• Quilmes - Buenos Aires - Argentina

domingo, 10 de noviembre de 2013

Una aventura darwiniana - Puerto Deseado (Santa Cruz)



Para exploradores, un destino patagónico diferente junto al Atlántico, con una curiosa ría, abundante fauna marina y una rica historia de pioneros

Cuando el explorador Charles Darwin llegó en 1833 a Puerto Deseado, en Santa Cruz, se sorprendió por la desolación de la Patagonia y el inmenso territorio virgen por descubrir. En su diario de viaje escribió: No creo haber visto jamás un lugar más alejado del resto del mundo que esta grieta de rocas en medio de la inmensa llanura.

Cualquier turista que visite hoy este lugar tiene una sensación parecida. Como en el siglo XIX, aún queda mucho por explorar en Puerto Deseado, en la costa atlántica santacruceña, donde los visitantes más frecuentes son los pingüinos Magallanes, los lobos marinos y las toninas overas, entre otras especies.

Pero a pesar de la desolación hay signos de tiempos de mayor actividad, como en los miradores de Darwin, aquel lugar donde escribió la citada observación y desde donde se ve el puesto de Cerro del Paso, o Cerro Pancho, abandonado a la orilla de la ría que tanto identifica a Puerto Deseado. Allí hubo alguna vez una fuerte actividad comercial, sobre todo portuaria, aunque hoy cueste imaginarlo.

La ría, un cauce de río seco invadido por agua de mar, es uno de los principales atractivos turísticos del pueblo costero, única en su especie en América del Sur, con un recorrido de 42 kilómetros. Su navegación es una de las actividades más recomendadas para hacer apenas se llega a esta ciudad.

Desde los miradores de Darwin se ve la profunda huella que dejó el Río Deseado, que se puede recorrer en gomones semirrígidos por el cañón o haciendo trekking, desde los miradores hasta el cauce. La excursión por agua dura siete horas; por tierra, cuatro.


Un barco llamado deseo
La historia de esta ciudad se remonta a 1520, cuando Hernando de Magallanes descubrió la ría, a la que llamo bahía de los Trabajadores, en su intento por encontrar una salida hacia el Pacífico. El actual nombre de la ciudad se le debe al navegante inglés Thomas Cavendish, que en 1586 llegó a bordo de una embarcación llamada Desiré.

Hoy, según sus autoridades, la ciudad intenta seguir un modelo turístico similar al de Península Valdés, destino con el que de hecho guarda muchas similitudes en cuanto a flora y fauna. La Reserva Natural Ría Deseado, en la entrada de Puerto Deseado y delimitada por la totalidad de la ría, protege las costas, islas e islotes y un sector de la estepa patagónica. Y es un buen lugar para hacer avistamiento de aves y fauna marina. Los tours suelen realizarse en compañía de toninas overas, uno de los delfines más pequeños del mundo, mientras que los pingüinos Magallanes tienen sus colonias en varios de los islotes, junto a los lobos marinos.

Hay alrededor de quince especies de aves marinas y costeras que nidifican en el área, entre ellas cuatro cormoranes: el gris, el imperial, el de cuello negro y el biguá. También están los pingüinos patagónicos; dos especies de escúas, la parda y la común; tres de gaviotines: el sudamericano, el de pico amarillo y el real; dos gaviotas: la cocinera y la gris, además del petrel gigante del Sur.

Pero los grandes protagonistas son los pingüinos de penacho amarillo, una variedad que sólo se ve en el Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino, dependiente de Parques Nacionales.

La llegada de los penacho amarillo se produce en octubre. Días atrás, cuando un grupo de periodistas visitó el lugar, la expectativa por ver a estos pingüinos era grande, especialmente porque nadie confirmaba que hubieran llegado. Su aparición estelar ante las cámaras, pequeños, estáticos, con el pecho blanco erguido exhibiendo sus furiosos ojos rojos debajo del penacho amarillo entre las rocas, justificó la travesía.

A diferencia de los pingüinos Magallanes, que caminan balanceándose, moviendo la cabeza de lado a lado y son esquivos, los penacho amarillo dan saltos, son curiosos, tienen un carácter temperamental y permiten una mayor cercanía.

En la isla también conviven con los pingüinos Magallanes y los lobos marinos. Además hay un faro y restos de la época en que funcionó la Compañía Pesquera, dedicada a la caza de lobos para producir aceite y vender los cueros. Los lobos parecen recordar esa época y es muy difícil aproximarse a ellos sin que escapen atemorizados, así que para verlos de cerca hay que ser extremadamente cuidadosos.

La Compañía Pesquera se estableció entre 1790 y 1807, y desarrolló su actividad hasta que una fragata inglesa atacó Puerto Deseado, paralelamente a las invasiones inglesas que acontecían en Buenos Aires. En octubre de 1807 los colonos se trasladaron a Patagones, y la Compañía Pesquera quedó abandonada, al igual que Puerto Deseado, que se reativaría con el arribo del ferrocarril.

Una parte fundamental de la historia de Puerto Deseado tiene que ver con el tren. "En Puerto Deseado todos tuvimos que ver de alguna manera con el tren, ya sea por nuestro trabajo como por el de nuestros padres, tíos, hermanos o abuelos. Por eso es tan importante para la gente", explica Ricardo Alejandro Vázquez, miembro fundador del Museo Ferroviario y "desertor familiar del ferrocarril", como él mismo se presenta, ya que su padre y su abuelo trabajaron ahí, pero cuando le llegaba el momento a él la estación se cerró.

El proyecto del ferrocarril se constituyó con la idea de unir la Patagonia en un trayecto de 1200 kilómetros desde Puerto Deseado hasta el lago Nahuel Huapi, donde habría una ciudad universitaria. "Había un proyecto nacional para poblar la Patagonia", remarca Vázquez. "Además necesitábamos establecer soberanía en la región por la amenaza de los chilenos y los ingleses en las Malvinas", agrega sentado en una gran mesa de madera en lo que fue la recepción de la magnífica estación de piedra de estilo inglés.

Pero antes del ferrocarril, uno de los primeros avances en el crecimiento de la zona llegó en 1902, con la instalación del correo en Cabo Blanco, a 88 kilómetros de Puerto Deseado, donde hoy funciona un faro desde el que se puede ver la colonia de lobos marinos de dos pelos más importante de la zona.

Hace unos años, un grupo de alumnos de la Universidad Católica Argentina (UCA) empezó a trabajar en la puesta en valor de la casa donde funcionó el correo. Este trabajo forma parte del Programa de Investigación Geográfico Político Patagónico, que también planea la reconstrucción de un tren turístico para la ciudad (ver recuadro). Por otra parte, en 1909 se iniciaron las obras para la construcción del tren. Se instalaron colonias de inmigrantes españoles e italianos y en 1910 abrió la primera escuela. Pero la obra nunca terminaría de concretarse y en 1914 se frenaron a la altura de Las Heras, en el kilómetro 404.

Con el surgimiento del ferrocarril llegaron nuevos pueblos y paradas alrededor de la ciudad portuaria. Se construyeron un total de 14 estaciones, una cada 20 kilómetros, que es lo que la locomotora podía funcionar hasta volver a cargar vapor, y una de ellas fue Tellier.

En este lugar se encuentra la estancia Los Cedros, de Cliria Torrens y Arturo Soule, con un gran salón armado como museo: desde puntas de flecha y boleadoras hasta viejas botellas de bebidas alcohólicas y carteles de boliches. En la estancia, además de comer un delicioso cordero patagónico se puede comprar frutas y verduras frescas que se cultivan en el vivero y licores de Calafate y guinda.

Puerto Deseado, además de tener pingüinos, maravillas naturales y una historia fascinante, también es un gran lugar para los amantes de la comida, especialmente los pescados y mariscos. En la ciudad hay varios lugares recomendables, como Puerto Cristal, en el centro de la ciudad.

El desafío hoy para esta ciudad, que ya es un sitio turístico atractivo y tiene todas las condiciones para crecer, es conseguir financiamiento para desarrollar mejores accesos y más propuestas interesantes.


De cara a la livertà
Así como llevó el desarrollo a la región, el ferrocarril se vincula también con un oscuro capítulo de la historia: los asesinatos de las huelgas obreras en la Patagonia entre 1920 y 1921. Desde hace dos años, el tour De cara a la livertà sigue los pasos de aquellos huelguistas por doce lugares clave en Puerto Deseado (donde fue asesinado el ferroviario Domingo F. Olmedo), a través de carteles escritos en español, inglés y braille en el muelle San Ramón, Puerto Jenkins, Cine Teatro Español, la antigua comisaría, el vagón reservado 502, la Compañía Argentina del Sud, los talleres gráficos de El Orden, el Cine Colón, el hotel Argentino, la antigua cancha de piedra paleta, la estación de ferrocarril y el cementerio.

El circuito está organizado por Marisa Mansilla, una bibliotecaria apasionada por la historia, y para su inauguración contó con la presencia de Osvaldo Bayer, uno de los principales investigadores de aquellos trágicos hechos.

De la época del ferrocarril hoy quedan la hermosa estación inglesa, en muy buenas condiciones, y el reservado 502, vagón que funciona como museo en la plaza central, el único que sobrevivió al saqueo del tren en noviembre de 1980, declarado sitio de interés provincial.

Además del 502 queda en la gente un anhelo por reconstruir el tren. "Que funcione el tren es nuestro sueño", enfatizó Vázquez. Y por suerte, parte de ese sueño se puede llegar a concretar con el trabajo de los estudiantes de la UCA para poner sobre ruedas el tren turístico Tren Deseado. Este emprendimiento lo llevan adelante un grupo de estudiantes de Ingeniería, Ciencias Políticas, Turismo, Comunicación Periodística y Publicitaria, asistidos por sus profesores que, sumando la colaboración de los amantes del ferrocarril y técnicos ferroviarios, consiguieron unos vagones y recaudan fondos para las obras.

Así se sumará un motivo más para conocer el lugar que deslumbró a Darwin hace 180 años, los pingüinos de penacho amarillo que lo eligen como único lugar continental donde anidan y se reproducen, y a los turistas que se animan a llegar hasta ahí nomás del fin del mundo.


DATOS UTILES
Cómo llegar
La ciudad está comunicada a través de la ruta nacional 281 con la ruta nacional 3. Está 304 kilómetros de Comodoro Rivadavia, 788 de Río Gallegos, 210 de Caleta Olivia y 2024 de Buenos Aires.

Marina Herrmann 
Diario La Nación (Argentina)
Fotos: Web