines del verano. Une Villa Elisa con la estación Caseros en seis horas ida y vuelta. Antes de llegar a la última estación, el tren se detiene en el cruce de las vías con una ruta de tierra, donde espera un micro, que lleva a los pasajeros hasta la entrada al Palacio San José, que perteneciera a Justo José de Urquiza. Allí se realiza una visita guiada y después los visitantes son transportados hasta el tren, para iniciar el regreso. El viaje entre campos cultivados y criaderos de pollos, es matizado por el relato de la historia del ramal, a cargo de un guía. En Villa Elisa se realiza además, un paseo en zorra para 14 personas, que diariamente de 9 a 12.30 y de 15 a 18.30 recorre 3 km en media hora ida y vuelta.


Tren Patagónico
Una aventura de 16 horas por la estepa patagónica, desde Viedma hasta la Cordillera. El servicio cubre parte del histórico ramal turístico que vinculaba Buenos Aires con Bariloche desde 1934. El primer antecedente había sido un ramal de trocha ancha, que desde 1908 partía de San Antonio Oeste (cerca de Las Grutas) y llegaba hasta la costa del lago Nahuel Huapi. En 1924 fue extendido el tramo Constitución-Carmen de Patagones. Entre las principales ventajas del tren actual, hay que consignar la posibilidad de llevar el auto, un vagón-comedor (ofrece un Menú Turístico), el camarote y la diversidad de tarifas: Económica, Primera Clase y Pullman.


Tren Histórico a Vapor
Conducido por una locomotora fabricada en Escocia en 1912. Se toma en la estación de trenes de Bariloche y completa un trayecto de 40 km hasta la estación Perito Moreno, donde se realiza una caminata de 300 metros hasta la orilla de una laguna, se observan aves y los guías brindan información sobre la flora y la fauna de la zona. El viaje empieza a disfrutarse con espectaculares imágenes del lago Nahuel Huapi y los picos nevados de la Cordillera, como los cerros Catedral, Tronador y Capilla. Media hora después de la partida, el paisaje empieza a ser dominado por el neneo, el coirón amargo y el abrojo (típicas especies de la estepa), con aislados bosques de cipreses. Se hace una parada junto al río Ñirihuau, que, encajonado en la roca y atravesado por un puente, se presta para tomar fotografías.

Tren de Basavilbaso
El ramal que vincula en dos horas Basavilbaso con Villaguay –en el centro de Entre Ríos– acaba de ser extendido hacia la costa del río Uruguay y ahora llega a Concordia. El paseo puede complementarse perfectamente con una visita al Circuito Histórico de las Colonias Judías, cuya base –establecida a fines del siglo XIX– es Basavilbaso. En este pueblo eminentemente ferroviario y sus alrededores se mantienen en pie tres sinagogas, una cooperativa agrícola, el Cementerio Israelita y varias casas históricas. La impronta de los pioneros judíos que se afincaron en las zonas rurales de Entre Ríos también se puede descubrir en Villaguay y en pequeños pueblos rurales, como San Gregorio, Villa Domínguez, Carmel, Ingeniero Sajaroff y Villa Clara.


La Trochita
Si bien el recorrido completo original desde Ingeniero Jacobacci (Río Negro) hasta Esquel, en Chubut, dejó de funcionar, después del cierre de centenares de ramales a principios de la década del 90 consiguió recuperar dos tramos para pasajeros en territorio chubutense: uno de ellos parte de Esquel y llega hasta Nahuelpan, una comunidad mapuche cuyos pobladores ofrecen sus artesanías alrededor de la estación. A su vez, el servicio que sale de El Maitén –a reiniciarse en enero– propone un viaje de tres horas ida y vuelta hasta Desvío Thomae, combinado con una visita al museo y los talleres ferroviarios y a un galpón donde se reúnen artesanos locales. Inaugurada en 1945, La Trochita o Viejo Expreso Patagónico es una reliquia compuesta por locomotoras a vapor belgas y alemanas y vagones de madera construidos en 1922.


Ferrocarril Piedra Baya
Construido y atendido por sus dueños, recorre 1.100 m de un campo privado, sobre el faldeo de la sierra Comechingones, a 10 km de Merlo y a 6 km de Carpintería, en San Luis. El paseo de tres horas ida y vuelta termina con una merienda de repostería alemana en la casa de los anfitriones. El tren consta de una réplica de locomotora a vapor y dos vagones, que transitan una trocha de 26 cm, por un monte virgen de molles, talas, espinillos, cocos y chañares. Los guías cuentan la historia del tren e ilustran sobre la flora y fauna local. En Monte Bajo –la estación final–, se puede disfrutar de una espectacular panorámica de la sierra y el valle.

El encanto de viajar en libertad
(Richard Campbell, del Ferroclub Argentino)
Básicamente, el viaje en tren otorga la innegable ventaja de la libertad para moverse. El pasajero tiene la posibilidad de caminar, charlar, estar solo o acompañado, compartir un café. Además, el viaje se torna muy placentero por el contacto con la comunidad.
En medio de los paisajes más soñados de la Argentina, se percibe la función social y recreativa que cumple el tren. Ese espíritu se preserva, aunque la combinación ideal tuvo su apogeo entre las décadas del 60 y del 90, cuando se podía llevar el vehículo a un precio accesible y en la estación terminal arrancaba un inolvidable paseo por una región espectacular. Recuerdo el tren-dormitorio que unía Buenos Aires con Tucumán, primera etapa de un viaje en auto por todo el Noroeste.
En general, las nuevas generaciones desconocen la magia del tren. Quedan impactados al verlo pasar. Y mucho más cuando lo abordan: descubren otras dimensiones, sonidos, olores, los silencios del campo al llegar a una solitaria estación, el guarda uniformado, el acontecimiento incomparable de la llegada y la partida. Pese al cierre de numerosos ramales, los trenes turísticos y de larga distancia que siguen en pie conservan ese encanto. Eso los diferencia de cualquier otra forma de viajar.
Canciones en el andén y a bordo
(Zamba Quipildor - Músico )
Con el poeta Eduardo Ceballos, en la estación de Salta les cantábamos y relatábamos historias de nuestra provincia a los viajeros del Tren a las Nubes. Cantábamos zambas y bagualas, como “Recuerdos salteños”, “Estoy de vuelta” y “Carpas de Salta”, que describen a la perfección el paisaje y la manera de vivir de los pueblos que une el tren hasta la puna. Al pasar por Cerrillos, les contábamos sobre las carpas del Carnaval y los artistas que las impulsaban. Y entonábamos “La cerrillada”, que plasma el carácter del carnaval de Cerrillos. En Rosario de Lerma –donde se realiza el Entierro del Carnaval, con ofrendas a la Pachamama–, nos largábamos con “La tabacalera”, que homenajea la vida dura de los trabajadores que cultivan tabaco. Los músicos y los poetas han sido mensajeros de los paisajes inigualables, las costumbres y la cultura de Salta.
 
 
Cristian Sirouyan
Clarín-Viajes
Imagenes: Web