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lunes, 2 de marzo de 2009

Nepal: Los secretos del reino sagrado

Plaza Durbar

El esplendor natural de Nepal y la intensa religiosidad de su gente sorprenden en un viaje de Katmandú al Himalaya.

Según la leyenda, este antiguo reino nació de una flor de loto que flotaba, solitaria, en el lago que alguna vez ocupó el valle de Katmandú. Hoy, Nepal hechiza con su cultura milenaria, con el misticismo que se percibe en la vida cotidiana de sus habitantes, con sus valles fértiles y montañas majestuosas que resultan una escalera al cielo de todas las religiones y las creencias orientales.

Ya no quedan rastros de los hippies que hicieron de Nepal un sitio de culto, allá por los alocados años 60, y colocaron a este rincón de Asia dentro del mapa del turismo internacional. Los jóvenes extranjeros que solían apoltronarse en las serpenteantes y angostas callejuelas de Katmandú, la capital de este territorio de armonía y meditación, ahora han sido reemplazados por turistas mucho más convencionales que experimentan una gran fascinación por la belleza y la historia de este país, en el que perviven leyendas como la del Yeti, el abominable hombre de las nieves, y Kumari, la diosa-niña elegida entre las jovencitas de la casta sakya.

Lo que ya no perdura es la enigmática penumbra nocturna que invadía el territorio durante la noche por falta de electricidad, una oscuridad sutil que llamaba la atención de los recién llegados cuando al salir del aeropuerto de Katmandú no se veían las casas ni las calles. En ese primer contacto, el Nepal nocturno emergía misterioso envuelto en brumas que durante el amanecer eran disipadas por los suaves rayos del sol que entibia al reino.


Maravillas de Katmandú
Un lugar imperdible en Katmandú es la plaza Durban. Sus templos de madera tallados crean un ramillete de maravillas poblado por seres de formas impensadas que atrapan la mirada de los viajeros occidentales. Entre ellos se destacan el Taleju, construido en 1549; el Hanuman Dhoka, antiguo palacio real; el Kashtha Mandap, realizado con la madera de un solo árbol; el Ashok Binayak, construido en honor al dios-elefante y el Jagannath, famoso por sus tallas de motivos eróticos. En los alrededores de la plaza hay decenas de tiendas de artesanías y muy aceptables restaurantes populares en los que probar algunas de las delicias que componen la gastronomía nepalesa, que se parece mucho a la india. La base de casi cualquier comida es el arroz, que se combina con diferentes clases de currys y vegetales saltados, además de rarezas como la carne de yak.

El hechizo que produce Nepal comienza, sin dudas, dando vueltas al azar por las callejuelas zigzagueantes de la capital y por las áreas en que que están las famosas stupas (templetes para reliquias de forma semiesférica, cuya cúpula tiene mástiles que sostienen parasoles) como la de Swayambu, decorada con ojos gigantes que evocan la mirada de Buda. A diario, los creyentes de la ciudad -que son muchísimos- se reúnen frente a los espacios de las divinidades para esperar que aparezcan sus amadas deidades y los bendigan, entretanto cantan extasiados frente a las imágenes del panteón hinduista: Krishna, Shiva, Vishnu o Ganesha.

Aunque la religión y el misticismo constituyen los elementos más sorprendentes de una visita a Nepal, las opciones van mucho más allá de los templos y los ritos populares. Gracias a su enorme belleza natural, el territorio nepalés es ideal para realizar excursiones de trekking y paseos en bicicleta por la selva o escalar alguna de las montañas que integran las cadenas del Himalaya.

Parque Chitwan

De la selva a las montañas
Nepal conserva la belleza de las construcciones antiguas y la magia de los mercados donde vendedores y paseantes marchan de un lado a otro intercambiando desde flores de alta montaña hasta chales hilados tan finamente que pasan por un la circunferencia de un anillo. Tanto la capital del reino como las otras pequeñas urbes, cuentan en la actualidad con hoteles cinco estrellas, muchos de ellos ocupados por escaladores que van a desafiar las nieves eternas y los pasos de montañas, o a recorrer con mochilas al hombro los valles y los pequeños pueblos del interior.

Más allá de Katmandú están los sembradíos y selvas vírgenes como las del Parque Chitwan, en el Terai. Esa región, plagada de bosques de bambú y arrozales, resguarda rinocerontes de un cuerno, distintas clases de cocodrilos y tigres de Bengala. Además, tiene paisajes maravillosos conformados por ríos serpenteantes, parcelas cultivadas y la majestuosa silueta de picos como el Everest y el Annapurna, que pueden ser observados desde el aires gracias a un vuelo de una hora realizados en pequeños aviones.

Reserva Natural de Sagarmartha

El valle de Pokhara
Por su parte, la Reserva Natural de Sagarmartha (declarada patrimonio mundial por la Unesco) es la puerta de ingreso a Tibet, Bhutan y Sikim, y a sitios religiosos donde es posible hacer retiros espirituales. Allí se pueden presenciar ceremonias inolvidables en santuarios donde hileras de monjes, acompañados por niños aspirantes a religiosos, permanecen en posición de loto repitiendo una plegaria matizada con el tañido agudo de una campana o un gong que rompe el monocorde sonido de la oración o del mantram.

Finalmente -y asumiendo que la idea de finitud en Nepal tiene un valor absolutamente relativo-, existe otro verdadero imperdible: se trata del valle de Pokhara. Se sugiere visitarlo.

Desde allí parten las excursiones hacia el macizo de Annapurna, y también hacia la ciudad de Namche Bazar, conocida como la capital de los sherpas, y a Kirtipur, una pequeña y encantadora urbe famosa por la milenaria tradición de los telares y su Universidad Tribhuvan.

Territorio enigmático, techo del mundo, el turista encontrará en Nepal no solamente una cultura exótica y paisajes arrebatadores, sino una forma diferente de vivir la vida.

En el reino de Shangri-la, las sonrisas son suaves y habituales. Y para visitarlo es fundamental saber usar la palabra namasté, cuyo significado es "bienvenido", "adiós" y "gracias", una palabra hermosa que se dice con las palmas unidas en el centro del pecho e inclinando la cabeza como en una reverencia.

Valle de Pokhara

Datos útiles
Lo curioso
Decenas de miles de animales se sacrifican durante la fiesta religiosa de Dasain, que tiene lugar durante octubre.

Visado
Los ciudadanos extranjeros, a excepción de los de la India, requieren de visa (la misma puede ser tramitada en la India o bien al llegar a Nepal).

Quienes practican montañismo deben solicitar un permiso especial cuando el trayecto de su viaje impone desvios de las principales carreteras del país. Las mejores épocas para viajar son de octubre a noviembre, y febrero a abril.

Informacion
www.nepal.es
www.welcomenepal.com
www.turismodenepal.com
www.visitnepal.com

María Teresa Morresi
Clarín - Viajes
Fotos: web

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