Playa de Labadee (al fondo un crucero atracado)
Bajo el lema “Haití, vive la experiencia”, el Gobierno promociona sus paradisíacas playas. ¿Te animas?
Pese a ser el país más pobre de América, y no podes superar las secuelas del gran terremoto de 2010, la República de Haití se presenta sorpresivamente como una de las propuestas más novedosas del año 2013. El país caribeño dispone de una atractiva oferta para todo tipo de visitantes, ya que combina el turismo de sol y playa con la naturaleza, la aventura, los paisajes paradisíacos y los lugares históricos, bellezas que promueve para salir de la crisis.
Bajo el lema “Haití, vive la experiencia”, el Gobierno haitiano se lanzó en esta campaña para repuntar el negocio turístico del país, que ofrece 27.750 kilómetros cuadrados de playas y paraísos naturales de montaña. Cuenta además con rincones particularmente hermosos, como La Citadelle, la fortaleza más grande de América; la casa de Simón Bolívar en Jacmel (sur) y hasta tres parques naturales, además de rutas en bicicleta de montaña y a pie. Y todo eso sin contar sus hermosas playas.
Para los amantes de la historia, el pequeño país caribeño es un enclave único, escenario de la llegada de Cristóbal Colón a la isla de La Española (cuyo territorio comparten Haití y la República Dominicana) y también de la primera república negra del mundo, que logró su independencia, en 1804. La fortaleza de La Citadelle Laferrière, el Palacio y la Capilla de Sans Souci, cerca de Cap Haitien (norte) son muestras de ese histórico pasado.
Bajo el lema “Haití, vive la experiencia”, el Gobierno haitiano se lanzó en esta campaña para repuntar el negocio turístico del país, que ofrece 27.750 kilómetros cuadrados de playas y paraísos naturales de montaña. Cuenta además con rincones particularmente hermosos, como La Citadelle, la fortaleza más grande de América; la casa de Simón Bolívar en Jacmel (sur) y hasta tres parques naturales, además de rutas en bicicleta de montaña y a pie. Y todo eso sin contar sus hermosas playas.
Para los amantes de la historia, el pequeño país caribeño es un enclave único, escenario de la llegada de Cristóbal Colón a la isla de La Española (cuyo territorio comparten Haití y la República Dominicana) y también de la primera república negra del mundo, que logró su independencia, en 1804. La fortaleza de La Citadelle Laferrière, el Palacio y la Capilla de Sans Souci, cerca de Cap Haitien (norte) son muestras de ese histórico pasado.
Carnaval en la Ciudad de Les Cayes
Pero no todo es historia en el norte de Haití. Por ejemplo, cerca de Cap Haitien, Labadie cuenta con un puerto de cruceros con playa privada para sus usuarios, además de interesantes hoteles y playas para el descanso en las proximidades.
La naturaleza en Haití, un país bien conocido por sus paradisíacas playas, es exuberante y variada. Sus sierras y montañas esconden hermosas cascadas, cuevas y rincones paradisíacos, así como tres parques naturales: el Parque Nacional Histórico, en el norte; el Parque Nacional Macaya, en el suroeste y el Parque Nacional La Visite, en el sur.
La Côte des Arcadins es el destino playero más cercano a Puerto Príncipe, situado a unos 45 minutos de la capital, con hoteles y restaurantes donde se puede saborear pescado y marisco frescos acompañados de singularidades como la salsa picante de limón “pikliz”.
Otro de los atractivos de Haití son su cultura y sus tradiciones, entre las que sobresale el carnaval, en particular el de Jacmel, una vez más lugar destacado para el turismo, en este caso por la vistosidad de sus disfraces y carrozas y por la alegría de sus músicas y bailes.
Un país que necesita ingresos. Esta semana la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) advirtió sobre la necesidad de proveer alimentación “inmediata” a más de 500.000 personas, entre ellas 81.600 niños que sufren de malnutrición aguda. Desde el feroz terremoto de enero de 2010, permanecen en campos para refugiados unos 358.000 haitianos que enfrentan el deterioro de sus condiciones de vida. La Minustah informó que para hacer frente a todos estos problemas, Haití necesita una inversión externa de 144 millones de dólares.
Palacio de Sans Souci
Fue constuído por esclavos liberados y tuvo un pasado suntuoso, pero rara vez es visitado por extranjeros
A causa de su convulsionada historia política y su pobreza, Haití es uno de los países menos visitados del Caribe. En su interior, a 15 km de Cap-Haïtien,, oculta el extenso complejo del palacio de Sans Souci, un edificio que su época de esplendor rivalizó con los palacios más bellos de Europa. En la actualidad, está en ruinas, pero merece de todas formas una visita.
Fue el hogar del primer monarca independiente de Haití, el emperador Henri I, también conocido como Henri Christophe, una de las más prominentes figuras de la revolución de esclavos de 1791-1804. Al proclamarse su independencia, se convirtió en la primera nación independiente del mundo liderada por negros.
De entre los generales nativos que habían expulsado al enemigo de la isla destacaba Henri Christophe, un esclavo emancipado, jefe de servicio del «Hotel de la Corona», la posada más refinada de la capital, Cap-Français. Se había casado con la hija mayor del dueño del albergue, Marie-Louise Codovic.
Pero después de la independencia Haití se dividió en dos. Henri Cristophe se embarcó en la construcción de su palacio en 1810 y un año después se declaró a sí mismo rey en el norte del país. Su amada se convirtió en la reina Marie-Louise. El 12 de junio de 1811, fue coronado en una catedral improvisada, donde el arzobispo de Haití depositó las coronas sobre sus cabezas y los ungió con aceite de coco. Poco después se terminó de construir Sans-Souci -calificado por sus contemporáneos como «el más hermoso edificio residencial de toda América»- costándole la vida a cientos, quizás miles de trabajadores.
Ocupaba un predio de 51 metros de largo por 25 metros de ancho, y junto al mismo se ubicaba el complejo gubernamental, que estaba constituido por colegio, hospital, imprenta, capilla, cárcel, arsenal, cuarteles, establos y otras dependencias. Allí se instaló la corte del emperador, formada por cuatro princesas, ocho duques, veintidós condes y treinta y siete barones, todos terratenientes en el norte de Haití.
Como no hay excursiones organizadas a Haití desde la República Dominicana, y se encuentran muy pocos conductores de taxis dispuestos a correr el riesgo, no queda otra que encontrar alguien dispuesto a cruzar la frontera y que tenga un vehículo apropiado en Santo Domingo.
Sobre el Puente fronterizo, del lado haitiano, la localidad de Ouanaminthe es un retrato del caos, la miseria y la desesperación, con cientos de haitianos tratando cruzar a la República Dominicana. Por todos lados se ve una gran cantidad de basura sin recolectar. Soldados uruguayos y chilenos, que forman parte de la fuerza de estabilización de la ONU, tratan de mantener el orden. El camino al palacio no está señalizado de ninguna manera.
El gran edificio del Palacio Sans-Souci se levanta majestuosamente por sobre el pueblo como una corona rota. Ahora está en ruinas, tras haber sido severamente dañado por un terremoto en 1842. Fue en ese entonces cuando Haití fue reunificado, pero como el emperador Henri ya no estaba desde hacía tiempo, nadie se molestó en reconstruirlo.
No obstante, subir sus escaleras, entrar en sus habitaciones y terrazas espaciosas, permite ver por qué es considerado “el Versalles del Caribe”. Algunos historiadores creen que fue diseñado en base al palacio de Federico II el Grande, rey de Prusia, en Potsdam, que lleva el mismo nombre, pero lo cierto es que el palacio prusiano simbolizaba el Iluminismo de aquellos días, mientras que su par haitiano simbolizaba la tiranía y la megalomanía.
Se dice que el emperador Henri fue un cleptócrata brutal, muy similar a la mayoría de los gobernantes haitianos que le sucedieron. Se suicidó disparándose en la cabeza con una bala de plata después de sufrir un ataque en 1820. Su viuda, la emperatriz Marie-Louise, emigró a Europa y falleció en la lejana Pisa, en Italia, soñando con sus suntuosos bailes en la terraza de su amado Sans-Souci.
Fue el hogar del primer monarca independiente de Haití, el emperador Henri I, también conocido como Henri Christophe, una de las más prominentes figuras de la revolución de esclavos de 1791-1804. Al proclamarse su independencia, se convirtió en la primera nación independiente del mundo liderada por negros.
De entre los generales nativos que habían expulsado al enemigo de la isla destacaba Henri Christophe, un esclavo emancipado, jefe de servicio del «Hotel de la Corona», la posada más refinada de la capital, Cap-Français. Se había casado con la hija mayor del dueño del albergue, Marie-Louise Codovic.
Pero después de la independencia Haití se dividió en dos. Henri Cristophe se embarcó en la construcción de su palacio en 1810 y un año después se declaró a sí mismo rey en el norte del país. Su amada se convirtió en la reina Marie-Louise. El 12 de junio de 1811, fue coronado en una catedral improvisada, donde el arzobispo de Haití depositó las coronas sobre sus cabezas y los ungió con aceite de coco. Poco después se terminó de construir Sans-Souci -calificado por sus contemporáneos como «el más hermoso edificio residencial de toda América»- costándole la vida a cientos, quizás miles de trabajadores.
Ocupaba un predio de 51 metros de largo por 25 metros de ancho, y junto al mismo se ubicaba el complejo gubernamental, que estaba constituido por colegio, hospital, imprenta, capilla, cárcel, arsenal, cuarteles, establos y otras dependencias. Allí se instaló la corte del emperador, formada por cuatro princesas, ocho duques, veintidós condes y treinta y siete barones, todos terratenientes en el norte de Haití.
Como no hay excursiones organizadas a Haití desde la República Dominicana, y se encuentran muy pocos conductores de taxis dispuestos a correr el riesgo, no queda otra que encontrar alguien dispuesto a cruzar la frontera y que tenga un vehículo apropiado en Santo Domingo.
Sobre el Puente fronterizo, del lado haitiano, la localidad de Ouanaminthe es un retrato del caos, la miseria y la desesperación, con cientos de haitianos tratando cruzar a la República Dominicana. Por todos lados se ve una gran cantidad de basura sin recolectar. Soldados uruguayos y chilenos, que forman parte de la fuerza de estabilización de la ONU, tratan de mantener el orden. El camino al palacio no está señalizado de ninguna manera.
El gran edificio del Palacio Sans-Souci se levanta majestuosamente por sobre el pueblo como una corona rota. Ahora está en ruinas, tras haber sido severamente dañado por un terremoto en 1842. Fue en ese entonces cuando Haití fue reunificado, pero como el emperador Henri ya no estaba desde hacía tiempo, nadie se molestó en reconstruirlo.
No obstante, subir sus escaleras, entrar en sus habitaciones y terrazas espaciosas, permite ver por qué es considerado “el Versalles del Caribe”. Algunos historiadores creen que fue diseñado en base al palacio de Federico II el Grande, rey de Prusia, en Potsdam, que lleva el mismo nombre, pero lo cierto es que el palacio prusiano simbolizaba el Iluminismo de aquellos días, mientras que su par haitiano simbolizaba la tiranía y la megalomanía.
Se dice que el emperador Henri fue un cleptócrata brutal, muy similar a la mayoría de los gobernantes haitianos que le sucedieron. Se suicidó disparándose en la cabeza con una bala de plata después de sufrir un ataque en 1820. Su viuda, la emperatriz Marie-Louise, emigró a Europa y falleció en la lejana Pisa, en Italia, soñando con sus suntuosos bailes en la terraza de su amado Sans-Souci.
Catedral de Cap Haitien
Fotos: Web