• Quilmes - Buenos Aires - Argentina

lunes, 20 de septiembre de 2010

Chile: La gran apuesta de Añihue

Bahía Añihue

Al sur de Chile, una reserva natural de 10 mil hectáreas apuesta a consolidar la próxima tendencia en viajes: mezclar turismo y conservación. Por eso, apoyan a científicos que estudian y cuidan su biodiversidad. Y uno, claro, puede ser parte de ese proceso.

Zarpamos de Quellón hace más de ocho horas. Hemos navegado toda la noche. La barcaza Alejandrina es peor que una micro amarilla. Huele a humedad y aceite quemado. Tiene varias filas de asientos destartalados, una suerte de cafetería donde no dan ganas de asomarse y -esto es inolvidable- un par de televisores que pasan a todo volumen, sin parar, unos compilados de rock de los años ochenta, con sus letras para cantar.

Debemos llegar a Añihue, una poco conocida reserva natural ubicada justo en la desembocadura del río Palena, con 10 mil hectáreas de superficie prácticamente intocadas: fiordos, bahías, bosques, montañas, aves, lobos, delfines, ballenas. Pero, antes, hay que alcanzar Raúl Marín Balmaceda, un diminuto pueblo que apenas se ve en el mapa y que -dice la historia- se llama así en honor a un senador chileno que murió de un infarto durante una sesión en el Congreso, en los años cincuenta. La barcaza Alejandrina se ha movido con vaivenes infartantes. Pero ya estamos aquí y no sirve quejarse: estos parajes australes son, sin duda, para aventureros.


Al pisar las tierras de Raúl Marín, Felipe González (34), el hiperactivo anfitrión de Añihue, nos ayuda con los bártulos y los lleva hasta una lancha que aguarda en el muelle. En ella nos iremos por el único camino que existe hacia la reserva: el mar. Felipe González enciende el motor de la lancha. Raúl Marín Balmaceda, la dichosa barcaza Alejandrina y los compilados de rock quedan atrás para siempre. Navegamos. Todo es verde: el mar, las montañas. Tras unos quince minutos, un pequeño montículo de piedras que aparece junto a la costa nos indica nuestra próxima detención. Hemos llegado, finalmente, a su hogar: la Reserva Añihue.

Felipe González y su familia -su mujer, la arquitecta Antonieta Quirós, y sus dos pequeños hijos- viven en Añihue hace cuatro años. Para ellos, venirse hasta aquí fue una decisión radical. Debían abandonar las comodidades de la ciudad para asumir un intrincado desafío: convertir a esta reserva natural en un nuevo destino turístico de Chile. Pero no uno cualquiera: en Añihue el foco está puesto en la conservación y en la vida ecológica.

González, su familia y un par de amigos que también viven aquí -ninguno con más de 40 años- son auténticas personas "verdes": viven gracias a paneles fotovoltaicos, regulan cada uno de sus consumos eléctricos (el secador de pelo está prohibido, por ejemplo), tienen una huerta orgánica donde producen prácticamente todos los vegetales que consumen, reciclan la basura y la transforman en abono para las plantas, han construido cabañas y talleres con sus propias manos y, por supuesto, no tienen televisión (ni piensan en ella). Sus pertenencias "citadinas" son sólo películas, un devedé portátil con pantalla, internet y teléfono satelital, y -hasta ahora- un par de barritas en la señal del celular, que se captan en un punto preciso cerca del muelle.

Así es el huerto orgánico de Bahía Añihue

Sin embargo, Añihue no les pertenece. Su verdadero dueño es el empresario estadounidense Addison Fischer, quien hasta ahora no ha tenido interés de establecerse aquí (como sí lo tuvo, por ejemplo, otro de su estirpe, Douglas Tompkins, y en una zona muy cercana a Añihue: el parque Pumalín). Hace unos años, Addison Fischer encontró este rincón en la Patagonia chilena, lo compró en 15 millones de dólares y le encomendó su cuidado a Felipe González. Y éste -que ya tenía años de experiencia trabajando como guía de pesca para la familia Dufflocq, dueña de exclusivos lodges en la Patagonia- aceptó sin problemas.

"Para mí esto es un sueño", dice González mientras sortea con su lancha las olas del fiordo Pitipalena, uno de los principales de la zona. "Es una fantasía. Y, claro, queremos compartirla con todos". La fantasía de Añihue puede resumirse así: en un lugar donde todo está rodeado de naturaleza salvaje, la reserva brinda apoyo logístico a científicos interesados en investigar y crear proyectos de conservación. Y, mientras todo eso ocurre, también reciben a pequeños grupos de turistas que quieren ser testigos de cómo se hace este trabajo en terreno y experimentar la vida agraria. Pero con todas las comodidades: cabañas confortables, desayuno a la cama, almuerzos y cenas gourmet en un comedor común donde, incluso, se puede compartir con los científicos. Y, por cierto, con una atención súper personalizada.

Hoy, por ejemplo, hemos salido en busca de ballenas azules y jorobadas (cuya presencia está siendo monitoreada hace dos años por la reserva) y delfines australes (los mares de Añihue están repletos, literalmente, de delfines australes: incluso es posible verlos saltando desde los ventanales de las cabañas). Con nosotros viaja la bióloga alemana Heike Vester, fundadora del proyecto Ocean Sounds (www.ocean-sounds.com), que investiga el lenguaje de los cetáceos. Heike ha pasado ya dos temporadas estudiando delfines y ballenas en los alrededores de Añihue. Así que es parte de la casa: de hecho, ella misma ha instruido a la gente de Añihue sobre cómo se debe realizar un correcto avistamiento de cetáceos.

La zona es habitat de ballenas jorobadas y azules

Navegamos en silencio. Heike lleva una potente cámara fotográfica, un hidrógrafo (instrumento que permite escuchar y grabar los sonidos bajo el agua con gran fidelidad) y nunca se despega de sus binoculares. De pronto, un grupo de delfines aparece a nuestro alrededor. Nos acercamos de inmediato, pero se alejan rápidamente.
-¡Vámonos! -dice la bióloga con voz firme. Felipe González, quien comanda la lancha, se aleja de inmediato. Entonces aprendo mi primera lección como "turista científico". "Si los delfines hubiesen querido estar con nosotros, se habrían quedado aquí", explica Heike. "Pero no. Se iban rápidamente. Eso es una señal: nuestra presencia sólo los estaba estresando. Así es que debemos marcharnos".

Aparte de recibir científicos y turistas, Añihue desarrolla un programa de voluntariado cuyo objetivo también es promover la vida ecológica. Cada verano, abre cupos para quienes quieran pasar un mes aislados de la civilización, pero trabajando en todo tipo de actividades de la reserva: cultivo de huerto orgánico, alimentación de animales, construcción, reciclaje de basura, investigación de flora y fauna. Ese tipo de cosas.

Los pájaros carpinteros son una de las tantas especies de la región

Lo del aislamiento no es sólo un decir. En las 10 mil hectáreas de superficie que comprende la reserva, hay sólo dos sectores habitados: a uno le llaman Toninas, donde está la casa principal y las dos cabañas para turistas; y al otro, Añihue. Los voluntarios viven en Añihue, una inmaculada bahía, rodeada de fiordos, a la que se llega tras una hora de navegación desde el sector Toninas. En Añihue sí que no hay nada: sólo un par de casas de madera y una familia, la de Francisco Gómez (32), su mujer y su hija, quienes también cambiaron para siempre el rumbo de su vida, y hoy se encargan no sólo de hacer una suerte de soberanía en la zona, sino también de guiar y traspasar sus conocimientos a los voluntarios.

Esta vez encontramos a Derek Lactaoen, un estadounidense de 20 años que está en Chile como alumno de intercambio de periodismo, y la chilena Javiera Carreño, de 24, estudiante de ecoturismo. Son los dos voluntarios del mes que, en muy poco tiempo, han debido aprender -y desafiar- la recóndita y salvaje geografía de Añihue.

"Cuando llegamos llovía sin parar. Y se mantuvo así durante varios días. Fue duro: no era lo que esperábamos", cuenta Javiera, mientras lava los platos del almuerzo, una de sus tareas cotidianas. "Aquí hemos tenido que hacer de todo: desde salir a buscar leña hasta carnear chanchos. Y ahora estamos aprendiendo sobre lombricultura. Por eso, más que trabajo, esto ha sido toda una experiencia".

A la mañana siguiente, salimos con dos buzos del equipo Frontera Azul -Eduardo Sorensen y Fernando Luchsinger-, que trabajan en un documental para TVN sobre el desconocido mundo submarino chileno.

Antes de partir en la lancha, junto a Felipe González, Felipe Delpiano (el segundo a bordo, diseñador santiaguino que también le dio un vuelco a su vida y hoy vive ingeniándoselas para construir lo que sea con maderas en desuso) y los buzos, observamos atentamente una carta de navegación, donde están marcados varios puntos en que se han visto ballenas azules.
-¡Tal vez podamos bucear con ellas! -dice entusiasmado Sorensen, aunque sabe que lograrlo no es, para nada, tarea fácil. Subimos los equipos a la lancha. Tanques de oxígeno, cámaras de video. Felipe González enciende el motor, ajusta su GPS y zarpamos. Unos minutos más tarde estamos frente a unos islotes conocidos como Tres Marías, uno de los mejores puntos de buceo de la reserva, también indicado en la carta.

Dos delfines australes nadan con el volcán Melimoyu de fondo

"Es sorprendente la biodiversidad del fondo marino", dirá más tarde el buzo y fotógrafo submarino Eduardo Sorensen. "Sobre todo porque esta zona, desde Melinka hacia el sur, ha sido súper afectada por el tráfico de barcos y la sobreexplotación pesquera. Aquí había centollas, corales látigo, esponjas, erizos, y muy buena visibilidad. Las especies estaban muy bien conservadas".

Aunque las ballenas no hayan aparecido esta vez, las palabras de Sorensen dejan a todos satisfechos: hemos constatado, en terreno, cómo Añihue aún se mantiene intocada.
-Es la razón por la que estamos aquí -dice Felipe González, y enciende nuevamente el motor.
En la ruta de regreso, un grupo de delfines australes vuelve a aparecer alrededor. Tras varios días en la reserva, verlos juguetear junto a nuestra lancha se ha vuelto una costumbre.

El proyecto
Impulsado por la Fundación Melimoyu, un proyecto privado busca convertir toda esta zona -donde se encuentra la Reserva Añihue- en un nuevo Parque Marino y Área Marina Protegida para Chile (a la fecha, el único que existe es el Parque Francisco Coloane, en la Región de Magallanes). El objetivo es conservar la rica biodiversidad de la zona e impedir el avance de la industria salmonera. Los límites propuestos van desde el sector de Punta Yeli hasta el río Santo Domingo, frente al Golfo del Corcovado. El proyecto ya fue presentado ante la Conama y aún se encuentra en estudio.
Más información, www.melimoyufoundation.com

Hay dos cabañas para recibir turistas

Cómo llegar

La Reserva Añihue está cerca de Puerto Raúl Marín Balmaceda, Aysén, y es accesible sólo por mar.

A Raúl Marín se puede llegar por tierra desde La Junta, en avioneta desde Puerto Montt o en los barcos de Naviera Austral, que salen desde Quellón y demoran desde 8 horas (tel. 65/270 430).

Cabañas para dos personas, con pensión completa: $180.000 diarios. Programa para dos personas por 5 noches, con comidas y tres excursiones, $1.300.000. Traslado ida y vuelta en lancha a la reserva desde Raúl Marín, $50.000 hasta 10 pasajeros. La temporada va de diciembre a marzo.
Tel. satelital (02) 196 02 93; www.anihuereserve.com

Sebastián Montalva Wainer
desde Reserva Añihue, Región de Aysén
Revista del Domingo - Diario El Mercurio - Chile
Fotos: El Mercurio
Nota de Turismo Virtual: la moneda que se cita en esta nota es el peso chileno. La cotizacion es 1 U$S = a 497.15 $ chilenos (20/9)

lunes, 13 de septiembre de 2010

Chocolate: Divino regalo


El regalo de Quetzalcoatl a Moctezuma dio la vuelta al mundo, donde cada país lo transformó según sus costumbres y lo enriqueció con nuevos saberes y recetas. Hoy el chocolate invita a una recorrida golosa por algunos destinos que lo ponen en el centro de sus atractivos turísticos y gastronómicos.

Dice un proverbio mexicano que “la vida sin chocolate no es vida”. Bien lo sabrán los herederos de Moctezuma, el destinatario del divino regalo que hoy se consume en todo el mundo y de las formas más variadas: líquido y en taza, como manda la tradición, pero también en barra, con leche, con frutos secos... y hasta con oro. A lo largo de los siglos, el chocolate llegó a los lugares más remotos del mundo, y sin importar los cambios de clima o latitud fue adoptado con fruición e imaginación innovadora. Por eso hoy se pueden visitar algunas fábricas y chocolaterías cuyos productos son emblemáticos de los países más diversos, aunque todos nazcan de las mismas coloridas vainas del cacao.

RAMAS DE BARILOCHE
En nuestro país estamos tan acostumbrados a verlo “de toda la vida” que ya no nos parece una rareza, pero a los recién llegados siempre les llama la atención el tradicional chocolate en rama de Bariloche. Blanco o con leche, sus bastones arrugados como auténticas ramitas de árbol son uno de los productos más populares de la ciudad que, gracias a la influencia suiza y centroeuropea, se convirtió en la capital argentina del chocolate. Cuenta la tradición que, como otros inventos populares, nació de casualidad, cuando a Aldo Fenoglio se le cayó chocolate en la mesa por accidente y, para ensuciar menos, no lo levantó sino que lo dejó secar y luego lo raspó con una espátula. Ya convertido en tradición, el proceso se puede ver en las vidrieras de Bariloche, y también en algunas de Buenos Aires, donde los maestros chocolateros acumulan las ramas con maestría. En la ciudad rionegrina, además de las muchas y tentadoras chocolaterías artesanales del centro, se puede visitar el Museo del Chocolate de la Avenida Bustillo, donde se muestra paso a paso el método de elaboración.

CHOCO BRASIL
Vitoria, la capital del estado brasileño de Espíritu Santo –al norte de Río de Janeiro– se levanta sobre una isla frente al continente, unida con el municipio continental de Vila Velha a través del puente Terceira. La ciudad es interesante como punto de partida para conocer el parque estatal de Pedra Azul, los pueblos de Domingos Martins y Venda Nova do Inmigrante, y el circuito histórico-religioso del centro. Pero también porque aquí se levanta, entre las casas bajas de Vila Velha, una fábrica cuyos productos son bien conocidos para los paladares argentinos: la de chocolates Garoto, fundada en 1929 por el inmigrante alemán Heinrich Meyerfreund. Hay visitas guiadas (en horarios a consultar) por la fábrica, que durante la recorrida permite tomarse algunas fotos con muñecos gigantes de algunos personajes de Garoto. Finalmente, se pueden comprar en el negocio algunos de sus productos más tradicionales y también otros que no siempre llegan a las cajas de exportación, como los deliciosos bastoncitos de chocolate con sabor a dulce de leche y las canastitas especiales de la época navideña.

DELICIA SUIZA
Los expertos aseguran que el chocolate amargo es el más puro y beneficioso, el que aprecian los auténticos conocedores. Pero en todo el mundo son legión quienes agradecen a Henri Nestlé el invento del chocolate con leche, un exquisito placer muy a la suiza. Este invento, junto con el chocolate con avellanas y la máquina para mezclar cacao y azúcar, hicieron del país alpino uno de los más refinados productores del mundo.

En Broc, cerca de Friburgo, se visita la fábrica de Cailler, la marca más antigua de Suiza, que tiene unos dos siglos de historia. El establecimiento se levanta, junto a un museo, en el sitio que eligió el nieto del fundador, Alexandre-Louis Cailler, para estar cerca de las granjas productoras de leche fresca. Paso a paso, se puede conocer allí toda la historia de la industrialización del chocolate, y naturalmente se termina con una degustación que es un auténtico imán para los aficionados al fruto de los dioses. También en Vevey se puede conocer una chocolatería famosa: se trata de Poyet, especialista en pralinés, bombones... y en los zapatos de Charlie Chaplin, un residente famoso de la ciudad. Y quien quiera dar un paso más allá, puede iniciarse en los secretos y técnicas del chocolate en la casa Dürig de Lausana, que sólo trabaja con productos de alto tenor en cacao y permite realizar un taller para llevarse a casa un chocolate hecho con las propias manos. Por si fuera poco, Suiza ofrece tomarse de mayo a octubre el Tren del Chocolate, que con sus vagones de la Belle Epoque recorre el trayecto de Montreux a Gruyères y Broc.

EL CACAO DE MARIA ANTONIETA
En el corazón de la Rive Gauche parisiense, un precioso local de majestuosa insignia, exhibe con orgullo el emblema de Chocolats-Debauve et Gallais. La vidriera es una sucesión de tentaciones: bombones del chocolate elaborado a partir del cacao más puro, rellenos con tentadoras ganaches, llaman poderosamente la atención de la vista y el gusto. El visible aire noble se explicita en una placa en el frente que reza, junto a una flor de lis: “Casa fundada en 1800. Debauve et Gallais. Proveedores oficiales de los antiguos reyes de Francia”. Todo empezó con el farmacéutico de Luis XVI, Sulpice Debauve, que inventó unos medallones de chocolate llamados pistoles (monedas) a pedido de María Antonieta, para sortear el disgusto de la reina a la hora de tomar remedios de dudoso sabor. Años después, cuando la guillotina ya había hecho estragos entre la aristocracia, Debauve se asoció con su sobrino Jean-Baptiste Gallais y abrió su primera chocolatería, pronto famosa en Alemania, Inglaterra, Italia y Suiza. Todavía hoy, en manos de la familia Poussin, heredera de los fundadores, Debauve et Gallais elabora artesanalmente las pistoles de María Antonieta, uno de los iconos de su vidriera, a partir de cacao de Colombia, Venezuela, Guatemala, Costa Rica y las islas caribeñas.

BESOS DE CHOCOLATE
Un célebre cuadro de Francesco Hayez que retrata a una pareja besándose inspiró igualmente célebre caja de bombones Baci, de Perugina. Es decir, besos de chocolate, con corazón de avellana, siempre acompañados por papelitos satinados con frases que oscilan entre lo romántico y lo kitsch. Hace tres años, para celebrar el centenario de la marca, se fundó la Casa del Chocolate Perugina, que incluye un Museo del Chocolate donde se cuenta la historia del producto y de la empresa, una fábrica de chocolate que permite asistir a la fabricación de los famosos bombones, y una escuela de chocolate, donde cada visitante puede realizar sus “baci” personalizados y aprender a confeccionar otros dulces con la exquisita materia prima de Perugina. Todo el complejo está en el distrito San Sisto de Perugia, en el centro de Italia.

Siempre en Italia, también Turín está considerada como la ciudad del chocolate. Una tradición que nació en 1560, cuando Emanuele Filiberto de Saboya hizo servir simbólicamente a la ciudad una taza de humeante chocolate para celebrar el establecimiento de la capital ducal. Con el tiempo nació el Bicerin, una bebida caliente a base de café, cacao y crema de leche, y en el siglo XIX se inventó un sistema que mezclaba cacao, vainilla, agua y azúcar para transformar el chocolate en tabletas sólidas. El producto estrella de Turín es hoy el gianduiotto, que une el cacao con la avellanas de la región de Langhe, envuelto en un tentador papel dorado. La ciudad y sus alrededores son el mayor centro italiano de elaboración de chocolate, con una producción anual de 85.000 toneladas (el 40 por ciento del total nacional), realizada en conjunto por las grandes industrias y las pequeñas casas artesanales. Todos los años se realiza una kermesse del chocolate, con fiestas, degustaciones y eventos, llamada CioccolaTò, y es posible también probar las mejores producciones en los locales históricos gracias al ChocoPass, que permite 22 degustaciones en tres díasz

DATOS UTILES
  • Museo del Chocolate: Avenida Bustillo 1200, Bariloche. Tel. (02944) 439204. En temporada alta, lunes a domingo de 10 a 20. Visitas guiadas a partir de las 10 de la mañana, www.museodelchocolate.com.ar
  • Chocolates Garoto: Central de Visitas, Tel.: + (27) 3320-1709. Entrada: 10 reales. Informes en visitas@garoto.com.br
  • Maison Cailler: Rue Jules Belelt 7, Broc. Informes: +41 (0)269215151, e-mail broc.visites@ch.nestle.com. Entrada gratuita, abierto de 9.30 a 16 www.cailler.ch
  • Confitería Poyet: Rue du Théatre 8, Vevey. Informes al +41 (0)219213737 www.confiseriepoyet.com
  • Dürig Chocolatier: Avenue d’Ouchy 15, Lausana. Informes: info@durigh.ch; www.durig.ch
  • Debauve et Gallais: 30 Rue des Saints-Pères, París.
  • Casa del Chocolate Perugina: Via San Sisto 42, San Sisto (Perugia), www.perugina.it

Graciela Cutuli
Pagina 12- Turismo

lunes, 6 de septiembre de 2010

Dinamarca: Bornholm, la isla inesperada

Las ruinas de Hammerhus, del siglo XII

Bornholm es toda una curiosidad del mar Báltico, con misteriosas iglesias redondas, cálido microclima y sorprendentes playas


Hace algunos años solía decirse que si todos los habitantes del planeta se pararan hombro a hombro, cubrirían una superficie igual a la de isla de Bornholm. Hoy, por el crecimiento demográfico, algunos deberían mojar los tobillos en las aguas de la costa o tomar prestada la isla vecina Christiansø. Aun así, sus habitantes siguen repitiendo el mismo dato curioso sobre este lugar perdido en el corazón del mar Báltico.

Con una extensión de casi 600 km2 y una ubicación privilegiada, al sur de Suecia y al norte de Polonia, Bornholm es un destino elegido por más de medio millón de turistas cada año. Esta exclusiva isla danesa, con playas de arena blanca, acantilados y gran vegetación, guarda memorias de la era neolítica, ruinas medievales, recuerdos de la ocupación nazi y rastros de un bombardeo por fuerzas soviéticas.

Es la roca visible más antigua del mundo, producto de una actividad volcánica hace más de 1700 millones de años. Su gente es atenta y tiene ese carácter relajado típico de los que viven lejos de las grandes ciudades. Cuentan con bandera propia no oficial y un dialecto de poco uso porque los jóvenes de hoy creen que no es cool hablarlo. Por sus calles se oye danés y la gran mayoría maneja el inglés, sólo son algunos nativos mayores los que no quieren desprenderse del bornholmsk, su particular jerga.

El clima de esta zona es ideal si se compara con el de Suecia y Dinamarca. Aunque sea común pensar que esta parte del planeta vive extensos períodos de nieve y oscuridad, Bornholm tiene su microclima, cálido y con largos días de sol. Rodeada de océano, de abril a septiembre es cuando más disfrutan del clima veraniego, aunque si hay que elegir un mes, el mejor paravisitarla es, sin duda, julio.

Arena fina, un paisaje poco familiar para los daneses

Todo sol
Este sitio, incluso para los daneses, es un destino exclusivo. Nicolas Rasmussen es un danés que este verano viajó a la isla por primera vez. "A nosotros nos encantó visitar Bornholm porque hay sol -cuenta-, se puede andar todo el día en bicicleta, ver montañas, es como estar en Dinamarca disfrutando de todo lo que nos falta en el país."

Para una mirada argentina, este destino podría ser el equivalente a lo que significa para un porteño visitar el glaciar Perito Moreno: un lugar turístico con naturaleza, único, con una oferta de paisajes diferentes, que enorgullece, y para el que hay que ahorrar durante algunos meses.

Las playas bordean gran parte de la isla y a diferencia del resto de la costa europea, donde llegar al mar implica caminar un buen rato sobre piedras para después hacer equilibrio en sus orillas, Bornholm tiene playas soñadas: arena fina y blanca, agua cálida que llega a los 24 grados en verano, más un entorno con mucho verde.

Al sur de la isla, Dueodde es famosa por tener las arenas más lindas. Para llegar a ellas, una pasarela de madera, a lo largo de 500 metros de camino entre bosque y dunas, nos lleva directo al mar. En su entrada hay un faro abierto para todos los que tengan ganas de subir en busca de una vista privilegiada del sur de la isla.
Productos locales

Si nos encontramos en este sitio al mediodía, antes de visitar el faro o cruzar el camino hasta el mar, es recomendable hacer una parada en un típico bar de la zona para degustar la especialidad del lugar: arenque ahumado y salmón. La mostaza es otro producto típico de aquí, para tenerlo en cuenta a la hora de los aderezos. Y cuando llega el postre, o en cualquier momento del día, son imperdibles las frutillas danesas dulces y jugosas.

Cuando el sol baja, el paseo que más les gusta a los chicos son las fábricas de caramelos. Svaneke Bolcher, en la ciudad de Svaneke o Karamel Kompagniet, en Gudhjem, tiene una variedad de lo más sofisticada. Fábrica y negocio comparten el mismo espacio y mientras se observa la elaboración de estos dulces también se pueden comprar caramelos de chili, saborizados con varios tipos de flores, moca, leche con maní, sin azúcar, con crema y el típico sabor danés del regaliz.

Las iglesias redondas son el ícono de este particular destino. Cuatro construcciones medievales repartidas por el territorio resultan el punto turístico más buscado. Østerlars es famosa que por su gran tamaño y antigüedad; se dice que fue la primera en ser edificada, cerca del año 1150. Olsker, con 26 metros, es la de mayor altura. Nylars es la mejor conservada y, por último, Nyker, la iglesia más pequeña.

Varios enigmas giran en torno de estos templos. Los historiadores sostienen la hipótesis de que estas estructuras no sólo fueron destinadas a prácticas religiosas, sino que tuvieron una función defensiva por los sucesivos ataques piratas que sufrió esta zona durante años.

Desde las rutas cercadas por infinitos campos de trigo se pueden distinguir, con sus paredes blancas y techos oscuros, envueltas en una tranquilidad que no se inmuta ni siquiera con los visitantes.

Templos blancos, íconos del lugar

Tres épocas, un lugar
Las industrias principales de la isla son el turismo, la pesca y la agricultura. Los colores de sus cultivos dominan los campos, y no se encuentran parcelas de tierra sin trabajar. A pesar de que son los turistas quienes aportan uno de los mayores ingresos, esta zona no se ve llena de resorts y grandes cadenas hoteleras como sucedería si se tratara de un territorio norteamericano. Todo lo contrario, aquí se mantiene con armonía lo natural y virgen, donde la mano del hombre interfiere, pero lo menos posible.

Al norte de la isla, Hammerhus es el centro de su historia medieval. Esta construcción del siglo XII sirvió como residencia del arzobispo de Lund, y terminó siendo objeto de disputa entre varios gobernantes durante los 500 años posteriores a su edificación. En 1746 su castillo fue abandonado y quedó abierto para que los habitantes de Bornholm tuvieran la libertad de llevarse materiales del lugar hasta 1822.

Hoy, las ruinas de esta fortificación son las más grandes de Europa del Norte, situadas en un mirador excepcional, ideal para sentarse sin medir el tiempo, en un silencio casi respetuoso, y deleitarse con un escenario de mar, montañas y soledad.

Mirador: Vista Privilegiada

El camello y el león
Desde estas alturas hay dos formas de acceder al mar. Aunque aquí, envueltos por acantilados y rocas, no hay lugar para playas, un espectáculo diferente nos espera. Podemos tomar el camino por la ladera, entre pastores y ovejas, o elegir el sendero que baja por una escalera hasta llegar a las conocidas piedras Kamelhovederne y Løvehovederne, con formas de camello y león, respectivamente.

Como toda piedra famosa que remite a formas conocidas, la asociación es discutible. El camello, con esmero, puede reconocerse, de costado y mirando en dirección al Hammerhus. Para distinguir al león se necesita un poco más de imaginación o tomar un barco que hace recorridos por la costa. Según dicen, mar adentro se observa mejor ese perfil. Habrá que hacer el paseo para comprobar si el león realmente está ahí o quedarse a contemplar la naturaleza que rodea este sitio, algo que también vale la pena.

Ciertas excavaciones arqueológicas indican que esta región fue habitada varios siglos años a.C. Por los caminos que tomemos, si prestamos atención, se pueden verse rocas talladas con símbolos en tinta roja y varios elementos geométricos. Los arqueólogos aún no logran descubrir el significado de estos grabados, pero se sospecha que muchos pertenecen a la era de bronce, de 1800 a 500 años a.C.

Al igual que Dinamarca, Bornholm fue ocupada por las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. En la ciudad de Rønne, al norte de la isla, otras huellas un poco más actuales son las que dejaron su pasado como base militar nazi. Allí se pueden ver restos de fortines que nunca fueron utilizados.

Cómo llegar
Avión: Bornholm tiene su propio aeropuerto a 5 minutos en auto de Rønne. Wingsof Bornholm, Cimber Sterling y Norwegian Airlines ofrecen varios vuelos por semana a la isla.

Barco: desde Suecia se tarda 2 horas y media; Dinamarca, 6 horas y media; Polonia, de 5 a 6 horas, o Alemania, 3 horas y media.

Bus: desde Copenhague, pasando por la ciudad sueca de Ystad. Esta opción debe combinarse con el ferry.

Tren: DBS, empresa de ferrocarriles danesa, realiza viajes conectando Copenhague y Ystad con destino a Bornholm. El recorrido total es de 3 horas y ofrece hasta cinco salidas por día.

Dónde dormir
Las casas de campo son las más buscadas a la hora de elegir hospedaje. Las reservas se realizan con un año de anticipación, en especial entre junio y septiembre. Otras opciones son los departamentos, hoteles, B&B y campings.

Información: A pocos pasos del puerto se encuentra la oficina de información turística, donde la mayoría de los mapas y folletos son gratuitos para poder diagramar el recorrido

Texto y Fotos: María Fernanda Lago
La Nación - Turismo

lunes, 30 de agosto de 2010

Consejos bien prácticos para viajar con tecnología

Aunque están diseñados para facilitarnos la vida y entretenernos, organizar un viaje con equipos digitales implica ciertas complicaciones. En esta nota, una completa guía para viajar cómodo y sacarle el mayor provecho a los dispositivos.

Viajar solía ser más fácil cuando no teníamos que preocuparnos de todos nuestros dispositivos electrónicos. Ahora, antes de emprender cualquier viaje, guardo en mi valija algo que se asemeja a un bazar electrónico para evitar olvidarme de algo importante. Luego de muchos viajes con todos los equipos a cuestas -y después de consultar a muchos amigos y seguidores en Twitter- recopilé aquí mis recomendaciones favoritas para cuando se debe viajar con tecnología. Ya sea que viaje al extranjero o en su país, aquí van algunas de las mejores formas para sacar lo mejor de todos nuestros equipos.

1. Lleve pocas cosas, pero no exagere
Según el viaje que deba hacer, siempre es buena idea llevar un par de cables adicionales, de adaptadores y otros accesorios por el estilo. En el caso de viajes al extranjero, una de las cosas que hay que llevar sí o sí es un adaptador de energía -para cargar nuestra cámara, teléfono, libro electrónico y demás equipos-.

Recomiendo un adaptador universal, que funciona con los enchufes de muchos países distintos. Para la mayoría de los equipos de electrónica, un adaptador es todo lo que necesitamos. En caso de otros aparatos, como secadores de pelo, afeitadoras y planchitas para el pelo, también se puede llegar a necesitar un transformador.

¿Piensa manejar mucho con autos alquilados? Llévese su reproductor de música, un cable para audio macho a macho, y un cargador de auto para escuchar temas mientras maneja. O considere, de lo contrario, un cable para conectar su laptop con una TV de modo de poder ver DVDs en su cuarto de hotel.
2. Llamadas locales en el extranjero
Si tiene algún celular viejo dando vueltas por ahí -¿quién no lo tiene?-, podría convertirse en su herramienta ideal para hacer llamadas locales baratas en el extranjero. Antes de partir, averigüe si su teléfono puede ser "destrabado" para funcionar con otras redes. Cuando llegue, visite un comercio local de celulares y compre una tarjeta SIM, que le costará alrededor de 20 dólares. Cuando ingrese la tarjeta en su viejo teléfono, recibirá un número local. A partir de ese momento, las llamadas que haga en la ciudad serán una ganga.

3. Comunicaciones con nuestra casa
No llame a su casa con esa SIM local. Las tarifas de larga distancia pueden llegar a ser exorbitantes. Un truco mejor es usar Skype, el sistema telefónico de Internet. Skype exige tener una laptop o un smartphone y una conexión a Internet, que se puede conseguir en un hotel o en un café. Con Skype, podrá llamar a su casa por nada más que unos centavos por minuto. Y si configura su cuenta Skype como transferencia de llamada, la gente de su casa podrá llamar a un número local que comunicará con usted en cualquier lugar del mundo, y la llamada no les saldrá nada.

4. Evite comprar Wi-Fi en los hoteles
El acceso a Internet es algo invalorable ya sea que viaje por trabajo o placer. El único problema es el costo. Algunos hoteles querrán cobrarle lo mismo que paga por noche por un mes de servicio en Internet. Por ello es que resulta inteligente tener en cuenta los precios Wi-Fi antes de reservar el viaje. En Estados Unidos, muchos hoteles de tarifa baja e intermedia ofrecen Wi-Fi gratis, mientras que las cadenas caras cobran entre 10 y 20 dólares por noche por el servicio. Para viajes internacionales, consulte la invalorable guía del Hotel Chatter para ver qué hoteles del mundo ofrecen Internet gratis, o a bajos precios.

5. Consejos para los dueños de smartphones
Si tiene un iPhone o algún otro dispositivo compatible con Internet, querrá llevarlo si viaja al extranjero, porque es una buena forma para acceder a Internet mientras está viajando. Recuerde ingresar en el panel de configuraciones del teléfono y apague el roaming de larga distancia (long-distance roaming). Esto evitará que el teléfono acumule abultados aranceles a través de las redes extranjeras. Su teléfono podrá de todos modos acceder a Internet a través de Wi-Fi. Hay algunas aplicaciones de iPhone que son especialmente útiles en el exterior -como Yelp, para comentarios sobre restaurantes y atracciones; Skype para llamar a su casa; y TripIt, un servicio online maravilloso que mantiene ordenados todos los detalles de su itinerario-. El sitio Web de TripIt es fantástico aún si usted no tiene un iPhone.

6. No dude en conseguir un iPad
Descubrí que la computadora tablet de Apple es un fantástico equipo de viaje. Es chica, liviana y, lo mejor de todo es que la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA según su sigla en inglés) de EE.UU no exige que la saquemos de nuestra valija durante los controles en el aeropuerto. (La mayoría de las veces al menos). Durante un viaje que hice hace poco, un agente de la TSA me pidió en el aeropuerto de Kennedy (Nueva York) que sacara mi iPad. La iPad resulta más útil para un viaje de placer que de negocios. Es la manera perfecta para leer libros y mirar películas mientras uno viaja. Pero si tiene previsto escribir la gran novela norteamericana mientras visita cafés en París, llévese un pequeño teclado Bluetooth (Apple fabrica uno lindo) para conectarse con su iPad. Aún con el teclado, el equipo iPad resulta más sencillo de transportar -en una mochila o cartera grande- que la mayoría de las notebooks.

7. Identifique sus fotos
Esa vieja foto de su abuelo al lado de un elefante ¿fue tomada en Rodesia o en Ringling Brothers? Las fotografías digitales ofrecen una forma de resolver este tipo de confusión geográfica. Sus archivos pueden integrarse con información sobre el lugar que nos permitirá recordar para siempre en dónde sacamos nuestra foto. Algunas cámaras y smartphones más nuevos insertan esta información geográfica de forma automática, pero si tiene una cámara vieja, considere la opción de comprar una tarjeta de memoria para poner etiquetas sobre el lugar, como la Eye-Fi Explore. La tarjeta cuenta con un chip Wi-Fi incorporado. El chip no sólo fija su ubicación geográfica sino que puede subir sus fotos a Internet de forma automática.

8. ¿Quiere fotos de verdad?
Algunas personas todavía no pueden digerir el hecho de que sus fotos estén adentro de tarjetas de memoria. Desde ya que puede imprimirlas cuando regresa a su casa, pero si se pierde de hacer impresiones instantáneas, fíjese en la impresora portátil Polaroid PoGo. Este equipo se vende a 40 dólares, pero exige papel especial que cuesta alrededor de 30 centavos de dólar por página. Si viaja con chicos, las fotografías instantáneas pueden llegar a convertirse en un entretenido proyecto para armar un álbum mientras se viaja.

9. Libros electrónicos en la playa
Si tiene planeado pasar sus vacaciones con todo un estante de clásicos, tendría que adoptar la tecnología digital. Con una Kindle, Nook, iPad u otro lector plano, no existe límite práctico para la cantidad de libros que puede disfrutar y no tendrá que preocuparse por el peso. Existe un único problema: ¿cómo hacer para proteger estos delicados dispositivos en medio de la arena y el surf? Podría considerar la opción de comprar una manga a prueba de agua para su lectora. TrendyDigital fabrica una que se vende a 20 dólares. O de lo contrario, opte por lo más barato: coloque su libro electrónico adentro de una bolsa de plástico para sandwiches de esas que tienen cierre hermético. Estas bolsas son lo suficientemente transparentes por lo general como para poder leer con ellas, y lo suficientemente fuertes como para proteger al equipo de las inclemencias del tiempo.

10. Auriculares que eliminan el ruido
Los auriculares que eliminan de forma electrónica el ruido del ambiente existen desde hace una década por lo menos. Pero ahora son tan baratos -se puede conseguir el Sony MDR-NC7 por menos de 40 dólares, en los EE.UU.- que ya no son dominio exclusivo de los viajeros frecuentes. Este tipo de auriculares son algo que debe tener sí o sí, si tiene planeado mirar películas o escuchar música en aviones, trenes y otros ruidosos medios de locomoción. Sin ellos, tendrá que subir mucho el volumen, lo cual no es bueno para su audición. Piense en llevar consigo un par, aún si no le interesa escuchar canciones ya que estos auriculares convierten a un viaje en avión cacofónico en algo parecido a una vacación.

Farhad Manjoothe - The New York Time
Traducción: Silvia S. Simonetti

reproducido por Diario Clarín - Tecnologia e Internet
Fotos/Imagenes: Web

lunes, 23 de agosto de 2010

Príncipe de la selva

Únicos. Parecen amenazantes, pero son los amenazados. Este mamífero cazador, de dientes afilados, que pertenece a la familia de felinos, integra una raza en peligro de extinción que se redujo, en un siglo, de 40 mil especímenes a los actuales 2 mil en toda India. Hoy están protegidos por Worldlife Protection Society of India.

Aunque Africa es la región más famosa para realizar safaris, adentrarse en la selva y avistar animales salvajes, el país del Ganges tiene su especie única. Opciones para conocer un verdadero tigre de Bengala.

Los destinos de safari más populares de la actualidad se encuentran lejos de las soleadas sabanas de Africa: en las entrañas de las frondosas selvas de India. Mientras que Africa cuenta con cinco grandes animales “de rigor”, India sólo tiene uno: el tigre. Aunque el animal nacional de India se encuentra entre los primeros puestos de la lista de especies en peligro, su población planetaria aproximada (escasos 3.600 ejemplares) es la más rara.

Aunque son pocas las posibilidades de observar un tigre salvaje, quizás eso, justamente, es lo que vuelve tan emocionante la repentina sorpresa de avistar un pelaje dorado con rayas negras en la selva. Los siguientes albergues, situados dentro y alrededor de las principales reservas de vida salvaje de India, son los mejores lugares para hospedarse y observar el paso del esquivo felino.

Pench National Park
El flamante hotel Baghban es producto de la colaboración entre Hoteles Taj de India y CC Africa, compañía de hospedaje ecológico sita en Sudáfrica. Construido a orillas del Parque Nacional Pench (zona que inspiró a Rudyard Kipling para escribir su Libro de la selva), el suntuoso hotel es cómodo y algo kitsch. El diseñador, Chris Brown, director de CC Africa, seleccionó singulares objetos de arte para decorar las habitaciones. Los chefs preparan alimentos en una cocina que evoca los años cincuenta y que da hacia el comedor, donde los comensales comparten la comida tradicional hindú sentados a la misma mesa. Luego del desayuno servido en la terraza privada, se puede ir al parque a buscar tigres a lomo de elefante. Desde 650 dólares por persona, todo incluido. www.tajsafaris.com.

Thekaddy, Kerala
Situado en la Reserva de Tigres Periyar, el Bamboo Grove, albergue ecológico, se construyó en el estilo de las estructuras tradicionales halladas en aldeas tribales. Los residentes de la zona ayudaron a levantar chozas con sencillo mobiliario utilizando elementos naturales como bambú y hierba. Los cocineros de la aldea preparan platillos hindúes que combinan los seis sabores shastri: dulce, agrio, picante, salado, amargo y astringente. La reserva se puede exploara a pie, en un recorrido de un día, durante el que se pasará la noche en el Sendero de Tigres de Periyar. Los guías, antiguos cazadores furtivos hoy dedicados a la protección de la vida salvaje, preparan platillos vegetarianos y levantan el campamento al caer la noche. Desde 50 dólares.
www.periyartigerreserve.org

Lindo gatito. Las hembras cuidan a sus crías cuatro años

Madhya Pradesh
Las veinte cabañas de colorida ambientación que componen el Resort Nature Heritage se encuentran acunadas entre las colinas Vindhya de Madhya Pradesh, en el corazón del Parque Nacional Bandhavgarh, en la región central de India. El hotel se encuentra a corta distancia de una aldea tradicional así como del museo Baghel, que alberga las pertenencias del majarajá de Rewa, antiguo señor de Bandhavgarh. No se debe perder el fuerte de Bandhavgarh, de dos mil años de antigüedad y sitio de importancia religiosa en el centro del parque. Desde 300 dólares; incluye comidas y dos safaris diarios. www.natureheritageresort.com.

Solitarios. Los machos viven solos, pero cuidan su harén

Uttarakhand
En un bosque de mangos, en la periferia del Parque Nacional Corbett, se encuentra el albergue Corbett Hideaway, oculto en los límites exteriores de los Himalayas. Las 52 cabañas, con fresco suelo de piedra y muebles de madera, comunican con la piscina, el spa y otros edificios mediante senderos empedrados. Puede visitar el Parque Nacional Corbett, que alberga una de las mayores poblaciones de tigres del país, en jeep o elefante. El restaurante del hotel, Ghirney House, se especializa en cocina mogol tradicional (sobre todo, platos de carne introducidos por los mogoles). Desde 350 dólares por cabaña, que incluyen comidas y dos safaris en jeep. www.leisurehotels.co.in.

Uttar Pradesh
También dentro del Parque Nacional Corbett, el albergue Dhikala Forest Lodge ofrece variedad de alojamientos básicos, como tiendas de campaña, cabañas y habitaciones rústicas. En la cantina preparan platos vegetarianos y, como el personal también utiliza las instalaciones, los huéspedes pueden escuchar sus anécdotas durante la comida y observarlos alimentar y atender a los elefantes utilizados en los safaris. El albergue domina el río Ramganga, donde tigres, ciervos sambar (cervus unicolor) y monos suelen beber y bañarse durante los calurosos días del verano. Las mejores habitaciones están en el antiguo albergue del bosque, y desde ellas pueden observarse los animales desde la terraza. Desde 20 dólares diarios. www.dhikalaforestlodge.com

Lisa Armstrong
National Geographic Traveler
Traducción: José Ignacio Rodríguez Martínez
Reproducido en Perfil-Turismo

lunes, 16 de agosto de 2010

Argentina-Chubut: Show de estrellas marinas

Desde el kayac, una privilegiada butaca para admirar cómo se sumerge una ballena

Cientos de cetáceos nadan en las aguas de Puerto Madryn y también los elefantes marinos están apostados en las playas de la Península Valdés, mientras las toninas overas aguardan, en Rawson, la llegada de los visitantes: la fauna del invierno ya está lista para brindar un extraordinario espectáculo natural en las azules aguas del Atlántico sur.

Desde cerro Avanzado, 16 kilómetros hacia el sur del centro de Puerto Madryn, se divisa perfecta la redondez de la tierra sobre el horizonte marino. Sólo el ir y venir de algunas ballenas, allá a lo lejos, interrumpe la total quietud de la superficie del mar. En El Doradillo, una playa situada 17 kilómetros hacia el norte desde el centro de la ciudad, el espectáculo se repite, aunque cada vez sea único, como todo lo que tiene vida. Y desde el muelle céntrico de Madryn, una vez más, las ballenas vuelven a ser protagonistas. También las vemos desde los ventanales de Vesta, el restaurante que se levanta sobre Punta Cuevas, casi en las afueras de Madryn, exactamente el lugar al que arribaron los colonos galeses en 1865 a bordo del “Mimosa”.

Y en las aguas de la Península Valdés, examinando el mar con binoculares y a simple vista desde el mirador del sendero Arenal... Es que las ballenas, en pleno invierno, están por todas partes. No hay que salir a buscarlas, basta con querer verlas, y si es de noche –hay quienes caminan por el muelle al anochecer, o simplemente desde el bulevar costero– no se las ve, pero se las oye, con el bramido sordo que las caracteriza el expulsar su chorro de vapor en forma de V. Aquel que las distingue de cualquier otra ballena, como las distinguen sus callosidades, ese engrosamiento de la piel situado en la zona donde las personas tendrían cejas y barba, y que es la seña de identidad propia de cada ejemplar, la que permite el reconocimiento de parte de los biólogos y especialistas. Para las ballenas, no hay temporadas bajas y altas: desde que llegan, a fines de mayo, hasta que se van, a mediados de diciembre, son las reinas del Atlántico sur. Pero para los visitantes la ventaja de esta época es la menor afluencia turística, que facilita los avistajes embarcados y permite sentirse como un auténtico pionero en las desérticas tierras de la Península Valdés.

Cerro avanzado

Cerro avanzado
En las afueras de Madryn, cerro Avanzado es una de las mayores elevaciones de la región, con unos 100 metros sobre el nivel del mar. Lo suficiente como para brindar una vista magnífica sobre todos los alrededores, desde las playas del norte hasta Punta Ninfas, el lugar donde el Golfo Nuevo se comunica sobre el Atlántico. “Desde aquí arriba –explica Juani Domínguez, al volante de un 4x4 que permite internarse por el terreno en fuerte desnivel de cerro Avanzado– vemos toda la superficie del Golfo Nuevo, que se extiende sobre unos 2500 kilómetros cuadrados. Tiene unos 17 kilómetros de ancho, con unos 45 metros de profundidad promedio: hay que pensarlo como una gran pileta estancada, ya que sólo entre el tres y el cuatro por ciento anual del agua del golfo se renueva... Y a unos 80 kilómetros de aquí, en línea recta, se encuentra Puerto Pirámides.”

El recorrido pasa por playa Kaiser, sobre una zona de médanos vivos que cada año se van desplazando por la fuerza del viento; sigue con un pequeño paseo sobre la restinga –una gran “plataforma de abrasión” donde la marea sube y baja constantemente, permitiendo un peculiar modo de vida anfibio y el desarrollo de pequeños bivalvos, lapas y caracoles “diente de perro”– y se detiene un rato en playa Paraná, uno de los sitios preferidos de la gente de Madryn para pescar distintas especies desde la costa. Más adelante, ya en la zona de cerro Avanzado propiamente dicho, llega el momento de comenzar una fascinante caminata interpretativa: paso a paso, se aprende a distinguir las diferentes especies entre la vegetación achaparrada y espinosa que a primera vista parece toda igual; se descubren simbiosis naturales como la de las avispas con una planta llamada “agalla”; se escucha que las plantas de jarilla no necesitan espinas para defenderse de los animales, porque su propia resina las vuelve demasiado amargas (y por eso mismo se echan las ramas de jarilla al fuego del asado, ya que genera un humo espeso que le da a la carne un sabor peculiar). “En las bardas –explica Juani– se ven dos colores muy marcados, que son la señal de dos ingresiones marinas en la Patagonia, hace millones de años. No se sabe si el continente se fue hundiendo o si subió el nivel del agua, pero la región estuvo cubierta por un mar durante 35-30 millones de años; fue lo que se llamó el ‘mar patagoniense’, que dejó pocos rastros fósiles.

La parte que estuvo cubierta es la que se ve más sombreada, en tanto la parte blanca son los sedimentos que se fueron acumulando en el fondo durante millones de años. Luego hubo otra ingresión marina, que abarcó desde Península Valdés hasta la provincia de Entre Ríos; la segunda franja superior más oscura es donde se acumularon los sedimentos de esta segunda invasión del agua. De este período es la mayor cantidad de fósiles que se pueden encontrar aquí.” Le basta hundir apenas la mano en el suelo para sacar una ostra fosilizada, y luego otra, y otra más... También hay otros bivalvos petrificados, “dientes de perro”, dientes de tiburón y dientes de raya que han sobrevivido el paso de millones de años: el cañadón que horada cerro Avanzado es un verdadero tesoro paleontológico, un viaje a la prehistoria de la prehistoria donde también aparecen perdidos testimonios de los pueblos aborígenes que vivieron en la región, y dejaron sus puntas de flecha, sus boleadoras, y hasta sus hachas ceremoniales.

El paseo por cerro Avanzado se puede combinar con la visita a la lobería de Punta Loma, a pocos kilómetros del centro de Madryn, un apostadero permanente de lobos marinos donde en los últimos tiempos se está realizando en forma experimental el buceo y snorkelling con estos animales. “Los lobos son animales sociables y curiosos; les gusta interactuar. Y como desde hace tres años se realiza el buceo, ya hay tres generaciones de lobos marinos que saben que las embarcaciones no representan un peligro, de modo que están cada vez más atrevidos. Se acercan sin miedo y a veces hasta tocan o mordisquean el brazo del buceador como perritos”, cuenta nuestro guía, a medida que atardece y nos acercamos de nuevo al centro de la ciudad, cuyas luces ya brillan formando una amplia medialuna fosforescente sobre el golfo.

Avistaje embarcado. El gigantesco lomo de una ballena al alcance de la mano de los turistas

Ballenas, Ballenas

Al día siguiente, llega el esperado momento del avistaje de ballenas embarcado. Después de recorrer unos 110 kilómetros hasta Puerto Pirámides, y de haber visitado el nuevo centro de interpretación por donde se accede a la Península Valdés, exactamente frente a la famosa Isla de los Pájaros, se hace la hora de acercarse a la playa, subirse al semirrígido y adentrarse en el mar. Aunque es pleno invierno, el cielo está totalmente despejado y el Atlántico luce azul y brillante. “Estamos en una muy buena época para el avistaje: todo agosto, septiembre, parte de octubre. Han llegado todas las ballenas que tienen que llegar, y no se ha ido ninguna. A fines de octubre se empiezan a ir, hasta mediados de diciembre cuando se retiran los últimos ejemplares”, comenta Jorge Schmid, uno de los pioneros de las salidas embarcadas en Puerto Pirámides. “Me vine con un amigo en el año ’70 para 15 días de vacaciones, y ya hace casi 40 años que estoy aquí en Puerto Madryn”, agrega. En esos casi 40 años, los visitantes pasaron de siete a 115.000 anuales... “Hay gente que hace casi 14.000 kilómetros para venir a ver las ballenas”, subraya Schmid, y borra de un plumazo cualquier duda para recorrer los 1400 kilómetros que separan Buenos Aires de la Península Valdés.

Una vez en el agua, las ballenas cumplen: aunque cada avistaje es diferente –a veces se ven colas, a veces apareamientos, a veces saltos, y a veces simplemente “berenjenas flotando”, como definió con humor un turista español– tenemos la suerte de verlas como si estuvieran posando. A pocos metros de las embarcaciones, aceptan la presencia de la gente, se mantienen cerca de la superficie y se las puede ver junto a los ballenatos en escenas conmovedoras de cariño maternal. Además no están solas: un puñado de pingüinos algo desorientados nadan cerca de ellas, separados del grueso de aves que llegará a la reserva de Punta Tombo recién a fines de septiembre.

El mismo espectáculo, sorprendente también por su cercanía, se disfruta en las playas de El Doradillo, consideradas las mejores para hacer avistaje costero. Para Patricia, que es guía de turismo en Madryn desde hace años, es un lugar mágico: basta pararse al borde del mar para ver a simple vista las enormes ballenas a pocos metros de la orilla y escuchar el sordo bramido con el que se comunican. Desde Punta Flecha, unos metros por encima de la playa, se las puede ver y oír gracias al hidrófono instalado en un refugio de la Fundación Patagonia Natural: dueñas y señoras del océano, aunque ahora en creciente lucha con las abundantes gaviotas que las acosan sin cesar, emociona verlas en su hábitat como embajadoras de ese mundo marino cuya supervivencia depende de la acción responsable del hombre. No se puede sino recordar las palabras que se oyen en el Ecocentro de Puerto Madryn: “En el extremo sur, el Mar Patagónico es un mar vivo, enigmático, que baña las costas de la Argentina y parece interminable. Un volumen en movimiento, que sostiene la vida en la Tierra y nos afecta a todos”

Un salto de tonina overa donde rompen las olas frente a Playa Unión, en Rawson

Toninas overas

La arena de Playa Unión, en las afueras de Rawson, se ve desierta en esta época del año: es un contraste notable con los cientos de sombrillas multicolores que la invaden apenas empieza a hacer un poco de calor. Pero el agua está lejos de estar deshabitada, porque este es el lugar ideal para avistar toninas overas, el delfín blanco y negro típico de las costas del sur de la Argentina. El punto de partida de la embarcación es el puerto contiguo Playa Unión, donde algunos lobos marinos toman sol perezosamente mientras los guías van subiendo a los turistas equipados con capas impermeables y chalecos salvavidas. Es que la navegación, a diferencia de lo que sucede en Puerto Pirámides, es en mar abierto y durante la búsqueda de las toninas el movimiento del barco y el oleaje pueden causar un auténtico chapuzón. Rapidísimas, las toninas no tardan en aparecer: saltan con agilidad a pocos centímetros de las lanchas, se sumergen para volver a aparecer del otro lado y parecen jugar a las escondidas con las cámaras fotográficas de los pasajeros. Como con las ballenas, el capitán es el más atento y experto para distinguirlas sobre la superficie del agua. Pero a diferencia de otros avistajes, el de las toninas no está garantizado: la especie es más imprevisible y se mueve con más rapidez, aunque la mayoría de las veces no hay ninguna dificultad para verlas, después de no más de un cuarto de hora de navegación. En total, son casi dos horas desde la salida hasta el regreso al puerto, cuando llega la hora de disfrutar los recuerdos y las fotos tomando algo caliente frente al puerto mismo de Rawson.

Las playas de El Doradillo son consideradas las mejores para hacer avistaje costero

Datos utiles:
Cómo llegar: En avión a Puerto Madryn, por Andes (todos los días menos el sábado), o por Aerolíneas a Trelew (alrededor de $1100 ida y vuelta). En micro hasta Puerto Madryn, a partir de 295 por tramo en servicio semicama.

Excursiones: salidas en kayac, excursiones nocturnas y recorridos en 4x4 por cerro Avanzado, Juani Domínguez, Tel.: (02965) 15721142. www.costasdepatagonia.com

Avistajes embarcados: Punta Ballenas, de Jorge Schmid, es uno de los seis prestadores autorizados para realizar los avistajes. Segunda Bajada al Mar, Puerto Pirámides. Tel.: (02965) 495112; puntaballena@puntaballena.com.ar

Fundación Patagonia Natural:
Marcos A. Zar 760, Puerto Madryn. Tel.: (02965) 451920.

- Ecocentro Puerto Madryn: www.ecocentro.org.ar

Más información:
Avenida Roca 223, Puerto Madryn
Tel.: (02965) 453-504 / 456-067
www.madryn.gov.ar/turismo

Graciela Cutuli
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web, Pagina 12, Secretaría de Turismo de Puerto Madryn

lunes, 9 de agosto de 2010

Australia: Minas de opalo en Coober Pedy

La reserva de Breakaways, 35 kilómetros al norte de Coober Pedy

En el sur de Australia, el pueblo de Coober Pedy concentra la mayor parte de la producción mundial de ópalo, emblemática gema capaz de expresar todos los colores del espectro visible. A mitad de camino entre Adelaida y Alice Springs, un viaje al interior del outback australiano, de herencia aborigen y presente minero.

Coober Pedy tiene menos de 4 mil habitantes, y es casi un punto perdido en el gigantesco mapa de Australia, unos 850 kilómetros al norte de Adelaida. Más de 600 kilómetros la separan también de Alice Springs, la principal ciudad del corazón del continente. Ni siquiera el Ghan, el tren del desierto que atraviesa Australia de punta a punta por el centro, desde el extremo sur hasta el extremo norte, se detiene en el lugar. Sin embargo, casi no hay turista que no se lleve un recuerdo originario de esta localidad remota de temperaturas extremas, una auténtica resistente en medio del desierto, porque Coober Pedy es conocida como la “capital mundial del ópalo”, esa curiosa gema de reflejos tornasolados que se considera como la piedra nacional australiana. Y de la que se dice que hay incluso algunos depósitos en Marte... Prendedores, anillos, pulseras, piedras sin pulir y hasta bumeranes con incrustaciones opalinas suelen regresar en la valija del viajero que haya pisado el territorio australiano. Lo más curioso del ópalo es que casi no tiene colores propios sino que sus tonalidades dependen de cómo les da la luz del sol. Cuenta una leyenda aborigen que el dios creador de la Tierra baja del cielo montado en un arco iris, y desde allí desparrama sus colores por el mundo al tocar el suelo...

Opalos, las piedras del arco iris, capaces de expresar todos los colores del espectro visible

TURISMO Y MINERIA
Los primeros ópalos fueron descubiertos en Coober Pedy el 1º de febrero de 1915: fue el comienzo de una actividad que hoy concentra casi la totalidad de la industria mundial, y alimenta a un pueblo entero tanto por la minería como por el turismo. Cientos de inmigrantes se establecieron aquí, en pleno outback australiano, atraídos por la actividad minera: hoy entre sus habitantes están representadas por lo menos 45 nacionalidades, y el 60 por ciento de la población son europeos llegados después de la Segunda Guerra Mundial. El mosaico étnico que se sumó a los aborígenes es, entonces, el más diverso de Australia.

Pero la historia comienza en realidad mucho más atrás: hace unos 150 millones de años, el océano cubrió la región de Coober Pedy y, después del retiro de las aguas, el silicio del fondo marino quedó atrapado en el lecho de roca. El tiempo y la naturaleza hicieron el resto, formando el ópalo, que desencadenó a principios del siglo XX una fiebre semejante a la del oro: por aquellos años, los sorprendidos aborígenes llamaron a la región kupa piti, es decir “hombre blanco en un agujero”, ya que era frecuente ver a viejos y nuevos pobladores excavando la tierra en busca de la gema. De kupa piti se pasó, inglés mediante, a Coober Pedy.

Durante miles de años, los aborígenes australianos vivieron nómades en la región: este desierto no invita a establecerse sino a moverse continuamente en busca de agua y alimentos. Todavía hoy el aislamiento y las temperaturas extremas hacen del pueblo un lugar inhóspito, cuyos habitantes vencen las dificultades de la naturaleza –sobre todo temperaturas superiores a los 40 grados en verano–, refugiándose literalmente bajo tierra. Mientras en la superficie el aire acondicionado se hace imprescindible, bajo tierra la temperatura se mantiene agradable y constante: por eso muchos viven en las galerías de antiguas minas reconvertidas, o en casas excavadas en la blanda roca de la región. Una casa de tres dormitorios excavada en la ladera de una colina puede costar lo mismo que una casa de igual tamaño en la superficie: y para los turistas es posible adoptar este modo de vida alojándose en un hotel subterráneo, como el Desert Cave, que tiene tanto habitaciones como bares, bodega y restaurantes bajo tierra. Un buen refugio también para los meses de invierno, cuando la temperatura puede volverse bastante fría.

Las curiosidades de Coober Pedy no terminan aquí: el pueblo tiene varias iglesias subterráneas de distintos credos; un primer árbol construido por los mineros de principios del siglo XX ensamblando chatarra; y hasta un campo de golf sin césped que por el calor sólo se usa de noche, con pelotas luminosas. No es de extrañar entonces que el sitio haya sido convertido en locación cinematográfica para películas como Mad Max 3, Priscila, reina del desierto y Hasta el fin del mundo.

Un paisaje casi lunar caracteriza al desierto en torno de Coober Pedy

CUIDADO, POZOS PROFUNDOS

La actividad minera dejó el terreno de los alrededores de Coober Pedy convertido en una suerte de emmenthal gigante. Por todas partes, numerosos carteles advierten sobre el peligro de correr, caminar sin mirar o dar pasos hacia atrás: no sería raro terminar bajo tierra, en el fondo de alguna de las muchas perforaciones.

Entre los atractivos del pueblo, la Old Timers Mine, una mina como en los viejos tiempos, se lleva buena parte de la atención. Se trata de una mina de 1916 cuyas galerías se pueden recorrer en un circuito autoguiado a pie, pasando por varios sectores de exhibición, dos casas subterráneas y demostraciones de máquinas excavadoras de ópalo. Otra posibilidad, para quienes quieren pasar a la acción, es el noodling: se trata de buscar gemas en las áreas expresamente abiertas al público, valiéndose sólo de las herramientas autorizadas. Los turistas se instalan generalmente en zonas donde se acumulan las piedras partidas de desecho, y allí exploran cuidadosamente en busca de fragmentos de ópalo que puedan haber escapado a la atención de los mineros: con un poco de tiempo y paciencia, no se volverá con las manos vacías. Y sin duda se habrá aprendido algo más sobre la gema y sus calidades, datos de utilidad a la hora de querer comprar un recuerdo y comprender por qué, según los reflejos y el espesor del mineral, los precios varían notablemente.

Coober Pedy también es un buen punto de partida para explorar parte del desierto australiano, con sus infinitas extensiones de suelo rojizo y rocas de formas caprichosas, talladas por el viento y las temperaturas extremas. El Painted Desert (“Desierto Pintado”) es una de las regiones más espectaculares, nacida hace unos 80 millones de años, con formaciones rocosas donde los colores cambian a lo largo del día creando un paisaje siempre nuevo y diferente. No muy lejos, William Creek es el pueblito más pequeño del sur de Australia: apenas doce habitantes, que gozan del pub más remoto del mundo... Toda una rareza, como la localidad de Oodnadatta, donde antiguamente se cruzaban los buscadores de oro con los aborígenes y los criadores de camellos, una especie traída de Africa y bien adaptada al desierto australiano, como los que aún se encuentran en las granjas de Alice Springs. Unos 160 kilómetros al norte, el Witjira National Park, Simpson Desert y el Lake Eyre National Park ofrecen un paisaje desértico con dunas de arena, grandes salinas y mesetas que parecen directamente transportadas desde otro planeta. También se puede organizar una salida nocturna para observar las estrellas del Hemisferio Sur de Moon Plains, y recorrer junto con el cartero local el camino que va de Coober Pedy hasta Oodnadatta, William Creek y algunas estancias alejadas para entregar la correspondencia. Una verdadera aventura para cambiar de tiempo y de lugar, dejando atrás el siglo XXI aunque sea por un díaz

Graciela Cutuli
Pagina 12 - Turismo

lunes, 2 de agosto de 2010

El extraño mundo de Gibraltar

El Peñón de Gibraltar visto desde La Línea de la Concepción

Imagina venir de España y encontrarte de repente con policías ingleses. Imagina que un tipo con acento perfectamente andaluz dice "¡Soy británico!".

-Passports! Passports!
La voz del oficial de policía, en correcto y acentuado inglés británico, me hizo dar vuelta, confuso. Contemplé el lugar del que venía y luego, al que me dirigía, donde era recibido por este extraño policía salido de la nada. Se suponía que estaba en España y un minuto después, el oficial, con el característico sombrero elevado londinés, controlaba una larga fila de vehículos.
Claro, estaba entrando a Gibraltar.
Gibraltar es el estrecho del mismo nombre que separa al Océano Atlántico del mar Mediterráneo, y a Europa de África. Pero es también el nombre que identifica al famoso peñón: una monumental roca que en algo recuerda al Pan de Azúcar de Río, y desde la cual se puede ver la costa africana.

Y es, también, mucho más que eso.
Gibraltar es una ciudad. Un sui generis enclave británico en plena península ibérica. La disputa es vieja. El peñón de Gibraltar ha sido fuente de conflicto entre ingleses y españoles por siglos. La posición geográfico-estratégica del peñón -control de entrada a Europa, en especial del comercio- llevó a que varias naciones disputaran su dominación por cerca de 500 años. Ingleses, franceses, españoles y árabes se enredaron en escaramuzas sucesivas, hasta que los británicos lograron el control a mediados del siglo 18. Y ahí siguen hasta hoy, aunque España aún resiente el dominio inglés del enclave. Durante el siglo pasado se organizaron infructuosas comisiones para lograr el control bipartito. Aún hay roces y suspicacias entre españoles e ingleses, y el último incidente diplomático ocurrió el 17 de noviembre del año pasado, cuando la Armada Británica -en ejercicios navales- disparó en contra de una boya con la bandera "rojigualda" de España.

Gibraltar está 140 kilómetros al suroeste de Málaga, y sólo 27 kilómetros al este de la bahía y ciudad española de Algeciras. Desde el puerto de esta última se pueden tomar -en todo horario- ferries que cruzan el estrecho y que demoran algo más de una hora hasta Tánger, el principal puerto de Marruecos. O 40 minutos hacia la ciudad autónoma española de Ceuta, en territorio africano.

Al entrar a Gibraltar por tierra, desde la carretera N-351, la última ciudad española se llama La Línea. Muchos de sus habitantes trabajan en Gibraltar y deben cruzar todos los días "la verja", como se conoce a la empalizada que separa al asentamiento inglés del territorio ibérico.

Luego de eso, sorteado el control policial, lo primero que uno encuentra es un semáforo con una barrera. Si está cerrada y la luz en rojo, quiere decir que un avión está por aterrizar. Y así es. El problema es que no hay mucho terreno aprovechable en Gibraltar, y como la mayor superficie la ocupa el peñón -"The Rock", como se lo conoce-, el aeropuerto debió construirse en la estrecha franja de tierra del istmo. Por eso, no es raro tener que parar el auto para ver cómo un avión directo de Londres, Madrid o Málaga aterriza en la carretera, la misma que luego usarás para llegar a la ciudad, que comienza apenas 500 metros más allá.

Parlamento de Gibraltar

Británico-andaluz
El Territorio Británico de Ultramar de Gibraltar, nombre oficial del enclave, es un sorprendente potpurrí de cultura británica, andaluza y árabe.

La ciudad y su arquitectura suenan a los de cualquier ciudad inglesa. En la plaza principal, o Grand Casemates Square, se ven, además de cafés y restaurantes de comida rápida, las típicas cabinas rojas, con una corona al centro y la palabra telephone sobre la puerta.

Desde la Casemates sale, en un recorrido transversal hacia el sur, la Main Street, un animado paseo peatonal y principal punto de encuentro de los gibraltareños. Son varias cuadras de negocios de todo tipo, entre boutiques, joyerías, bares y restaurantes de estilo inglés -con mucho fish & chips-, pero por sobre todo se ven casas de electrónica y tiendas de cigarros y alcohol.

Esto se debe, seguro, a que Gibraltar es zona franca. Gracias a esta regalía, miles de españoles -en su mayoría de Málaga, Marbella, Algeciras y Sevilla- cruzan "la verja" todas las semanas en busca de estos productos, considerablemente más baratos que en España. Eso también incluye a la bencina.

Por esto también, aunque el inglés es la lengua oficial, el indiscutido segundo idioma es el español hablado por los "llanitos", el gentilicio informal de los gibraltareños. Se trata de un castellano andaluz bastante agitanado, que en ocasiones se mezcla con palabras inglesas formando un spanglish divertido de escuchar.

Los "llanitos", al igual que su hablar, son una mezcla entre británicos y andaluces, con más influencia de estos últimos. A pesar de eso, a los gibraltareños no les gusta ser asociados con los españoles. Se sienten orgullosos de pertenecer a la Commonwealth, como dice su pasaporte, aunque el español se hable mayoritariamente entre los "llanitos" adultos, así como los más jóvenes hablan casi exclusivamente en inglés.

El tercer idioma en Gibraltar es el árabe, una muestra de la influencia marroquí en este enclave, que cuenta además con un símbolo: la imponente mezquita Ibrahim-al-Ibrahim, emplazada junto al faro de Europa Point.

Tres kilómetros al sur del downtown, es el punto más austral de Europa y mira directamente a África. Desde allí se pueden ver las decenas de barcos que todos los días cruzan el estrecho de norte a sur, o de oeste a este.

El teleférico de Gibraltar

Habitantes de la roca

La Main Street termina su zona peatonal y se transforma en vehicular al llegar al viejo y pintoresco parque cementerio de Trafalgar, construido en 1798.

Con el enorme peñón de fondo, este parque es ideal para sentarse y descansar dentro de esta pequeña pero animada ciudad de 29 mil habitantes. Si se sigue al sur, se llega hasta los también hermosos y pacíficos Botanical Gardens, con vistas excelentes del puerto de Gibraltar y la Bahía de Algeciras. Más al sur y una hora y media después de salir desde Casemates, se llega a Europa Point, el faro.

Instalado aquí, uno puede ver cómo en las calles de la ciudad todavía algunos nostálgicos usan vehículos que tiene un british volante a la derecha, aunque aquí se conduce por la derecha, al revés que en Inglaterra. El cambio no es forzado, sino sensato: como el pequeño enclave está entre dos países que manejan por ese lado (España y Marruecos), los ingleses, siempre pragmáticos, decidieron mantenerlo.

Antes de volver y salir de esta lugar, es imprescindible llegar a la punta del peñón. Desde allí se obtiene una de las vistas más alucinantes del estrecho.

Luego, para volver, hay que cruzar otra vez "la verja".
El inglés es idioma oficial, pero muchos en Gibraltar hablan español.
Escalando el peñónSe puede hacer por teleférico desde los jardines botánicos, o a pie desde Casemates.

Además de monos de berbería, en el peñón se puede visitar su extensa e intrincada galería de túneles. Algunos fueron construidos entre 1778 y 1783, para ubicar cañones y soldados que lucharían contra las tropas franco-españolas. Siglos más tarde, en la Segunda Guerra Mundial, los militares británicos construyeron más túneles. En total hay unos 50 kilómetros de galerías.

Main Street, principal calle comercial

Lujos y casino

Descendiendo hacia el oeste desde la plaza Casemates, se llega a Ocean Village, el sector más elegante de Gibraltar que incluye exclusivos edificios de apartamentos, un elegante casino, lujosos restaurantes, pubs, tiendas y una de las marinas más caras de Europa.

Allí atracan monumentales yates privados, de navegantes que proceden en su mayoría desde Estados Unidos, Inglaterra y Francia. El precio promedio de estas naves fluctúa entre los 10 y 100 millones de dólares.

El mono de Berbería es típico de la zona

Alojamiento
A pesar de su tamaño, en Gibraltar se puede encontrar una amplia oferta hotelera. Los dos hoteles top son el clásico The Rock y el Caleta. Ambos están sobre el peñón, tienen espectaculares vistas y promedian los 120 euros por habitación doble.

Para los mochileros de bajo presupuesto sólo existe una opción: Emile Youth Hostel, a dos calles de la Grand Casemates. Por 20 euros la noche, se consiguen camas en piezas compartidas (sin baño), un modesto desayuno y wi-fi.

Bruno Ebner (desde Gibraltar)
El Mercurio -Chile (Revista del Domingo)
Fotos: Wiki y el Mercurio