Lejos de ser un viaje monótono, el camino invita a visitar salinas con flamencos, pueblos cargados de historia o el Parque Nacional Lihué Calel
Si la idea es realizar un viaje hacia el sur cordillerano, el paso obligado es La Pampa. Es oportuno para ir aprovechando el recorrido visitar sitios ubicados a la vera de la ruta, o bien distantes, a unos pocos kilómetros.
El circuito por las tierras pampeanas nace al dejar la provincia bonaerense, cuando se ingresa por la ruta 18 (luego rutas 35 y 152) hasta la bifurcación de la ruta 152 con la 143, y se puede elegir allí cualquiera de las dos opciones para continuar el recorrido. Hasta ahí son 155 km totalmente pavimentados y en buen estado, como el resto del trayecto. Si la idea es dirigirse hacia el Sur por la primera vía (ruta 152), son 77 km hasta Lihué Calel, para luego seguir viaje. La otra opción carretera (ruta 143) pasa por Chacharramendi, a 54 km de la bifurcación, para continuar después hacia la Cordillera.
Al dejar regiones bonaerenses, en tierras donde el horizonte no tiene fin y el silencio abunda en la inmensidad del campo, el suelo pampeano ofrece una cautivante geografía de sugestivos escenarios que combinan aventura, naturaleza, historia y generosas costumbres gauchas.
Así es La Pampa, territorio de paisajes despojados, donde la idea de la eterna llanura parece consolidarse en casi todas sus latitudes. Basta recorrer sus caminos para entender su relieve monocorde, que de tanto en tanto ofrece lugares de interés para los viajeros. En medio de esta singular topografía, aparece en escena "la ruta más generosa del suelo pampeano", tal como afirma don Luciano, aquel paisano que tiene su chacra en los portales, ahí nomás, cuando se deja la provincia bonaerense. "Sobran los motivos para disfrutar del trayecto cuando se anda por la ruta del desierto -sostiene con orgullo-. Son muchos los lugares para visitar en el recorrido a pesar del nombre de la ruta, que se debe a que hay tramos donde sólo se oye el viento."
En rueda de mate, apunta que es la más transitada de la provincia y tal vez la más privilegiada a la hora de encontrar postas turísticas y hacer un alto en el camino. Es la que va al Sur. Nexo casi obligado entre Buenos Aires y el paisaje cordillerano. Desolada, y al resguardo de los jarillares que se mecen a ambos lados del camino.
Atrás quedó el amable paisano para seguir la marcha. De vez en cuando, el vuelo de un chimango, una arboleda o una estancia lejana invitan a soñar los senderos de Antonio Machado. Entre el entorno abierto e interminable, aparece Macachín, pequeña ciudad colonizada por inmigrantes vascos, cuyo principal recurso sigue siendo el agro. Sus calles tranquilas detienen el ritmo e invitan a recorrer la vistosa plaza Independencia. Algunos vecinos ilustran a un grupo de turistas, curiosos por saber algo sobre este poblado.
Entrada a Macachín
Las afueras del pueblo lindan con las asombrosas salinas de Hidalgo, inmensa extensión blanca que por su singular fisonomía, propia de una cuenca lacustre, no se debe dejar de visitar. En pocas palabras, Pedro explica cómo se formó y se alimenta periódicamente el salitral. "En esta gran laguna -comenta el guía- se esparce una capa temporaria de cloruro de sodio. Cuando el agua se evapora, la sal se cristaliza y está lista para ser cosechada y apilada en grandes parvas, donde se mantiene estacionada hasta un año para que el lavado de las lluvias elimine el sulfato, y se ahorra así un costoso proceso industrial. De esta manera se repite una y otra vez."
Las montañas de sal y el espejo lacustre combinan una postal que asombra en tomas fotográficas. Los flamencos completan el cuadro. Se posan sobre la corteza blanca y se alimentan de la artemia salina, minúsculo crustáceo que deambula por el salitral y le da, además, cierta coloración rosada, la misma que le otorga al plumaje de estas aves, debido a la carotina contenida en su caparazón.
El paisaje recurrente y silvestre vuelve a mostrarse al retornar al camino. Tramos de suaves serranías y lomadas que suben y bajan. Después aparece el caldén, árbol típico de estas tierras, que en el extenso monte acompaña la marcha sobre una larga traza de la 152.
Bienvenidos a Utracán, reza el cartel, y la senda se abre de la ruta principal para llevar en corto trayecto hasta la pequeña villa turística. Pocas casas, algunos comercios y médanos que cobijan la laguna La Ernestina, pequeño espejo de 70 hectáreas con aguas salobres y sulfatadas, e ideal para la práctica de deportes náuticos. En sus márgenes, amplias playas de arena firme y un camping dotado de aceptables servicios para el visitante. "Es el lugar predilecto de los pobladores de General Acha -afirma don Bartolomé, asiduo concurrente con su bagaje de artesanías a disposición del turista-, que está acá nomás, retomando la ruta."
En efecto, a poco de andar, esta centenaria ciudad, que fue la primera capital de la provincia, recibe con su imponente Cristo sobre la cima de un pequeño cerro situado en la entrada, al que se accede tras subir algunos escalones y desde donde se obtiene además una magnífica panorámica de toda la región. Poblado de suma paz, con su vistosa plaza Belgrano y su antigua iglesia, llamada de la Inmaculada Concepción, que es monumento histórico provincial.
Sierra de la vida
Después vendrá la bifurcación y se optará a la derecha por la 143, o bien siguiendo por la 152 a la izquierda. Ambas conducen a la Patagonia. La primera permite visitar la antiquísima pulpería de Feito, en el pequeño pueblo de Chacharramendi, con mostrador de antaño, botellas polvorientas, balanzas y objetos de tiempos idos. Sandra muestra el recinto y hace un alto ante una foto colgada en una de las paredes: "Este es Bairoletto, famoso bandido entre los años 20 y 30 que se refugió aquí".
Si la elección es la otra ruta, una extensa recta se va abriendo paso entre pastizales y caldenes. Ya desde la lejanía se ven las únicas sierras en tanto terreno llano. Es el Parque Nacional Lihué Calel, de 10.000 hectáreas, que abarca las serranías del mismo nombre, que se prolongan por casi 15 km sobre un fantástico microclima.
Lihué Calel (en araucano: sierra de la vida) concentra gran variedad de flora semidesértica y de estepa. "No hay nada más en este paraje -afirma Víctor Zapata, responsable del complejo de bungalows ubicado al costado de la ruta-. Aquí se quedan algunos turistas para recorrer el parque, pasar la noche y luego seguir viaje."
Dentro del predio, además, hay un camping equipado con todo lo necesario para una buena jornada.
Cuenta con senderos autoguiados para caminatas, safaris fotográficos y recorridos que llegan hasta una gruta con pinturas rupestres, y hasta las ruinas del casco de la estancia Santa María de Lihué Calel, demolido en 1963. Grutas, arroyuelos de límpidas aguas y sendas peatonales que permiten descubrir recónditos rincones. Un lugar especial, como cada uno de los que encierra este periplo pampeano, al cruzar la provincia en trayecto hacia el sur argentino.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde Buenos Aires conviene tomar la autopista Riccheri, luego la autopista a Cañuelas y su continuación, la ruta 205. En Bolívar, la ruta 65 hasta la 33, en Guaminí, y finalmente la 60 en Carhué, que lleva hasta el ingreso a La Pampa
Qué hacer
La entrada a las Salinas de Hidalgo, la pulpería de Chacharramendi y al Parque Nacional Lihué Calel, gratuita.
Informes
Casa de La Pampa en Buenos Aires
Suipacha 346
4326-0511/1145/1769
En Internet
www.lapampa.gov.ar
www.turismolapampa.gov.ar
Marcelo Ruggieri
La Nación - Turismo
Fotos: Web
Si la idea es realizar un viaje hacia el sur cordillerano, el paso obligado es La Pampa. Es oportuno para ir aprovechando el recorrido visitar sitios ubicados a la vera de la ruta, o bien distantes, a unos pocos kilómetros.
El circuito por las tierras pampeanas nace al dejar la provincia bonaerense, cuando se ingresa por la ruta 18 (luego rutas 35 y 152) hasta la bifurcación de la ruta 152 con la 143, y se puede elegir allí cualquiera de las dos opciones para continuar el recorrido. Hasta ahí son 155 km totalmente pavimentados y en buen estado, como el resto del trayecto. Si la idea es dirigirse hacia el Sur por la primera vía (ruta 152), son 77 km hasta Lihué Calel, para luego seguir viaje. La otra opción carretera (ruta 143) pasa por Chacharramendi, a 54 km de la bifurcación, para continuar después hacia la Cordillera.
Al dejar regiones bonaerenses, en tierras donde el horizonte no tiene fin y el silencio abunda en la inmensidad del campo, el suelo pampeano ofrece una cautivante geografía de sugestivos escenarios que combinan aventura, naturaleza, historia y generosas costumbres gauchas.
Así es La Pampa, territorio de paisajes despojados, donde la idea de la eterna llanura parece consolidarse en casi todas sus latitudes. Basta recorrer sus caminos para entender su relieve monocorde, que de tanto en tanto ofrece lugares de interés para los viajeros. En medio de esta singular topografía, aparece en escena "la ruta más generosa del suelo pampeano", tal como afirma don Luciano, aquel paisano que tiene su chacra en los portales, ahí nomás, cuando se deja la provincia bonaerense. "Sobran los motivos para disfrutar del trayecto cuando se anda por la ruta del desierto -sostiene con orgullo-. Son muchos los lugares para visitar en el recorrido a pesar del nombre de la ruta, que se debe a que hay tramos donde sólo se oye el viento."
En rueda de mate, apunta que es la más transitada de la provincia y tal vez la más privilegiada a la hora de encontrar postas turísticas y hacer un alto en el camino. Es la que va al Sur. Nexo casi obligado entre Buenos Aires y el paisaje cordillerano. Desolada, y al resguardo de los jarillares que se mecen a ambos lados del camino.
Atrás quedó el amable paisano para seguir la marcha. De vez en cuando, el vuelo de un chimango, una arboleda o una estancia lejana invitan a soñar los senderos de Antonio Machado. Entre el entorno abierto e interminable, aparece Macachín, pequeña ciudad colonizada por inmigrantes vascos, cuyo principal recurso sigue siendo el agro. Sus calles tranquilas detienen el ritmo e invitan a recorrer la vistosa plaza Independencia. Algunos vecinos ilustran a un grupo de turistas, curiosos por saber algo sobre este poblado.
"Macachín es una palabra de origen mapuche -acota Elvira, docente y oriunda del lugar- cuyo significado se refiere a una planta de la zona que sirve de alimento y combate la sed. Allí enfrente se encuentra el Eusko Alkartasuna, un claro modelo del asentamiento vasco en el pueblo. Es club, hotel y restaurante, y además de conocer sus instalaciones y la historia de los inmigrantes, es aconsejable degustar muy buenos platos típicos de esa región española."
Entrada a Macachín
Las montañas de sal y el espejo lacustre combinan una postal que asombra en tomas fotográficas. Los flamencos completan el cuadro. Se posan sobre la corteza blanca y se alimentan de la artemia salina, minúsculo crustáceo que deambula por el salitral y le da, además, cierta coloración rosada, la misma que le otorga al plumaje de estas aves, debido a la carotina contenida en su caparazón.
El paisaje recurrente y silvestre vuelve a mostrarse al retornar al camino. Tramos de suaves serranías y lomadas que suben y bajan. Después aparece el caldén, árbol típico de estas tierras, que en el extenso monte acompaña la marcha sobre una larga traza de la 152.
Bienvenidos a Utracán, reza el cartel, y la senda se abre de la ruta principal para llevar en corto trayecto hasta la pequeña villa turística. Pocas casas, algunos comercios y médanos que cobijan la laguna La Ernestina, pequeño espejo de 70 hectáreas con aguas salobres y sulfatadas, e ideal para la práctica de deportes náuticos. En sus márgenes, amplias playas de arena firme y un camping dotado de aceptables servicios para el visitante. "Es el lugar predilecto de los pobladores de General Acha -afirma don Bartolomé, asiduo concurrente con su bagaje de artesanías a disposición del turista-, que está acá nomás, retomando la ruta."
En efecto, a poco de andar, esta centenaria ciudad, que fue la primera capital de la provincia, recibe con su imponente Cristo sobre la cima de un pequeño cerro situado en la entrada, al que se accede tras subir algunos escalones y desde donde se obtiene además una magnífica panorámica de toda la región. Poblado de suma paz, con su vistosa plaza Belgrano y su antigua iglesia, llamada de la Inmaculada Concepción, que es monumento histórico provincial.
Sierra de la vida
Después vendrá la bifurcación y se optará a la derecha por la 143, o bien siguiendo por la 152 a la izquierda. Ambas conducen a la Patagonia. La primera permite visitar la antiquísima pulpería de Feito, en el pequeño pueblo de Chacharramendi, con mostrador de antaño, botellas polvorientas, balanzas y objetos de tiempos idos. Sandra muestra el recinto y hace un alto ante una foto colgada en una de las paredes: "Este es Bairoletto, famoso bandido entre los años 20 y 30 que se refugió aquí".
Si la elección es la otra ruta, una extensa recta se va abriendo paso entre pastizales y caldenes. Ya desde la lejanía se ven las únicas sierras en tanto terreno llano. Es el Parque Nacional Lihué Calel, de 10.000 hectáreas, que abarca las serranías del mismo nombre, que se prolongan por casi 15 km sobre un fantástico microclima.
Lihué Calel (en araucano: sierra de la vida) concentra gran variedad de flora semidesértica y de estepa. "No hay nada más en este paraje -afirma Víctor Zapata, responsable del complejo de bungalows ubicado al costado de la ruta-. Aquí se quedan algunos turistas para recorrer el parque, pasar la noche y luego seguir viaje."
Dentro del predio, además, hay un camping equipado con todo lo necesario para una buena jornada.
Cuenta con senderos autoguiados para caminatas, safaris fotográficos y recorridos que llegan hasta una gruta con pinturas rupestres, y hasta las ruinas del casco de la estancia Santa María de Lihué Calel, demolido en 1963. Grutas, arroyuelos de límpidas aguas y sendas peatonales que permiten descubrir recónditos rincones. Un lugar especial, como cada uno de los que encierra este periplo pampeano, al cruzar la provincia en trayecto hacia el sur argentino.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde Buenos Aires conviene tomar la autopista Riccheri, luego la autopista a Cañuelas y su continuación, la ruta 205. En Bolívar, la ruta 65 hasta la 33, en Guaminí, y finalmente la 60 en Carhué, que lleva hasta el ingreso a La Pampa
Qué hacer
La entrada a las Salinas de Hidalgo, la pulpería de Chacharramendi y al Parque Nacional Lihué Calel, gratuita.
Informes
Casa de La Pampa en Buenos Aires
Suipacha 346
4326-0511/1145/1769
En Internet
www.lapampa.gov.ar
www.turismolapampa.gov.ar
Marcelo Ruggieri
La Nación - Turismo
Fotos: Web
1 comentario:
Es una pena que la Pampa pueda convertirse en super árida.La Pampa corre el peligro de transformarse en una zona de suelo árido. Yo relaciono el tema con la ubicación en las zonas climáticas tropicales y subtropicales de capricornio, donde los vientos giran con gran velocidad pero con muy poca agua penetrando al continente como sucede en Atacama (Chile), proceso similar ocurre en el sur de África en Namibia, donde los vientos poco cargados de humedad han generado un proceso rápido de acidez y aridez del suelo. Si a esto le sumamos los procesos de explotación extensiva del suelo el proceso se puede acelerar. Igualmente, es un lugar precioso.
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