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viernes, 18 de julio de 2008

América latina: el lujo de viajar

Viñak, a seis horas de Lima

Pequeños hoteles con estilo, grandes y exclusivos resorts, spa reparadores, sofisticadas experiencias gourmet, playas de ensueño y paisajes para pocos en una región que sabe cómo tratar a sus huéspedes

Perú: encanto salvaje en la sierra andina
Llegar a un refugio en la altura, rendirse ante el Valle del Colca y ver la selva pasar desde un crucero, tres aventuras en versión deluxe

El camino no es para nada sencillo. Son sólo 280 kilómetros los que separan Viñak de Lima, pero uno tarda casi 6 horas en llegar hasta allí. Partiendo de la capital se debe tomar el desvío hacia Lunahuaná, en Cañete. Hasta allí todo es ruta asfaltada en perfectas condiciones. Pero luego de Lunahuaná comienza el trajín.

El camino es cuesta arriba y no es recomendable emprenderlo si no se cuenta con una 4x4. En el camino, de 4 horas, los trucos contra la altura deberán ser sacados de inmediato de la guantera, pues nuestro destino nos espera a casi 3200 metros sobre el nivel del mar.

Cuando empieza a preguntarse si tanto esfuerzo vale la pena, Viñak le tapará la boca de golpe. El poblado parece estar enclavado en el Cuzco, rodeado por cerros verdes, un maravilloso cielo azul y una tranquilidad totalmente ajena a la capital. Sin embargo, ¡aún estamos en el departamento de Lima! Si quiere ser parte de una experiencia de lujo, entonces tiene que descubrir El Refugio.

El Refugio
Luego de un trayecto tan severo resulta más que paradisíaco ingresar en una casa de madera y piedra con todas las comodidades de un hotel 5 estrellas. Un comedor con amplios ventanales que permiten apreciar el valle desde más de 3000 metros de altura; habitaciones en las que no falta una bolsa de agua caliente; chimeneas para espantar el frío serrano y, lo más destacado, un jacuzzi en medio del jardín en el que el turista se puede sumergir para desafiar el frío de la noche u observar, con un trago en la mano, el maravilloso paisaje.

Pero como no se pretende que el visitante se quede todo el tiempo en el hotel, hay diversas actividades personalizadas. El lugar cuenta con un establo con caballos cuarto de millas y una entrenadora que guiará a los huéspedes en las rutas por los lugares aledaños, y bien puede terminar la travesía en una pachamanca al borde del río.

Para los que estén más en forma, hay bicicletas de montaña y equipos para salir a dominar los apus.

Valle del Colca
Un sol que encandila o un cielo despejado que reluce por las noches, estrellas por doquier y un verde valle que tiene como testigos a los volcanes Hualca Hualca, el Ampato y el Sabancaya.

El Colca se ha convertido en uno de los destinos con mayor potencial del sur del país. A lo largo de sus dos márgenes, el cañón con sus tierras fértiles muestra un legado patrio en el que andenerías preincaicas y villas fundadas en el siglo XVI por los españoles lo dotan de una gran diversidad.

Para un turista más exigente, las actividades son lo primordial. Por eso las alternativas del Colca han tenido que diversificarse, igual que las caminatas, antes obligatorias porque era el único medio de ingresar en la zona. Actualmente, parte del objetivo es admirar el paisaje y los animales. Los niveles de dificultad pueden ser de todo tipo y para todo físico. El principal es el que sale desde el mirador de la Cruz y finaliza en el mirador del Cura. Este es de sólo una hora a paso tranquilo y resulta ideal para los principiantes. Aquí, la idea es poder estar más cerca del vuelo de los cóndores y apreciar la flora de la zona.

Año tras año aumenta el número de hospedajes en ambas márgenes del valle. El refugio Las Casitas del Colca se convertirá en el recinto de lujo de la zona, con 20 lujosas cabañas construidas en armonía con la arquitectura de la zona.

Cruceros en Iquitos
Imagínese el viaje perfecto por la selva amazónica del Perú: está a bordo de una acogedora embarcación de madera y lo que ve es un río inmenso que serpentea en un manto verde. Por la noche, cientos de miles de estrellas.

El aire tibio roza la piel y los sonidos que cortan el silencio provienen de animales salvajes. La siesta es parte de la rutina, las dietas se olvidan frente a la buena comida, hay agua limpia y se puede bañar en su camarote cuantas veces quiera.

Los guías son biólogos y nativos que le cuentan los misterios de los tímidos delfines rosados, de los extraños shanchos, cerdos salvajes, y de los martín pescadores que surcan los aires. Gran parte de la tripulación tiene conocimientos de música y cuando cae la tarde regala canciones que salen de los límites del barco para ser parte de este magnífico mundo. Este viaje no es ficción.

Roberto Rotondo, de Jungle Expeditions, comenta que hace una década bordea la Reserva Natural Pacaya Samiria, con unos 6000 pasajeros por año, el 99% extranjeros. Posee cinco embarcaciones que navegan 1100 kilómetros durante 7 días.

Los cruceros parten de Iquitos y recorren el Ucayali hasta el río Sapote, luego regresan e ingresan en el Marañón, para llegar a la comunidad Monte Alegre, donde está el lodge de la empresa. Desde allí navegan por el Marañón hasta el Gran Amazonas, para volver a Iquitos.

La Posada de Mike Rapu en la Isla de Pascua

Chile: en los extremos y frente al mar
Rincones que combinan naturaleza, aventuras intensas, hotelería de lujo y gastronomía de excelencia

San Pedro de Atacama, Isla de Pascua y Puerto Natales combinan excelencia y sofisticación, con propuestas para reponer energías y salir listo para enfrentar una nueva vida.

San Pedro de Atacama
Tanta fama tiene este pueblito andino metido en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, que hay gente que ni siquiera se detiene en Santiago, la capital del país, con tal de llegar lo más pronto posible.

San Pedro es una aldea como tantas del Altiplano, en la que un día comenzaron a concentrarse jóvenes mochileros y aventureros. Encontraban casas de barro, precios bajos y un entorno natural alucinante: el pueblo está rodeado de volcanes, salares, termas y lagunas, todo en medio del desierto más seco del mundo.

Ahora, San Pedro es uno de los destinos turísticos más potentes y famosos de Chile, y centro de operaciones de una inagotable oferta que mezcla naturaleza y aventura. En los últimos años ha sumado una creciente muestra de hotelería de primera categoría, con varios de los proyectos mejor diseñados y lujosamente atendidos del país.

Entre ellos se encuentra Awasi, con sólo 8 cabañas, cada una con su propio vehículo y guía; si prefiere, hay servicio de avión privado.

Tierra Atacama es un hotel lleno de estilo, con maravillosa y silenciosa ubicación en las afueras del pueblo, vista al volcán Licancabur, spa y sólo 32 habitaciones.

A tres kilómetros del pueblo, AltoAtacama está rodeado por la bella Cordillera de la Sal, y detalles que se agradecen: sin teléfono ni televisión en las habitaciones, pero con piscinas, spa y un interesante proyecto de cocina fusión.

Isla de Pascua
Conocida por el nombre nativo de Rapa Nui, la Isla de Pascua es un pedazo de Polinesia en medio del oceáno Pacífico, bajo soberanía chilena desde 1888, aunque muchos turistas perfectamente llegan sin darle importancia al dato.

Es famosa por sus legendarios moais, gigantescos torsos esculpidos en piedra por los antepasados de los actuales rapanui; sus fiestas tradicionales, como Tapati, donde se recrean varias costumbres nativas y que se realiza en verano; algunos buenos sitios de buceo y playas que están entre las mejores del país: Anakena y Ovahe.

The New York Times la incluyó en su lista de sitios que hay que visitar durante 2008. Y desde hace poco la isla cuenta con su primer proyecto hotelero de lujo, la Posada de Mike Rapu, iniciativa conjunta del legendario buceador pascuense Mike Rapu y de Explora, una minicadena de hoteles de lujo, con proyectos en San Pedro de Atacama y, el más famoso de todos, a los pies de Torres del Paine, conjunto montañoso que es otro de los hitos naturales chilenos con fama propia en el mundo.

Puerto Natales
Las Torres del Paine son un grupo de "columnas" de roca, en medio del Parque Nacional del mismo nombre, en la Patagonia chilena. Un bloque de montañas y praderas salpicado con lagunas de colores insólitos, especialmente famoso entre los amantes de la naturaleza y los circuitos de trekking; W es el nombre del sendero más conocido, porque recorre los piedemontes de estas torres.

Puerto Natales fue por años sólo el último pueblo antes de este hito natural hasta que empezó a brillar con luz propia; se llenó de proyectos turísticos, tiendas, restaurantes más o menos sofisticados y hasta cervezas artesanales propias, y, claro, hoteles con estilo.

Hay al menos tres proyectos que llaman la atención: el Remota, un hotel pensado por un conocido arquitecto chileno, Germán del Sol, que cuenta con programas todo incluido, desde alojamiento a excursiones y aventuras, atendidas con equipos y guías propios, y generosos espacios para descansar y disfrutar del paisaje.

El hotel Altiplánico Sur, hermano del Altiplánico original, en San Pedro de Atacama, y vecino al Remota. Cuenta con sólo 22 habitaciones, cuidado diseño y buen servicio, además posee una apariencia curiosa: está prácticamente enterrado.

Concepto Indigo es uno de los hospedajes pioneros en la zona, partió como un íntimo y acogedor hostal, y ahora es un hotel lleno de estilo, con habitaciones acogedoras, spa en el piso superior, buen restaurante, programas de actividades y notable vista sobre el Seno de Ultima Esperanza.

Muelle de La Esperanza - Vieques

Puerto Rico: fantasías en la isla
Propuestas chic para comer, beber, dormir y gozar de la isla, muy cerca del Viejo San Juan o en la villa Rincón y la increíble Vieques

Un boom de restaurantes y bares guapos animan la costa metropolitana de Puerto Rico. Reinventan lo mejor de la comida caribeña para cuando el viajero se canse del tradicional arroz con habichuelas, y ponen copas en bares decorados con lo último en diseño.

En Vieques se disfruta de las mejores playas y de una experiencia natural única: nadar en una bahía que brilla. Al extremo oeste del país, en el famoso pueblo de Rincón, una villa mediterránea se acurruca en medio de una arboleda. Y cerca del histórico San Juan, dos restaurantes únicos.

Vieques
Esta pequeña isla, 13 kilómetros al este de la isla mayor, combina lujo con actividades al aire libre. Los viajeros llegan en ferry o en avioneta para descubrir algunas de las mejores playas de Puerto Rico, hoteles de diseño y un estallido de restaurantes de cocina creativa que están comenzando a competir con los del área metropolitana.

En el Malecón, en el barrio La Esperanza, al sur de la isla, el restaurante El Quenepo combina la cocina criolla con ingredientes exóticos para hacerla más divertida. El filete de atún, vestido de ajonjolí y algas orientales wakame, está montado en una salsa que permite apreciar en cada bocado cómo se suceden el gusto del mango, el jengibre, el cítrico y el wasabi. Es un espacio con velas y manteles que no presume en demasía de su elegancia para no alienar al turista en traje de baño y sandalias.

La mejor manera de explorar la isla es alquilar un vehículo todoterreno, para sortear los huecos de las carreteras sin pavimentar que conducen a las playas más prístinas, localizadas en el Sur, como Blue Beach, para quienes buscan un lugar apartado y bucear con snorkel.

Asimismo, el viajero puede llegar en kayak o en bote a la famosa Bahía Bioluminiscente, uno de los pocos lugares del planeta donde vive un microorganismo inofensivo, el torbellino de fuego ( Pyrodinum bahamense ), que emite luz al contacto con otro organismo u objeto. Vale la pena planificar el viaje para los días de luna nueva, cuando se aprecian mejor. Es un placer zambullirse en el agua y brillar como un meteoro.

San Juan
Ningún restaurante capitalino reinterpreta con tanta creatividad la cocina caribeña como Koco, en el San Juan Hotel & Casino, en la ciudad costera de Carolina. Su aperitivo más lúdico: croquetas de batata, rellenas de pernil con jengibre y mojada en soja endulzada, pero clavadas en un palito como una paleta de caramelo.

Blandas y jugosas vieiras frescas se distinguen como plato fuerte, en salsa espesa de melaza, acompañadas de plátano maduro, setas shitake y habichuelas edamame. Es uno de los pocos restaurantes en Puerto Rico con una carta especializada en ron; tiene 50 de los mejores ejemplares del Caribe.

La oferta de cafés y restaurantes de la zona turística atesora el famoso Hotel La Concha, en El Condado. Es la joya de la arquitectura tropical moderna de mediados del siglo XX, que se reinauguró en marzo último, luego de haber estado cerrado durante 11 años. El primer nivel es un gran lounge que acoge un público adulto, de alto nivel adquisitivo.

Rincón
Si Rincón se jacta de tener los mejores atardeceres de la isla, también suele hacerlo con su hotel más distinguido. El Horned Dorset Primavera, en el área oeste la región, tiene un estilo de villa mediterránea y es parte de la lujosa cadena Relais & Châteaux.

Cada una de las 39 suites tiene piscina privada y mobiliario de Italia, Filipinas y Marruecos, que exhibe tejidos de colores, fina madera tallada, puertas con arco y lámparas mozárabes, además de baños con paredes revestidas en mármol y bañeras de patas al estilo antiguo, con espacio para dos personas.

La dirección se encarga de preguntar por los gustos de los huéspedes desde el momento de la reservación, para satisfacer sus gustos gastronómicos. Aquí se ofrece un servicio a la medida sin resultar intrusivo. El chef Aaron Wratten crea variados platos internacionales sin olvidar los ingredientes criollos. Destaca el mousse de salmón con caviar como aperitivo o un lomo de cerdo relleno de plátano en salsa de tamarindo como plato fuerte.

Lo prefieren personalidades Hillary Clinton, que acaba de hospedarse en él. No se permiten menores de 12 años ni usar celulares en áreas comunes. No hay radios ni televisores. Los pájaros, la brisa y el sonido de las olas del mar serán sus constantes compañeros.

Texto y Fotos de El Comercio (Perú); El Mercurio (Chile); El Nuevo Día (Puerto Rico)
Reproducido en La Nación - Turismo

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