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sábado, 30 de mayo de 2009

Argentina: Los Andes a caballo

Alternativas de una nueva edición del legendario cruce de San Martín organizado por el gobierno de San Juan. Una historia nueva para contar.

Uno de los principales motivos que impulsan la realización de esta expedición a través de la Cordillera de los Andes es el de “homenajear al padre de la patria y apreciar cabalmente la magnitud de la gesta realizada 200 años atrás, con las dificultades y contratiempos propios de la época que debió sortear el general San Martín”, explica José Luis Gioja, gobernador de San Juan. También “pretendemos promover la integración con el país hermano de Chile y promocionar al turismo nacional e internacional la belleza y riqueza natural de esta región”.
De hecho, el Cruce de los Andes se realiza, sin interrupción, desde hace 5 años con una notable participación no sólo de aficionados a las cabalgatas de aventura sino también de turistas que desean conocer las vicisitudes que tuvieron que enfrentar en los albores de la independencia.

La travesía comienza en la ciudad de San Juan, desde donde nos trasladamos a la localidad de Barreal, ubicada a 150 km de Plumerillo, punto de partida del cruce sanmartiniano. Este poblado se encuentra a 1.660 metros sobre el nivel del mar, lo que puede ocasionar, en algunos casos, un ligero apunamiento en aquellas personas no habituadas a la altura. Hicimos noche en Barreal y desde allí partimos en los vehículos hacia la estancia Manantiales (80 km), lo que llevó unas dos horas por camino de ripio. Allí se cargaron las mulas y dio comienzo la cabalgata. Para entonces ya estábamos a 3.000 metros de altura.


El punto más alto
La primera experiencia duró unas cinco horas de marcha, donde no faltó ningún ingrediente: tuvimos calor, lluvia, granizo, frío y agua nieve (carrotillo para los lugareños). Todo esto hasta lo que sería el primer campamento en el Refugio Frías, a 3.800 m de altura y dispuesto por el personal de Gendarmería, en tanto que el regimiento de Infantería de Montaña 22, del Ejército Argentino, nos acompañó todo el tiempo.

El segundo día de marcha hacia el Refugio Sardinas no fue menos exigente. Y si bien no hubo ni lluvias ni nieve, el frío se hizo sentir y la altura también, ya que atravesamos el Espinacito a 4.800 metros, el punto más alto del recorrido. El consuelo fue una reconfortante cena preparada por el cocinero del refugio. El esfuerzo que significó este segundo día estaba previsto en el plan de la travesía, y el tercero fue reservado para recuperar energías. Serenatas y bebidas espirituosas en los refugios para combatir las condiciones climáticas amenizaron las noches y permitieron olvidar las tensiones del día, el cansancio, los precipicios y caminos angostos y empinados que cruzamos.


Dos banderas
Al día siguiente y ya repuestos iniciamos el camino hacia la frontera con Chile. Aquí nos encontramos con las autoridades del hermano país, y la emoción se hizo presente. Fue la conmemoración de un gran esfuerzo para un grupo tan heterogéneo que implicó 4 horas de dura cabalgata. Tras la colocación de placas conmemorativas, cantar unas coplas y homenajear las banderas de ambos países, iniciamos el camino de vuelta hacia Sardinas para pasar allí la noche y, al día siguiente, bajar hasta la estancia Manantiales.

El retorno significaba encarar la parte más peligrosa del recorrido, el descenso por un lugar llamado “La Honda”, que debió ser superado en grupos pequeños de cinco personas, cada una acompañada por un gendarme. El desgaste físico fue enorme. Tuvimos que adaptarnos al paso de las mulas que transitaban por un camino de 40 cm de ancho, y que cada cuatro pasos paraban a descansar debido a que a ellas también les costaba respirar. Todo esto al borde de un precipicio que nos hacía fluir la adrenalina por todo el cuerpo, especialmente cuando, a un lado del camino, un par de esqueletos de mulas funcionaban como una macabra advertencia. Pero toda la tensión se diluyó cuando llegamos al refugio y se armó una improvisada peña, con suficiente bebida como para calmar la sed y festejar la finalización de la extenuante jornada.

El último día camino a la estancia Manantiales fue una jornada para disfrutar. Parecía que las mulas percibían que volvían a su hogar y la bajada fue más rápida de lo esperado. En la estancia nos aguardaban las camionetas 4 x 4 que nos llevaron hasta la ciudad de San Juan con la promesa de una paella que se cumplió y fue acogida como corresponde.

Revista Weekend
Textos: Araceli Codesal
Fotos: Web

viernes, 22 de mayo de 2009

China: La muralla interminable

Recientes estudios de la Dirección Estatal de Arqueología, Topografía y Cartografía China descubrieron que la Gran Muralla es aún más larga de lo que se creía. Sus 8851 kilómetros recorren 156 distritos desde el Mar Bohai, al este del país, hasta el desierto de Gobi, en el oeste.

La Gran Muralla China pertenece al grupo selecto de construcciones antiguas –como las pirámides de Giza, Machu Picchu y el Coliseo romano, entre otras– cuya realización en épocas tan lejanas parece imposible de concebir en estos tiempos modernos. Por eso cada nuevo hallazgo en su entorno genera un eco trasnacional y toca las fibras de la historia. Así ocurrió cuando la Dirección Estatal de Arqueología, Topografía y Cartografía China reveló que la zigzagueante serpiente de piedra tiene cerca de 2500 kilómetros más de lo que se creía. Construida en diversos tramos a partir del siglo VI a.C., la Gran Muralla es el mayor emblema de la región, ahora con 8851 kilómetros oficiales de longitud.


DINASTIAS QIN Y HAN
Hacia los siglos VIII y VII a.C., el territorio estaba dividido en cientos de feudos y principados. Con el correr de los años, los desperdigados estados de ese período conocido como el de los Reinos Combatientes, emprendieron la construcción de los primeros paredones para diferenciarse entre ellos y protegerse de invasiones extranjeras. El relato oficial indica que hacia el 221 a.C., el emperador Qin Shi Huang unificó toda China al integrar aquellos reinos en un solo imperio. Pese a ser recordado como un tirano por gran parte de la literatura, Qin reformó la escritura, fijó sistemas de monedas, creó la primera red de canales de riego y fijó límites en sus dominios. Consecuentemente decidió romper las viejas murallas interiores y juntar las porciones exteriores con la intención de centralizar el poder y evitar el resurgimiento del viejo feudalismo. Esa construcción, ya a gran escala y con mano de obra mayormente campesina, costó grandes sumas de dinero y largos años de duro trabajo. A medida que la muralla atravesaba los espacios vacíos de China, los constructores se vieron obligados a improvisar: donde no había piedras, utilizaron capas de tierra compactada contenidas en simples marcos de madera. Tras la muerte de Qin y la caída de su imperio, la primera Gran Muralla fue prácticamente abandonada.

Tiempo después, durante el reinado de Han Wu-di, se reconstruyeron algunos tramos de la antigua muralla por razones vinculadas principalmente al comercio, ya que el muro permitía un buen control de entradas y salidas de los productos y mercancías que circulaban por la legendaria Ruta de la Seda.


LOS MING
Con la dinastía Ming, se retomó la construcción con materiales más nobles. Posteriores incursiones de los mongoles vigorizaron la idea de la muralla, y se destinó a ella considerables recursos provenientes de las arcas del imperio. La serpenteante edificación de esa época se asienta acrobáticamente sobre terrenos que en algunos lugares se elevan a un ángulo de 70 grados. Los modernos hornos de los Ming permitieron producir masivamente ladrillos en vez de tener que cortar individualmente las piedras o utilizar tierra apisonada. Las torres que fueron construidas a lo largo de las paredes, o directamente integradas a ellas, contaban con un sistema de señales de humo para advertir a los soldados de alguna amenaza. Se dice, incluso, que en tiempos de esplendor su extensión fue custodiada por más de un millón de guerreros. Pero los Ming fueron mucho más que hábiles constructores de la muralla. Sus barcos comerciales navegaban tan lejos como la India, Japón, el Golfo Pérsico y el Pacífico Sur, llevando enormes cargas de porcelana, seda, especias y la nueva y asombrosa bebida que encantaría a Occidente: el té. Sin embargo, la dinastía Ming no pudo impedir el avance de las tribus manchúes. En 1644, los manchúes cruzaron la muralla y destronaron a los Ming. Una vez tomada Beijing, derrotaron a la incipiente dinastía Shun junto a otras resistencias menores y establecieron el reinado de los Qing. Desde ese entonces, la gran víbora de piedra quedó prácticamente silenciada, con un fin más intimidatorio que defensivo, y un recorrido más deslumbrante que utilitario.


TORRES EN LA NIEBLA
La muralla deslumbra a los miles de visitantes que llegan por año. Escala crestas de montañas, pasa sobre ríos y penetra en valles hondonados, ocultando su intermitente silueta bajo la niebla. En ese compilado de nubes asoma cada tanto la estructura de castillo de algunas de las 25 mil torres de vigilancia. Su trazado se extiende al este del país desde el Mar Bohai (bahía del mítico Mar Amarillo) hasta el desierto de Gobi, en el oeste, cruzando 156 distritos pertenecientes a 10 provincias. Aunque las dimensiones varían en los distintos tramos, la altura promedio de sus muros oscila entre los siete y ocho metros de altura, con una base de seis metros de espesor. En su recorrido la muralla está posteada por los torreones de comunicación, puertas fortificadas y almenas defensivas. Tiene tres pasos: la ciudadela de Jiayu, que da comienzo oficialmente a la Gran Muralla, es de 1372 y está formada por una doble pared cuadrada de ladrillo y tierra, de más de 700 metros. El paso Shanhaiguan fue otra importante fortaleza en torno de la muralla, ubicada cerca de los bordes de la zona oriental. El último es el paso Juyong, que tenía la función de defender las colinas de la capital, Beijing. Algunos relatos cuentan que los miles de obreros que contribuyeron a la construcción de los diferentes tramos y pasos utilizaron los materiales cercanos disponibles en los alrededores: piedras con un alto grado de metales (incluso plata) cerca de Tian Ling Liao; piedra caliza en cercanías de Beijing, y granito, cerámicas y ladrillo cocido en sectores orientales.


TECNOLOGIA DE PUNTA
“Ha habido investigaciones y observación de tramos en varias oportunidades. La muralla es una construcción muy importante para el país”, afirma Han, uno de los responsables de la embajada de China en Argentina. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, y recientemente consagrada una de las Siete Nuevas Maravillas del mundo moderno, la Gran Muralla sigue asombrando. El nuevo tramo detectado fue el descubrimiento más importante del proyecto de planificación del departamento de patrimonios nacionales chinos, que se puso en marcha a principios de 2007 para su protección. Seguimiento satelital y avanzados instrumentos de exploración revelaron sobre finales de 2008 la existencia de algunos tramos ignorados en montañas y desiertos del accidentado suelo chino. “Las obras modernas de carretera y ferrocarril la han afectado”, señaló su director, Shan Qixiang. Si bien se pueden visitar enormes tramos, sólo un pequeño porcentaje está en pie (un 20% en condiciones aceptables y un 30% con muchas ruinas), mientras el resto ha sido erosionado y/o destruido por el hombre a lo largo del tiempo. La Gran Muralla atraviesa provincias como Liaoning, Hebei, Shanxi, Gansu y Shaanxi, además de la región autónoma de Mongolia Interior, Tianjin y Beijing.

Pablo Donadio
Pagina 12 - Turismo

miércoles, 13 de mayo de 2009

Borneo: Ecoturismo en la región de Sarawak

Comunidad de Long Bedian

Crónica de una visita a la comunidad de Long Bedian, en las profundidades de la selva del Borneo malayo. Aunque la tala de árboles es la principal actividad, los habitantes de la región de Sarawak quieren evitar la deforestación de la jungla que, de desaparecer, afectaría los ciclos pluviales de forma devastadora.

Los folletos turísticos son siempre algo engañosos, ya se sabe. Las playas son paradisíacas y lucen espléndidamente limpias, el cielo siempre es azul y los habitantes locales siempre sonríen. Los folletos de Sarawak (Borneo, Malasia) que encontré en el aeropuerto de Miri presentaban a su población local frente a unas largas casas de madera en las que parece reinar una armonía perpetua, mientras sus moradores realizan sus actividades cotidianas adornados con trajes tradicionales. Así que cuando nuestro guía nos presentó a Jok, el que iba a ser nuestro chofer en los próximos dos días, como un auténtico orang ulu, no pude evitar una mirada desconfiada por los jeans y la camiseta que llevaba. Tenía, eso sí, unos ojos rasgados y risueños y una sonrisa permanente difícil de resistir. Tímido al inicio –los primeros cinco minutos quiero decir–, terriblemente locuaz más tarde, Jok se expresaba con un inglés de acento imposible del que había que intuir las bromas que, sin cesar, escapaban de su boca. Un tipo simpático y listo.


Selva profunda
La comunidad de Jok se llama Long Bedian. El nombre de la etnia designa a quienes viven “río arriba”, aunque también son conocidos como kayan, el nombre con el que marcharon de Apau Kayan, en Kalimantan, la zona de la isla de Borneo perteneciente a Indonesia. Abandonaron Kalimantan cuando los terrenos de cultivo quedaron exhaustos y se instalaron en diversas zonas del norte de Sarawak, sobre todo en los alrededores de los ríos Baram, Rejang y Tubau, donde todavía viven en sus largas casas comunales.

Durante la II Guerra Mundial y la ocupación japonesa, algunos miembros de estas comunidades abandonaron sus tierras para emigrar al interior de la selva, cruzando el pequeño cañón del río Durian, que también da nombre a esa fruta de olor indescriptible que se encuentra en todos los mercados. Allí, aislados del mundo, los kayan pudieron preservar un estilo de vida que se ha conservado, hasta hace muy poco tiempo, lejos de miradas e injerencias.

Los orang ulu, como los dayak y otras tribus de Borneo, han vivido desde tiempos inmemoriales en cabañas de madera de muchos metros de longitud, que acogían a gran parte de los miembros de la comunidad. Cada familia disponía de un espacio, pero el corredor era la zona común a lo largo del cual se podían llegar a alinear hasta 68 puertas. Con el tiempo, algunas de estas largas casas se han convertido en objetivo de un turismo ávido de pureza etnográfica, pero sin dejar de ser una mera representación de lo que un día fue. Long Bedian, escondida en lo más profundo de la selva, accesible solamente tras más de cuatro horas de carretera sembrada de agujeros y cráteres o a través de casi un día de navegación fluvial, ha quedado muy lejos de los circuitos turísticos de las grandes agencias, y las largas casas que aún quedan en el pueblo no intentan imitar los estilos de antaño; son casas modernas, reales, como sus habitantes, que a pesar de no llevar los hábitos tradicionales siguen manteniendo el espíritu de hospitalidad de siempre.

Como para confirmar esa afirmación, Jok nos invita a visitar su casa. La mayoría del más de millar y medio de orang ulu que viven en Long Bedian se convirtieron al cristianismo en los años ’50 del siglo XX, así que la amplia sala principal de la casa familiar de nuestro particular cicerone es un extraño y colorido altar sin más lugar donde reposar que un sofá y un par de sillas. En una sala anexa se encuentra la cocina, con una larga mesa de madera alrededor de la cual se sienta toda la familia. Arriba quedan los sencillos dormitorios. Eso es todo. Nada es superfluo. Jok vuelca su energía, de momento, en otros proyectos que tienen que ver, y mucho, con su comunidad y el futuro de ésta: una serie de alojamientos en mitad de la selva gestionados por los propios habitantes de Long Bedian, 12 cabañas de madera bautizadas como Temyok Rimba Resort, austeras pero con lo imprescindible para pasar algunos días en mitad de la selva. Mientras tanto, Jok sigue trabajando de chofer para transportar hasta aquí a esos turistas occidentales y un tanto accidentales que buscan, de verdad, perderse en lo auténtico. Y este rincón del planeta lo es.

Desde el resort, a apenas 30 minutos de caminata desde las cabañas, entre árboles gigantescos que ocultan la luz del sol, se llega a la cascada de Nawan, un delicioso lago donde se puede nadar, o como ellos prefieren definirlo, un spa natural en el que relajarse escuchando los sonidos de la jungla. Pero hay otros trekkings, algunos de varias horas de recorrido, y otras visitas. La misma comunidad que auspicia este proyecto de turismo enraizado en la naturaleza es uno de los mayores atractivos del lugar, y su media docena de calles parecen concentrar ahora la vida comunitaria que un día se vivió en las casas de los orang ulu.

Casa Comunal: son lugares donde viven varias familias, incluso pueden considerarse un pequeño poblado.

Vida comunal

Una construcción alargada y porticada, con diferentes divisiones, hace las veces de centro comercial: el café, el restaurante, la tienda de artesanía, la de alimentos, el tabaco... Ninguna se cierra al frente, solamente unas persianas pintadas de azul y blanco colgadas del porche protegen el interior del justiciero sol tropical del mediodía. A lo largo del pasillo que une los diversos establecimientos, sentada sobre los alargados bancos, la gente se reúne a charlar, a ver pasar la tarde, a intercambiar noticias e información o, como los niños, a seguir con los ojos abiertos de par en par el último culebrón mexicano que pasan por televisión. Sonríen, pero sólo a las sonrisas. Las mujeres más mayores conservan sus tatuajes tradicionales en manos, brazos y piernas, y las orejas perforadas por anchos objetos que aumentaron su tamaño hasta extremos insospechados. También los hombres adornaban sus orejas con dientes de leopardo, pero eso fue antes de que adoptaran el cristianismo como estilo de vida. Ahora esas prácticas son minoritarias entre ellos.


Paraiso de biodiversidad
En Long Bedian, a pesar de su relativamente corta historia, ya saben lo que son los proyectos de gran envergadura y los vaivenes de una economía de mercado. A finales de los años ’60, toda esta área comenzó a vivir de las técnicas de plantación modernas y de las granjas, mientras desde la misma comunidad se impulsaban políticas de atención social, como la construcción de escuelas, bibliotecas y hospitales, servicios hasta entonces desatendidos. Tras una década de estabilidad, y como resultado de la educación recibida por los más jóvenes, algunos miembros emigraron a las ciudades para continuar sus estudios o conseguir mejores trabajos, hasta que, cercanos ya los ’80, con la llegada de la industria maderera, los jóvenes prefirieron quedarse en áreas cercanas y trabajar para éstas. Y esa industria, que trajo dinero, ha traído también la destrucción de la principal riqueza del país: su increíble naturaleza.

Malasia se encuentra entre los 17 países que albergan el 70% de la biodiversidad del planeta. Tiene más de 12.000 especies florales, 1100 helechos, unas 300 de mamíferos salvajes, 750 de reptiles, 165 de anfibios y más de 300 de peces de agua dulce. Pero todo este patrimonio natural se ve amenazado por la urbanización creciente y la deforestación.

Desmonte de bosques nativos

Preservar un tesoro natural
Los grandes bosques que cobijan buena parte de esta riqueza están siendo destruidos a un ritmo insostenible. Según un organismo de la ONU, solamente en la década de los 90 Malasia perdió el 13,4% de su masa forestal, y el ritmo aumenta sin cesar. El resultado es que más de 170 especies endémicas se han extinguido ya y muchas otras, como muchos animales, están próximas a la extinción.

Los habitantes de la región de Sarawak, donde se ubica la comunidad de Long Bedian y los orang ulu, saben lo que significa esto. En los años ’30, en sus selvas se vieron los últimos rinocerontes de Java y de Sumatra (Rhinoceros sondaicus y Dicerorhinus sumatrensis). Hoy quieren preservar el tesoro que aún conservan, pero para eso necesitan desarrollar alternativas a la destructora industria maderera, al dinero fácil que ésta promete y también los cambios acelerados que conlleva. Si en los años ’60 la población de Long Bedian no pasaba del medio millar, el censo del año 2002 reflejaba cómo el número de habitantes se había triplicado y, aunque los orang ulu siguen siendo la etnia mayoritaria, otros pueblos han llegado al reclamo del trabajo y el dinero: kayams, kelabits, penams, kenyahs y otros.

La industria maderera sigue siendo una fuente importante de ingresos para muchas familias de la zona, así como la recogida de coco en las cercanas plantaciones, pero muchos han tomado conciencia de la necesidad urgente de preservar algo que pertenece a todos y se están dedicando a labores tan tradicionales como el cultivo de la famosa y exquisita pimienta con denominación de origen. El turismo responsable, como nueva fuente de potencial riqueza, debería ser una de las alternativas viables al inexorable avance de las masivas talas. En nuestras manos queda. Y en las suyas, por supuesto.

Maribel Herruzo
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web

domingo, 3 de mayo de 2009

India - Bangalore encendida

Vendedores de flores en uno de los coloridos mercados de Bangalore, la tercera ciudad en población de la India

Centro de una revolución tecnológica, pero también de inalterables tradiciones, una ciudad para descubrir en el sur de este inagotable país

Hay quienes viajan a la India en busca de espiritualidad. Otros aspiran a descubrir una cultura exótica. También están los que llegan por negocios. Y de estos últimos, la mayoría aterriza acá, en el Silicon Valley del país.

Capital del estado de Karnataka, su nombre oficial es Bengaluru, aunque resulte más conocida por la versión anglificada: Bangalore. Con una población que ronda los 7,2 millones de habitantes, está al sur de la India, a 2061 km de Nueva Delhi y 998 km de Mumbai (ex Bombay). Y es considerada la ciudad más moderna y el centro de la revolución tecnológica del país.

Empresas dedicadas a las tecnologías -como HP, Infosys, Microsoft e IBM, entre otras- tienen sus oficinas aquí y protagonizan el crecimiento que desde la década del 90 colocó a la región como el motor que lleva adelante al país, gracias a profesionales especializados y costos que atraen inversiones de todo el mundo.

Así, en Bangalare los opuestos se encuentran y se funden con naturalidad. Los grises de construcciones semidestruidas caen frente a los colores vivos de los templos que aparecen cada pocas cuadras, decorados con algunas de las deidades de la cultura hindú. Las zonas en obra se mezclan con grandes shoppings donde los carteles de publicidad encienden la metrópolis.

Visitar Bangalore es una experiencia que afecta los cinco sentidos. Y no hay quien salga ileso de ella. Porque las imágenes de la ciudad cargan algo de tristeza y la indigencia espera sentada en cualquier rincón, entre ruidos de bocinas que ensordecen día y noche, mientras que el progreso trabaja incansablemente. Porque olores a veces nauseabundos se mezclan con una nube de combustión. Porque lo que para un extranjero puede parecer peculiar, en la India es lo cotidiano: si los autos no suelen respetar a los peatones, basta con que una vaca pise el pavimento para que todo se detenga.

Es imprescindible estar atento. No porque se trate de un lugar peligroso, sino porque sus calles tienen pocos semáforos, muchos vendedores, mendigos acostados en unas veredas casi invisibles, destruidas, angostas u ocupadas por algún puesto de comida. Y siempre hay que estar alerta, al acecho de los simpáticos monos que corretean libres por la ciudad y que fácilmente podrían llevarse la cámara de fotos de algún turista.

Una visita típica puede comenzar por el Palacio de Bangalore. Hay que ingresar por un parque hasta llegar a esta edificación de 1887. El estilo de su arquitectura Tudor fue inspirado en el castillo de Windsor y sus salas están abiertas desde 2005 para los que quieran visitarlo. Al valor de la entrada (12 dólares) hay que sumarle un recargo por fotografías (30 dólares), aunque siempre existe la opción de no pagar el plus y guardar la cámara en la mochila...

Resulta bastante común que en los puntos turísticos se cobre un permiso para usar la cámara de fotos y en el caso del Palacio de Bangalore, quien todavía no haya ingresado y quiera fotografiar la fachada seguramente escuche la queja de alguno de sus guardias pidiendo que primero pague la entrada.

Otro sitio para visitar es el Templo del Toro, o Bull Temple, uno de los más antiguos y famosos de la ciudad. El colorido y los detalles de su construcción alegran el paisaje. Allí se puede admirar la estatua del sagrado toro Nandi, hecha en una solo pieza de granito y que mide 4,5 metros de altura y poco más de 6 de largo. Dicen que tocarla trae buena suerte.

En el camino se puede pasar frente a Vidhana Soudha, sede de la Legislatura, para tomar una foto de este edificio monumental. Y otro imperdible: el palacio del sultán de Tipu, construido en 1791, completamente en madera y rodeado por una gran vegetación.

Cuando termina este recorrido básico, todavía queda tiempo para pasear por el gran número de parques que le dieron fama a Bangalore como la Ciudad Jardín. Entre ellos, los dos más importantes para tomar nota: el parque Cubbon, una especie de Central Park indio, y Lal Bagh, el jardín botánico de la ciudad.

Palacio de Bangalore, inspirado en Windsor

Con la primavera
Un grupo de gente corre y grita cerca de una calle hipercomercial. Sus caras sonrientes y sus ropas están teñidas de colores. Participan de la fiesta de Holi, que se celebra cada año cuando llega la primavera para ahuyentar las malas energías y colorear las positivas. El festejo comienza con la primera luna llena de marzo, cuando la gente sale a las calles a tirarse con polvos de colores, de los que no se salva casi nadie que pase cerca.

El espectáculo visual es grandioso. Uno puede quedar paralizado observando todo lo que lo rodea. Más allá de fiestas como la de Holi, el colorido que llevan las mujeres es infinito. Entre los hombres, algunos visten doti (paño blanco anudado en la cadera) y es difícil no distraerse contemplando las carretas tiradas por ox, los tuk tuk (ver recuadro) que pueblan las avenidas, todo entre la escenografía de los enormes anuncios de empresas multinacionales.

La buena noticia es que todos los avisos y las señales de tránsito están escritos en inglés y subtitulados en hindi, o viceversa. No hay problemas para guiarse y entender. La mayoría de la población habla inglés, que junto con el hindi son las lenguas oficiales del país. Se dice que en la India se manejan muchas lenguas, algunas catalogadas como regionales o minoritarias, y más de 2000 dialectos. Una verdadera Torre de Babel, aunque la Constitución del país sólo reconoce 22 idiomas, entre ellos el sánscrito.

Mayur conduce un taxi, le interesa saber desde qué países llegan los que visitan su tierra y aunque con un acento, a veces difícil, su inglés se entiende. Cuenta que Bangalore recibe un gran número de turistas de negocios. "No se ven viajeros paseando por la calle, para la mayoría es mejor conocer la ciudad arriba de un taxi o en tuk tuk y no hacerlo a pie" dice.

Maneja del lado derecho, como los conductores ingleses, una herencia más que les ha dejado tantos años de ocupación británica. Vale recordar que la India fue colonia de Gran Bretaña utilizada como base militar, hasta 1947, año de su independencia.

Hablando de tradiciones, Mayur no tarda en pasar a temas más personales y cuenta que su matrimonio no fue libre: "Esto es muy común aquí, más del 70% de los matrimonios son arreglados por los padres. Yo, a mi mujer, la conocía porque era una amiga de mi hermana, así que estuve de acuerdo con el casamiento".

Como Mayur, Bangalore nos sorprende. Esta ciudad del sur de la India, multifacética, es considerada la más rica de todo el país. Aquí convergen la tradición junto a las nuevas tecnologías en un ritmo arrollador. Bangalore es el ejemplo perfecto de la metrópolis como un juego de opuestos, de contrastes, que impactan y conmueven.

Frente al Parlamento, un típico rickshaw

Tuk tuk, ¿quién es?
Los tuk tuk o rickshaw -carros de tres ruedas con los colores del taxi porteño- son el medio de transporte más popular y económico para recorrer Bangalore y otras ciudades de la India. Los conductores hablan en inglés y llevan un taxímetro que, en general, no usan cuando se trata de pasajeros turistas. Por eso es importante preguntar cuánto nos cobrarán antes de subir.

Es posible organizar un city tour a medida en uno de ellos. Aunque, si el bolsillo lo permite, no por mucha diferencia también se lo puede hacer en taxi. Los lugares por visitar no están a grandes distancias y es fácil recorrerlos en una sola tarde.

Experiencia picante
Para los amantes del picante, éste es el paraíso gastronómico. Para quienes no pasan un grano de chili o pimienta al comer afuera se debe aclarar y repetir que el plato sea preparado sin condimentos o directamente afirmar: "Soy alérgico a la comida fuerte".

Por supuesto que no hay carne vacuna en el menú de los restaurantes indios. Las carnes que se ofrecen son de cordero, cerdo o pollo. En la carta se diferencia con un círculo rojo las comidas no vegetarianas y uno verde para las que están hechas sólo con verduras.

Shiva trabaja en un restaurante de comida india. Guarda su anotador de pedidos y sonríe cuando se le pregunta por la carne vacuna. "La vaca es un Dios para nosotros, ella es nuestra madre, nos alimenta desde pequeños con su leche. Nosotros le rezamos y le agradecemos porque es sagrada".

Entonces, las hamburguesas de McDonald?s, ¿de qué están hechas? "De cordero", responde Shiva. Aunque si uno va con la idea de comerse una doble carne doble queso, es probable que en las opciones sólo encuentre hamburguesas de pollo y muy picantes.

Los restaurantes, que no abundan, están reservados usualmente para extranjeros. Los locales comen en las calles, desde fruta ya pelada hasta comida con un poco más de elaboración, pero esto no resulta apto para estómagos extranjeros, a menos que viajen vacunados contra hepatitis A y quieran correr el riesgo de experimentar una indigestión india.

Datos útiles
Dónde comer
* Los locales de comidas rápidas ofrecen menú por el equivalente a tres pesos argentinos. En un restaurante de comida típica, el plato ronda los diez pesos.

* Queen´s Restaurant es una buena opción, en la calle Church, donde se puede degustar platos tradicionales.

* Legend of Sikandar, en Garuda Mall, ofrece comida típica del centro y norte de la India. Se puede comer por 18 pesos el plato más elaborado.

Dónde comprar

* La rupia es la moneda de la India. La equivalencia es aproximadamente 100 rupias-6 pesos argentinos.

* Para los amantes del shopping, Bangalore cuenta con varios Malls para visitar: Cosmos, Lido, Golapan, Prestige Eva y Sigma. Pero los más recomendables para recorrer son The Forum, uno de los más grandes, y Garuda Mall.

* Para comprar vestidos, sedas, zapatos típicos o alguna artesanía de recuerdo, la mejor opción es tomarse un tuk tuk y bajarse en Commercial Street, un negocio al lado del otro para encontrar lo que busca.
Recomendaciones

* La embajada de la India en Buenos Aires pide que todo argentino se vacune contra la fiebre amarilla. Al llegar a destino piden certificado de vacunación, por lo tanto quien viaje desde la Argentina sin vacuna será puesto en cuarentena.

* Las temperaturas son de un promedio de 33°C en verano y 14°C en invierno. Es aconsejable llevar ropa liviana y en el caso de las mujeres es preferible evitar escotes y polleras cortas.

* Antes de tomar un tuk tuk o un taxi hay que ser claro y firme con el destino. Es muy común que el conductor quiera imponer adónde ir y uno termine en un negocio de sedas para turistas en lugar de llegar a la calle comercial.

* En los templos hay hombres que se acercan para guiar el paseo. Pero en un momento del paseo el guía espontáneo pide una suma de dinero (a veces irrisoria). Si alguien en la entrada de un templo se acerca es mejor preguntar cuánta plata va a pedir.

Texto y fotos: María Fernanda Lago
La Nacion - Turismo

sábado, 25 de abril de 2009

Varsovia, tour para desandar la historia

Días de feria en la plaza Zamkowy, en plena Ciudad Vieja

De una Ciudad Vieja recuperada desde los escombros a grises ejemplos de arquitectura soviética, una capital para conocer por sus calles.

Quien se enamora de Varsovia antes ya se había enamorado de la historia y la cultura contemporáneas de Europa. Un amor lleva a otro... Y para terminar de aprender esta lección sin libros ni hojas no hace falta más que caminar por Okopowa, Prosta, Wawelska o cualquiera de las calles céntricas de la capital polaca, y reparar en la modesta arquitectura soviética de los monoblocks, los añejos retratos colgados de los moradores del gueto o la variedad de monumentos dedicados a hechos y personajes de la Segunda Guerra Mundial.

Las huellas de esa contienda, así como las de la Guerra Fría, predominan aún en un paisaje que difiere de otras ciudades más preparadas para el turismo tradicional, como Cracovia y Gdansk, aunque buena parte del interés de los visitantes esté relacionado justamente con su trágica historia en el siglo XX.

Un ejemplo de esta aparente victoria del pasado sobre el presente: el Palacio de la Cultura y Deportes, edificio tan colosal como gris y apagado, es aún hoy el símbolo más característico de la ciudad. Esto, a pesar de que un político local lo tildó hace un par de décadas de un regalo sin devolución que el dictador de la Unión Soviética Josef Stalin le haría a la sociedad varsoviana por haber aceptado la irremediable invasión del Ejército Rojo en 1945, cuando el varias veces doblegado ejército polaco no tuvo otra opción que llenar el vacío del retiro de las tropas alemanas con el arribo de las soviéticas.

A pesar de que nunca se consideró su demolición, el estado de deterioro en que se encuentra esta típica edificación comunista hace pensar en esta posibilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que la pobre factura de los materiales y la mano de obra de su construcción envejecen seriamente al complejo. Sin embargo, los amantes de los contrastes encontrarán en la privilegiada vista de sus balconesterraza una excelente oportunidad para distinguir claramente y al mismo tiempo las edificaciones de estilo antiguo de aquellas levantadas en tiempo récord en los años rojos y, también, de las nuevas torres de oficinas.

El recuerdo del Levantamiento de Varsovia, de agosto de 1944

Distrito heroico
El panorama invita, sin embargo, a bajar velozmente por los ascensores de la mole estalinista -alguna vez, los más rápidos de Europa- para dirigirse a la mejor de las vistas: el barrio Stare Miasto (Ciudad Vieja, en polaco), también sobre la margen occidental del río Vístula.

Declarada en 1989 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la Ciudad Vieja ofrece el encanto de un paisaje urbano europeo al estilo de los cascos históricos de Salzburgo, Budapest o Praga, pero con una diferencia que puede resultar, en un primer momento, algo decepcionante: ninguno de los edificios que allí se ven, por antiguos y legendarios que luzcan, es anterior a la década del 50.

No obstante, lo que la historia le puede quitar de autenticidad se lo devuelve en heroísmo: cada una de las construcciones fue realizada a imagen y semejanza de las anteriores, destruidas por los tanques de guerra de la división especial Waffen SS del ejército nazi. Esta demolición sistemática fue ordenada por el propio Hitler después de producirse la frustrada rebelión conocida como el Levantamiento de Varsovia, donde la resistencia polaca intentó desalojar a los invasores alemanes sin ayuda de las tropas soviéticas.

Como consecuencia de esta devastadora acción -representada en la famosa película El pianista, de Roman Polanski, de ese distrito tan sólo quedaron escombros, que en parte fueron incrustados en las paredes de las casas y los comercios reconstruidos en homenaje al barrio original.

Más allá de su apasionante historia reciente, Stare Miasto es el mejor lugar para caminar, sacar fotos y gastar los zlotys que sí o sí hay que conseguir en territorio polaco, ya que ni los euros ni las tarjetas de crédito se aceptan todavía en muchos bares, restaurantes, museos y locales de venta de souvenirs.

La supervivencia del zloty (que al cambio actual coincide en su valor con el peso argentino) es también fuente de abusos hacia los turistas, ya que en las casas de cambio de la Ciudad Vieja y otros lugares emblemáticos de la ciudad se cobran sobreprecios asombrosos a quienes desean obtener billetes de la moneda nacional. Por eso se aconseja conseguir dinero polaco a través de los cajeros automáticos: cualquier comisión cobrada siempre será menor a la que imponga el empleado de la casa de cambio de turno.

De todos modos, cualquier suma de dinero que se haya podido malgastar se compensa, igualmente, con la generosa oferta gastronómica de los restaurantes de la zona, que en la mayoría de los casos ofrece menús completos por precios que suelen ser de hasta un 40% menos que en la Zona Euro. Esta suerte de promoción varsoviana también se extiende a hoteles, hosterías y albergues, que ofrecen tarifas más bajas en una proporción similar a la de las comidas.

El Palacio de la Cultura y la Ciencia, a todas luces; abajo, la plaza Zamkowy

En tranvía
Para salir de Stare Miasto y apreciar, por ejemplo, las obras de los pintores locales Michalowski, Witkacy y Podkowinski en el Museo Nacional, la mejor manera de llegar allí es con el tranvía. A pesar de que muchos de ellos padecen de una obsoleta apariencia y se encuentran equipados con un sistema de iluminación no mucho más joven que el de los vagones de la línea A de subtes de Buenos Aires, el servicio y la frecuencia son decentes.

Por eso, y porque un pase ilimitado de tres días cuesta sólo 16 zlotys (o pesos), es mucho más conveniente viajar en tranvía que tomar un taxi: el desconocimiento del polaco y la fama de los taxistas varsovianos de cobrar inexistentes cargos adicionales vuelve mucho más soportable el chirriante bamboleo de sus vagones que, después de todo, comparten la calle con otras unidades ultramodernas.

Por este medio, cuyos recorridos se encuentran claramente diagramados en la mayoría de las paradas céntricas, se puede también percibir una imagen integral y acabada del prolijo diseño de sus grandes avenidas, como Jana Pawla II (llamada así en homenaje al papa polaco fallecido en 2005), Aleje Jerozolimskie, Ratuszowa o Solidarnosci (otro tributo contemporáneo, esta vez al movimiento Solidaridad, de Lech Walesa). Esta opción siempre es mejor a la de caminar, ya que la mayoría de las veredas se encuentra en mal estado aunque por una buena causa de largo plazo: las interminables obras en construcción que signan la ciudad. Además, perderse no es muy conveniente si no se domina la lengua polaca.

Otra postal de Varsovia

Por señas
Como sucede en Rusia, Ucrania y las zonas no turísticas de los países de Europa occidental, la noción tan difundida en la Argentina de que con la lengua inglesa se puede sobrevivir en cualquier lado está muy sobreestimada, cuando no errada, en Polonia. Aun entre los más jóvenes. Si bien es cierto que con el inglés se puede salir de un percance en un breve diálogo, también se lo puede hacer en español, alemán o italiano. Más allá de la ayuda inestimable del lenguaje universal de los gestos, el consejo incluido en varios manuales de viajero de aprender frases básicas en polaco no resulta, en absoluto, exagerado, por difícil que parezca sumirse en un mar de consonantes y particulares caracteres.

En cualquier itinerario, y siempre que el buen tiempo acompañe, vale la pena agregar un paseo por los parques cercanos al río Vístula, como el Ujazdowski, el Traugutta o el Praski I Armii. Si bien estos espacios verdes carecen de la espectacularidad de los parques bávaros o londinenses, la armónica distribución de sus arboledas y la limpieza de sus juegos infantiles y asientos le permiten gozar de un buen momento de descanso y reflexión, sin que la inseguridad -aquí un problema menos- perturbe el relax.

Por otra parte, y a diferencia de lo que sucede en Moscú y algunas ciudades del este europeo que aún exhiben secuelas en la difícil transición del comunismo al capitalismo, en Polonia hay una buena noticia: los baños públicos son gratuitos, tanto los de los parques como los de los bares y restaurantes. Esta muestra de progreso y apertura hacia Occidente es una de las más destacadas por el turismo extranjero, que en 2007 llevó a la ciudad 2,8 millones de visitantes, provenientes en su mayoría de Europa.

Sin embargo, aún hay asignaturas pendientes en esta ciudad que vive de su historia y evoluciona con ella. Un claro ejemplo es el zoológico, posiblemente una de las atracciones más promocionadas de la cuidad, pero que no se caracteriza ni por la variedad de sus animales ni por la comodidad y calidad de sus instalaciones.

Si la intención es cumplir con los niños, la mejor opción es acercarse a la fosa de los osos que da a Solidarnosci, sin necesidad de abonar los 14 zlotys que cuesta la entrada. Allí, los mamíferos parecen saber que el límite con la libertad es tan sólo una pequeña pared entre su fosa y la tumultuosa avenida. Pero ninguno de ellos, por la mansedumbre de sus miradas pardas, debe siquiera imaginar la tentación de dar el saltito para husmear los brillosos baúles de los Skoda estacionados afuera, colarse en los tranvías para aprovechar la ausencia de los inspectores que jamás suben o pelear a su manera junto a los varsovianos por seguir defendiendo su rica historia y, a la vez, por recibir con los brazos abiertos un futuro que ya ha llegado.

Palacio Lazienki

Cinco postales imperdibles
1. Palacio Lazienki
Conocido como El Palacio Sobre el Agua, esta residencia real es una de las más destacadas y hermosas de Europa. Fue construida por el aristócrata Stanlislas Lubormirski, aunque fue completamente remodelada por el último rey de Polonia, Stanlislas August Poniatowski, que la transformó en su residencia de verano. (Calle Agrykoli 1)

2. Café Filosófico (Jadlodajnia Filozoficzna)
Un gran lugar para salir por la noche y entender la cultura juvenil polaca. Se puede degustar los mejores cafés y cervezas del país, leer literatura actual de Polonia y Europa y, por sobre todo, escuchar en vivo la música de las bandas del momento. (Dobra 33/35)

3. Galería Nacional de Arte moderno Zacheta
Excelente para disfrutar una gran colección de trabajos de arte contemporáneo, que van de Stanislaw Wyspianski a Roy Liechtenstein. La calidad de las muestras hace que aun quienes no son expertos en la materia pueden aprender rápidamente sobre pintura y escultura de este período. (Calle Malachowskiego 3)

4. Confitería Cukiernia A. Blikle
Fundada en 1869 es considerada uno de los mejores lugares de Varsovia, Polonia y Europa oriental para degustar tortas y confituras de todo tipo. Sin duda, una buena manera de explorar la historia del país de un modo diferente. (Calle Nowy Swiat 35)

5. Plaza del Castillo (Plac Zamkowy)
No por obvia, la vista de la plaza del Castillo es menos impactante. Allí se erige la columna de Segismundo III, una de las postales más típicas de Varsovia, que cuesta creer que fue totalmente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la columna original yace postrada en las cercanías, para quien la desee fotografiar.

Lugares de interés
Museo Nacional de Varsovia Jerozolimskie 3
Tel.: +48 (22) 6211031

Palacio de la Cultura y los Deportes Defilad 1
Tel.: +48 (22) 656-77-41 www.pkin.pl

Adrián Sack
LA Nación - Turismo
Fotos: CORBIS /Francisco J. Toledo/Adrian Sack/ Web


jueves, 16 de abril de 2009

Montevideo - Uruguay: pequeña guía oriental

Avda. 18 de Julio

Una visita a la amable capital uruguaya. De barrio en barrio, un itinerario por las calles montevideanas desde la Ciudad Vieja al Parque Batlle.

La mejor manera de conocer una ciudad es a pie y Montevideo no escapa a esta regla. Al ser muy extendida lo ideal es dividirla en zonas o conocerla en bicicleta. Si es su primera vez y no cuenta con muchos días, comience por la Ciudad Vieja y siga por la avenida 18 de Julio hasta el Parque Batlle (aunque seguramente le lleve dos días hacer este recorrido a pie). En Ciudad Vieja no deje de visitar el tradicional Mercado del Puerto cuyo estilo, con estructura de hierro forjado, recuerda las viejas estaciones de trenes europeas (y si puede cómase una rica parrillada).

En torno de la Plaza Matriz de la Ciudad Vieja –ubicada sobre una península a orillas del río– está el casco antiguo donde aún se conservan edificios coloniales escondidos entre bancos y oficinas. Allí están la Catedral, el Cabildo y museos como el de Torres García, artista uruguayo creador del llamado Universalismo Constructivo. También está el Teatro Solís, inaugurado en 1856, cuya fachada está inspirada en el Teatro Carlo Felice de Génova. Allí nomás surge la Peatonal Sarandí que, como todo el barrio, se convirtió en un bonito centro nocturno luego de años de abandono. La entrada a la peatonal es un vestigio del pasado colonial: la Puerta de la Ciudadela, único remanente de la muralla de Montevideo derribada en 1829. Al otro lado está la Plaza Independencia con la inconfundible estatua ecuestre de Gervasio Artigas.


Parque Rodo

Con la independencia se hicieron transformaciones urbanísticas para borrar el pasado colonial y una de ellas fue trazar la actual Av. 18 de Julio, fecha que conmemora la Jura de la Constitución de 1830. “La” avenida de Montevideo nace en Plaza Independencia y está repleta de negocios, hoteles, bares y librerías. En la esquina de la avenida y la plaza se alza un símbolo de la ciudad: el Palacio Salvo, inaugurado en 1928. Este edificio de 95 metros fue diseñado por Mario Palanti (autor del Palacio Barolo en Buenos Aires) y por mucho tiempo fue el más alto de Sudamérica. En ese solar estaba la confitería La Giralda donde Gerardo Matos Rodríguez presentó el tango uruguayo más famoso del mundo, “La Cumparsita”. Desde la plaza, la 18 de Julio recorre casi tres kilómetros hasta el Bulevar Artigas en el barrio Tres Cruces, donde está el Obelisco a los Constituyentes y uno de los accesos al Parque Batlle. En el trayecto se ven la Plaza de Cagancha (kilómetro cero de las rutas nacionales), el imponente edificio de la Suprema Corte de Justicia (antigua vivienda del empresario uruguayo Francisco Piria), el Palacio Municipal y, más allá, el Monumento al Gaucho, del famoso escultor uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín (padre de la actriz China Zorrilla), donde nace el Bulevar España que llega a Pocitos. La avenida continúa rumbo a Tristán Narvaja (calle del tradicional “mercado de pulgas” de los domingos) y culmina en el Parque Batlle y Ordóñez donde se alza el mítico Centenario. En este estadio –erigido para el centenario de la Independencia– Uruguay ganó la final del primer Campeonato Mundial de Fútbol. El parque fue diseñado por el paisajista francés Carlos Thays y en él está el Monumento a la Carreta de José Belloni.

Estadio Centenario

A Carrasco por La Rambla
La Rambla es una larga avenida y paseo peatonal costero ideal para salir a correr, andar en bicicleta o tomar mate como hacen todos los uruguayos. A lo largo de su recorrido cambia de nombre, de playa y de barrio. Partiendo de Ciudad Vieja y Barrio Sur se llega a Palermo, barrio que alojó grandes contingentes de inmigrantes (en su mayoría italianos) hasta las primeras décadas del siglo XX. Aquí tiene su lugar la comunidad afroamericana, creadora del candombe. Sus integrantes suelen juntarse alrededor del Cementerio Central para tocar los tambores y prepararse para el desfile de Llamadas de Carnaval. Cuando la Rambla se llama Presidente Wilson se está en el Barrio Parque Rodó (homenaje al escritor uruguayo José Enrique Rodó) cuyo espacio verde ocupa gran parte del distrito. Allí están la Playa Ramírez, el ex Parque Hotel (actual sede del Mercosur) y el Teatro de Verano donde se realiza la competencia oficial del Carnaval. Como es sabido el Carnaval (el más largo del mundo porque dura casi 40 días) es el acontecimiento más importante de Uruguay ya que el total de entradas vendidas supera a la suma de todos los eventos culturales y deportivos del país en el año.

Avanzando un poco más se llega a la Rambla Gandhi y al Barrio Punta Carretas llamado así por su prominente accidente geográfico (también Punta Brava). Por largo tiempo la zona sólo era frecuentada por lavanderas y pescadores. Era un área marginal al punto tal que, en 1915, se abrió una penitenciaría que años más tarde fue testigo de varias fugas de película: la de anarquistas en los ‘30 y la de los tupamaros en los ‘70. En 1986 un gran motín hizo que la cárcel fuese desalojada y cerrada para siempre. Recién en 1994 fue transformada en centro comercial y, entre tanto, el distrito se consolidó como un barrio de clase media alta.

Vista area de Montevideo

Pocitos es un tradicional barrio con playa y se ubica a la altura de la Rambla República del Perú. Su nombre responde a los años (comienzos del siglo XIX) en que las lavanderas iban a la playa y lavaban la ropa en pozos que hacían en la arena. Nació como un poblado independiente, al crecer la ciudad se transformó en balneario y después en barrio de clase alta, con sendas residencias que luego fueron reemplazadas por edificios de 10 a 15 pisos que miran al “mar”, como llaman los montevideanos al Río de la Plata. Siguiendo por la Rambla Armenia se llega a la playa Buceo donde desembarcaron, en 1807, los ingleses que tomaron Montevideo y, como Pocitos, su crecimiento despegó como balneario en el siglo XX.

Otro barrio sobre la costa es Carrasco, nombre de uno de los primeros pobladores de Montevideo que tenía una estancia por allí. Entre 1907 y 1912 se creó el barrio jardín “Balneario Carrasco” (diseñado por Carlos Thays) pero se frenó la obra por la Primera Guerra Mundial y luego la continuó el municipio. En 1921 se inauguró el Hotel Casino Carrasco y comenzaron a surgir lujosas residencias de verano que después se transformaron en morada permanente de la elite.


El Cerro, la Fortaleza y la aguada
Rica es la historia de la Villa del Cerro surgida en 1834 para acoger a miles de inmigrantes. El barrio está en las laderas norte y este del cerro Montevideo y aquí fue tal la proliferación de saladeros en el siglo XIX y la de frigoríficos en el XX que se convirtió en un estandarte de la industria cárnica uruguaya. La edad de oro fue en 1937 (cuando casi la totalidad de sus habitantes vivía, directa o indirectamente, de la carne) y el ocaso ocurrió a mediados de los ‘50 con el fin de la inmigración y el retiro de la Swift. Luego hubo algunas cooperativas pero la estocada final llegó en 1978 cuando el gobierno dictatorial abolió el monopolio del Frigorífico Nacional (creado por el Estado en 1928) y liberó los precios. Así culminó una era en El Cerro y sus habitantes debieron buscar empleo en otros puntos de la ciudad. En los ’90 quisieron reciclar los esqueletos de los antiguos frigoríficos y en 1996 la armada uruguaya instaló su base naval en el viejo Frigorífico Swift.

Si nos remontamos a los orígenes de la ciudad, el Cerro de Montevideo fue siempre un punto estratégico de defensa. Las invasiones inglesas de 1807 motivaron la construcción –entre 1809 y 1811– de la actual Fortaleza General Artigas. La Fortaleza es uno de los símbolos de Montevideo y uno de los paseos más visitados ya que ofrece la mejor vista de la ciudad. Sin embargo, la zona no es muy segura y se aconseja ir durante el día y en vehículo, evitando subir a pie.

La Aguada está próxima al centro de la ciudad y su nombre data de mediados del siglo XVIII cuando había allí varias fuentes de agua. Algunos símbolos del barrio son la Estación Central General Artigas (principal terminal del país hoy en desuso) y la Torre de las Telecomunicaciones, cuyo modernismo y sus 162 metros contrastan con los viejos depósitos que la rodean. Sin embargo, el edificio más bello del barrio (y de Montevideo) es el Palacio Legislativo, inaugurado en 1925 y obra de Vittorio Meano (autor del Congreso de Buenos Aires). Esta monumental y armónica construcción merece una visita por dentro para apreciar hermosos vitrales, coloridos mármoles e impecable mobiliario. Desde allí, por la diagonal Avenida Agraciada, se puede ir al Parque Prado.

Playa en el tradicional barrio de Pocitos

Datos utiles
Gastronomía
No deje de probar un “chivito” al pan o al plato (puede ser de vaca, pollo o cerdo) en cualquier carrito de la calle. También un pancho en La Pasiva (con mostaza de la casa cuya fórmula es un secreto) y, de postre, un helado en La Cigalle.
La pizza es muy buena y se vende por metro o en porciones (Il Mondo Della Pizza, Av. 18 de Julio 922).
Imperdible el sandwich tostado cubierto de muzzarella derretida en cualquier bar.

Mariana Lafont
Pagina 12 - Turismo
Fotos: Web

martes, 7 de abril de 2009

San Juan - Argentina

El hongo, una de las formaciones más fotografiadas del parque Ischigualasto, que puede visitarse también de noche, en plenilunio


El hongo , principal formación rocosa del parque, se ha convertido en el símbolo turístico de una provincia cuyos atractivos no alcanzan a conocerse en una semana (ni en una vida), pero que puede ser recorrida en pocas jornadas para llevarse una gran impresión, disfrutar de sus paisajes y quedarse con ganas de volver unas cuantas veces.

La propuesta en este caso es una vuelta de 1500 kilómetros, en una semana, con San Juan capital como punto de salida y llegada. Se puede hacer el mismo viaje en cinco días, pero los caminos de montaña y tramos de ripio (pocos, pero imperdibles) dejan el cuerpo aporreado como para acelerar aún más la visita.

El primer destino es verde. Una vez afuera del aeropuerto -lo antes posible porque todos los mosquitos sanjuaninos se reúnen junto a la pista, y no precisamente para admirar los aviones-, la partida es hacia el Este, por la RN 141. A 64 kilómetros está Vallecito, con su curioso santuario de la Difunta Correa, y más allá, por la 510 hacia el Norte, Valle Fértil.

En el camino hasta San Agustín se pasa por Astica, pueblo rodeado de árboles frutales que Gabriela Guerra aprovecha para sus dulces. Desde mandarinas en coñac hasta manzanas al Curaçao Blue, ofrece más variedad que cantidad en su pequeño local, con protagonistas regionales como la sidra, de piel amarilla y carne blanca.

Es fácil orientarse en San Agustín, más aún si uno conoce la capital provincial, porque el orden de las calles principales es el mismo. Ciudad cabecera de Valle Fértil, es aquí donde se alberga la mayor cantidad de turistas que llega para conocer Ischigualasto.

Otra opción cercana para dormir o pasear es La Majadita, paraje con casas de piedra o adobe, al que se llega por un camino soñado para vehículos de doble tracción, aunque no tanto para los comunes. Dicen que se puede atravesar con cualquier auto, pero mejor averiguar el estado del camino antes de intentarlo. En la zona hay hosterías como La Media Luna, escondida entre las sierras, para pasar la noche en calma y sin señal de celular.


Ischigualasto fue declarado por la Unesco, en 2000 y junto con su parque hermano Talampaya, en La Rioja, Patrimonio Natural de la Humanidad. Vale la pena cruzar el límite provincial para conocer también el otro lado.

Además, para seguir hasta el dique Cuesta del Viento conviene salir unos kilómetros de la provincia en busca de la RN 40, y en el camino se atraviesa también parte del área protegida de La Rioja. Hacia el Sur, desde Villa Unión, por la ruta argentina más famosa, se pasa por Huaco, pueblo de Buenaventura Luna, músico popular y cronista de su época a través de sus canciones.

El Viejo Molino fue parte intrínseca de su obra. Patrimonio nacional, está en un domicilio privado y sin timbre, de manera que hay que golpear las palmas para que doña Arsenia salga a contar la historia. "Para la próxima voy a tener CD para que la gente escuche también su música", asegura la mujer, prima política del poeta fallecido en 1955.


Por la RN 150, el turquesa se impone antes de llegar a Rodeo, cuando el lago de Cuesta del Viento se presenta de golpe, como uno de los paisajes más curiosos del país.

Capital del departamento Iglesia, Rodeo cuenta con cabañas en alquiler y fincas como El Martillo, que ofrece cabalgatas, pesca y actividades náuticas, entre ellas rafting en el río Jáchal. Otra buena opción para quedarse es, a 14 km, el hotel Termas Pismanta, complejo administrado en cooperativa, con toques retro, baños termales y una piscina para disfrutar en el agua del entorno imponente.

En el camino hacia Barreal, por la ruta 149, en la zona de Calingasta, hay buenos sitios para unas fotos, como la iglesia de Catalve (en el pueblo), las ruinas de Hilario, testigos de un pasado minero, y el cerro Alcázar.

Después de recorrer la zona del Parque Nacional El Leoncito, con su gran observatorio y su extraña pampa, el retorno a la capital puede hacerse por el camino de Los Berros, hasta la RN 40, para cerrar la travesía entre cerros, sobre ripio y con paisajes que cambian todo el tiempo.


Complejo Astronómico El Leoncito

Una noche en el Observatorio
Los hombres de al lado deben ser científicos no sólo por su mayoría de barbas, sino también por el lugar donde estamos: el comedor del Complejo Astronómico El Leoncito, un sitio atípico para conocer como turistas.

Pasar la noche en este espacio es una propuesta imperdible no sólo para adultos amantes de la astronomía y niños curiosos, por supuesto, sino también para los que buscan algo distinto.

En el sur de la provincia, el Observatorio está en el Parque Nacional El Leoncito. La propuesta con noche incluida empieza a las 17, cuando llegan los turistas, comienzan a alojarse y hacen el recorrido diurno, para conocer el telescopio principal, con cascos y abrigo (fundamental). Luego hay tiempo libre hasta la comida en un pequeño comedor compartido con el personal.

A eso de las 22 comienza la parte más impactante: la visualización nocturna, tras una breve caminata, utilizando un telescopio de 14 pulgadas de diámetro. Se ven estrellas, galaxias y nebulosas. Cuando hay luna llena, la visibilidad es mucho menor, pero el lugar luce igual de atractivo.

El complejo está abierto al público por un convenio con la Universidad de San Juan. Arturo Sánchez es guía de turismo, pero su experiencia y conocimiento de astronomía lo convierten en el docente ideal para los novatos.

La opción de alojamiento es por una única noche, en habitaciones pequeñas e hiperlimpias. Todo parece una base espacial. Después del desayuno hay que dejar el lugar y aprovechar para conocer la Pampa del Leoncito, una planicie seca y extraña de 15 kilómetros por 5 de ancho, con el suelo resquebrajado y ningún tipo de arbusto. Allí se puede practicar carrovelismo, con vientos de hasta 80 kilómetros por hora, sobre vehículos comandados por don Toro.

En el complejo astronómico también pueden realizarse visitas diurnas para conocer los telescopios, aunque la actividad principal del lugar es justamente de noche. Su función es brindar servicios a la comunidad científica del mundo, ya que los astrónomos pueden realizar aquí sus programas de observación.


Puerto de Palos: parador, guardería y escuela

Cuesta del Viento, tierra del windsurf
No hay que esperar horas a que sople: el viento está garantizado todos los días. Por eso, explican, esta zona del departamento Iglesia es ideal para hacer windsurf, incluso para tomar clases, porque los ciclos climáticos se conocen de antemano y así es más fácil organizar la enseñanza. "En el país estamos más acostumbrados a las tablas grandes, porque no hay tanta regularidad e intensidad del viento como acá", cuenta Felipe Lamanuzzi, un cordobés que llegó hace diez años y directamente se quedó, sin viaje de adaptación alguno.

El dique de Cuesta del Viento le resultó el lugar soñado, por eso hizo cabecera de playa : armó un parador con su novia y hermano, montaron los palos y techos con ayuda de otros windsurfistas e instalaron la guardería. También la escuela, con pizarrón y todo, aunque con humor e informalidad. No podría ser de otra forma en un ambiente repleto de rastafaris amigos que se quedan a pasar la tarde frente al lago turquesa, en un parador con vista a otro desierto lunar y picos de más de 6000 metros. Su lugar se llama Puerto de Palos. El lago no es sólo un paraíso para los amantes del windsurf, sino también para visitantes en general, que pueden disfrutarlo con otras actividades náuticas o simplemente desde la costa.


Felipe cuenta que aún no volvió el furor de los años 80 por las tablas con velas, pero que está creciendo gracias a lugares como este que empiezan a descubrirse en el país. La propuesta principal de la escuela es un curso de 8 horas, pero también ofrece un programa reducido, de 4, "armado más para viajeros ocasionales que quieren llevarse una buena noción de la actividad".

La cancha de bochas del parque provincial conocido también como Valle de la Luna

Ischigualasto, de día o con Luna llena
El parque provincial Ischigualasto se recorre con vehículo propio, en caravanas que parten cada una hora. Tiene cinco estaciones donde un guía explica las características científicas del lugar, mientras el visitante disfruta de los variados paisajes.

Hay geoformas como El hongo en todas partes, pero las instrucciones del recorrido se dan junto a El gusano , que requiere más imaginación que las otras, porque la forma original se ha perdido. El terreno es dinámico, por eso dejaron de existir también La lámpara de Aladino , El loro y La gallina echada . Todas se desintegraron con la erosión.

El lugar es único en el mundo ya que aquí encuentra la secuencia completa del período Triásico, de la era Mesozoica. En cada pequeña roca puede haber un resto fósil importantísimo, por eso desde su declaración de Patrimonio Natural de la Humanidad, las normas son más estrictas. Antes, dicen, se llevaban elementos como las piedras redondeadas de la llamada cancha de bochas , una de las estaciones más famosas, sobre todo por la curiosidad de que las rocas sólo se hayan encontrado únicamente en este sector.

Valle Pintado es una de las zonas donde más restos fósiles se han encontrado. Sus formas y colores son los más llamativos. El rojo indica la presencia de óxido de hierro, el verde de cobre, y el gris, acumulación de ceniza volcánica. El blanco es por la bentonita, que además de impermeabilizar el terreno le da un brillo especial en los paseos nocturnos, que se realizan durante cinco días seguidos, desde las dos noches anteriores al plenilunio.

Estos paseos de luna llena se deben reservan con anticipación y duran unas dos horas, por un camino diferente al de los paseos comunes. Además de estos circuitos hay una caminata diurna de dificultad media por los cerros morados. Se asciende hasta los 1800 metros, donde suelen verse cóndores andinos que eligen los acantilados para sus nidos. Hasta El hongo se llega casi al final del recorrido. Aquí se destaca el contraste del rojo de las barrancas, de hasta 200 metros, y el gris de la formación rocosa.

Parapente agreste

Historia, bodegas y parapente, en una capital moderna
Las calles son arboladas, con acequias y, sobre todo, anchas. Así fueron reconstruidas, tras los furiosos terremotos de 1944 y 1977. Hasta su catedral es moderna, frente a la plaza principal. Una réplica de cómo eran antes las veredas puede verse frente al Museo Sarmiento ( www.casanatalsarmiento.gov.ar ), en su casa natal, con objetos del prócer durante su período en la gobernación. En una visita a la capital, una idea es averiguar quién se presenta en el auditorio Juan Victoria ( www.auditorio.sanjuan.gov.ar ) para conocerlo y hacer un recorrido por bodegas. Una de ellas, Graffigna, ofrece un museo con su historia.

Junto al dique Ullum se puede volar en parapente, junto con Rodolfo Blanco, el instructor menos marketinero del mundo. La idea es disfrutar en el aire todo el tiempo que se pueda, ya que su propuesta dista mucho de las tradicionales, donde uno solo da una vuelta breve como bautismo .

Los fines de semana se reúnen los pilotos en El Castillito, parador sin príncipes, murallas ni glamour, sino con un cartel gigante de gaseosa y mesas de plástico. Pero son ellos los reyes de la colina, que suben con sus mochilas gigantes hasta la cima del cerro, por un camino que ofrece las mejores panorámicas del dique.

El parapente es aquí "una actividad artesanal, bien agreste -dice Gabriel, uno de los pilotos-. Se creó libre y tiene un formato portátil: uno va con el parapente en su mochila y se larga desde una ladera, sin una plataforma. Lo mejor es que se puede practicar en cualquier época el año"

Martín Wain (Enviado especial)
La Nación - Turismo
Fotos: Enrique Villegas


viernes, 27 de marzo de 2009

Río Negro- Argentina: Travesías por el Alto Valle

En pleno valle del río Negro –el curso de agua más caudaloso de la Patagonia– se realizan flotadas y travesías en kayak para contemplar este hermoso oasis frutal y su gran riqueza ornitológica.

El Alto Valle del Río Negro es una importante zona de producción frutihortícola que abastece, desde hace más de 50 años, tanto al mercado interno como al internacional. Se extiende entre las ciudades de Chichinales y Cipolletti y está plagado de chacras escondidas detrás de interminables filas de álamos que resguardan las más ricas peras, manzanas y duraznos. Aquí el paisaje es el resultado de la combinación entre la naturaleza y el trabajo del hombre a través de cultivos y canales de riego. Y no es casual que una de las actividades más difundidas sea el agroturismo, es decir, paseos y excursiones en las que se visitan chacras y viñedos especializados en “vinos de zonas frías” como la clásica Bodega Canale. También está la posibilidad de vivir el valle desde el río mismo haciendo travesías en kayak o gomones con avistaje de aves incluido. Esta experiencia permite apreciar el gran contraste entre la zona cultivada con frutales y la árida meseta patagónica y su flora característica.


De negro no tiene nada
Su nombre, “Río Negro”, es la traducción literal de “Curru Leuvu”, término utilizado por los habitantes originarios de la zona a pesar de que sus aguas no son de ese color sino más bien verdosas. Este río es uno de los cursos de agua más importantes de la Patagonia y da nombre a la provincia que lo alberga desde su nacimiento hasta su desembocadura. Nace en la confluencia de los ríos Neuquén y Limay y atraviesa 750 km sin recibir un solo afluente pero posee gran cantidad de meandros e islas fluviales. La más grande e importante es la de Choele Choel, en el Valle Medio. Finalmente desemboca en el océano Atlántico, 30 kilómetros al sur de Viedma, capital de la provincia. A lo largo de su extenso recorrido fluye entre las bardas (terrazas) que forma la meseta patagónica en medio de un ancho y fértil valle densamente poblado.

Algunos documentos históricos dicen que los españoles vieron tantos sauces en sus costas que lo bautizaron río de los Sauces. Además se impresionaron tanto al ver su barra que retrocedieron hacia un puerto más al sur y concluyeron que era imposible entrar por allí. Sin embargo, el piloto de la Armada Real, Basilio Villarino demostró lo contrario en 1782 y 1783. Una vez pasada la peligrosa desembocadura remontó sus aguas y llegó hasta una zona un poco más arriba de la confluencia del río Limay con el Collón Curá. Medio siglo después, en 1833, una goleta al mando de Nicolás Descalzi remontó el prácticamente desconocido río e hizo un bosquejo hasta la zona de la isla de Choele Choel. Pasó el tiempo y la idea de proseguir las exploraciones del gran río quedó en el olvido hasta que, a partir de 1869, el gobierno solicitó sucesivos reconocimientos. Quince años más tarde, el comandante Erasmo Obligado determinó con aproximada exactitud las condiciones de navegabilidad del río y dio por finalizado el período de exploraciones.


Aguas caudalosas
Con un caudal que oscila entre los 800 y los 1300 m3 por segundo el río Negro es el curso de agua más caudaloso de la Patagonia y uno de los cinco más caudalosos del país. Sin embargo, sus aguas suelen estar tranquilas y son ideales para la práctica de actividades náuticas a vela, motor o remo. Los lugareños suelen disfrutar este remanso en medio de la meseta concurriendo a los diferentes balnearios municipales y los clubes deportivos que se encuentran a la vera del río. Entre tanto, los amantes de la pesca pueden hacer salidas para tentar truchas arco iris, percas y pejerreyes patagónicos.

Los tipos de aves que se pueden observar a lo largo de una flotada en gomón cambian según las condiciones del lugar que, a su vez, varían según qué parte del río sea. En las márgenes, donde el suelo es arenoso y limoso, la vegetación suele estar representada por sauces y olivillos. Estos bosques en galería son el refugio ideal para aves como la paloma torcaza, el carpintero bataraz chico, el carpintero real, cotorras, la garza bruja y el zorzal patagónico. En cambio, en aquellas zonas donde el agua permanece gran parte del año y satura el suelo se generan ambientes pantanosos donde se desarrollan juncales y espartillares o pajonales. Aquí suelen habitar especies como las junqueras, las gallinetas, las pollonas, los varilleros y las gallaretas. Y donde la superficie tiende a ser rocosa la estepa arbustiva o monte domina el paisaje con especies totalmente adaptadas a las condiciones extremas del desierto como el halconcito colorado, el jote cabeza negra y el jote cabeza colorada.


Crónica de una flotada
Nos embarcamos en un sector cercano a Cipolletti para realizar una flotada en gomón hasta Villa Regina, a través de un ecosistema húmedo que alberga gran cantidad de aves. En la época que hicimos la excursión el río estaba mucho más bajo de lo habitual ya que los embalses estaban reteniendo agua. Sin embargo, según explicó el biólogo que nos acompañaba, por esa misma razón pudimos ver un mayor número de aves como macaes, cisnes coscoroba, entre otros. En cambio, en condiciones normales algunos sectores suelen ser muy profundos, con anchos brazos y gran cantidad de islas.

Nos pusimos los salvavidas, cada uno ocupó su lugar y la balsa se dejó llevar por la suave corriente. Enseguida comprobamos el singular marco natural en el que estábamos insertos: a un lado se veía la árida y seca margen de la meseta y al otro la costa verde de sauces. Desde que partimos por la mañana hasta que llegamos a la zona de pernocte no hubo un solo momento en el que no viéramos aves. Las primeras en asomarse fueron las elegantes garzas blancas. Estas aves, junto con otras zancudas (como la garcita blanca chica, la garza mora, flamencos, teros, teros reales y chorlos) suelen elegir aquellos sitios en que el río fluye por brazos más pequeños donde la velocidad y la profundidad es menor y de ese modo se desplazan caminando por el fondo del agua.

Mientras tanto, un inquieto grupo de gallaretas “carreteaba” sobre la superficie del agua como si fueran aviones a punto de despegar. A medida que avanzábamos fueron surgiendo cuervillos de cañada, jilgueros, benteveos, chimangos, teros y jotes que nos miraban desde la costa. Almorzamos en Allen, bajo la sombra protectora de unos sauces y antes de partir visitamos un avistadero cercano. Parecía increíble ver tal concentración de pájaros en tan pequeña laguna. Había cisnes de cuello negro, flamencos, biguaes, patos (picazo, colorado, overo, barcino, maicero, zambullidor chico, entre otros) y loros barranqueros. El plato fuerte fue, sin dudas, el atardecer. Poco a poco se fueron formando grandes y esponjosas nubes teñidas por una suave luz rosada. Entre tanto, las aves se habían transformado en siluetas estilizadas que volaban de un lado a otro mientras un Martín Pescador se zambullía y hacía su última pesca del día.


Datos útiles
Cómo llegar
Por la ruta provincial Nº 6, desde la provincia de La Pampa hasta la ciudad de General Roca.

Recomendaciones:
Se aconseja llevar repelente de insectos, calzado cómodo (y que se pueda mojar), muda de ropa, toalla, antialérgico y prismáticos.

Flotadas
La excursión en el día dura tres horas y media. La flotada con pernocte incluye traslado hasta el lugar de partida, 3 comidas, apoyo logístico por tierra, bolsa de dormir y binoculares. El biólogo se paga a parte. Grupo mínimo: 4 personas.

Empresas:
*Sendas Patagónicas
Mínimo 4 personas (máximo 6 por bote)
(0299) 4775909 (0299) 15 6324315
srivanera@sendaspatagonicas.com

*Marcelo Yoan
(02941) 450480
(02941) 15601108
myoan@infovia.com.ar

*Kayak:
LK Travesías
(02941) 15 665289
lktravesías@yahoo.com.ar

*Flotadas y salidas de Pesca
Nontue Patagonia.
(02941) 462599 i
nfo@nontuepatagonia.com.ar
www.nontuepatagonia.com.ar

*Complejo recreativo Playaventura
www.playaventura.com

Informes:
Cipolletti:
(0299) 4776833
turismoagenciacentro@yahoo.com.ar

General Roca:
(02941) 423195
turismo@generalroca.gov.ar
turismorn@yahoo.com

Mariana Lafont
Pagina 12 - Turismo
Fotos:Web