Llegar al sitio más alejado del mundo es, en sí mismo, todo un reto cargado de curiosidad y adrenalina. Pero aquí, a casi 4000 kilómetros de cualquier otro punto habitado del planeta, hay otros condimentos: a la belleza innata de este archipiélago de origen volcánico se suma su rica cultura polinésica y una historia repleta de leyendas, mitos y misterios.
La isla, enclavada en medio del océano Pacífico Sur y regida por el gobierno chileno desde 1888 -también conocida como Rapa Nui (tierra grande) y Te Pito o Te Henua (ombligo del mundo)- propone cierta ruptura con lo convencional y una incursión hacia cuestiones esenciales de la existencia. En los últimos años, esa oferta la ha convertido en un destino elegido por quienes gustan del turismo arqueológico, ecológico y de aventura.
Con 166 kilómetros cuadrados y una morfología triangular, Pascua posee un clima subtropical, con 20°C promedio en el año, y suele estar atravesada por frescos vientos. Su superficie presenta leves ondulaciones dominadas por tres formaciones volcánicas: Maunga Terevaka (de 511 metros), Poike (de 370 metros) y el Rano Kau (400). En total hay alrededor de 70 cráteres, todos inactivos.
En su mayor parte, la costa está constituida por bordes rocosos y acantilados, y sólo hay unas pocas y pequeñas playas con arena. En algunos puntos altos sobre el litoral o al trepar a alguno de los volcanes se puede admirar un horizonte singular que permite observar la curvatura de la tierra.
El parque nacional Rapa Nui, creado en 1935, donde hay monumentos y estructuras arqueológicas, viviendas ancestrales, plataformas funerarias y piedras grabadas y pintadas (petroglifos y pictografías), ocupa un tercio de la superficie de la isla. Allí, con un celo cada vez más acentuado, los guías habilitados por la Corporación Nacional Forestal advierten a los visitantes sobre la intangibilidad de dicho patrimonio.
Según datos que manejan los operadores turísticos locales, sólo entre 2007 y el último año, los visitantes de la isla pasaron de 55.000 a 65.000. Llegan aquí atraídos por el enigma de los moais, enormes esculturas funerarias erigidas para brindar protección espiritual a los nativos (hasta ahora fueron halladas 887), en busca de explorar los senderos recónditos de la isla o con la intención de sumergirse en sus cristalinas aguas cuyo lecho costero posee una exuberante variedad de fauna y flora marina.
Con unos 4200 habitantes permanentes -de los cuales casi la mitad son de origen rapanui o polinésico- Pascua se enfrenta así a una crisis de crecimiento: su desafío consiste en ponerse a la altura del fuerte aumento de la demanda turística y, al mismo tiempo, tomar los recaudos necesarios para preservar su patrimonio cultural e impedir la polución de su medio ambiente.
Según la mitología pascuense, la isla habría sido ocupada alrededor del año 400 por Hotu Matu?a, rey que provenía de la isla de Hiva y que llegó aquí con un grupo de súbditos huyendo de un cataclismo.
En el siglo XVIII llegaron varios navegantes occidentales. El primero, el holandés Jacob Roggeveen, que en 1722 bautizó el lugar como isla de Pascua. Le siguieron excursiones inglesas, españolas y francesas. Pero según los isleños, ninguno se afincó en el lugar por su aislamiento y porque no hallaron aquí fuentes de riqueza.
Asomados, por unos días, a los enigmas que plantea el legado ancestral de los nativos y cautivados por la suave belleza de la isla, los forasteros suelen emprender el regreso no sin cierta perplejidad. Al fin y al cabo, en ninguna agencia de turismo les prometieron develar el milenario misterio que sigue intacto en la isla, a la espera de nuevos visitantes.
Crecimiento demográfico
En poco tiempo, el gobierno chileno enviará al Congreso un proyecto para modificar la Constitución trasandina y permitir fijar nuevas reglas migratorias para ingresar en el archipiélago.
Días atrás, el 96,3% de los miembros de la etnia rapanui votó en una consulta popular a favor de la reforma constitucional. De los 706 votantes, 678 se inclinaron por apoyar los cambios para regular permanencia y residencia de visitantes. Sólo se opusieron 26 sufragios, el 3,68% de los votantes, mientras que un 0,28% (2) de las papeletas resultaron nulas.
El plebiscito se enmarca en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que entró en vigor en Chile el 15 de septiembre último y reconoce el derecho de los indígenas a ser consultados sobre las medidas legislativas que les afecten.
La principal preocupación en Hanga Roa tiene que ver con limitar al máximo el crecimiento de la población a partir de migraciones. De hecho, ya existen leyes que no hacen nada sencilla la decisión de alguien venido de afuera de quedarse a vivir en la isla. Por ejemplo, está prohibido a los foráneos comprar o alquilar predios y construir.
Según el último censo de población, realizado en 2002, en la isla viven 3800 personas, pero los cálculos de las autoridades locales indican que en la actualidad habría más de 4200 habitantes.
El crecimiento demográfico, según los lugareños, pone en riesgo la preservación ecológica y cultural de este remoto territorio, además de quitar oportunidades laborales a los habitantes locales.
En agosto último, los pascuenses tomaron una medida drástica: un grupo ocupó durante dos días el aeropuerto local para exigir mayor control migratorio. Enseguida, el gobierno de Michelle Bachelet reaccionó y anunció que los turistas que llegaran a la isla deberían presentar una tarjeta de control migratorio especial. La experiencia comenzó a aplicarse en septiembre, pero un fallo de la Corte Suprema de Justicia declaró esta medida ilegal, arbitraria e inconstitucional. Como alternativa se dispuso que el llenado de la tarjeta sea opcional.
Datos útiles
Dormir, comer, pasear
* Hoteles: la mayoría incluye desayuno y los precios varían de US$ 40 a 100 por la habitación single.
* Curanto: comida horneada sobre piedras enterradas, a base de pescado, pollo, carne, papas, batatas, zapallos y bananas.
* De noche: shows de danzas con ritmos cadenciosos de la Polinesia con bailarinas con polleras de hojas naturales.
* Orongo: es la antigua ciudad ceremonial, en la cumbre del volcán Rano Kau. Allí se realizaba una competencia entre jóvenes nativos por el liderazgo de las tribus, que dio lugar a la leyenda del hombre pájaro.
Pablo Morosi
La Nación - Turismo
Fotos: Web
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