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domingo, 10 de noviembre de 2013

Una aventura darwiniana - Puerto Deseado (Santa Cruz)



Para exploradores, un destino patagónico diferente junto al Atlántico, con una curiosa ría, abundante fauna marina y una rica historia de pioneros

Cuando el explorador Charles Darwin llegó en 1833 a Puerto Deseado, en Santa Cruz, se sorprendió por la desolación de la Patagonia y el inmenso territorio virgen por descubrir. En su diario de viaje escribió: No creo haber visto jamás un lugar más alejado del resto del mundo que esta grieta de rocas en medio de la inmensa llanura.

Cualquier turista que visite hoy este lugar tiene una sensación parecida. Como en el siglo XIX, aún queda mucho por explorar en Puerto Deseado, en la costa atlántica santacruceña, donde los visitantes más frecuentes son los pingüinos Magallanes, los lobos marinos y las toninas overas, entre otras especies.

Pero a pesar de la desolación hay signos de tiempos de mayor actividad, como en los miradores de Darwin, aquel lugar donde escribió la citada observación y desde donde se ve el puesto de Cerro del Paso, o Cerro Pancho, abandonado a la orilla de la ría que tanto identifica a Puerto Deseado. Allí hubo alguna vez una fuerte actividad comercial, sobre todo portuaria, aunque hoy cueste imaginarlo.

La ría, un cauce de río seco invadido por agua de mar, es uno de los principales atractivos turísticos del pueblo costero, única en su especie en América del Sur, con un recorrido de 42 kilómetros. Su navegación es una de las actividades más recomendadas para hacer apenas se llega a esta ciudad.

Desde los miradores de Darwin se ve la profunda huella que dejó el Río Deseado, que se puede recorrer en gomones semirrígidos por el cañón o haciendo trekking, desde los miradores hasta el cauce. La excursión por agua dura siete horas; por tierra, cuatro.


Un barco llamado deseo
La historia de esta ciudad se remonta a 1520, cuando Hernando de Magallanes descubrió la ría, a la que llamo bahía de los Trabajadores, en su intento por encontrar una salida hacia el Pacífico. El actual nombre de la ciudad se le debe al navegante inglés Thomas Cavendish, que en 1586 llegó a bordo de una embarcación llamada Desiré.

Hoy, según sus autoridades, la ciudad intenta seguir un modelo turístico similar al de Península Valdés, destino con el que de hecho guarda muchas similitudes en cuanto a flora y fauna. La Reserva Natural Ría Deseado, en la entrada de Puerto Deseado y delimitada por la totalidad de la ría, protege las costas, islas e islotes y un sector de la estepa patagónica. Y es un buen lugar para hacer avistamiento de aves y fauna marina. Los tours suelen realizarse en compañía de toninas overas, uno de los delfines más pequeños del mundo, mientras que los pingüinos Magallanes tienen sus colonias en varios de los islotes, junto a los lobos marinos.

Hay alrededor de quince especies de aves marinas y costeras que nidifican en el área, entre ellas cuatro cormoranes: el gris, el imperial, el de cuello negro y el biguá. También están los pingüinos patagónicos; dos especies de escúas, la parda y la común; tres de gaviotines: el sudamericano, el de pico amarillo y el real; dos gaviotas: la cocinera y la gris, además del petrel gigante del Sur.

Pero los grandes protagonistas son los pingüinos de penacho amarillo, una variedad que sólo se ve en el Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino, dependiente de Parques Nacionales.

La llegada de los penacho amarillo se produce en octubre. Días atrás, cuando un grupo de periodistas visitó el lugar, la expectativa por ver a estos pingüinos era grande, especialmente porque nadie confirmaba que hubieran llegado. Su aparición estelar ante las cámaras, pequeños, estáticos, con el pecho blanco erguido exhibiendo sus furiosos ojos rojos debajo del penacho amarillo entre las rocas, justificó la travesía.

A diferencia de los pingüinos Magallanes, que caminan balanceándose, moviendo la cabeza de lado a lado y son esquivos, los penacho amarillo dan saltos, son curiosos, tienen un carácter temperamental y permiten una mayor cercanía.

En la isla también conviven con los pingüinos Magallanes y los lobos marinos. Además hay un faro y restos de la época en que funcionó la Compañía Pesquera, dedicada a la caza de lobos para producir aceite y vender los cueros. Los lobos parecen recordar esa época y es muy difícil aproximarse a ellos sin que escapen atemorizados, así que para verlos de cerca hay que ser extremadamente cuidadosos.

La Compañía Pesquera se estableció entre 1790 y 1807, y desarrolló su actividad hasta que una fragata inglesa atacó Puerto Deseado, paralelamente a las invasiones inglesas que acontecían en Buenos Aires. En octubre de 1807 los colonos se trasladaron a Patagones, y la Compañía Pesquera quedó abandonada, al igual que Puerto Deseado, que se reativaría con el arribo del ferrocarril.

Una parte fundamental de la historia de Puerto Deseado tiene que ver con el tren. "En Puerto Deseado todos tuvimos que ver de alguna manera con el tren, ya sea por nuestro trabajo como por el de nuestros padres, tíos, hermanos o abuelos. Por eso es tan importante para la gente", explica Ricardo Alejandro Vázquez, miembro fundador del Museo Ferroviario y "desertor familiar del ferrocarril", como él mismo se presenta, ya que su padre y su abuelo trabajaron ahí, pero cuando le llegaba el momento a él la estación se cerró.

El proyecto del ferrocarril se constituyó con la idea de unir la Patagonia en un trayecto de 1200 kilómetros desde Puerto Deseado hasta el lago Nahuel Huapi, donde habría una ciudad universitaria. "Había un proyecto nacional para poblar la Patagonia", remarca Vázquez. "Además necesitábamos establecer soberanía en la región por la amenaza de los chilenos y los ingleses en las Malvinas", agrega sentado en una gran mesa de madera en lo que fue la recepción de la magnífica estación de piedra de estilo inglés.

Pero antes del ferrocarril, uno de los primeros avances en el crecimiento de la zona llegó en 1902, con la instalación del correo en Cabo Blanco, a 88 kilómetros de Puerto Deseado, donde hoy funciona un faro desde el que se puede ver la colonia de lobos marinos de dos pelos más importante de la zona.

Hace unos años, un grupo de alumnos de la Universidad Católica Argentina (UCA) empezó a trabajar en la puesta en valor de la casa donde funcionó el correo. Este trabajo forma parte del Programa de Investigación Geográfico Político Patagónico, que también planea la reconstrucción de un tren turístico para la ciudad (ver recuadro). Por otra parte, en 1909 se iniciaron las obras para la construcción del tren. Se instalaron colonias de inmigrantes españoles e italianos y en 1910 abrió la primera escuela. Pero la obra nunca terminaría de concretarse y en 1914 se frenaron a la altura de Las Heras, en el kilómetro 404.

Con el surgimiento del ferrocarril llegaron nuevos pueblos y paradas alrededor de la ciudad portuaria. Se construyeron un total de 14 estaciones, una cada 20 kilómetros, que es lo que la locomotora podía funcionar hasta volver a cargar vapor, y una de ellas fue Tellier.

En este lugar se encuentra la estancia Los Cedros, de Cliria Torrens y Arturo Soule, con un gran salón armado como museo: desde puntas de flecha y boleadoras hasta viejas botellas de bebidas alcohólicas y carteles de boliches. En la estancia, además de comer un delicioso cordero patagónico se puede comprar frutas y verduras frescas que se cultivan en el vivero y licores de Calafate y guinda.

Puerto Deseado, además de tener pingüinos, maravillas naturales y una historia fascinante, también es un gran lugar para los amantes de la comida, especialmente los pescados y mariscos. En la ciudad hay varios lugares recomendables, como Puerto Cristal, en el centro de la ciudad.

El desafío hoy para esta ciudad, que ya es un sitio turístico atractivo y tiene todas las condiciones para crecer, es conseguir financiamiento para desarrollar mejores accesos y más propuestas interesantes.


De cara a la livertà
Así como llevó el desarrollo a la región, el ferrocarril se vincula también con un oscuro capítulo de la historia: los asesinatos de las huelgas obreras en la Patagonia entre 1920 y 1921. Desde hace dos años, el tour De cara a la livertà sigue los pasos de aquellos huelguistas por doce lugares clave en Puerto Deseado (donde fue asesinado el ferroviario Domingo F. Olmedo), a través de carteles escritos en español, inglés y braille en el muelle San Ramón, Puerto Jenkins, Cine Teatro Español, la antigua comisaría, el vagón reservado 502, la Compañía Argentina del Sud, los talleres gráficos de El Orden, el Cine Colón, el hotel Argentino, la antigua cancha de piedra paleta, la estación de ferrocarril y el cementerio.

El circuito está organizado por Marisa Mansilla, una bibliotecaria apasionada por la historia, y para su inauguración contó con la presencia de Osvaldo Bayer, uno de los principales investigadores de aquellos trágicos hechos.

De la época del ferrocarril hoy quedan la hermosa estación inglesa, en muy buenas condiciones, y el reservado 502, vagón que funciona como museo en la plaza central, el único que sobrevivió al saqueo del tren en noviembre de 1980, declarado sitio de interés provincial.

Además del 502 queda en la gente un anhelo por reconstruir el tren. "Que funcione el tren es nuestro sueño", enfatizó Vázquez. Y por suerte, parte de ese sueño se puede llegar a concretar con el trabajo de los estudiantes de la UCA para poner sobre ruedas el tren turístico Tren Deseado. Este emprendimiento lo llevan adelante un grupo de estudiantes de Ingeniería, Ciencias Políticas, Turismo, Comunicación Periodística y Publicitaria, asistidos por sus profesores que, sumando la colaboración de los amantes del ferrocarril y técnicos ferroviarios, consiguieron unos vagones y recaudan fondos para las obras.

Así se sumará un motivo más para conocer el lugar que deslumbró a Darwin hace 180 años, los pingüinos de penacho amarillo que lo eligen como único lugar continental donde anidan y se reproducen, y a los turistas que se animan a llegar hasta ahí nomás del fin del mundo.


DATOS UTILES
Cómo llegar
La ciudad está comunicada a través de la ruta nacional 281 con la ruta nacional 3. Está 304 kilómetros de Comodoro Rivadavia, 788 de Río Gallegos, 210 de Caleta Olivia y 2024 de Buenos Aires.

Marina Herrmann 
Diario La Nación (Argentina)
Fotos: Web



lunes, 16 de septiembre de 2013

Los Estados Unidos y un recorrido por la Costa Oeste

 
 
Desde Los Ángeles hasta San Francisco, pasando por Monterey, Santa Bárbara y el condado de Orange, un recorrido por los enclaves más imponentes de California. Un itinerario para conducir por la Ruta 1, zigzagueando entre los acantilados del Pacífico, parada a parada.

Estado Dorado, se lo apodó. Pensar en él gatilla un sinfín de imágenes y melodías que cruzan la pantalla de la mente. A toda velocidad, un surfer corre hasta la orilla y, boca abajo sobre su tabla, rema hacia la masa de agua azul que baña las playas californianas. En la ruta que bordea esa postal, un grupo de jóvenes en una Volkswagen Kombi –icónica van del movimiento hippie– guitarrea clásicos de The Doors, Grateful Dead, The Eagles... Por el carril contrario, un ejecutivo se dirige a su mansión de Beverly Hills piloteando su convertible. Lo escoltan tres robustos montados en sus Harley Davidson. Transitan, todos, la misma autopista: Route 1, alias Highway 1, Cabrillo Highway, Pacific Coast Highway o Coast Highway, según el tramo. Son 1.055 kilómetros de pavimento que, entre el bullicio urbano de Los Ángeles y los paisajes salvajes, casi vírgenes, de Monterey, dibujan la Costa Oeste de los Estados Unidos. Esa que ensalzó Jack Kerouac en On the road y Big Sur, y que Hollywood estereotipó forever.

Ciudad de ángeles
 Las puertas del aeropuerto LAX se abren a una orquesta de bocinas agudas y valijas ruidosas que vibran contra el pavimento. Transfers de las principales agencias rent a car levantan a los recién llegados. Sin cargo, los trasladan a las oficinas donde, por unos u$s 500 semanales, alquilan un auto para comenzar su road trip. Las autopistas de Los Ángeles se cruzan como loops en una montaña rusa. Congestionado, el tráfico da cuenta de que es, detrás de Nueva York, la segunda ciudad más poblada de los Estados Unidos: 3,8 millones de habitantes. La tranquilidad se esconde en Redondo Beach, Hermosa Beach y Manhattan Beach, tres pueblos costeros donde predomina la cultura surfer: a unos 15 minutos del aeropuerto, son enclaves ideales para hacer base y, desde allí, visitar los highlights de la metrópoli angelina.
 
El recorrido empieza en Santa Mónica. Vertiginoso, el paseo en su vuelta al mundo es una alternativa para disfrutar de un plano cenital de la ciudad. Se alza sobre Santa Mónica Pier, muelle que sirvió como escenario de Forrest Gump, entre otros clásicos del cine. Es, también, el punto en donde culmina la legendaria Ruta 66, que une Chicago con Los Ángeles.
 
 
A pocas cuadras del mar, la peatonal Third Street Promenade despliega una amplia variedad de restaurantes, cafés y tiendas de lujo. Mientras algunos hacen shopping, otros bajan al muelle, alquilan bicicletas o rollers y serpentean la costa hasta llegar a Venice Beach. Allí, skaters, artesanos y músicos recrean una atmósfera más propia de los años ‘60. Es la playa en donde, cinco décadas atrás, Jim Morrison y Ray Manzarek se encontraron para fundar uno de los grupos más influyentes del rock, The Doors.

Malibú es otra cita obligada. Aquí, el cartel de la Ruta 1 cambia por el de Pacific Coast Highway (PCH). Un incesante oleaje embiste las rocas. A la derecha, los caminos se arquean, abrazan la montaña y desembocan en mansiones con vistas envidiables. Es la escenografía que eligieron los productores de la sitcom Two and a half men para filmar sus 10 temporadas. Una joya escondida en este trayecto es la reserva natural Point Dume, soberbio paraje donde el sol tiñe el continente de un rosa anaranjado y desaparece en el horizonte. Con las primeras estrellas, se emprende el regreso al downtown. Antes, una parada en el restaurante Gladstones: cubierto, intencionalmente, con cáscaras de maní, su piso cruje mientras los comensales ocupan las mesas para disfrutar de un menú que incluye mejillones, ostras y cangrejos. La luna, baila en el mar.

Aplanadora de sueños
 Al día siguiente, el GPS traza el camino al corazón del entretenimiento: Hollywood. Meca de la industria cinematográfica. Cumplidora y aplanadora de sueños. Vulgar, elegante, rústica, lujosa... Los contrastes están a la vista. Las veredas del Walk of Fame, donde las celebrities más aclamadas ostentan su estrella, huelen a comida frita. En esas cuadras se erige el Chinese Theater, en el que fijaron sus huellas emblemáticas personalidades como Marilyn Monroe, y el Dolby Theater (ex Kodak), donde se entregan los Oscars.

El aire se vuelve puro colina arriba, hacia Hollywood Hills. En el trayecto, el célebre cartel de la homónima ciudad asoma intermitentemente entre los árboles. Hay que subir por la calle North Beachwood Dr., continuar por Ledgewood Dr., doblar a la derecha en Mulholland, estacionar el auto y caminar una hora y media para obtener la mejor (y más secreta) postal: una vista panorámica, desde detrás del cartel, que revela lagos, montañas, el Pacífico y, aislado en la inmensidad, el puñado de edificios cubiertos con una fina capa de smog que conforman el centro de Los Ángeles. El regreso es por Sunset Strip: llegando a los barrios de West Hollywood y Beverly Hills, todo se vuelve lujo. Vale la pena desviarse en Rodeo Drive, espejo de la Quinta Avenida neoyorquina, y adentrarse en Bel Air para descubrir las mansiones de los famosos.
 
Brújula al sur
Mañana gris en Los Ángeles. Never rains in Southern California, se burla el hit de Albert Hammond, que suena en la radio. Hacia ese punto cardinal, la Ruta 1 atraviesa un abanico de ciudades (Long Beach, Huntington Beach, Newport Beach) en las que vale la pena detenerse a admirar, desde el auto, cómo los veleros se mecen en sus puertos. También, parar a degustar un clásico fish n’ chips o un plato de vieiras en el muelle. Es casi una hora y media de manejo hasta Laguna Beach, en Orange County (OC). Elegantes, sus calles céntricas bordean la costa y albergan galerías de arte, restaurantes de cocina francesa e italiana (en general, con vista al mar) y finas chocolaterías. La vidriera multicolor de The Candy Baron atrae al transeúnte con barriles rebosantes de caramelos, gummies, chupetines y taffy. El aroma a marshmallow que gana la calle cada vez que alguien entra o sale de la tienda invita a declararle la guerra a cualquier dieta.
 
Lo ideal es descansar una noche en Laguna para, al día siguiente, volver a la ruta. Siempre paralela al Pacífico –aquí, se transforma en Interstate 5–, demora otra hora y media hasta llegar al punto más sur de California, casi en la frontera con México. San Diego es conocida por su zoológico, hogar de más de 3.700 animales. Sorprende, también, por las aguas turquesas de La Jolla y los techos rojiblancos del centenario Hotel del Coronado. En Gaslamp Quarter, casco histórico de la ciudad, las avenidas 3rd, 4th y 5th esconden las propuestas gastronómicas más tentadoras.
 
 Una buena opción es el pub The Hopping Pig (probar las ribs ahumadas con reducción de merlot y la crème brûlée con berries). A pocos minutos de allí, nace el puente que conecta el continente con la Isla Coronado, que alberga el homónimo hotel. También, cuenta con el restaurante Coronado Boathouse, con su glorieta sobre el mar donde desfilan platos con langostas en salsa de manteca, calamares fritos y salmón con glasé de naranja. Antes de emprender el largo camino al norte, un pequeño desvío por las playas de La Jolla y un paseo por las majestuosas residencias que descansan sobre sus colinas.
 

Acantilados sobre el Pacífico
El mapa se abre en dos. Las opciones son repetir Pacific Coast Highway (PCH), atravesando Orange County, o tomar la Interstate 5, alternativa más rápida para regresar a Los Ángeles. A la altura de Santa Mónica habrá que conectar con PCH, pasar nuevamente por Malibú y, ahora sí, enfilar hacia el norte. Son entre 6 y 7 horas al volante hasta Santa Bárbara que, pequeña y amigable, invita a pasear entre las palmeras de State Street, vía principal que desemboca en el muelle. Recuperar energías en uno de sus bed & breakfast es una pausa inexorable antes de retomar la ruta.

El día empieza temprano. El trayecto a Monterey (cerca de 7 horas) es, quizás, el más memorable del recorrido. Conviene hacerlo con luz natural para disfrutar al máximo de sus vistas escénicas. Un breve desvío por la 101 deja al descubierto Solvang, un pueblo danés de película. De vuelta en la 1, el camino es llano y huele a eucaliptos. A cada lado nacen granjas familiares, con sus icónicos graneros. Los pueblos (Goleta, Lompoc, Vandenberg Village, Orcutt, Guadalupe, Grover Beach, Pismo Beach) pasan a toda velocidad. Surge, a lo lejos, una roca solitaria, que alguien olvidó anclada en el mar. Welcome to Morro Bay, saluda el cartel. En su zona céntrica, el restaurante Otter Rock Café, con vista al mar, es un buen refugio para almorzar mientras divertidas focas bailan junto al pier. Llegando a San Simeon, el castillo Hearst despunta sobre la derecha. ‘La cuesta encantada’, la llamó su dueño, el magnate de los medios que inspiró el personaje protagónico de Citizen Kane, clásica película de Orson Welles.
 
La travesía se vuelve salvaje, natural, virgen. Sopla el viento. Tanto, que hace tambalear el auto. Pero el verdadero desafío comienza unos kilómetros después, con los primeros acantilados. Pendientes, curvas y, por supuesto, los filosos paredones en caída libre al Pacífico. Hay varios puntos panorámicos donde detenerse a retratar esa postal y sentir la adrenalina de hacer equilibrio sobre el borde oeste de América.
 
El arqueado puente de madera Bixby Creek anuncia la llegada a Big Sur, enclave en el que, también, es indispensable frenar para admirar la vista. Se avanza por Carmel hasta llegar, finalmente, a Monterey. Lo recomendable es comer en los centros gastronómicos Fisherman’s Wharf o Cannery Road, dormir en la ciudad –pesquera, ventosa, pintoresca– y esperar al día siguiente para iniciar el 17-Mile Drive. Como su nombre lo indica, se trata de un camino de 17 millas (27 kilómetros) que agrupa las mejores vistas escénicas de la península. Entre canchas de golf, mansiones sobre acantilados y playas blancas, como Pebble Beach, se cruzan ciervos y un sinnúmero de especies avícolas. Naturaleza en estado puro. Restan unas tres horas de manejo hasta San Francisco. ¿Una última parada? El faro Pigeon Point Lighthouse, en medio del grandioso Pacífico.
 
The city by the bay
 Llegar a San Francisco equivale a cruzar la meta de una eterna maratón. Una inmensa satisfacción aflora cuando, del horizonte de edificios, se desprende la estructura triangular que pinta las postales franciscanas: la pirámide Transamérica. Arquitectura victoriana, puentes majestuosos y calles con pendientes pronunciadas le dan forma al mapa urbano. El medio de transporte ideal para conocer sus rincones es la bicicleta. También se puede recorrer en subte, tranvía y los característicos colectivos eléctricos que recorren las calles prendidos de una red de cables, como autos chocadores. En Union Square, corazón del downtown, se dan cita tiendas de moda, bakeries y librerías donde perder la noción del tiempo. A pocos metros de allí, sobre la avenida Grant, el paraíso del regateo: Chinatown, hogar de la comunidad china occidental más grande del mundo. Donde comienza la diagonal Market Street, a metros del Ferry Building, se alza el puerto Embarcadero, con el renovado Bay Bridge como telón de fondo. Al caminarlo se ve la Isla Alcatraz, donde funcionaba la cárcel que enrejó a Al Capone, entre otros gángsters. Se llega a Fisherman’s Wharf, donde un espectáculo de carros ambulantes cocinan platos de cangrejo para disfrutar on the go.
 
Cuando el sol vuelve a asomar, la agenda pide visitar Pacific Heights, barrio residencial cuyas calles empinadas revelan una magnífica vista de la bahía. En el parque Alamo Square se encuentra el célebre retrato de idénticas casas victorianas, con la ciudad de fondo. The Castro, el barrio gay desde donde Harvey Milk lanzó su campaña política y ganó un asiento en la legislatura de San Francisco, es otro point de arquitectura victoriana. Pero el panorama más espectacular se encuentra entre los hierros naranjas del puente Golden Gate. Una vez cruzado, el camino desemboca en Sausalito, pueblo costero prolijo y paquetón. Para concluir la velada, una cena en The Spinnaker, a la vera del puerto. Es el punto final del road trip. Desmantelados quedaron los recónditos secretos de la tierra californiana. Violenta, en sus afilados confines; pacífica, bajo el abrigo de sus pueblos. Un kilometraje acumulado que permanecerá por siempre en la memoria.

Hits ruteros
 We’re out there having fun, in the warm California Sun, canta Joey Ramone, líder de The Ramones, en su versión del tema California Sun, escrito originalmente por The Rivieras. La melodía resuena en una cafetería de Hermosa Beach. El dueño acaba de descolgar el cartel que advertía: Gone surfin’. Es la filosofía que acuñan los locales en los pueblos de la franja costera entre San Diego y Los Ángeles. Esa que transmiten hits de The Beach Boys, como California girls, Wouldn’t it be nice y Surfin’ USA. Camino al norte, las vertiginosas curvas de la Ruta 1 hacer chirriar las cubiertas. Emulan el quejido del riff de Jimmy Page en In my time of dying (Led Zeppelin). El trayecto asciende, al compás del teclado de Ray Manzarek en Roadhouse blues (The Doors) y atraviesa una nube espesa cuando suena otro tema de Zeppelin, Misty mountain hop. Hasta San Francisco, Ripple, Sugar magnolia y Friend of the devil (Grateful Dead) acompañan la travesía.

APPS del viajero
Hotwire Hotels: Una práctica manera de reservar alojamiento. Luego de elegir el destino y la fecha de llegada (no hace falta hacerlo con demasiada anticipación, uno o dos días antes son suficientes), rankea los mejores precios de los hoteles de la zona. Se puede obtener un lujoso resort cuatro estrellas por u$s 60 la noche.
 
Songkick: A partir de la música que uno lleva en su smartphone, tablet, laptop, mp3 y demás dispositivos móviles, escanea qué artistas y bandas de la librería musical están de gira en la zona.

Foursquare: Una forma rápida de localizar restaurantes, cafeterías, shoppings y demás centros gastronómicos o de entretenimiento en el área.
 
Evernote: Funciona, principalmente, como anotador. Pero puede utilizarse para sacar fotos, escribirles un epígrafe y guardarlas como bocetos para, luego, armar un álbum visual del recorrido.
 
WordReference: Si cuesta descifrar algunas palabras en inglés (sobre todo, los nombres de las delicias en los menús costeros), la app del diccionario traduce los términos de la lengua anglosajona al español, y viceversa.

Budget
Alquiler de auto: Desde u$s 500 por semana (incluye seguro).
Nafta regular: u$s 30 para llenar el tanque de un auto con motor pequeño.
Hospedaje en cuatro estrellas en Orange County (vía Hotwire): Desde u$s 60 por noche (incluye
wi-fi y estacionamiento).
 
Camila Fronzo
Fotos: Revista Apertura
 

sábado, 31 de agosto de 2013

Oaxaca, México: Mercado de Tlacolula


En Tlacolula ya había mercado antes de la llegada de los españoles, como era costumbre también en otras regiones de México.

El domingo es día de mercado en Tlacolula y desde distintos pueblos llegan mujeres indígenas con flores, especias, verduras, artesanías y animales a vender sus productos.

Entre las sierras que rodean los valles centrales del sur de México, a unos 30 kilómetros de la ciudad colonial de Oaxaca, Tlacolula invita a perderse por callecitas convertidas en bazar ambulante, con colores, sabores y aromas que remontan a tiempos prehispánicos.

De todo hay: chile seco, saltamontes para comer, semillas, ramos de albahaca, tomates, alebrijes, como se conoce a unas coloridas figuras fantásticas talladas en madera, licuadoras, cerámica, bolsos hechos en telar, pavos vivos para el guiso.

No es un mercado montado para turistas con estatuillas prehispánicas y collares étnicos made in China, sino el mercado de los lugareños.

Hasta aquí llegan hombres cubiertos con sombrero y mujeres con trenzas, falda y blusa bordada de colores a comprar los machetes de acero con los que trabajarán en el campo o las sandalias de cuero duro que acompañarán sus pasos.

El pregón y el movimiento son constantes alrededor del templo de Nuestra Señora de la Asunción y la capilla del Santo Cristo de Tlacolula, a la que vale la pena entrar para ver sus relieves barrocos de hoja de oro, las lámparas y el barandal de plata y las esculturas y pinturas de los siglos XVII y XVIII recién restaurados.

 

“Cinco de cebolla, cinco de cebolla“. “Hay veneno: la última cena para las ratas“. “Sin compromiso, mi reina“. “Pruebe unos chapulines“.

Eufemia Hernández Mateo lleva 45 de sus 60 años vendiendo chapulines. Tiene un gran recipiente con estos pequeños saltamontes color rojizo y otro con chapulines más grandes que, según dicen los lugareños, son menos sabrosos -aunque quizás más fotogénicos- porque los buenos son los chiquitos de la temporada de lluvias.

En Oaxaca forman parte del menú. Pero también los turistas los buscan en el mercado, algunos sólo para tomarles fotos y contar la anécdota, otros para sentir su sabor crujiente. Los insectos, importante fuente de proteína, forman parte de la gastronomía local desde antes de que los españoles desembarcaran en lo que hoy es México.

 


Para poder llevarlos a la mesa hay que “pescarlos” de madrugada en los sembradíos de alfalfa. A eso se dedica la familia de Eufemia. ”Se atrapan con unas redes como de pesca, pero más finas, a la una de la mañana cuando ya están durmiendo“, explica, mientras saca un montón de un recipiente, usando una cazuela como cucharón, y los entrega a un comprador en una bolsita de plástico.

Después de atraparlos se limpian con agua fría y se los sumerge en agua recién hervida durante unos cinco minutos en un colador. Luego les agregan ajo, limón y sal y los dejan secar. Con eso ya están listos para comerlos como aperitivo, solos, en pequeñas tostadas o desparramados sobre el queso.

En los puestos del mercado se vende también sal de gusano, canela molida y polvo de mango, pasta para hacer mole, una salsa picante que acompaña distintos guisados, y tejate, una bebida prehispánica espumosa de sabor harinado, algo pesada, que se prepara con maíz, cacao blanco, carozo de mamey, flor de cacao y azúcar.

En Tlacolula ya había mercado antes de la llegada de los españoles, como era costumbre también en otras regiones de México.
 

De hecho, el conquistador español Hernán Cortés quedó impresionado cuando visitó el enorme mercado de Tlatelolco de los aztecas, en lo que es actualmente la capital mexicana, y lo describió en las cartas de relación que escribió al rey Carlos I como un sitio ordenado y con enorme diversidad de productos “donde hay cotidianamente arriba de 60.000 almas comprando y vendiendo”.

En Oaxaca, donde un 60 por ciento de la población es indígena y hay numerosas etnias, como la zapoteca, la mixteca y la triqui, cada pueblo y cada día de la semana tienen su mercado, como Etla los miércoles, Ocotlán los viernes y la ciudad de Oaxaca los sábados.

Se pueden visitar también en esa ciudad los mercados permanentes 20 de Noviembre y Benito Juárez, que, por ser más céntricos, son también más turísticos y un poco más caros, pero igualmente coloridos.

Después de varias horas de paseo por Tlacolula, es probable que empiece a sentirse hambre. Conviene escoger platillos a prueba de visitantes con poco picante y evitando las verduras crudas. Nada como una enorme tlayuda con queso y frijol o como comprar en un puesto de carne un trozo de tasajo para asarlo uno mismo al carbón sobre un anafre y comerlo con una tortilla de maíz calentita.

Al final del día los mercaderes recurren al trueque e intercambian entre sí los productos que les quedaron por los que necesitan. Como en tiempos remotos y con sabor prehispánico.

 
 

DATOS ÚTILES
 ■Cómo llegar:
El aeropuerto más cercano es el de la ciudad de Oaxaca. A Tlacolula se llega por la carretera federal 190 en dirección a Mitla. Se puede ir en taxi, autobús o rentar una camioneta turística para paseos de varias horas en los hoteles.

 ■Qué más ver: En el camino está Santa María de El Tule con un famoso árbol de más de 2.000 años, y unos 15 kilómetros después de Tlacolula se encuentra el sitio arqueológico de Mitla de la cultura zapoteca.

 ■Más información:
 
* Oficina de Turismo de México (http://www.visitmexico.com/es/oaxaca); Secretaría de Turismo de Oaxaca (http://www.oaxaca.travel/).-
 
 
Diario Perfil - Suplento Turismo
Fotos: Web

domingo, 18 de agosto de 2013

Jordania: Petra, escondida entre las rocas

 
Es uno de los destinos más famosos de todo Medio Oriente: una impecable ciudad, absolutamente tallada en la roca, en la que se lucen a la perfección monumentos, templos, teatros y santuarios de la antigüedad árabe.

El llamado "exotismo cinco estrellas" no solo se hizo famoso gracias al aroma de las especias y la estética de los símbolos milenarios de Oriente, sino que, sitios bíblicos, descubrimientos arqueológicos, imágenes de príncipes, historias de beduinos e, inclusive, el sabor dulce de las pipas de agua y la liviandad del Mar Muerto hicieron lo suyo con Jordania.
 Y allí, uno de los destinos más famosos es Petra, un sitio que ofrece un sinfín de alternativas y mucha historia para asimilar y disfrutar.
 


 
La ciudad de piedra
Sin lugar a dudas, junto a las pirámides de Egipto, Petra es el yacimiento arqueológico más bello de todo Oriente Medio. Una maravilla por partida doble. En primer lugar, por sus largos cañones, desfiladeros y miradores con colores cambiantes que viran de rosa al rojo, al amarillo o al azul en sublimes diseños. Por otra parte, conmueve su arquitectura, con vastas tumbas excavadas y talladas en la roca por una civilización aún poco conocida, la de los nómades nabateos. Todo ello sin olvidar algunos vestigios de la ocupación romana.
 
Pero Petra no sólo son sus monumentos, también es una ciudad sorprendente, repleta de viviendas troglodíticas, algunas de las cuales siguen estando habitadas por nómades de forma clandestina.
 
Testigo de la historia de Medio Oriente, este enclave se encuentra a un par de horas de la capital, Amman, en el fondo de una profunda garganta formada en el desierto. Se trata de una impecable ciudad, absolutamente tallada en la roca, en la que se lucen a la perfección monumentos, templos, teatros y santuarios de la antigüedad árabe.
 
Sus paredes de piedra de 100 metros de altura, repletas de escrituras y símbolos, junto a los canales de agua que acompañan el camino son el deleite de miles de visitantes, y fueron también la escenografía ideal para numerosas películas, como la superproducción norteamericana Indiana Jones.
 
Caminando en silencio entre la tierra raída de Petra es posible imaginarse a los comerciantes que atravesaban la zona trasladando especias y sedas de la India, como también el sonido del ajetreo de las caravanas cargadas de marfil y pieles de África. Aún pareciera resonar el eco de aquellos que hace 2000 años se veían obligados a pagar un generoso impuesto por atravesar la antigua Arabia, y que incluso lo hacían con gusto, al ver a los nabateos construir un reino tan refinado, ingenioso y culto.
 
Cuentan que después de ser anexada al imperio romano en el año 106, Petra cayó en el olvido de Occidente allá por el siglo XVI. Y no fue hasta entrado ya el siglo XIX, que un explorador suizo, Johann Lewis Burckardt, logró redescubrir el lugar disfrazado de beduino. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y la misteriosa ciudad se encuentra ahora rodeada de hoteles y restaurantes de lujo, que de ninguna manera le restan encanto a la experiencia.
 
Los recorridos se pueden hacer a pie o a caballo, desde la mañana muy temprano. Es recomendable reservarse por lo menos tres días para explorar a fondo la zona, ya que hay más de 800 monumentos tallados en la roca, el más llamativo de todos es el llamado "Tesoro". Su fachada, completamente tallada en la roca, está coronada por una urna, que para los beduinos contenía el tesoro de un faraón.
Otro sitio imperdible es el teatro romano, que fue excavado a comienzos de la era cristiana y tenía capacidad para 7000 espectadores. Siguiendo a la derecha aparecen las tumbas reales, que constituyen un verdadero regalo para los ojos, sobre todo desde lejos.
 
Por último, El Monasterio está precedido por escaleras que comienzan en una especie de cañón. Hay 788 escalones (son 45 minutos de subida), que una vez superados regalan un paisaje asombroso. Desde allí se llega al Monasterio, un imponente edificio de 45 metros de alto y 50 de ancho, que posee un sendero que permite subir hasta su imponente cúpula. Un momento sublime, pero, por supuesto, no apto para quienes sufren de vértigo. z we

Datos útiles
Cómo llegar: para llegar a Jordania, la primer escala es Europa. El pasaje a Amman desde Madrid cuesta cerca de 600 euros.
 
 Salud: las únicas vacunas necesarias son la del tétanos y la de la fiebre tifoidea. Esta última se puede comprar en cualquier farmacia, y viene en forma de pastillas.
 
Bebidas: el agua es potable en todo el país, aunque es recomendable tomar agua mineral embotellada. Las bebidas alcohólicas están prohibidas por el Islam, pero en las ciudades turísticas, entre ellas en Petra, se consiguen a altos precios. El té es la bebida nacional por excelencia; se ofrece en todos los sitios y por lo general gratis. El tradicional se prepara con mucha azúcar y se sirve en vasos.
 
Comidas: hay muchos restaurantes en los que se puede degustar auténtica comida árabe a precios razonables. Entre las carnes sólo se encuentra el cordero y el pollo. El alimento básico es el pan árabe hecho sin levadura. El plato nacional es el Mensaf, que lleva una base de arroz cubierta con trozos de cordero guisados en su jugo, y todo ello regado con una salsa de yogurt caliente.
 
El sitio oficial de turismo de Jordania es: www.visitjordan.com.
 
Liz Valotta
Diario El Cronista (Argentina)
 

sábado, 3 de agosto de 2013

Pueblos Alemanes en Coronel Suárez, Provincia de Bs. As.-

 

 

Están en las afueras de Coronel Suárez, cabecera del partido homónimo. Son encalves rurales del suroeste de la provincia que surgieron en el paraje Sauce Corto con la 50 familias llegadas de Rusia hacia 1887.

La llanura ulterior, las estancias, los potreros, los rumbos que fatigan los reseros, el paciente planeta que perdura... Así describe un poema de Borges –dedicado a su bisabuelo Manuel Isidoro Suárez, a quien la ciudad debe su actual nombre– el paisaje que circundaba lo que luego sería la pujante Coronel Suárez, allá por el año mil ochocientos treinta y tantos.

Y mirando las fotos de Josi de Lusarreta –una seguidilla de imágenes de estaciones abandonadas y galpones de chapas grises bajo cielos aún más grises, perros omnipresentes y paredes semiderruidas donde la humedad hace aflorar mundos sobrenaturales (como en el Chico Carlo de Juana de Ibarbourou)– podría decirse que Coronel Suárez es también “el epicentro de los amaneceres y las nieblas más envolventes y más bellos” de la provincia de Buenos Aires.

Además de fotógrafa, Josi es propietaria y anfitriona de La Casa Hotel Boutique, una magnífica casona de ocho dormitorios, de estilo francés, que su abuelo Carlos mandó construir circa 1926 y aún conserva los pisos, el mobiliario y el empapelado originales. Hermosa e imponente como es, La Casa cumple felizmente el destino que Josi y sus tres hijos imaginaron para ella: ser un lugar acogedor, familiar, “una casa para venir a dormir”... aunque las amplias salas de la planta baja y los jardines también invitan al dolce far niente en las largas horas del día.

Así, luego de un reparador descanso, salimos a ver lo que vinimos a ver: las vecinas colonias Santa Trinidad, San José y Santa María, un testimonio vivo de la presencia de los alemanes del Volga en nuestro país.
 
 
Gansos y gallinas
 
Memorias rusas
Las tres colonias todavía conservan sus anchos y sobriamente arbolados bulevares, la capilla que opera como axis mundi, las típicas casas de piedra, adobe o ladrillo oscurísimo y galerías adornadas con cenefas, e incluso algunas , muy pocas, hechas con glebas cortadas directamente de la tierra reseca y trenzada de raíces.
Las tres siguen estando pobladas por gentes de ojos azules y pelo rubio o cobrizo. Como Julio Hartman, organizador de los célebres campeonatos de “kosser” –una variante del Knochenspiel o juego de los huesos, un juego tradicional de los soldados rasos cuyo origen se remontaría a la Guerra de los Cien Años y que actualmente, de todos los lugares del planeta Tierra, sólo se practica en Coronel Suárez–.

Sin perder la sonrisa, Julio nos cuenta la dura historia de sus abuelos, que en cierto modo refleja la de todos los colonos volguenses. “Mis antepasados fueron a trabajar la tierra a las estepas rusas, al sur del río Volga, en los tiempos de la emperatriz Catalina II. Pero después los rusos ya no los quisieron allí y les ofrecieron tierras en Siberia... donde había que luchar contra el hielo y el frío y combatir con fuego a los osos para salvar las cosechas... Y luego de muchas tribulaciones, llegaron a América en un vapor sin rumbo”.

Ese misterioso vapor sin rumbo al que alude Julio era el Strasburg, y en él llegaron las primeras 50 familias alemanas que se instalaron en el paraje Sauce Corto, hacia 1887, dividiéndose en las tres colonias que hasta hoy perduran. Labradores de pura raza, los “alemanes del Volga” despejaron pajonales, piquillines y cortaderas para sembrar el así llamado trigo “ruso” y poco a poco fueron construyendo sus casas, distribuidas según el trazado de las antiguas colonias europeas sobre calles de una sola salida. Muchas de esas primeras viviendas pueden verse todavía en la zona de la Manchurria, en la colonia Santa María, y otras construcciones más recientes, de estilo italianizante o neoclásico, en las colonias San José y Santa Trinidad, por lo que conviene llegar munido de mapa para orientarse.
 
 La Parroquia San José Obrero
 
La Parroquia San José Obrero, con sus dos altas torres coronadas por sendas cruces doradas, se yergue desde 1927 en la colonia 2. Tiene 71 vitrales traídos de Europa y bancos suficientes para albergar a 600 personas –aunque el padre Mario subraya con humor que “como muchas otras, esta iglesia tiene un defecto: no la llenamos”–. Su mayor encanto son las “pinturas encubiertas” que, con ojo avezado, pueden descifrarse en las columnas: el rostro de Cristo, la Virgen Niña y el nombre de Imelda Schwindt, el amor secreto del anónimo pintor que decoró pilares, techos y paredes. Dicen que Imelda vivía frente al templo y que él, rechazado por los padres de ella, le susurró al oído: “Cada vez que entres en la iglesia, te acordarás de mí”. Fiel a su promesa, trazó las letras del nombre de la amada imposible en una columna, junto al banco que ocupaba la familia.

Pero si de historia y costumbres volguenses se trata, nada mejor que visitar el Museo La Palmera – Unsere Leude, situado en una reserva natural a un kilómetro del centro de la colonia Santa María. Pedro Schwerdt, su ingenioso director, nos invita a contemplar las deslumbrantes maquetas realizadas por su suegro Alejandro Streitenberger Maier, músico, inventor y filántropo: equipos de trilla accionados por un pequeño motor, carros, casillas, trenes, norias y molinos para la extracción de agua, cosechadoras, un zimbal, un extraordinario porta-reloj y hasta una bizarra y puntillista guillotina en homenaje a la Revolución Francesa. Antes de despedirnos, probamos los deliciosos kreppel –suerte de tortas fritas bien sequitas– que prepara la esposa de Pedro.

Y ya en tren de sabores y buena mesa (las colonias gozan de merecida fama en ese aspecto), dos recomendaciones de cocina de autor: Dominga, de Francisco Ciganda, que cada noche ofrece una sugerencia alemana; y Weimanhauss, de Javier Graft, con sus deliciosos maultaschen y wickelnudells, también sólo por las noches.
 
 
Estación de D´Orbigny
 
Además de los alemanes
Hacia el norte y hacia el sur de Coronel Suárez, siempre por la RP85, los nombres de los pueblos y caseríos por los que el tren ya no pasa proponen un trayecto entre histórico y nostálgico: Bathurst, D´Orbigny, La Primavera, Otoño... A veces del todo abandonados, otras veces inesperados oasis en la mansa planicie enmarcada por serranías distantes. Y siempre los pastos altos y blandos sacudidos por el viento, las vías del ferrocarril como flechas apuntadas a un destino que ya no cumplen, franjas paralelas donde los niños juegan al equilibrista, trochas que gallos y gallinas merodean esquivos.

Cascada es uno de esos pueblos con estación y galpones todavía en pie, y es también una excepción a la regla: el césped de la plaza está cortado al ras, las hamacas oscilan en sus soportes, las casas deshabitadas parecen haber sido pintadas hace poco... Don Hipólito Rojo, empleado del ferrocarril durante “cuarenta y seis años, cuatro meses y cuatro días”, nos aclara el misterio (que perezosamente ya atribuíamos a la laboriosa mano de una cuadrilla fantasma o a la intervención extraterrestre).
 
 “La municipalidad de Coronel Suárez lo mantiene así por pedido de los antiguos pobladores. El 11 de noviembre de cada año festejamos el aniversario de Cascada con asado, orquesta y baile. Y el último domingo de cada mes viene el cura a dar misa en la capilla, como hoy. Y nosotros venimos a escucharlo. Fíjese...”, dice. Y señala hacia la entrada del pueblo, donde empiezan a aparecer los primeros autos y bicicletas de la pequeña caravana de cascadenses que, como en los cuentos con final feliz, regresan (aunque sea por un ratito) al pago que los vio nacer.
 
Datos Útiles
Alojamiento
 La Casa Hotel Boutique.
Av. Alsina 313, esquina Lamadrid.
T: (02926) 42-2222.
lacasadelusarreta@gmail.com
www.lacasa-hotelboutique.com
De Josi de Lusarreta, la magnífica casona familiar de estilo francés cuenta con ocho amplísimas habitaciones de distintas categorías, una de ellas en planta baja.
 
Comidas
WeimannHaus.
Av. 11 de Mayo 1295. Colonia Santa María.
T: (02926) 49-4360.
FB: WeimannHaus.
El chef Javier Graft deleita a sus comensales con típicos platos volguenses. Viernes y sábado por la noche, domingos al mediodía.
Dominga.
Av. Alemanes del Volga 4475. Colonia San José.
T: (02926) 42-1055.
FB: Dominga Restó.
Francisco Ciganda tiene cada día una sugerencia alemana. Todos los martes, degustación de fiambres y pastas volguenses. Martes a sábado sólo noche; domingos mediodía y noche.
Artemio Gramajo
Brandsen y Belgrano.
T: (02926) 42-3011.
Pastas y regionales. El único que queda felizmente abierto pasadas las dos de la tarde.
 
Museo
Museo La Palmera
A la vera del arroyo Sauce Corto. Colonia Santa María.
T: (02926) 15 40 7377.
lapalmera@sanjosecoop.com.ar
www.museoalemanesdelvolga.blogspot.com.ar
Abierto los fines de semana de 14 a 18. Para otros horarios y días, concertar cita con su director, Pedro Schwerdt.

Teresa Arijón.
Revista Lugares
Edición 204
Fotos: Nacho Arnedo

martes, 16 de julio de 2013

Tips para optimizar los gastos en las vacaciones de invierno

 
Ese oasis que significa el descanso de las vacaciones de invierno en el medio de un año cargado de trabajo y responsabilidades puede volverse un foco de problemas si no se toman las decisiones financieras correctas que dependen en gran medida de la información y la planificación que podamos realizar con anterioridad a la fecha de partida.
 
Aquellos que tengan la suerte de viajar al exterior del país, se encontrarán (como sucede desde octubre del 2011) con problemas para hacerse de las divisas necesarias para afrontar los gastos en el destino elegido. Deberán entonces tener en cuenta algunas limitaciones existentes a la hora de usar las tarjetas de crédito o débito, medio de pago utilizado por los argentinos que viajan fuera del país para aprovechar el tipo de cambio oficial con el que se computan los consumos.
 
Quienes hayan optado por el descanso en alguna de las tantas provincias hermosas de nuestro país, tendrán que administrar bien su dinero para no caer en el consumismo desmedido potenciado por el actual modelo económico y la sensación de "desprendimiento" habitual en períodos vacacionales, con el fin de no pasar luego el segundo semestre del año trabajando para pagar lo gastado durante el descanso. A continuación veremos algunos consejos sencillos y prácticos al respecto.
 
Vacaciones en el interior: separar entre gastos primarios y secundarios
El ahorro puede darse en varios frentes de manera simultánea.
Un esquema muy útil es subdividir los gastos totales en gastos primarios y gastos secundarios.
Los gastos primarios son aquellos derivados del pasaje, estadía, traslado y excursiones.
La opción más popular (pero también, más costosa) es la de comprar directamente un "paquete armado".
 
Pero también existe otra posibilidad mucho más económica: el "hágalo usted mismo", que tiene además la ventaja de poder manejar los tiempos y vincularse más con la gente del lugar.
Internet es un canal ágil y gratuito para averiguar cualquier precio, desde la habitación de un hotel 3 estrellas en Salta hasta el alquiler de un auto en Mendoza.
 
Contactarte con las entidades municipales de turismo del lugar que elijas para vacacionar también puede ser una buena idea, ya que allí te podrán informar sobre actividades y excursiones, pases con descuentos para numerosos lugares de atractivo turístico y te guiarán en todo lo que necesites para una mejor estadía
 
El ahorro generado por tomarse el tiempo de averiguar precios y eventualmente contratar servicios directamente en el lugar de destino, puede cubrir varios días de gastos secundarios (viáticos, comidas, salidas, regalos).
 
Luego, para optimizar estos últimos, es recomendable calcular cuánto dinero hay disponible para gastar durante el viaje y luego dividirlo en partes iguales, una por cada día de vacaciones.
 
Viajes al exterior: lo que tenés que saber de las tarjetas de crédito/débito
Para el Gobierno, los gastos que los argentinos realizan en el exterior representan una fuga de divisas, y por ello es que se han aplicado limitaciones e impuestos que fueron cambiando (leáse endureciéndose) a lo largo del tiempo, sumiendo a la gente en un estado de confusión con respecto al uso de los plásticos en el extranjero.
 
Tarjeta de débito:
En primer lugar, es importante aclarar que no existen al día de hoy mayores restricciones para gastos en el exterior con tarjeta de débito que las que aplica el propio banco emisor del plástico a sus clientes basándose en saldo disponible o límite de gasto diario. Todo gasto realizado se pasará a la cotización oficial de la moneda que rige en el lugar donde se efectuó el mismo más un 20% de impuesto establecido por la AFIP.
 
¿Cómo se puede saber cuál es el tipo de cambio que se terminará aplicando para los gastos? La mejor manera es realizar un gasto pequeño al llegar al país elegido para las vacaciones y ver luego de manera online cuál fue el cambio de referencia utilizado al día siguiente (por más que el dinero se debita en el momento, suele aparecer recién a las 24hs en el resumen online).
Con respecto a las extracciones de divisas con tarjeta de débito, las mismas solo son factibles si se tiene una cuenta corriente en dólares asociada a la misma.
Caso contrario, el plástico solo servirá para realizar consumos pero no para hacerse de dinero físico.
 
Tarjetas de crédito:
Tampoco existen mayores restricciones para la compra con tarjetas de crédito que las que se aplican en la Argentina, referente a límites de gastos mensuales de los usuarios.
Al igual que con el débito, los gastos se computan a tipo de cambio oficial (la diferencia es que hayan sido realizadas en la moneda que sea siempre se pasan a dólares) más un 20% de impuesto, que luego puede ser recuperado dependiendo de la situación fiscal de cada uno (por ejemplo, para los responsables inscriptos es más fácil que para los monotributistas).
 
Con tarjetas de crédito sí es posible retirar dinero en dólares o en la moneda de curso del país visitado, pero hay que tener en cuenta dos aspectos importantes:
  • Es necesario haber gestionado un PIN antes del viaje con el emisor de la tarjeta. Esto se realiza con un simple llamado telefónico y puede incluso gestionarse desde el exterior, pero siempre es mejor hacerlo antes para evitar contratiempos
  • El Gobierno ha establecido un límite de 50 dólares (o su equivalente) para países limítrofes y 800 dólares para países no limítrofes
Esto no quiere decir que gestionando el PIN un viajante se asegura poder retirar 800 dólares si se encuentra vacacionando en un país no limítrofe porque el monto también dependerá de los limites que los emisores del plástico le apliquen a sus clientes (el más común es del 10% del promedio del límite general de compra que tiene el cliente con su tarjeta). Esto también puede averiguarse antes de viajar con un llamado telefónico.
 
Es importante tener en cuenta los gastos que el retiro produce: a los 5 dólares aproximados que cobran las tarjetas hay que sumarle el costo que aplique el cajero del exterior.
 
Conclusión
Como se ve, viajar tranquilo y lograr desconectarse tiene que ver con poner en orden primero los aspectos financieros del viaje.
Tener presente los gastos primarios y secundarios, no endeudarse para viajar, gastar solo lo que se tiene y realizar algunas averiguaciones en el banco con un simple llamado para quienes viajan al exterior y piensan usar sus tarjetas de crédito/débito puede significar la diferencia entre las vacaciones soñadas y un viaje lleno de problemas y contratiempos..
 
Nicolás Litvinoff  / Estudinero
Publicado en el Diario La Nación (Argentina)

domingo, 16 de junio de 2013

Formosa - Argentina: Humedales y Observación de aves

Una gira de cinco días por lo profundo de la norteña provincia de Formosa, recorriendo bosques y humedales en el corazón del Gran Chaco Americano para observar su diversa avifauna en el Parque Nacional Río Pilcomayo, el bañado La Estrella y el riacho Pilagá.
 
Una figurita difícil, al alcance de la vista en lo profundo de Formosa: el surucuá aurora.
 
Practicar birdwatching –según la denominación internacional– o pajareo en buen criollo, es lo que nos atrajo a la capital de Formosa. Esta modalidad de viaje, con millones de seguidores en el mundo, recurre a las mismas silenciosas técnicas de los cazadores, con la diferencia de que a las aves no se les toca una sola pluma. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, 46 millones de personas practican birdwatching –o pajarean– en ese país. El objetivo principal es dispararle al ave... pero sólo con una cámara de fotos. Y finalmente subir las imágenes a esa suerte de álbumes posmodernos de figuritas que son los fotoblogs de estos fanáticos y detectivescos viajeros, que ostentan así a sus “presas”: cuanto más exóticas y difíciles, mejor.
 
La idea del viaje es compenetrarnos con el ambiente de la región fitogeográfica conocida como Gran Chaco Americano, esa planicie que mide 1.000.000 de kilómetros cuadrados con bosques subtropicales que tienen estación seca y conforman la segunda zona boscosa más extensa del mundo después de la Amazonía (abarca las provincias de Santiago del Estero, Chaco, norte de Santa Fe, Córdoba, partes de Salta, San Juan y La Rioja y Paraguay).
 
La provincia de Formosa está precisamente en el corazón geográfico del Chaco Americano, surcada por ríos y poblada por hombres de las culturas wichí y qom. Según datos de la Asociación Aves Argentinas, en Formosa viven 520 de las especies de aves de la Argentina (el 47 por ciento del total del país). Por eso en la provincia hay quince sitios AICA (Areas de Importancia para la Conservación de las Aves).
 


La pértiga es el “motor” de las piraguas para descubrir la diversidad biológica del Gran Chaco Americano.
 
A RODAR
Partimos desde Formosa capital en la camioneta Defender de nuestro guía Puli, rumbo a las selvas en galería del riacho Pilagá, a 30 kilómetros de la ciudad. Llegamos a Mojón de Fierro, un pequeño poblado rural donde los pobladores se dedican a la agricultura y a la carpintería artesanal, y allí nos embarcamos en dos piraguas conducidas por Puli y Pablo Mensía, el otro guía especializado en descubrir aves que nos acompañaría en la gira.
 
Las piraguas avanzan entre bosques en galería donde distinguimos palos blancos, laureles, timbós, mataojos, lapachos rosados y ñandipas guazú. Un grupo de cuatro tucanes –una figurita que no es de las más fáciles– aparece comiendo frutitos entre las ramas de un ingá; son un buen presagio para la jornada. Más tarde vemos una familia de monos carayá –macho con tres hembras y dos crías– cruzando el riacho casi por encima nuestro, mientras usan como puente las ramas de los árboles entre una orilla y la otra.
 
Navegamos en silencio. Las aves cantan pero no se ven y Pablo las identifica a ciegas: “Un saí común, un espinero grande y un arañero picopálido”. Luego oye un tangará común y con su vista de lince lo divisa con su cuerpo amarillo y la cabeza violeta cantando sobre una rama. Sobre la costa, una figurita más fácil: un grupo de urracas bebe indiferente a nuestro paso. Un martín pescador nos cruza a vuelo rasante: “El chico”, aclara Puli, agregando que en la zona hay tres especies de esta ave colorida de pico agudo y notable habilidad para capturar sus presas.
 
Tras una curva del sinuoso riacho Pilagá nos espera una colonia de boyeros yapú con sus enormes nidos pendiendo de delgadas ramas, fuera del alcance de sus predadores sobre el cauce de agua. Un surucuá aurora con su hermoso plumaje se deja fotografiar a discreción: esta especie es pariente del quetzal de Guatemala y construye sus nidos dentro de los termiteros kupi-i en la copa de los árboles, en simbiótica relación con las termitas.
 
Con el atardecer aparece el estridente canto del muitú, una pava grande de monte y muy terrícola que vuela muy poco. Esta ave fue declarada Monumento Natural provincial, ya que está en peligro de extinción. Las oímos, pero no las vemos.
 
Con las últimas luces divisamos un ipequí o ave de sol nadando delante nuestro, pero se deja ver apenas unos segundos y se sumerge para desaparecer en el agua. Varios minutos después resurge, ahora 20 metros más adelante.
 
Todo es amplitud y silencio en el mirador de la laguna Blanca, en el Parque Nacional Río Pilcomayo.

HACIA EL PARQUE NACIONAL
Ya sin luz partimos hacia el Parque Nacional Río Pilcomayo. A la hora y media de viaje llegamos a la localidad de Laguna Blanca, donde está previsto pasar la noche en un hotel. Los birdwatchers –o “pajarólogos”– son necesariamente madrugadores: en caso contrario, no verán gran cosa hasta llegado el atardecer. Con el sol saliendo en la planicie tras las palmas de caranday ingresamos al Parque Nacional. Así como las aves en la selva son coloridas y esquivas, en la sabana de pastos bajos su aspecto es más sobrio y menos llamativo, ya que en el plano abierto no deben llamar mucho la atención porque corren el riesgo de atraer a los predadores. Entonces la atracción del sexo opuesto se hace con bailes y trinos, como es el caso del jilguero y el hornero.
 
Las primeras aves en mostrarse son de la familia de los Tyranidos o “papamoscas”, porque cazan insectos en vuelo realizando un característico “vuelo elástico”. Con esta precisa técnica capturan un insecto velozmente y vuelven a posarse en la misma rama de la que partieron. La primera especie en mostrarnos sus habilidades es una monjita blanca, luego una monjita gris y por último un churrinche macho con su fulgurante rojo escarlata.
 
Claro que no todas las aves vuelan en la sabana. Frente a la camioneta pasa corriendo una enorme perdiz colorada que salta unos metros –lo que le permiten sus cortas alas– alertada por nuestra presencia. Luego nos cruzan a veloz carrera dos chuñas de patas rojas con sus largas patas, la versión sudamericana del correcaminos. Una familia de ñandúes anda en la lejanía: es un macho con sus cuatro hembras.
 
El Parque Nacional Río Pilcomayo protege una valiosa muestra de los distintos ambientes del Chaco húmedo u oriental. Luego del almuerzo recorremos un sendero que se interna en el “monte fuerte”, dominado por quebrachos colorados chaqueños, lapachos y urunday. Estos bosques de maderas duras son el hogar de numerosas aves como el pájaro carpintero (hay aquí más de diez especies), cuyos toc-toc fuertes y secos se oyen a la distancia. El carpintero negro de dorso blanco está entre los más frecuentes y divisamos uno con los binoculares. Mientras tanto el estridente trino de la ratona grande –un ave pequeña de potentes pulmones– nos indica que una anda cerca entre las palmas caranday, ya que su vida depende de estas plantas.
 
Camino a la Laguna Blanca, dentro del Parque Nacional, se cruza delante del vehículo un grupo de pecaríes de collar. Esta laguna es el paisaje más bonito del parque, un espejo de agua de 800 hectáreas con una gran diversidad de aves, que forma parte de la red Ramsar de humedales de importancia internacional.
 
Al avanzar por las pasarelas que bordean la laguna nos flanquea un alto pajonal de huajó y totora de hasta cuatro metros de altura, el hogar propicio para aves como el federal, el angú y la pollona azul. Una infinidad de aves acuáticas parecen jugar a las escondidas asomándose entre la vegetación. Nuestro guía Puli anota cada uno de los avistajes en su libreta de campo y, si tiene dudas, chequea comparando con las fotos su guía de aves.
 
Puli descubre el singular gorjeo de la choca listada y utiliza un reproductor mp3 de sonidos para engañar al ave, que responde al llamado como si dialogara, desafiante y marcando su territorio. Pero el guía aclara que este truco debe utilizarse con máxima precaución, ya que puede alterar el comportamiento de las aves.
 
El atardecer enrojece al cielo mientras dos yacarés overos nadan culebreando en la superficie, cerca de la orilla. A esa hora salen de su letargo estos reptiles de hábitos nocturnos, que durante el día acumulan calor tomando sol en la orilla. Con el crepúsculo comienzan la caza, principalmente de peces. Para ver el globo incandescente del sol hundirse en el horizonte subimos a un mangrullo sobre la costa.
 
El bañado La Estrella, el tercer humedal de Sudamérica y refugio de vida silvestre
 
LA ESTRELLA DE FORMOSA
A la mañana siguiente partimos hacia la ciudad de Las Lomitas, la puerta de ingreso al bañado La Estrella, un humedal de 400.000 hectáreas que es el plato fuerte de la provincia. Después del Pantanal de Brasil y los Esteros de Iberá, es el tercer humedal en importancia de Sudamérica. Nutrido por los desbordes del río Pilcomayo, el bañado La Estrella es un oasis húmedo dentro del paisaje semiárido del Chaco Americano.
 
Unos kilómetros antes de llegar al bañado nos detenemos en un establecimiento rural ganadero de la zona que los guías llaman “el campo de Don Mario Rodríguez”. Allí Don Mario nos invita a recorrer un sendero por el bosque de quebrachos y palo santo donde hay también árboles autóctonos como el guayacán, el itín y el mistol. Estos bosques son el hogar de aves como el esquivo matico –con el cuerpo negro y la cabeza naranja– y los loros habladores a los que vemos en sus nidos. Además habitan entre los espartillares la corzuela o guazuncho (un pequeño cérvido) y osos hormigueros gigantes.
 
Al mediodía Mario nos espera con sopa paraguaya –un soufflé de harina de maíz con cebolla, queso y choclo– y un crepitante asado de cordero. De postre: mamón en almíbar con queso criollo. Después de una siesta de lujo en hamacas al aire libre, partimos hacia el bañado La Estrella.
 
Al atardecer todas las aves del mundo parecen darse cita en este inabarcable humedal. Los champales –arboledas secas de pie en las aguas, cubiertas por enredaderas– son bullangueros y llenos de vida. En una tarde vemos centenares de aves, acaso miles. Unas 300 especies habitan los bañados alborotándose cada amanecer y atardecer, con ensordecedores conciertos de graznidos como el chillido histérico del tero, el grito vigilante del chajá –siempre en pareja– y el silbido agudo y estridente del caracolero.
 
También se oye a veces como un golpeteo de madera –es el pico de las cigüeñas jabirú– e incluso su aleteo, como el de aquellas dos que nos sorprenden a diez metros sobre nuestra cabeza, provocándose en el aire como buscando pelea. Bajo las transparentes aguas también se ven sábalos y pirañas, que en la costa son pescadas a picotazos por el jabirú. Otras especies comunes son el pato real y los tres siriris: el de vientre negro, el pampa y el colorado. Las espátulas rosadas y los negros biguás comparten los árboles secos. En otros hay garzas blancas mezcladas con garzas moras y brujas.
 
Espátula rosada, una de las aves más vistosas que se avistan en territorio formoseño
 
EN FORTIN SOLEDAD
Desde Las Lomitas retomamos viaje por 70 kilómetros hasta la localidad de Fortín Soledad. De manera sutil pero permanente, los paisajes van cambiando y ahora dominan la escena el quebracho colorado santiagueño y el blanco, el algarrobo y el palo santo. También hay muchas cactáceas como el cardón, que alcanza los seis metros, el ucle y el quimil.
 
El paisaje cambia otra vez y el ambiente se transforma en un interminable oasis verde de palmares y champales inundados. Nuevamente nos embarcamos, ahora conducidos por el guía baqueano Carlos Maldonado, quien impulsa el bote con una pértiga. Ya de entrada estamos rodeados de aves y los largavistas son innecesarios. Centenares de aves acuáticas se alimentan caminando por las aguas o vuelan de un lugar a otro, desde patos y cigüeñas como el jabirú hasta las pequeñas jacanas que caminan ruidosamente en grupo sobre la vegetación flotante.
 
Carlos detiene la marcha y exclama: “¡Una curiyú!”. La divisa entre unos arbustos que sobresalen del agua. Se trata de una anaconda amarilla, una boa pariente menor de la verde famosa gracias al cine que habita en Venezuela. Las anacondas criollas son más modestas, pero llegan a superar los tres metros de longitud y los días de sol se enroscan sobre los champales, aprovechando el calorcito.
Luego de una navegación de varias horas desembarcamos en un islote dentro del bañado a disfrutar la sombra de unos añosos algarrobos blancos. El almuerzo es un picnic de empanadas de charqui y un budín de pan con dulce de leche. El guía nos muestra una imponente águila negra y más lejos un aguilucho pampa con su característica cabeza blanca.
 
De regreso merendamos sobre la embarcación un bizcochuelo muy proteico de harina de algarroba producida por una comunidad wichí. Frente a nosotros revolotean miles de aves.
Durante cuatro días, Carlos ha venido anotando cada uno de los avistajes de las distintas especies de aves.
 
Hacemos la check-list final, según dicen los expertos, o “la cuenta” en buen criollo, y Puli lee los resultados en voz alta: “Habiendo recorrido 985 kilómetros hemos visto 139 especies y una cantidad total de aves incontable, una cifra nada despreciable para ustedes, que es su primera salida en viajes de birdwatching. Hemos pajareado de lo lindo. Bienvenidos sean al extraño y ecológico mundo de los pajarólogos”.

DATOS UTILES
Cómo llegar:
Desde Buenos Aires hay vuelos diarios a Formosa capital. Desde Retiro, varias empresas de micro van a Formosa o directo a Las Lomitas. Cuesta $630 el semicama y $690 el cama.
 
Excursiones:
Un paquete de cinco días con la empresa El Jabirú –incluyendo traslados desde Formosa capital a Mojón de Fierro, Laguna Blanca, el Parque Nacional Río Pilcomayo y Las Lomitas, más navegaciones, guía y viandas, almuerzos y meriendas– cuesta $3500 por persona en base doble, $3000 en base cuádruple y $2800 en base séxtuple (no incluye alojamiento).
 
Una excursión de un día al Bañado La Estrella partiendo desde Las Lomitas con navegación y almuerzo cuesta $650 por persona en base doble y $530 en base cuádruple. Más información: (03718) 477001 y (011) 15 50137526. www.eljabiru.com.ar
 
Cuándo ir: Por las crecidas periódicas del Bañado La Estrella, la época de invierno es la mejor. Entre mayo y septiembre se dan los mejores avistajes.
 
Diario Pagina 12
Suplemento Turismo
Fotos: Pagina 12

miércoles, 10 de abril de 2013

Cómo hacer que la tecnología te ayude en tus viajes



Desde las videollamadas de Skype hasta las aplicaciones de mensajería instantánea y la cartografía digital, un recorrido por los servicios on line que transformaron los usos y costumbres de los viajeros

Visitar un centro de información turística, mandar una postal y llamar a los familiares tal vez eran algunas las tareas que cualquier persona tenía en mente cuando se encontraba de viaje en el extranjero. Nada de eso cambió demasiado en los últimos años: se realizan consultas sobre cuál es el mejor hotel (y el más económico, por supuesto), se comparten fotos de las vacaciones en la playa y los llamados internacionales siguen vigentes.

La diferencia está en los recursos utilizados, desde el uso de las conexiones inalámbricas a Internet hasta las computadoras portátiles, los dispositivos móviles y los diversos servicios on line como Skype y Facebook, entre muchos otros. Todos se encuentran cada vez más presentes en la vida diaria de las personas y, dada su naturaleza omnipresente a nivel global, también se adaptan a la perfección en las travesías que emprenden los viajeros.

Cambios de hábitos
"Lo que cambiaron fueron las plataformas, en la forma de contar las historias. No pondría tanto énfasis en la tecnología o los dispositivos en sí", explica Jorge Gobbi, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y autor del sitio Blog de Viajes , que cubre temas relacionados con el turismo y los viajes.

"Antes se utilizaban las recomendaciones boca a boca, un mecanismo que encaja a la perfección en sitios como Facebook y Twitter. También ocurre con plataformas de fotografía como Flickr o Instagram, que aprovechan el recurso visual y la posibilidad de la publicación en tiempo real. Los recuerdos y las experiencias de un viaje ya no se cuentan al regreso, sino mientras se viaja, lo que genera más empatía con otras personas", agrega Gobbi.

Lo usual es que toda consulta para planificar un viaje comience en una búsqueda en la Web, es una tendencia habitual en la mayoría de los casos. "Existe muchísima información disponible, pero a su vez para ciertos destinos en el extranjero, e incluso dentro de la Argentina, hay una ausencia de datos básicos", explica Gobbi.

En general, los viajeros apuntan a información más estructurada de forma previa, tales como pasajes, alojamiento y transporte público, entre otros datos. En cambio, las consultas más específicas se refinan en búsquedas que se complementa con blogs, sitios de viajes especializados y incluso las redes sociales, para definir aspectos relacionados con el lugar de destino en fotos y videos.

"No obstante, un cambio de hábito también se refleja en el traslado de la planificación de la etapa previa al momento de arribar a destino. Mucha información suele ser consultada durante el viaje desde dispositivos móviles con aplicaciones como Foursquatre, Tripadvisor o Yelp, por mencionar algunas".


Experiencias tecno en el camino
"Durante dos meses trabajé como ayudante de electricista en Israel, y durante mi paso por Bulgaria, en una granja orgánica que contacté por Internet para costear mi travesía", cuenta Ignacio Cretini, licenciado en Economía y estudiante de posgrado en Desarrollo Económico.

" Helpex es un sitio interesante, que ofrece un listado con las ofertas laborales destinadas a viajeros que deseen costear sus gastos de forma temporaria. Sin embargo, sólo es útil en aquellos destinos en donde la legislación laboral no es tan estricta. En países como Estados Unidos, Francia o Reino Unido las opciones son más limitadas", explica Cretini, que también utilizó Couchsurfing.org para conseguir hospedaje sin costo.

"Cuando paraba en hosteles aprovechaba el acceso Wi-Fi, lo utilizaba para todo: ver mapas, navegar en la Web, chequear mensajes de correo electrónico y realizar llamadas por Skype. Asimismo, en los bares y cafés que frecuentaba también contaban con este tipo de conexiones. En algunas ocasiones volvía a pasar por el frente de estos comercios y, de forma ocasional, aprovechaba para realizar un pequeño llamado o ver los mensajes que me llegaban a Facebook", cuenta este viajero.

"Después de definir y planificar mi destino, investigo los comentarios de sitios como Tripadvisor y los contrasto con la información disponible en guías como Lonely Planet", cuenta Natalia Karg, una licenciada en Administración de Empresas que inició su travesía en Nueva Zelandia, para luego visitar Australia, el sudeste asiático y China.

"Viajé con un iPhone, que me servía para mantenerme comunicada con Skype, Whatsapp y Facebook mediante una conexión wi-fi", cuenta Karg, que además llevé una netbook, pero sólo la usaba para realizar una copia de resguardo de las fotos"

"Tanto Foursquare como las aplicaciones gratuitas para el transporte público y de las aerolíneas también me sirvieron mucho para recorrer países como China e Indonesia", y destaca que sitios como Skyscanner le permitieron establecer las mejores rutas de viaje con los pasajes más baratos y convenientes.

Durante su travesía también organizó un foro en donde cada uno de los compañeros de viaje registraba sus propias experiencias, pero al final Facebook terminó siendo la plataforma ideal para publicar las fotos de forma rápida y sencilla, con sus amigos y familiares.


Recursos para tener a mano
Los viajeros frecuentes suelen echar mano a la gran oferta de aplicaciones de las principales aerolíneas, que disponen de la información de los vuelos junto a otros datos adicionales, tales como las millas acumuladas o la posibilidad de reservar hoteles y autos. A su vez, tanto Google como BlackBerry disponen de forma integrada servicios como Google Now o BlackBerry Travel, que permiten planificar los viajes bajo la misma modalidad, con los horarios de partida en tiempo real.

En cuanto a la cartografía digital, el recurso estrella de todo viajero, Google Maps y Nokia Maps son las aplicaciones destacadas en este segmento; son gratis y tienen información contextual dividida en mapas que agrupa la distribución del transporte público, puntos de interés y hasta la posibilidad de ver los mapas sin tener la necesidad de estar conectado a Internet (ante la ausencia de un acceso inalámbrico Wi-Fi o para evitar cargos adicionales de roaming).

Y en este punto, para evitar un abultado resumen de cuenta del celular, la mayoría de los celulares modernos permite deshabilitar el uso de la red móvil en el extranjero (pasándolos al Modo Avión ). Internet permite que, desde cualquier acceso Wi-Fi, uno pueda mantenerse comunicado usando videollamadas (Skype, FaceTime o incluso BlackBerry Messenger, que ahora permite establecer llamadas de voz) o utilizar un servicio de chat multiplataforma como Whatsapp, Line, Google Talk u otro de los tantos servicios de mensajería instantánea disponibles para teléfonos móviles .

Para aquellos que añoran a la distancia a sus amigos y familiares se encuentran las videollamadas de Skype, un pionero a la hora de acortar los gastos en las comunicaciones a distancia. Google dispone de Hangout, que permite voz y video simultáneo entre dos o más participantes, mientras que Apple cuenta con la aplicación nativa FaceTime para sus dispositivos.

Guillermo Tomoyose  
Diario La Nación (Argentina)
Fotos: Web