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sábado, 26 de diciembre de 2009

Islas Virgenes: Diosas de mar

Placer caribeño: flotar en aguas transparentes y calmas bajo el radiante sol

Las Islas Vírgenes Británicas son un emblema de la belleza y exuberancia del Caribe oriental. Bahías, morros y palmeras en un archipiélago formado por cuatro islas centrales, islotes y peñascos que emergen de un mar cristalino.

Podrían ser el escenario de la serie Lost, de La laguna azul o de cualquier película que transcurra en un paisaje paradisíaco y asombrosamente bello. Las Islas Vírgenes Británicas, en el Caribe oriental, son una invitación a la más pura naturaleza, con un clima siempre propicio para las actividades al aire libre, aguas cristalinas y arenas blanquísimas. A menos de 100 kilómetros de Puerto Rico, este archipiélago formado por decenas de peñascos, morros e islotes mayores dibuja un óvalo enhebrado en el océano, y si bien las cuatro islas centrales –Tortola, Virgin Gorda, Jost Van Dyke y Anegada– son las más desarrolladas para los visitantes, cada uno de sus rincones invita a una indescriptible sensación de sueño-realidad.

Casi una pintura: palmeras, arena blanca y embarcaciones para andar por las olas

TODO PARA DESCUBRIR
Las Islas Vírgenes están consideradas como la “capital caribeña del deporte a vela”, uno de los motivos que impulsan la visita de más de 400.000 turistas al año, además del snorkeling y el buceo. Aunque las cifras impresionan –más de 1000 habitaciones de hotel, 700 yates disponibles para navegar y dormir, 200 villas y pequeños hoteles, más de 200 bares y restaurantes, decenas de lugares de entretenimiento– predomina una imagen de desolación, tranquilidad y silencio, gracias a la ausencia de torres, casinos o multitudes.

Místicas e inspiradoras de grandes leyendas de aventureros y románticos, sus verdes colinas de caoba y cactus son miradores privilegiados hacia los acantilados, ruinas, arrecifes coralinos y otros santuarios de vida salvaje donde descansan varias especies en extinción. Este compromiso por la preservación instaló a Jean Michel Cousteau, respetado ambientalista e hijo del legendario explorador oceánico Jacques Cousteau, como vocero ambiental de las islas, para crear conciencia del cuidado de uno de los pulmones ambientales más singulares del mundo. También la Asociación Nacional de Parques, establecida ya en 1961, preserva este patrimonio a través de 20 parques nacionales que cubren 736 hectáreas, entre tierra firme y mar.

Gran parte de los 21.000 habitantes viven en Tortola, y luego en Virgen Gorda, Jost Van Dyke y Anegada. Pero para muestra de su estado natural basta mencionar que en esta última isla la población de cabras salvajes, burros y ganado sobrepasa a los humanos en una relación de 10 a 1. Casi el 90% de los isleños es de raza negra, pero hay una buena representación de otros grupos étnicos, entre blancos, chinos, indígenas, portugueses y árabes. Desde luego, el inglés es el idioma predominante, aunque el español es también oficial, debido a la cercanía con San Juan de Puerto Rico, su fuente mayor de visitantes.

Virgin Gorda

LAS CUATRO FANTASTICAS
Tortola es la columna vertebral del canal mayor que reagrupa la escena isleña desde el aire. Los botes de vela y de motor, que se pueden contratar en los distintos paradores, reinan en un radio de 80 millas náuticas y se disputan la escena con el surf, especialmente hacia el norte de Apple y Josiah’s Bay, con muy buenas olas. La isla también se destaca gracias a su extenso bosque, semejante a la mata atlántica brasileña. Y si el complejo Soper Hole es tal vez el mayor atractivo para la actividad deportiva y comercial, Cane Garden Bay se instala como el mayor centro para “actividades energéticas de playa”, el nombre con que se promocionan el yoga y otros ejercicios físico-espirituales.

La que sigue es Virgin Gorda, con playas fabulosas como Savannah Bay, Mountain Point y Long Bay, tres extensas y deshabitadas franjas de arena con forma de curva, ideales para los amantes solitarios y los pescadores esquivos. Trunk Bay, por su parte, está bordeada palmo a palmo por palmeras, como manda la imagen clásica de una playa caribeña.

Hacia el oeste se ubica Jost Van Dyke, según los propios lugareños la isla más generadora del sentimiento de “perdido en el tiempo”. Es el territorio que mejor combina lo salvaje con lo edilicio, por llamarlo de alguna manera. Y resulta curiosa la avenida central, que conduce y muere de lleno en la propia arena.

Finalmente, Anegada se encuentra levemente suspendida al norte en el Atlántico, rodeada de pequeños cayos. “Isla sumergida”, para los nativos, es a su vez un auténtico mundo de arrecifes: por algo su plato tradicional son las langostas, preparadas magistralmente por los chefs locales. El otro detalle son sus 37 kilómetros de playa virgen ininterrumpida, un botón de muestra de la región.

Paradisíaco atardecer sobre la Bahía Norte, en una de las islas centrales

DIAS DE PASEO, PESCA Y BUCEO
Mezcla de caminata y deportes náuticos, un día promedio en las Islas Vírgenes puede comenzar haciendo snorkel en las cuevas de Norman Island. Se cuenta que fue allí donde el escritor escocés Robert Louis Stevenson se inspiró para escribir La isla del tesoro. Y no es para menos: al nadar dentro de esas cuatro cuevas, de hasta 73 metros de profundidad, la visión escenográfica remite a los tesoros escondidos de las películas de piratas y grandes carabelas hundidas en alta mar. Muy cerca, en Angelfish Reef, las aguas son tan claras que un buzo puede mantener la visibilidad hasta 28 metros de profundidad, todo un record. Y si se trata de disfrutar del snorkel hay que destacar la isla Guana, donde el contacto interior con tortugas, rayas y bellas colirrubias se mezcla en el exterior con los multicolores loros y cotorras de las palmeras. Casi tan maravilloso como la isla del Gran Perro, desbordante de arrecifes con corales tipo cuerno de alce.

Después de un almuerzo en Pirates Bight, un restaurante informal de Norman Island que recuerda los tiempos en que los ladrones marinos eran frecuentes visitantes de la zona, se puede navegar hasta la isla de Jost Van Dyke, y recorrer balnearios fabulosos como Ivan’s Stress Free Bar, con su decoración autóctona de caracoles y la sobrepoblación de bebidas exóticas (como el Pain Killers, la caipirinha local, mezcla de ron con jugos y piña, crema de coco y nuez moscada). Para concluir el día con glamour, se puede poner rumbo noreste hacia hasta Bubbly Pool, en la misma isla, donde las aguas del Atlántico infiltradas a través de paredes naturales de rocas crean una minipiscina natural.

The Baths

HACIA LA VIRGEN GORDA
La isla ofrece numerosos golfos para principiantes en snorkel, buceo y el resto de los deportes náuticos. La pequeña Dix Bay, calma y protegida, tiene maravillosas vistas en torno de sus arrecifes. The Baths, por su parte, es una formación de rocas gigantes de granito que se transforman en caminos y pozones de agua tibia, formando cavernas y grutas naturales ideales también para descubrir las especies submarinas.

Otro sitio recomendado es la playa del Mosquito, ubicada al norte y con un mirador que ofrece una panorámica del atardecer sobre el mar. Atentos, algunos paradores improvisan ahí mismo un “sunset cocktail”, con los sabores locales a pleno. Muy cerca, un Yacht Club hace las veces de comercio náutico, ofreciendo alquiler de veleros y botes, equipamiento para pesca y secretos marinos valiosísimos: hoyos de pesca, grietas superficiales, profundos sitios de agua..., el lugar provee datos para encontrar algunas de las 160 variedades de peces de las islas, donde se destacan el peto, el atún, la sierra, el marlin y makako. Una recomendación local si se alquila algún velero es partir hacia la isla de Saba Rock, más al norte aún, donde se atraca en uno de los muelles del diminuto islote-resort Saba Rock Island. El lugar tiene 12 habitaciones, restaurante y una boutique que vende artefactos rescatados de naufragios famosos como el del “Atocha” y el “RMS Rhone”, un vapor inglés que alguna vez midió 92 metros de largo y fue destrozado por un huracán en 1867. Es un sitio muy frecuentado por turistas y buceadores, ya que aún se puede apreciar la punta del buque plantado a pocos metros de profundidad.

Si se decide el regreso, se puede ir navegando directamente (a una hora) hasta Tortola, o visitar Peter Island, antiguamente refugio de piratas y hoy dueña de uno de los spa más grandes del Caribe, cinco solitarias playas y 20 cuevas escondidas en las montañas.

Datos Utiles
Donde Alojarse: la isla ofrece una amplia variedad de hospedajes, desde habitaciones flotantes en veleros, posadas y hoteles de 5 estrellas.

Gastronomia: En casi todos loa lugares pueden pedirse platos tradicionales como el fungi, el lobster de langosta (anegada), el roti y el pate (pan asado a la plancha, relleno con carne picante, mariscos o vegetales)

Pablo Donadio
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web y Turismo Islas Virgenes

sábado, 19 de diciembre de 2009

Volcanes: Donde la Tierra está en llamas

Montañas calientes. Los incas los “calmaban” con sacrificios. Para los mapuches eran el hogar del padre fundador de las razas. Lo cierto es que aún existen en el mundo unos 1.500 volcanes en actividad.

Los pueblos de todos los tiempos temieron sus arranques de furia, pero los turistas les perdieron el miedo. Caminan sobre lava, espían cráteres y hasta esperan la adrenalina de algún temblor.

Los incas ofrecían, cada año, el sacrificio de diez doncellas para evitar su furia; los mapuches creían que era el hogar del Pillán, padre fundador de las razas, y es por ese motivo que le profesaban un respeto natural: querían evitar que se enojara, que desatara su ira. En el norte de Chile, de acuerdo a la leyenda, el Parinacota y el Pomerape eran dos amantes cuya relación fue prohibida por algún Dios sin nombre que se oponía a esta unión. El castigo fue transformarlos, en un abrir y cerrar de ojos, en cerros gemelos. Y la forma que encontraron estos dos amantes de unirse, de acercarse, fue bramar con fuego.

Volcanes, chimeneas gigantes, monstruos ruidosos que rugen desde las entrañas de la tierra, anillos de fuego que despliegan la cólera de la que los ha dotado la naturaleza, una irritación de la que bastan breves segundos para destruir ciudades enteras. Y luego ingresan en prolongados períodos de calma, en la tranquilidad después de la paliza. Lo que para nosotros serían días y meses y años y siglos, para ellos es apenas un instante. Pero los pueblos han aprendido a rehacerse desde sus propias ruinas, desde los restos de esa furia, y los aventureros a caminar sobre los cráteres de la tierra.

El Cinturón de Fuego, en el Pacífico, es una de las zonas más activas, y el más grande está en Africa.

Activos, durmientes, submarinos

El mito dice que la palabra volcán proviene de Vulcano, dios romano del fuego y de la metalurgia. La ciencia explica que se trata de un punto de la superficie terrestre que puede encontrarse en los continentes o en el fondo de los océanos, por donde son expulsados al exterior el magma, los gases y los líquidos del interior de la tierra a elevadas temperaturas. La Asociación Internacional de Vulcanología establece que, hoy en día, existen alrededor de 1.500 volcanes activos en el mundo. Y los países que albergan estos fenómenos naturales han comenzado a explotarlos diseñando circuitos que llegan hasta sus entrañas. Pero antes de emprender la aventura, es importante saber que no todos los volcanes son iguales. En primer lugar, están los activos, aquellos que entran en actividad eruptiva ocasionalmente, y permanecen en reposo la mayor parte del tiempo. El período de actividad puede durar desde una hora a varios años. Y la calma, meses, décadas, siglos. Los durmientes mantienen ciertos signos de actividad, como las aguas termales y las fumarolas. Los que estuvieron en actividad durante períodos muy lejanos y no muestran indicios de reactivación son los extintos. Y por último, los submarinos, que se producen por fisuras en la superficie terrestre que se encuentra bajo el nivel del mar. En su gran mayoría estos se sitúan en zonas de alto movimiento tectónico de placas, también conocidas como dorsales oceánicas.

Aventuras. Explorar volcanes parece peligroso, pero bien guiado, es una experiencia fascinante.

5 y 10

Cinco son las zonas del mundo que poseen mayor concentración de volcanes. La Circumpacífica, conocida como Cinturón de Fuego, una de las más prolíficas del planeta, se extiende alrededor de todo el océano Pacífico y las costas de América, Asia y Oceanía. Los volcanes más activos se encuentran en Alaska, Hawai, Perú, Chile y Filipinas (con más de 300 en su haber). La zona asiático-mediterránea se explaya por los océanos Atlántico y Pacífico en sentido transversal de oeste a este. Los cráteres con mayor acción se concentran en Italia, Turquía e Indonesia. En la zona índica existen muchas islas y montañas submarinas con volcanes activos. La Atlántica comprende los volcanes de Islandia, Santa Helena y los archipiélagos de Azores y Canarias. Y por último, la africana, donde sobresale el Kilimanjaro. A la hora de elegir los diez volcanes más activos del mundo, los especialistas coinciden y dicen: Kilimanjaro (Tanzania), Fuji (Japón), Krakatoa (Indonesia), Popocatépetl (México), Monte Tambora (Indonesia), Kilauea (Hawai), Vesubio (Italia), Etna (Italia), Mauna Loa (Hawai).

Ojo de fuego. Las cimas de los volcanes activos son cráteres con fumarolas y un fondo de lava.

Acción (de Kamchatka al Kilimanjaro)

La adrenalina se siente en cada parte del cuerpo, los latidos del corazón parecen estar jugando una carrera, cada pisada provoca emoción. Recorrer el cráter de un volcán se asemeja a estar caminando por la superficie lunar, pero en la tierra. Pensar que en cualquier momento la lava y el fuego pueden entrar en acción le otorga más aventura a la experiencia.

En Asia las alternativas son tantas como la diversidad de volcanes. Filipinas marcha a la cabeza en este sentido, puesto que el gobierno difunde activamente el turismo volcánico. Las opciones: realizar caminatas por los cañones de lava solidificada y cenizas de la última erupción del monte Pinatubo, que en 1991 causó mil muertos, alcanzar la cumbre y hasta darse un chapuzón en las aguas calientes del lago del cráter. En tanto al volcán Mayon (2400 m), de perfecta forma cónica, es posible ascender y hasta acampar en algunos espacios selváticos permitidos.

Considerado sagrado desde la antigüedad, y muy retratado en el arte japonés, el monte Fuji presenta un atractivo cono volcánico donde se puede practicar alpinismo desde principios de julio hasta finales de agosto. En Kamchatka, la propuesta es contratar excursiones en 4x4 y recorrer la ruta que atraviesa los nueve volcanes más activos del país. Durante el tour es posible caminar por encima de una llanura de ceniza, escuchar los sonidos de la tierra proveniente de los volcanes Mutnovsky, Gorely y Avachinsky y observar la belleza del Kluchevskoy, el más grande de Eurasia.

Entre las nubes, aguarda el Kilimanjaro, en Tanzania. El gigantesco monte no sólo atrae por su tamaño (5800 m) sino también por su historia y su misticismo, que Ernest Hemingway retrató en Las nieves del Kilimanjaro. Se trata de un estratovolcán formado por tres cráteres con nieves perpetuas, gracias al glaciar que existe en su cima. El ascenso es de alta exigencia y hay varias rutas de distinta complejidad, con senderos que llegan a la cumbre a través de un exigente trekking, y otros con escalada en hielo. Una de las más elegidas es la de Marangu, que requiere al menos cinco días hasta llegar al punto final, siempre con guías, porteadores y equipamiento de montaña. Los mejores meses: enero y febrero, o en septiembre y octubre.

Volcan Mauna Loa

Acción 2 (de Hawai a Costa Rica)
Por tierra, mar o aire es posible llegar a los volcanes de Hawai. Es que cada isla del archipiélago hawaiano está integrada por al menos un volcán, y alguna de ellas, por una combinación de varios, como la isla Grande. El Parque Nacional de los Volcanes constituye “el” sitio para observar a estos colosos en acción, como el Mauna Loa (el más alto del mundo) y el Kilauea, que ha estado en continua erupción desde 1983. Contemplar las corrientes de lava fundida, los cráteres humeantes y los lagos de lava es una realidad dentro del área. Algunas condiciones para los visitantes: respetar las reglas de observación de volcanes activos y estar entrenados. Si bien los tours son seguros, el acercamiento puede suponer algún peligro. Para observar las mejores vistas, nada mejor que los recorridos en helicóptero, y para los que prefieren el agua, existen avistajes desde el mar donde se observa cuando la lava sobrepasa los bordes de la isla e ingresa en el océano.

Costa Rica es la meca de los volcanes dentro de América Central, con más de cien de ellos, de los cuales diez tienen actividad como sulfataras, fumarolas y esporádicas erupciones de vapor o lava. El Poás es de muy fácil acceso, ya que todo el camino al cráter principal (activo con pequeñas emisiones de gases y laguna ácida) es asfaltado. Además, dentro del parque existen senderos bien delineados y un bosque nuboso cubierto de bromelias y helechos. El Arenal es otro de los que merece una visita, debido a su gran actividad. De noche expulsa su furia con explosiones intermitentes de ceniza y lava, juegos de pirotecnia naturales que iluminan el cielo de luces incandescentes. Muy cerca, en las terrazas de los hoteles y bares con vista privilegiada, miles de flashes de cámaras fotográficas intentarán captar ese instante único, sublime de la naturaleza.

Valeria Vizzón
Perfil - Turismo

sábado, 12 de diciembre de 2009

Mexico: El pueblo de Tequila

La iglesia de Santiago Apóstol, del siglo XVII, frente a la plaza principal de la ciudad

Cerca de Guadalajara, Tequila es la cuna de la más famosa bebida mexicana, que antiguamente conocieron y disfrutaron sus pobladores nativos. Entre plantaciones de agave que crecen al sol, picantes exquisiteces gastronómicas y recuerdos coloniales, la ciudad invita a conocer el proceso de destilación del tequila y sus bien conocidas consecuencias.

En todos los viajes, además de admirar los grandes atractivos de las ciudades o sitios naturales que se hayan elegido como destino, uno suele quedarse con alguna imagen, generalmente pequeña, que tal vez llegue a ver sólo de casualidad pero sin embargo marca la estadía tanto como las catedrales, los rascacielos, los museos, las cataratas o las montañas nevadas. Pueden ser las antiguas y gastadas balanzas de hierro de las verdulerías de Centro Habana, o las hojas de los almendros cayendo en el agosto de Río de Janeiro, o las escurridizas ardillas del Battery Park de Nueva York, por citar sólo algunas.

En este caso, apenas llegado a la localidad mexicana de Tequila, lo que sorprende al cronista es la “aguja”, con “hilo” y todo, que nuestro anfitrión acaba de cortar del extremo superior de un agave, la planta verde-azulada con que se produce la célebre bebida espirituosa del lugar. Peligrosamente filosa, y con delgados filamentos que cuelgan de su parte inferior y hacen las veces de hilo, esta aguja –la mismísima punta de la planta– bien podría formar parte de cualquier costurero tradicional. Pero además, una fibra interna de esta hoja inmensa y dura sirve como papel. Ambos objetos, por supuesto, eran utilizados varios siglos atrás por los nativos de esta tierra. En tiempos tan tecnológicos, semejante simpleza desconcierta y atrae. Como no podía ser de otra manera, los aborígenes mexicanos también utilizaban el jugo extraído de esta planta para beber en sus ceremonias religiosas. Pero claro, los siglos pasaron, y además de inventarse las agujas de metal y los hilos de coser de seda o algodón, también nacieron los métodos de destilación para los azúcares de las plantas a partir de las cuales se obtienen bebidas. En ese sentido, la Casa Cuervo fue pionera en esta actividad, que comenzó en 1785, y actualmente elabora unos de los mejores tequilas mexicanos.

El “paisaje agavero” típico de Tequila está considerado como Patrimonio de la Humanidad

BEBER CON LOS CINCO SENTIDOS
A 65 kilómetros de Guadalajara, Tequila es un pequeño municipio de Jalisco que ostenta la categoría de “Pueblo Mágico” otorgada por la Secretaría de Turismo de México a las localidades de rico patrimonio histórico y cultural. En este caso se trata del sitio donde se crea la bebida nacional por excelencia, y desde donde parte hacia los principales mercados del mundo: sobre todo hacia el Mediterráneo, ya que Grecia es el mayor importador de tequila en el mundo.

El proceso comienza de manera artesanal y cruda bajo el caliente sol de la zona, con los llamados “jimadores” podando y cortando el agave con distintos machetes y herramientas parecidas a palas, hasta desenterrar de ellos la enorme “piña”, el tubérculo que contiene el azúcar. Posteriormente esta piña será sometida al procedimiento de horneado a vapor, desgarramiento para obtener el jugo, agregado de levadura, fermentación y destilación. Con la compañía de un guía didáctico y preciso, la metodología es fácil de comprender mientras se realiza el recorrido, que comienza en los infinitos campos azulados y finaliza en la fábrica, un inmenso y bellísimo edificio colonial pleno de columnas, esculturas indígenas, plantas y flores (además de un minimuseo con los primeros automóviles utilizados por la empresa para la distribución de su producto, dignos ejemplos de la antigua y elegante industria automotriz local).

Allí, al final del itinerario, el cronista y sus colegas son invitados a la subterránea bodega de la familia Cuervo, donde un gran barril atesora unos cuantos litros de la mejor producción anual. Después de la explicación sobre cómo disfrutar y apreciar la bebida a través del olfato (el aroma varía de acuerdo con la posición de la nariz), la vista (distingue las diferentes tonalidades), el tacto (es obligación tomar la copa por la base, para no aumentar la temperatura del líquido); el oído (el sonido del brindis) y el gusto (por fin probar el “elixir de los dioses”), se comprende por qué los antiguos indígenas le otorgaban poderes superlativos: después de apenas unos sorbos uno es capaz de salir a cortar agaves envuelto en un poncho salteño y, si en vez de sorbos se beben medidas, bien podría inventar una perfecta religión en no más de dos o tres horas. Reímos con las ocurrencias, pero a decir verdad el tequila –contrariamente a lo pensado hasta este especial momento– es una bebida sumamente sofisticada, que como todas las buenas bebidas alcohólicas hay que saber saborear cumpliendo los consejos de los expertos.

Los “jimadores” podan y cortan el agave hasta desenterrar la “piña” que contiene el azúcar

HISTORIA, ARQUITECTURA Y HELADOS
Después de saludar a Pepe, el cuervo mascota de la casa –pájaro bello si los hay, de acharolado y suave plumaje, que la fábrica reemplaza cada tres años para que tenga la posibilidad de vivir en su hábitat natural– el recorrido concluye con un almuerzo en la fonda Cholula, enfrente de Casa Cuervo y tan hermosamente colonial como ella. A primera vista, el plato inicial, como casi todos los platos mexicanos, asusta a los profanos. Lo que parece una especie de guiso flotando en ardiente chile es la famosa “sopa azteca”, una exquisitez preparada con tomates, pan de maíz en rodajas, perejil, pedazos de queso y trocitos de palta que al primer bocado aleja todo temor. Es picante, sí, pero como todas las comidas saboreadas durante el viaje, al instante se transforma en manjar irresistible. Después vendrán una serie de tacos y otras especialidades, todas acompañadas por salsa de guacamole con –pequeño gran detalle– semillas de granada, una combinación insuperable que quedará para siempre como punto particular de la estadía. Y más particular aún, o decididamente increíble, es lo que ocurre en la extensa y concurrida mesa vecina: la mujer que está sentada en la cabecera está cumpliendo ¡108 años!

Y bien, ahorita la tarde libre, un buen rato para caminar y conocer sin apuros. Enfrente de Cholula se encuentra la Plaza de Armas, pintoresca plazoleta donde funciona una feria de ropa, artesanías y golosinas. Hay también una hermosa pérgola de estilo francés, homenajes escultóricos al sacerdote y militar español que se destacó en la primera etapa de la Guerra de Independencia de México, Miguel Hidalgo, y a Benito Juárez, presidente del país en más de un período. A pocos metros, el monumento a los Defensores de la Población de Tequila, que data de 1878. Más adelante se levanta la plaza principal con la correspondiente iglesia, el templo de Santiago Apóstol, que data del siglo XVII; una cuadra entera de bares, en los que uno podría quedarse a vivir sin problemas para sólo contemplar los cientos de botellas de múltiples diseños y coloridas etiquetas dispuestas en las paredes; una pequeña y preciosa capilla, y numerosos y coloridos edificios de la época colonial. En las calles de alrededor, originales transportes con forma de barril pasean a turistas de todo el mundo que, se les nota, sonríen “tequilosamente”. Durante el paseo, otra sorpresa: en la pizarra de una heladería, junto a los gustos tradicionales, pueden leerse otros decididamente más originales: pétalo de rosas, tamarindo con chile, beso oaxaqueño, leche quemada, beso de ángel y... mezcal con higo. Imposible seguir de largo sin probar este último, de indescriptible y delicioso sabor.

El monumento de los Defensores de la Población de Tequila, junto a la Plaza de Armas

BAJO EL VOLCAN

En 2006, la región mexicana donde se produce la bebida fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, bajo la denominación de “Paisaje agavero y antiguas instalaciones industriales de Tequila”. Antiguamente la zona –unas 34.660 hectáreas entre el pie del volcán Tequila, de 3000 metros de altura, y el profundo cañón del río Grande– fue habitada por tribus chichimecas, otomíes, toltecas y nahuatlacas. Esos hombres y mujeres fueron quienes descubrieron el “jugo sagrado” de la planta. Hoy, muchos siglos después, aquellos seguramente alocados rituales se han transformado en la Feria Nacional del Tequila, que se celebra todos los años del 29 de noviembre al 13 de diciembre. Durante esos días hay desfiles, exposiciones de los principales fabricantes, se practica la charrería (parecida a los rodeos estadounidenses), se elige la reina y se puede disfrutar de serenatas con mariachis y fuegos artificiales.

Finalmente, unas horas después del mezcal con higo, mientras atardece sobre la plaza el cronista bebe su último trago en uno de los tentadores bares mencionados. Y piensa, un tanto mareado, en cuánto tiempo puede llevar llegar a cumplir 108 años...

Leonardo Larini
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Pagina 12

domingo, 6 de diciembre de 2009

Hong Kong

El Buda gigante es una de las principales atracciones de la montañosa isla de Lantau, la más grande del archipiélago de Hong Kong

Futurista y monumental, la región es uno de los grandes centros financieros de Asia; combina un régimen occidental y pujante con tradiciones ancestrales de sello oriental


En el ascensor del Harbour Plaza Hong Kong Hotel no existe el piso cuatro, ni el 14, números de mala suerte según la superstición china (debido al parecido fonético del cuatro con la palabra que significa muerte). Porque a pesar de que todos aquí insisten en que "esto es Hong Kong, no China", la impronta del vecino asiático, del que Hong Kong volvió a formar parte en 1997, es difícil de ignorar.

Está a las vista en el bullicio de sus mercados, atiborrados de imitaciones de relojes y carteras y frutos de mar y patos que cuelgan cabeza abajo, siempre con el regateo como ritual de compra. Está a la vista en sus coloridos festejos, con el Año Nuevo chino a la cabeza, pero también en otras celebraciones tales como el cumpleaños de Confucio o las regatas de Tuen Ng (el barco del dragón). Está a la vista en la compulsión al juego (los casinos estarán prohibidos, pero a las casas de apuestas no les va nada mal); en la predilección por platos como la sopa de aleta de tiburón o el nido de golondrina; en la práctica extendida del tai chi chuan; en valores tradicionales como el respeto a la familia, la cortesía y el salvar las apariencias (saving face).

Pero Hong Kong, ciertamente, no es China. Ciento cincuenta y cinco años de dominio inglés (1842-1997) dejaron su sello en este archipiélago que se esparce en el delta del río Perla, sobre la costa sur del Mar de China, y que cuenta con nada menos que 260 islas (la de Hong Hong es la más conocida y poblada, pero ¡solamente son diez las islas habitadas!).

Nombres como Victoria o Salisbury, un sistema legal basado en el derecho anglosajón, una elite financiera en la que operan más de 1000 firmas británicas, los double deckers, la costumbre de manejar por la izquierda, el apego a las normas (cualquier transgresión, desde tirar un papel al viento o escupir en la calle, equivale a unos US$ 60 de multa), son sólo algunos de los legados de la época colonial.

No es China, tampoco, porque aquí existen derechos impensados en el mainland o continente, tales como el de protestar en público o criticar a los líderes. Semejante concesión es parte de la fórmula ideada por Deng Xiaoping "un solo país, dos sistemas", cuando el Reino Unido restituyó Hong Kong a Pekín, en1997. Entre otras licencias, el acuerdo les permite a los hongkoneses mantener un sistema capitalista bajo la egida de una ideología comunista.

Un monje del monasterio budista de Po Lin

"Acá, capitalismo total", dice una y otra vez Alex Cheung, el guía que durante cinco días acompañará al grupo de periodistas por la jungla de luces de neón, las exclusivas casonas de la aún más exclusiva Repulse Bay, las aldeas de pescadores, los relucientes malls o el cosmopolita SoHo hongkonés. "Ronaldinho supo venir mucho de rumba por aquí", comenta Alex a propósito del SoHo, y de inmediato saca a relucir -en la pantalla de su celular último modelo- una foto en la que se lo ve, pura sonrisa, junto al astro brasileño.

La condición capitalista de Hong Kong, cuya Bolsa es la segunda en importancia en Asia (detrás de Tokio), forma parte del carácter intrínseco de la isla. Se adivina desde su mismo estatus de SAR (Región Administrativa Especial; lo tendrá hasta 2047), que implica que no tiene alcalde ni gobernador, sino un CEO que administra el territorio cual empresa; hasta su inagotable propensión al lujo, el consumo y los récords.

Entre estos últimos, vayan algunos ejemplos: es la ciudad con más Rolls-Royce y Ferrari per cápita en el mundo, la tercera en celulares por persona, la que cuenta con el restaurante flotante más grande, la escalera mecánica más larga (800 metros, está al aire libre), el mayor show permanente de luces y sonidos (logró su lugar en el Guinness), el puente colgante más pesado (55.000 toneladas, un piso para autos y otro para trenes). Ni hablar de la pasión por las compras y las marcas: tiene 13 locales Gucci, además del Louis Vuitton y el Zara más grandes de Asia.

Es el único lugar del mundo, por si lo anterior fuera poco, donde se han pagado 1.600.000 euros por una patente de auto con el número 8, el de la suerte y la prosperidad, según la creencia china. Los precios exorbitantes también alcanzan a las propiedades, sobre todo si se tiene en cuenta que el espacio es limitado: 1100 km2 para siete millones de habitantes.

En la isla de Lamma no circulan autos y sobreviven los ritmos de otros tiempos

Eso no impide que todo el tiempo aparezcan más y más edificios: cuando un terreno se revaloriza, lo viejo se derriba sin mayores remordimientos. Así, se levantan gigantes que trepan hasta las nubes y se construyen a velocidad de vértigo con andamios de bambú, que se cubren en el exterior con espejos y cristal y que se orientan en el interior según la filosofía del feng shui.

Esa, la del skyline tipo Manhattan, es la postal más difundida de la isla. Menos popular es la imagen del Hong Kong de los edificios setentosos, aquellos con la ropa colgando de las ventanas al mejor estilo napolitano. Se repite con mayor frecuencia a medida que uno se aleja de la glamorosa isla y se adentra en las otras dos partes que conforman el territorio de Hong Kong: la alborotada península de Kowloon, con sus negocios de electrónica, joyerías, bares y mercados abiertos las 24 horas, y los Nuevos Territorios, donde reside poco más del 50% de la población de Hong Kong, y que se encuentran pegados a China continental.

De esta última, precisamente, llegan más de la mitad de los veintipico millones de turistas que visitan Hong Kong anualmente Este año fue apenas un poco más flojo que 2008, en parte por la crisis económica mundial y en parte por la gripe A. O, si se quiere, porque en 2009 no existe ningún ocho para asegurar la prosperidad

Todas las noches, el show de luces y sonidos ilumina el skyline de Hong Kong. Arriba, el Centro de Convenciones

Seis imperdibles

Presenciar La Sinfonía de Luces
Todos los días, partir de las 20, la ciudad se convierte en una gigante escenografía surcada por rayos láser, haces de colores y reflectores que iluminan 33 rascacielos del puerto de Victoria, a ambos lados del río que divide la isla de Hong Kong y la península de Kowloon. El arco iris de luces, sincronizado hasta la perfección con música sinfónica -puede escucharse sintonizando radios, iPods o celulares-, se disfruta tanto a desde el agua, a bordo de un ferry, como en la orilla donde se extiende el Paseo de las Estrellas, en Kowloon (en la versión local del boulevard hollywoodense están, por ejemplo, las huellas de las manos del actor hongkonés Jackie Chan).

Subir al Monte Victoria en tranvía
Túneles subterráneos; ferries; taxis cuyas puertas se abren solas ante los pasajeros; trenes submarinos; ómnibus, subtes ...forman parte de una red de transporte que funciona con maravillosa perfección. Pero nada como subirse al antiguo tranvía (lleva 100 años funcionando), que trepa por la empinada ladera del monte Victoria, cuyo pico se encuentra a 554 metros, en medio de una frondosa vegetación. Se trata de una de las zonas residenciales más caras de Hong Kong, y entre otras razones se entiende por qué: cuenta con una de las vistas más excepcionales de la isla. Desde allí se divisa, por ejemplo, el Centro de Convenciones, con aires muy similares a la Opera de Sydney, o la torre del International Finance Center, diseñada por César Pelli, que pronto será superada en altura por el World Commercial Center (tendrá 510 metros).

Visitar el Buda gigante
Así se conoce esta mole de bronce que alcanza los 26 metros y 200 toneladas. Construido en 1993, se alza junto al Monasterio Budista de Po Lin, encaramado en la cima de una montaña de la isla de Lantau (isla que dobla en tamaño la de Hong Kong, aunque tiene apenas 25.000 habitantes).A los pies de la estatua hay Starbucks, gift shops y otros negocios que no dejan dudas sobre el carácter comercial del paseo, que de todos modos vale la pena. Sobre todo por las panorámicas que regala el viaje en los funiculares de piso transparente (unos US$ 12 ida y vuelta), entre ellas la del futurista aeropuerto de Hong Kong (diseñado por Norman Foster e inaugurado en 1998).

Conocer la otra cara de Hong Kong
Sí, hay un Hong Kong distinto, lejos de las aglomeraciones, con selvas subtropicales, playas de arena blanca y ritmo pueblerino. No es mala idea recorrer algunas de las islas vecinas para comprobarlo. Un buen ejemplo de ello es Lamma, una isla de pescadores con casas sobre pilotes, sin autos, donde se puede comer mariscos frescos a buenos precios, a 30 minutos en ferry desde la isla de Hong Kong

Pescado disecado y también tiburón, manjares de la gastronomía local

Hacer shopping callejero

Los mercados más dispares se abren incansables en el distrito de Mongkok, en la alborotada Kowloon: el Mercado de las Flores, el Mercado de los Pájaros, Ladies Market... La carrera inagotable del regateo permite comprar de todo, desde imitaciones de carteras hasta las chucherías más absurdas (como el buda que hace pis, el traje de Hello Kitty para perros o el reloj con la cara de Mao).

Entrar en el templo de Man Mo
Construido en 1847, el templo taoísta es uno de los más antiguos de la isla y rinde tributo a los dioses de la literatura (Man) y de la guerra (Mo). En su interior hay ofrendas de frutas; nubes y nubes de humo de incienso atufando a los dioses, y un sabio que recibe consultas por 10 dólares de HK (US$ 1,4).

En internet
www.discoverhongkong.com

Teresa Bausili (Enviada especial)
La Nación - Turismo
Fotos: Teresa Bausili