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jueves, 27 de mayo de 2010

Italia: Fontana di Trevi


Cábalas y rituales de la buena suerte encandilan a viajeros, enamorados y estudiantes del mundo entero. En la Fontana di Trevi arrojan tres mil euros por día

La suerte, a veces, se llama regreso y exige a quien quiera volver a una ciudad la realización de más de una curiosa pantomima. Aquellos que hayan quedado encandilados por la belleza de los Uffizzi o de la Piazza della Signoria, en Florencia, deberán estar dispuestos a acariciar en público a un cerdo de metal (el Porcellino) para que los dioses escuchen su ruego y lo dejen volver a una de las pocas ciudades que unió su destino al Renacimiento. Roma también cuenta con su propio conjuro para garantizarle al visitante un pasaje de vuelta; habrá aquí que ponerse de espaldas a la Fontana de Trevi y lanzar una, dos o tres monedas.

Desde luego, no todos los viajeros se conforman con algo tan simple. Veamos, si no, lo que sucede en Verona, la ciudad del Véneto renacida a la gloria de la mano de William Shakespeare en el siglo XV. En efecto, no fue sino a partir de la historia de Romeo y Julieta que la preciosa ciudad medieval a los pies del monte Lessi se convirtió en un lugar de peregrinación para enamorados. Hasta Via Capello 26 llegan de a miles. Según la tradición, basta con dejar el nombre de una pareja en una grieta de la pared para asegurarles dicha y romanticismo.


Palabras más, palabras menos, lo mismo que repiten los goldolieri venecianos sobre las parejas que deciden pasar, tomados de la mano, por debajo del mítico Puente de los Suspiros. Lo que nadie dice es que los mentados suspiros que dieron nombre al puente fueron de tristeza: los prisioneros que iban camino a la cárcel, al pasar por debajo del puente lloraban al ver la ciudad por última vez. Pero como no todo el mundo busca suerte en los viajes o en el amor (ese otro viaje), también existen rituales o “cábalas” para atraer la fortuna hacia otras áreas de la vida.

Los exámenes, por caso. En Santiago de Compostela, ciudad estudiantil por definición, en el interior de la magnífica catedral románica existe una curiosa figura de piedra. Representa a un hombre arrodillado y se dice que es el maestro Mateo, el artífice del Pórtico de la Gloria. Hasta Mateo llegan, en vísperas de exámenes, todos los alumnos. Basta con chocar la propia cabeza contra la de la escultura para que la sabiduría (y las buenas notas) se hagan presentes. Tan es así que al pobre Mateo ya nadie lo llama por su nombre. Le dicen “el santo de los coscorrones”. A caprichosa, a la diosa Fortuna no hay quién le gane.


Una fortuna en monedas
Miles de turistas lanzando monedas en el mismo lugar dan como resultado, al cabo de un día, una suma cercana a los 3.000 euros. ¿Por qué semejante fervor en la Fontana de Trevi? Una vez más, por la suerte, claro. Según cuenta la leyenda (historia por otra parte popularizada en la película Tres monedas en la fuente), quien se coloque de espaldas a la fontana y lance con su mano derecha una moneda por sobre su hombro izquierdo, volverá a la ciudad.

Pero si se entusiasma y lanza una segunda moneda, cuando regrese encontrará además un amor romano. Más aún: si lanza tres, además de regresar y enamorarse, se casará en la misma ciudad. Tres promesas demasiado tentadoras como para no terminar arrojando monedas a mansalva a los pies de un Neptuno que ni se da por aludido.

Fernanda Sandez
Diario Perfil - Turismo
Fotos: Web

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece una informacion demasiada interesante y antigua dar a concoer el origen de este espectacular monumento