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martes, 7 de abril de 2009

San Juan - Argentina

El hongo, una de las formaciones más fotografiadas del parque Ischigualasto, que puede visitarse también de noche, en plenilunio


El hongo , principal formación rocosa del parque, se ha convertido en el símbolo turístico de una provincia cuyos atractivos no alcanzan a conocerse en una semana (ni en una vida), pero que puede ser recorrida en pocas jornadas para llevarse una gran impresión, disfrutar de sus paisajes y quedarse con ganas de volver unas cuantas veces.

La propuesta en este caso es una vuelta de 1500 kilómetros, en una semana, con San Juan capital como punto de salida y llegada. Se puede hacer el mismo viaje en cinco días, pero los caminos de montaña y tramos de ripio (pocos, pero imperdibles) dejan el cuerpo aporreado como para acelerar aún más la visita.

El primer destino es verde. Una vez afuera del aeropuerto -lo antes posible porque todos los mosquitos sanjuaninos se reúnen junto a la pista, y no precisamente para admirar los aviones-, la partida es hacia el Este, por la RN 141. A 64 kilómetros está Vallecito, con su curioso santuario de la Difunta Correa, y más allá, por la 510 hacia el Norte, Valle Fértil.

En el camino hasta San Agustín se pasa por Astica, pueblo rodeado de árboles frutales que Gabriela Guerra aprovecha para sus dulces. Desde mandarinas en coñac hasta manzanas al Curaçao Blue, ofrece más variedad que cantidad en su pequeño local, con protagonistas regionales como la sidra, de piel amarilla y carne blanca.

Es fácil orientarse en San Agustín, más aún si uno conoce la capital provincial, porque el orden de las calles principales es el mismo. Ciudad cabecera de Valle Fértil, es aquí donde se alberga la mayor cantidad de turistas que llega para conocer Ischigualasto.

Otra opción cercana para dormir o pasear es La Majadita, paraje con casas de piedra o adobe, al que se llega por un camino soñado para vehículos de doble tracción, aunque no tanto para los comunes. Dicen que se puede atravesar con cualquier auto, pero mejor averiguar el estado del camino antes de intentarlo. En la zona hay hosterías como La Media Luna, escondida entre las sierras, para pasar la noche en calma y sin señal de celular.


Ischigualasto fue declarado por la Unesco, en 2000 y junto con su parque hermano Talampaya, en La Rioja, Patrimonio Natural de la Humanidad. Vale la pena cruzar el límite provincial para conocer también el otro lado.

Además, para seguir hasta el dique Cuesta del Viento conviene salir unos kilómetros de la provincia en busca de la RN 40, y en el camino se atraviesa también parte del área protegida de La Rioja. Hacia el Sur, desde Villa Unión, por la ruta argentina más famosa, se pasa por Huaco, pueblo de Buenaventura Luna, músico popular y cronista de su época a través de sus canciones.

El Viejo Molino fue parte intrínseca de su obra. Patrimonio nacional, está en un domicilio privado y sin timbre, de manera que hay que golpear las palmas para que doña Arsenia salga a contar la historia. "Para la próxima voy a tener CD para que la gente escuche también su música", asegura la mujer, prima política del poeta fallecido en 1955.


Por la RN 150, el turquesa se impone antes de llegar a Rodeo, cuando el lago de Cuesta del Viento se presenta de golpe, como uno de los paisajes más curiosos del país.

Capital del departamento Iglesia, Rodeo cuenta con cabañas en alquiler y fincas como El Martillo, que ofrece cabalgatas, pesca y actividades náuticas, entre ellas rafting en el río Jáchal. Otra buena opción para quedarse es, a 14 km, el hotel Termas Pismanta, complejo administrado en cooperativa, con toques retro, baños termales y una piscina para disfrutar en el agua del entorno imponente.

En el camino hacia Barreal, por la ruta 149, en la zona de Calingasta, hay buenos sitios para unas fotos, como la iglesia de Catalve (en el pueblo), las ruinas de Hilario, testigos de un pasado minero, y el cerro Alcázar.

Después de recorrer la zona del Parque Nacional El Leoncito, con su gran observatorio y su extraña pampa, el retorno a la capital puede hacerse por el camino de Los Berros, hasta la RN 40, para cerrar la travesía entre cerros, sobre ripio y con paisajes que cambian todo el tiempo.


Complejo Astronómico El Leoncito

Una noche en el Observatorio
Los hombres de al lado deben ser científicos no sólo por su mayoría de barbas, sino también por el lugar donde estamos: el comedor del Complejo Astronómico El Leoncito, un sitio atípico para conocer como turistas.

Pasar la noche en este espacio es una propuesta imperdible no sólo para adultos amantes de la astronomía y niños curiosos, por supuesto, sino también para los que buscan algo distinto.

En el sur de la provincia, el Observatorio está en el Parque Nacional El Leoncito. La propuesta con noche incluida empieza a las 17, cuando llegan los turistas, comienzan a alojarse y hacen el recorrido diurno, para conocer el telescopio principal, con cascos y abrigo (fundamental). Luego hay tiempo libre hasta la comida en un pequeño comedor compartido con el personal.

A eso de las 22 comienza la parte más impactante: la visualización nocturna, tras una breve caminata, utilizando un telescopio de 14 pulgadas de diámetro. Se ven estrellas, galaxias y nebulosas. Cuando hay luna llena, la visibilidad es mucho menor, pero el lugar luce igual de atractivo.

El complejo está abierto al público por un convenio con la Universidad de San Juan. Arturo Sánchez es guía de turismo, pero su experiencia y conocimiento de astronomía lo convierten en el docente ideal para los novatos.

La opción de alojamiento es por una única noche, en habitaciones pequeñas e hiperlimpias. Todo parece una base espacial. Después del desayuno hay que dejar el lugar y aprovechar para conocer la Pampa del Leoncito, una planicie seca y extraña de 15 kilómetros por 5 de ancho, con el suelo resquebrajado y ningún tipo de arbusto. Allí se puede practicar carrovelismo, con vientos de hasta 80 kilómetros por hora, sobre vehículos comandados por don Toro.

En el complejo astronómico también pueden realizarse visitas diurnas para conocer los telescopios, aunque la actividad principal del lugar es justamente de noche. Su función es brindar servicios a la comunidad científica del mundo, ya que los astrónomos pueden realizar aquí sus programas de observación.


Puerto de Palos: parador, guardería y escuela

Cuesta del Viento, tierra del windsurf
No hay que esperar horas a que sople: el viento está garantizado todos los días. Por eso, explican, esta zona del departamento Iglesia es ideal para hacer windsurf, incluso para tomar clases, porque los ciclos climáticos se conocen de antemano y así es más fácil organizar la enseñanza. "En el país estamos más acostumbrados a las tablas grandes, porque no hay tanta regularidad e intensidad del viento como acá", cuenta Felipe Lamanuzzi, un cordobés que llegó hace diez años y directamente se quedó, sin viaje de adaptación alguno.

El dique de Cuesta del Viento le resultó el lugar soñado, por eso hizo cabecera de playa : armó un parador con su novia y hermano, montaron los palos y techos con ayuda de otros windsurfistas e instalaron la guardería. También la escuela, con pizarrón y todo, aunque con humor e informalidad. No podría ser de otra forma en un ambiente repleto de rastafaris amigos que se quedan a pasar la tarde frente al lago turquesa, en un parador con vista a otro desierto lunar y picos de más de 6000 metros. Su lugar se llama Puerto de Palos. El lago no es sólo un paraíso para los amantes del windsurf, sino también para visitantes en general, que pueden disfrutarlo con otras actividades náuticas o simplemente desde la costa.


Felipe cuenta que aún no volvió el furor de los años 80 por las tablas con velas, pero que está creciendo gracias a lugares como este que empiezan a descubrirse en el país. La propuesta principal de la escuela es un curso de 8 horas, pero también ofrece un programa reducido, de 4, "armado más para viajeros ocasionales que quieren llevarse una buena noción de la actividad".

La cancha de bochas del parque provincial conocido también como Valle de la Luna

Ischigualasto, de día o con Luna llena
El parque provincial Ischigualasto se recorre con vehículo propio, en caravanas que parten cada una hora. Tiene cinco estaciones donde un guía explica las características científicas del lugar, mientras el visitante disfruta de los variados paisajes.

Hay geoformas como El hongo en todas partes, pero las instrucciones del recorrido se dan junto a El gusano , que requiere más imaginación que las otras, porque la forma original se ha perdido. El terreno es dinámico, por eso dejaron de existir también La lámpara de Aladino , El loro y La gallina echada . Todas se desintegraron con la erosión.

El lugar es único en el mundo ya que aquí encuentra la secuencia completa del período Triásico, de la era Mesozoica. En cada pequeña roca puede haber un resto fósil importantísimo, por eso desde su declaración de Patrimonio Natural de la Humanidad, las normas son más estrictas. Antes, dicen, se llevaban elementos como las piedras redondeadas de la llamada cancha de bochas , una de las estaciones más famosas, sobre todo por la curiosidad de que las rocas sólo se hayan encontrado únicamente en este sector.

Valle Pintado es una de las zonas donde más restos fósiles se han encontrado. Sus formas y colores son los más llamativos. El rojo indica la presencia de óxido de hierro, el verde de cobre, y el gris, acumulación de ceniza volcánica. El blanco es por la bentonita, que además de impermeabilizar el terreno le da un brillo especial en los paseos nocturnos, que se realizan durante cinco días seguidos, desde las dos noches anteriores al plenilunio.

Estos paseos de luna llena se deben reservan con anticipación y duran unas dos horas, por un camino diferente al de los paseos comunes. Además de estos circuitos hay una caminata diurna de dificultad media por los cerros morados. Se asciende hasta los 1800 metros, donde suelen verse cóndores andinos que eligen los acantilados para sus nidos. Hasta El hongo se llega casi al final del recorrido. Aquí se destaca el contraste del rojo de las barrancas, de hasta 200 metros, y el gris de la formación rocosa.

Parapente agreste

Historia, bodegas y parapente, en una capital moderna
Las calles son arboladas, con acequias y, sobre todo, anchas. Así fueron reconstruidas, tras los furiosos terremotos de 1944 y 1977. Hasta su catedral es moderna, frente a la plaza principal. Una réplica de cómo eran antes las veredas puede verse frente al Museo Sarmiento ( www.casanatalsarmiento.gov.ar ), en su casa natal, con objetos del prócer durante su período en la gobernación. En una visita a la capital, una idea es averiguar quién se presenta en el auditorio Juan Victoria ( www.auditorio.sanjuan.gov.ar ) para conocerlo y hacer un recorrido por bodegas. Una de ellas, Graffigna, ofrece un museo con su historia.

Junto al dique Ullum se puede volar en parapente, junto con Rodolfo Blanco, el instructor menos marketinero del mundo. La idea es disfrutar en el aire todo el tiempo que se pueda, ya que su propuesta dista mucho de las tradicionales, donde uno solo da una vuelta breve como bautismo .

Los fines de semana se reúnen los pilotos en El Castillito, parador sin príncipes, murallas ni glamour, sino con un cartel gigante de gaseosa y mesas de plástico. Pero son ellos los reyes de la colina, que suben con sus mochilas gigantes hasta la cima del cerro, por un camino que ofrece las mejores panorámicas del dique.

El parapente es aquí "una actividad artesanal, bien agreste -dice Gabriel, uno de los pilotos-. Se creó libre y tiene un formato portátil: uno va con el parapente en su mochila y se larga desde una ladera, sin una plataforma. Lo mejor es que se puede practicar en cualquier época el año"

Martín Wain (Enviado especial)
La Nación - Turismo
Fotos: Enrique Villegas


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La capital es una ciudad muy linda, con recorridos cercanos, como el dique "El Ullum", la zona del Zonda, el circuito de los vinos. Además es una ciudad con muchísima riqueza cultural:
el Museo de la Facultad de humanas con un recorrido, por la distintas etapas poblacionales de los pueblos originarios, que contienen diversos elementos pertenecientes a las comunidades desde utensilios hasta momias. Muy lindo.

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