Las huellas del héroe suizo se descubren en el corazón histórico del país, con un itinerario a orillas del lago de los Cuatro Cantones
Las huellas del héroe suizo se descubren en el corazón histórico del país, con un itinerario a orillas del lago de los Cuatro CantonesBauen, uno de los pequeños pueblos de la región
La bandera se exhibe con orgullo en todos los rincones de Suiza. Flamea sobre los mástiles en el patio de las casas, en las ventanas de los departamentos, en la popa de los barcos que navegan por los lagos, en la cima de las montañas, en las plazas de las ciudades, sobre las calles de los pueblos. Sin olvidar las remeras, las carteras, los cascos de bicicleta. Para el turista son el toque de color rojo infaltable en toda postal de Suiza y en cada foto de recuerdo: es como una estampilla roja con cruz blanca que sella el swiss-made hasta en los paisajes.
A esta altura del año, cuando el cielo da sus mejores azules y las montañas sus mejores verdes, florecen más banderas que nunca en toda la Confederación para celebrar el Día Nacional de Suiza (el 1° de este mes) con festejos que se extienden más allá de la fecha.
El juramento del Rütli
La conmemoración es de un pacto entre campesinos de comunidades montañesas de Uri, Schwyz y Unterwald, tres de los actuales cantones, sobre la pradera del Rütli, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, el más típicamente suizo de todos los lagos de Suiza. De este pacto, con el tiempo y el agregado de ciudades y otras regiones nació más tarde la Confederación Suiza.
La pradera del Rütli, que los franceses e italianos convirtieron en Grütli, es hoy el símbolo de la fundación del país: se encuentra sobre el territorio del cantón de Uri, cerca del pueblito de Seelisberg. Seguramente no cambió mucho su aspecto desde la reunión de los tres confederados: Walter Fürst, Arnold de Mechtal y Werner Stauffacher, y sus hombres; excepto por el detalle de que allí, en un claro entre los árboles, flamea una bandera los 365 días del año. Y para agregar un toque aún más suizo, se cría una pareja de vacas con cencerros, por supuesto.
Guillermo Tell no formaba parte del juramento, según la leyenda, pero seguramente no estuvo lejos, ya que algunos de los personajes de aquel pacto forman parte de la obra de Schiller dedicada al más famoso de todos los suizos.
La pradera del Rütli es hoy un lugar de paseo obligado para todo ciudadano en una excursión de fin de semana, o durante las "carreras escolares", como se llama localmente a los viajes didácticos que se organizan en las escuelas.
La mejor forma de acceder es por barco desde alguno de los numerosos puertos del lago de los Cuatros Cantones; los más cercanos son los de Brunnen y Altdorf, la cabecera del cantón de Uri. El puerto de Rütli es un refugio majestuoso de madera tallada, donde tampoco falta la bandera. No hay más que un camino que empieza a subir por el flanco de montaña hasta llegar a la pradera que se encuentra muy por encima del nivel del lago.
Antes de encontrar el claro entre el bosque que forma la pradera, se pasa por las tres fuentes, en realidad tres hilos de agua que brotan entre las rocas y simbolizan los tres primeros cantones de la Confederación. La pradera resume un poco la imagen de Suiza; sin ostentación ni grandes monumentos, aquí sólo están la bandera, las vacas y la granja. Y un magnífico paisaje, de ensueño, que abraza toda Suiza en una sola vista y que es sin duda el mejor emblema que el país puede ofrecer para glorificar sus orígenes.
Un pequeño museo recuerda el pacto del Rütli, con reproducciones de documentos y textos en varios idiomas. En un chalet típico, un restaurante ofrece los platos tradicionales suizos, acompañados los fines de semana por músicos que interpretan el sonido regional.
En la montaña, por encima de los árboles que encierran el Rütli, el pueblo de Seelisberg está unos 350 metros más arriba que la pradera. Desde su calle principal se divisa un panorama que parece una vista a vuelo de avión. Para llegar hay que tomar un funicular en el puerto de Seelisberg: justamente entre este puerto y el de Rütli se pasa frente a un monolito que surge del lago y rinde homenaje a Schiller y Guillermo Tell, un vecino omnipresente en la región.
Antes de lanzarse sobre sus huellas, vale la pena tomar un café o parar un rato en otro puerto a orillas del lago de los Cuatro Cantones, no lejos de Rütli. Se trata del pueblo de Bauen, un especie de balneario tropical, protegido por un microclima que permite el crecimiento de palmeras y plantas exóticas al pie de la montaña, entre ellas, varias araucarias.
Un tiro con historia.
En Altdorf y su región, Guillermo Tell está por todas partes. Según las leyendas, su vida transcurrió en estos parajes y numerosos lugares recuerdan sus hazañas. La historia no menciona a Guillermo Tell durante el pacto del Rütli, pero fue su lucha contra el enviado de los Habsburgo, Gessler, el episodio que lo hizo más famoso que los "tres suizos" del pacto.
El conocido flechazo con su ballesta contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo es el punto culminante, pero en verdad la historia empieza cuando Tell se niega a saludar el gorro tirolés de Gessler, colocado en lo alto de un mástil en la plaza de Altdorf. En lugar del gorro, hoy la plaza del pueblo tiene una estatua de Guillermo Tell, muy famosa en toda Suiza: no hace falta agregar que es uno de los monumentos más fotografiados del país, aunque no es la estatua más antigua que se conoce del legendario héroe.
Ese honor le corresponde a una figura de rasgos ingenuos, pintada en colores vivos, que data de 1786 y estaba originalmente en Altdorf, aunque se encuentra ahora en el vecino pueblo de Bürglen, donde vivían Guillermo y su familia.
Una torre medieval en Bürglen alberga también el Museo de Tell, cuyas salas presentan una valiosa colección de representaciones del personaje y sus hazañas, en busca de revelar algo más sobre la persona y el mito.
Sin duda, las leyendas tienen un fondo histórico, como siempre en Europa, pero la figura de Tell, nacida en un momento tan simbólico de la historia suiza, contemporánea a la creación misma del país, tiene una relevancia muy significativa. La obra de Schiller y la posterior ópera de Rossini ayudaron mucho a su difusión internacional. Hollywood no podía quedarse atrás, y Guillermo Tell parece incluso hecho a medida de una superproducción americana, tal como se podrá ver dentro de un año en las pantallas (ver recuadro).
No hay que dejar Bürglen sin dar un vistazo a la Capilla de Tell, construida, en 1582, en el supuesto emplazamiento de la casa donde vivió el personaje hasta el día de su muerte, ocurrida cuando intentó salvar a un niño de un río de aguas torrentosas.
Esta no es, sin embargo, la única Capilla de Tell. Hay una más a orillas del lago, en otro lugar clave de la saga, donde él, llevado prisionero por Gessler y sus soldados, supuestamente saltó del barco hasta tierra, sobre una gran roca que avanza sobre las aguas y se conoce como Tellsplatte. Hoy la pequeña capilla, cuyos frescos recuerdan el episodio, es uno de los puertos donde paran los barcos para que desciendan los peregrinos de esta leyenda.
Finalmente, para cerrar el círculo, hay que volver a Altdorf. Cada año, en julio y agosto, es decir, el verano boreal, se representan funciones de la obra de Schiller en el teatro construido especialmente en el centro del pueblo. Bien vale asistir a alguna de sus representaciones. Y por un tiempo más se puede también tener un recuerdo muy particular de Guillermo: es que en las afueras del pueblo, en dirección al Sur, al Gottardo y la Suiza italiana, se realizan las obras de lo que será dentro de unos años el túnel más largo del mundo, el complejo AlpTransit, que pasará bajo el actual túnel del San Gottardo.
Un centro de visitantes permite conocer la obra, su impacto en las montañas y sus fines ecológicos, ya que gracias al túnel se reducirá el importante tránsito de vehículos que cruzan los Alpes de Norte a Sur por el Gottardo. En la entrada, una estatua de Tell está preparada para sacarse una foto con ella, como abrazado al mismísimo Guillermo, con su ballesta al hombro.
De regreso en Altdorf, como es difícil dejar esta región de increíble belleza, donde todo parece haber sido colocado para tener la mejor postal posible, se puede dar una vuelta más y seguir la Vía Suiza, un camino señalizado de 35 kilómetros, abierto en 1991, para conmemorar los 700 años de la Confederación. El camino está dividido en partes que representan cada uno los cantones suizos. Pasa por Altdorf, Flüelen, el puerto donde se embarcó Tell en la barca de Gessler, por la Capilla de Tell, por Brunnen, por el pueblito "tropical" de Bauen y, por supuesto, por la pradera de Rütli y Seelisberg.
La mayor parte de este camino está al borde mismo del lago, pero hay que cruzar uno de sus brazos en barco, de Brunnen a Treib. Si el föhn , ese viento cálido que viene del Sur, no sopla, el sol hace brillar desde cualquier ángulo las montañas, los bosques y las praderas, los techos, los campanarios de los pueblos y las aguas del lago de los Cuatro Cantones.
Datos útiles
Pierre Dumas
La Nación - Turismo
Las huellas del héroe suizo se descubren en el corazón histórico del país, con un itinerario a orillas del lago de los Cuatro CantonesBauen, uno de los pequeños pueblos de la región
La bandera se exhibe con orgullo en todos los rincones de Suiza. Flamea sobre los mástiles en el patio de las casas, en las ventanas de los departamentos, en la popa de los barcos que navegan por los lagos, en la cima de las montañas, en las plazas de las ciudades, sobre las calles de los pueblos. Sin olvidar las remeras, las carteras, los cascos de bicicleta. Para el turista son el toque de color rojo infaltable en toda postal de Suiza y en cada foto de recuerdo: es como una estampilla roja con cruz blanca que sella el swiss-made hasta en los paisajes.
A esta altura del año, cuando el cielo da sus mejores azules y las montañas sus mejores verdes, florecen más banderas que nunca en toda la Confederación para celebrar el Día Nacional de Suiza (el 1° de este mes) con festejos que se extienden más allá de la fecha.
El juramento del Rütli
La conmemoración es de un pacto entre campesinos de comunidades montañesas de Uri, Schwyz y Unterwald, tres de los actuales cantones, sobre la pradera del Rütli, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, el más típicamente suizo de todos los lagos de Suiza. De este pacto, con el tiempo y el agregado de ciudades y otras regiones nació más tarde la Confederación Suiza.
La pradera del Rütli, que los franceses e italianos convirtieron en Grütli, es hoy el símbolo de la fundación del país: se encuentra sobre el territorio del cantón de Uri, cerca del pueblito de Seelisberg. Seguramente no cambió mucho su aspecto desde la reunión de los tres confederados: Walter Fürst, Arnold de Mechtal y Werner Stauffacher, y sus hombres; excepto por el detalle de que allí, en un claro entre los árboles, flamea una bandera los 365 días del año. Y para agregar un toque aún más suizo, se cría una pareja de vacas con cencerros, por supuesto.
Guillermo Tell no formaba parte del juramento, según la leyenda, pero seguramente no estuvo lejos, ya que algunos de los personajes de aquel pacto forman parte de la obra de Schiller dedicada al más famoso de todos los suizos.
La pradera del Rütli es hoy un lugar de paseo obligado para todo ciudadano en una excursión de fin de semana, o durante las "carreras escolares", como se llama localmente a los viajes didácticos que se organizan en las escuelas.
La mejor forma de acceder es por barco desde alguno de los numerosos puertos del lago de los Cuatros Cantones; los más cercanos son los de Brunnen y Altdorf, la cabecera del cantón de Uri. El puerto de Rütli es un refugio majestuoso de madera tallada, donde tampoco falta la bandera. No hay más que un camino que empieza a subir por el flanco de montaña hasta llegar a la pradera que se encuentra muy por encima del nivel del lago.
Antes de encontrar el claro entre el bosque que forma la pradera, se pasa por las tres fuentes, en realidad tres hilos de agua que brotan entre las rocas y simbolizan los tres primeros cantones de la Confederación. La pradera resume un poco la imagen de Suiza; sin ostentación ni grandes monumentos, aquí sólo están la bandera, las vacas y la granja. Y un magnífico paisaje, de ensueño, que abraza toda Suiza en una sola vista y que es sin duda el mejor emblema que el país puede ofrecer para glorificar sus orígenes.
Un pequeño museo recuerda el pacto del Rütli, con reproducciones de documentos y textos en varios idiomas. En un chalet típico, un restaurante ofrece los platos tradicionales suizos, acompañados los fines de semana por músicos que interpretan el sonido regional.
En la montaña, por encima de los árboles que encierran el Rütli, el pueblo de Seelisberg está unos 350 metros más arriba que la pradera. Desde su calle principal se divisa un panorama que parece una vista a vuelo de avión. Para llegar hay que tomar un funicular en el puerto de Seelisberg: justamente entre este puerto y el de Rütli se pasa frente a un monolito que surge del lago y rinde homenaje a Schiller y Guillermo Tell, un vecino omnipresente en la región.
Antes de lanzarse sobre sus huellas, vale la pena tomar un café o parar un rato en otro puerto a orillas del lago de los Cuatro Cantones, no lejos de Rütli. Se trata del pueblo de Bauen, un especie de balneario tropical, protegido por un microclima que permite el crecimiento de palmeras y plantas exóticas al pie de la montaña, entre ellas, varias araucarias.
Un tiro con historia.
En Altdorf y su región, Guillermo Tell está por todas partes. Según las leyendas, su vida transcurrió en estos parajes y numerosos lugares recuerdan sus hazañas. La historia no menciona a Guillermo Tell durante el pacto del Rütli, pero fue su lucha contra el enviado de los Habsburgo, Gessler, el episodio que lo hizo más famoso que los "tres suizos" del pacto.
El conocido flechazo con su ballesta contra una manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo es el punto culminante, pero en verdad la historia empieza cuando Tell se niega a saludar el gorro tirolés de Gessler, colocado en lo alto de un mástil en la plaza de Altdorf. En lugar del gorro, hoy la plaza del pueblo tiene una estatua de Guillermo Tell, muy famosa en toda Suiza: no hace falta agregar que es uno de los monumentos más fotografiados del país, aunque no es la estatua más antigua que se conoce del legendario héroe.
Ese honor le corresponde a una figura de rasgos ingenuos, pintada en colores vivos, que data de 1786 y estaba originalmente en Altdorf, aunque se encuentra ahora en el vecino pueblo de Bürglen, donde vivían Guillermo y su familia.
Una torre medieval en Bürglen alberga también el Museo de Tell, cuyas salas presentan una valiosa colección de representaciones del personaje y sus hazañas, en busca de revelar algo más sobre la persona y el mito.
Sin duda, las leyendas tienen un fondo histórico, como siempre en Europa, pero la figura de Tell, nacida en un momento tan simbólico de la historia suiza, contemporánea a la creación misma del país, tiene una relevancia muy significativa. La obra de Schiller y la posterior ópera de Rossini ayudaron mucho a su difusión internacional. Hollywood no podía quedarse atrás, y Guillermo Tell parece incluso hecho a medida de una superproducción americana, tal como se podrá ver dentro de un año en las pantallas (ver recuadro).
No hay que dejar Bürglen sin dar un vistazo a la Capilla de Tell, construida, en 1582, en el supuesto emplazamiento de la casa donde vivió el personaje hasta el día de su muerte, ocurrida cuando intentó salvar a un niño de un río de aguas torrentosas.
Esta no es, sin embargo, la única Capilla de Tell. Hay una más a orillas del lago, en otro lugar clave de la saga, donde él, llevado prisionero por Gessler y sus soldados, supuestamente saltó del barco hasta tierra, sobre una gran roca que avanza sobre las aguas y se conoce como Tellsplatte. Hoy la pequeña capilla, cuyos frescos recuerdan el episodio, es uno de los puertos donde paran los barcos para que desciendan los peregrinos de esta leyenda.
Finalmente, para cerrar el círculo, hay que volver a Altdorf. Cada año, en julio y agosto, es decir, el verano boreal, se representan funciones de la obra de Schiller en el teatro construido especialmente en el centro del pueblo. Bien vale asistir a alguna de sus representaciones. Y por un tiempo más se puede también tener un recuerdo muy particular de Guillermo: es que en las afueras del pueblo, en dirección al Sur, al Gottardo y la Suiza italiana, se realizan las obras de lo que será dentro de unos años el túnel más largo del mundo, el complejo AlpTransit, que pasará bajo el actual túnel del San Gottardo.
Un centro de visitantes permite conocer la obra, su impacto en las montañas y sus fines ecológicos, ya que gracias al túnel se reducirá el importante tránsito de vehículos que cruzan los Alpes de Norte a Sur por el Gottardo. En la entrada, una estatua de Tell está preparada para sacarse una foto con ella, como abrazado al mismísimo Guillermo, con su ballesta al hombro.
De regreso en Altdorf, como es difícil dejar esta región de increíble belleza, donde todo parece haber sido colocado para tener la mejor postal posible, se puede dar una vuelta más y seguir la Vía Suiza, un camino señalizado de 35 kilómetros, abierto en 1991, para conmemorar los 700 años de la Confederación. El camino está dividido en partes que representan cada uno los cantones suizos. Pasa por Altdorf, Flüelen, el puerto donde se embarcó Tell en la barca de Gessler, por la Capilla de Tell, por Brunnen, por el pueblito "tropical" de Bauen y, por supuesto, por la pradera de Rütli y Seelisberg.
La mayor parte de este camino está al borde mismo del lago, pero hay que cruzar uno de sus brazos en barco, de Brunnen a Treib. Si el föhn , ese viento cálido que viene del Sur, no sopla, el sol hace brillar desde cualquier ángulo las montañas, los bosques y las praderas, los techos, los campanarios de los pueblos y las aguas del lago de los Cuatro Cantones.
Datos útiles
- Información oficial sobre Suiza: www.misuiza.com
- Cantón de Uri: datos sobre el cantón y su cabecera, Altdorf, www.altdorftourismus.ch ; www.i-uri.ch , www.uri.info y www.altdorf.ch . La Oficina de Turismo, en los locales del Teatro Municipal, organiza visitas temáticas sobre las huellas de Guillermo Tell, pasando por la Capilla de Tell, la plaza de Altdorf, la pradera de Rütli y el pueblo de Bürglen.
- Pradera de Rütli: es accesible por barco desde el desembarcadero de Rütli, o desde Seelisberg. Más datos, en www.seelisberg.com .
- Museo Tell en Bürglen: de mayo a octubre, de 10 a 17. En el invierno europeo abre a pedido de los visitantes. www.tellmuseum.ch .
- Navegaciones sobre el lago: se sacan los pasajes en cada muelle antes de subir al barco. Hay barcos todo el día, varias veces por hora. www.lakelucerne.ch .
- Complejo AlpTransit: el centro informativo de Uri está en Erstfeld, cerca de Altdorf. De martes a domingo, de 9 a 17. www.alptransit.ch .
- Flüelen : hay una exposición de los cristales más grandes encontrados en los Alpes, en una antigua capilla, en frente al desembarcadero. Cerca está el monumento alegórico al Juramento de los Tres Suizos, que simboliza las manos con los tres dedos extendidos de la jura de los confederados.
- Recuerdos: curiosamente no hay ningún lindo recuerdo en forma de muñeco de Tell para llevarse. En el quiosco del Museo Tell hay algunos libros en alemán, francés e inglés.
Pierre Dumas
La Nación - Turismo
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