Al norte de Río de Janeiro, un estado no tan familiar para los viajeros argentinos, pero con playas competitivas, una curiosa oferta de ecoturismo y colonias italianas, austríacas y de otros países europeos, además del imponente Parque Estatal de Pedra Azul
VITORIA.- Cuando la noche cae, con una regularidad tropical, alrededor de las 19, la bahía de Vitória se enciende como un gigantesco árbol de Navidad y los edificios de su skyline forman una guirnalda cuyas luces se reflejan en las aguas del Atlántico. El esplendor es aún mayor en estos días, cuando cada vecino suma a las luces de siempre su propia iluminación para celebrar Natal . El mejor lugar para apreciarlo todo es desde la Ilha do Boi, pequeña isla que forma un barrio residencial justo enfrente de Vitória, capital de Espíritu Santo, estado al norte de Río de Janeiro que reserva más de una sorpresa incluso para aquellos visitantes que suponen conocer bien Brasil.
Vitória, curiosamente, también fue emplazada sobre una isla que separa el mar de una gran albufera como una bahía interior. Sobre esa isla está la capital, y sobre el continente, del otro lado del imponente puente Terceira, se encuentra Vila Velha, municipio vecino con el cual forma una sola gran aglomeración.
Vila Velha fue fundada en 1551 por el conquistador portugués Vasco Fernandes Coutinho. Vitória, por su parte, fue creada a los pocos años por los mismos colonos que eligieron trasladarse a la isla para defenderse mejor de las incursiones de piratas franceses, holandeses e ingleses que se disputaron las costas de Brasil durante algunos años del siglo XVI.
Desde Ilha do Boi, Vitória tiene aires de metrópoli y su silueta se dibuja con elegantes torres de formas modernas. Sin embargo es más bien chiquita, aunque a escala brasileña, por supuesto. Junto con su aglomeración y Vila Velha, suma un millón de habitantes. ¿Será el famoso millón de amigos de Roberto Carlos? Es que el cantante nació en Cachoeiro de Itapemirim, a 140 kilómetros de Vitória y en el mismo estado de Espíritu Santo (hay ahí un museo dedicado a él y su carrera).
Cachoeiro está en una zona de montañas, parecida a la del Parque Estatal de Pedra Azul, comarca que se está abriendo al turismo con un circuito de emprendimientos rurales. La piedra azul que dio nombre al parque es en realidad una gigantesca roca de gneis que domina con su masa de color cambiante según las horas del día toda la región de los pueblos de Domingos Martins y Venda Nova do Imigrante. Sin duda, los brasileños con su gusto por los récords podrían calificarla como la ¿pedra mais grande do mundo?
Superlativos capixabas
Vitória y Vila Velha son como dos hermanas que se complementan. Sus habitantes se llaman capixabas, palabra que viene del tupi kapi´xawa (tierra de plantación) y recuerda que la colonia originalmente se dedicó al cultivo de cereales.
En Vitória, que en algunas viejas postales se conocía como Victória, el diminuto centro comercial tiene una fuerte impronta portuguesa. En torno de la plaza central algunas escaleras suben los desniveles y recuerdan a sus lejanas primas de Lisboa. Sin embargo, el mayor icono cultural de la ciudad es de inspiración totalmente diferente: se trata del teatro Carlos Gomes, diseñado y construido por un inmigrante italiano. Se encuentra justo sobre un costado de la plaza central y fue inspirado en la Scala de Milán (aunque por una vez el gigantismo brasileño no prosperó y el Carlos Gomes es de dimensiones más bien modestas).
Los edificios históricos de la ciudad están concentrados en la parte sur de la isla. Cerca del teatro, los palacios Anchieta y Domingos Martins son dos testigos de la época colonial. El palacio Anchieta fue construido por los jesuitas en el siglo XVI y pasó luego a ser la sede del gobierno del estado de Espíritu Santo. Por su parte, el palacio Domingos Martins (un hombre que luchó por la independencia de Pernambuco a principios del siglo XIX) fue construido en 1606, y luego de haber sido durante mucho tiempo la sede del Poder Legislativo es hoy la Casa de los Ciudadanos de Vitória.
En materia de arte religioso, lo mejor es visitar el Convento da Penha, sobre un cerro a orillas de la costa, en Vila Velha: no sólo porque ofrece una vista espectacular sobre la ciudad y Vitória, del otro lado del brazo del mar, sino por la exuberancia de su diminuta capilla, cargada de obras sacras. Los vecinos asisten día a día a las numerosas misas que se celebran en el convento, y en los pasillos del lugar las placas de agradecimiento de los devotos tapizan las paredes. Fundado en 1558, es uno de los santuarios más antiguos de Brasil. Para acceder al convento hay que cruzar un gran parque arbolado (trepando a pie 154 metros de desnivel o valiéndose de las combis que suben y bajan continuamente), donde se puede avistar una colonia de titís de cabeza beige. Estos monitos no son asustadizos y van y vienen en busca de bananas prácticamente posando para las fotos.
Desde las plataformas panorámicas del convento se puede ver, sobresaliendo de entre las casas bajas de Vila Velha, la gran masa amarilla de la fábrica de los chocolates Garoto. Los golosos quizá ya estarán informados, pero para los demás probablemente sea una sorpresa encontrarse ahí con la sede de los chocolates más famosos de Brasil (para seguir compilando superlativos). Además de sacarse fotos y hacer compras en el negocio de la fábrica, se puede presenciar los procesos de fabricación de los productos de este emporio, que empezó de manera muy modesta, cuando el inmigrante alemán Heinrich Meyerfreund se lanzó a la confección casera de dulces en 1929.
El otro símbolo industrial de Vitória son sus puertos de Tubarao y Vitória, que reciben los minerales procedentes de Minas Gerais para su exportación. Vitória es por eso uno de los mayores complejos portuarios del Atlántico Sur, y desde la Ilha do Boi se divisan también los grandes buques de carga mientras van y vienen desde los complejos portuarios. Los pescadores también conocen las aguas de Vitória porque son ricas en peces y cuentan con una gran diversidad de especies, pero también porque aquí se lograron dos récords mundiales: de aquí salió un marlín azul de 636 kilos, en 1992, y el marlín blanco más grande de su especie (82 kilos, en 1979).
Altos de Vitória
Otro de los atractivo de Vitória es su proximidad con la montaña. En apenas dos horas se pasa de las playas de ambiente tropical a una zona de unos 1500 metros de altura, con temperaturas mucho más frescas todo el año.
La zona del Parque Pedra Azul es una verdadera sorpresa en estas latitudes. Parece una región de los Alpes trasplantada y cultivada con café, bananas y otras plantas tropicales. Las pequeñas ciudades de Domingos Martins y Venda Nova do Imigrante son tan pulcras y cuidadas como en Suiza y Austria. No es casualidad, ya que la región fue colonizada principalmente por europeos alpinos: suizos, italianos, austríacos y alemanes.
Muchas de estas familias, que fueron agricultoras durante un par de generaciones, formaron ahora un circuito de agroturismo a lo largo de una ruta que serpentea al pie de la imponente masa de la Pedra Azul. El cerro tiene 1882 metros y es toda una rareza geográfica, como si fuera un pedazo de luna, mineral y monolítico, caído en medio de los verdes y exuberantes valles de la región, donde se cultiva de todo gracias a la clemencia del clima y la abundancia de lluvias.
Orquídeas y caballos nórdicos
El parque fue creado en la década del 90 y tiene unas 10.000 hectáreas. Además de preservar el magnífico entorno de la Pedra Azul y su vecina Pedra das Flores (de 1909 metros), protege la fauna y la flora locales. Esta región goza de un microclima muy húmedo que favorece una biodiversidad abundante (armadillos, ocelotes, osos hormigueros, jaguares, monos, tucanes, zorzales). El parque es también un santuario de orquídeas. Para conocer mejor estas flores hay que visitar el orquideario de Marechal Floriano, uno de los pueblitos de la Rota do Lagarto, principal circuito turístico para descubrir los emprendimientos de agroturismo de la región. Florabela -así se llama el emprendimiento- es uno de los mayores centros de cultivos de orquídeas y está abierto todo los días, de 9 a 17.
En otras paradas de esta ruta se puede hacer cabalgatas con caballos Fjord, originarios de las montañas de Noruega. Estos ejemplares robustos y seguros están perfectamente adaptados a las montañas brasileñas, aunque parezcan exóticos en medio de las plantaciones de café, cañaverales y árboles de palta.
En otras etapas se puede almorzar en una granja tesinesa de 1901, probar suerte en un pesque y pague, donde se consiguen pacúes de más de 15 kilos; visitar plantaciones de frutas y fábricas de embutidos. Miles de detalles que no son tan exóticos como las playas como las que habitualmente se buscan en Brasil, pero que muestran una realidad distinta y poco conocida del gran país vecino, y por ahora muy poco frecuentada por turistas argentinos, aunque la meta de las autoridades del estado de Espíritu Santo sea convertirse en un destino de turismo familiar que combina a la vez campo, playa y montaña, todo a la vez y en un solo día si uno lo quiere? muito diverso.
Arenas para la salud
Unos 55 kilómetros al sur de Vitória, el balneario de Guaraparí es renombrado en Brasil por su playa de arenas negras, que tienen efectos benéficos sobre la salud. Son arenas monacíticas de propiedades medicinales y radiactivas: caminar sobre ellas ayuda a tratar la gota, el reuma y la artritis. Además de sus arenas, la ciudad es conocida por sus sitios de buceo y un estuario donde se puede hacer excursiones en escuna (una ancha barcaza) para conocer un manglar. En la entrada del estuario, una estatua de San Pedro, que en otro tiempo giraba sobre su plataforma, da la bienvenida a los barcos de pescadores que entran y salen del puerto.
Platos y platillos
El plato capixaba por excelencia es la moqueca, cazuela de pescado que se prepara de manera más mediterránea e italiana que portuguesa y sin ingredientes habituales en la cocina brasileña, como la leche de coco. Esta receta se debe a los inmigrantes italianos. Es el plato más pedido por turistas y visitantes, y el más ofrecido en los restaurantes de la ciudad. Se cocina casi siempre en panelas de barro, una suerte de gran fuente honda hecha a mano por los paneleiros. Una cooperativa de artesanos que se dedica a su fabricación se puede visitar en el barrio de Goiabeiras Velha, la Associacao das Paneleiras de Goiabeiras. Tiene un sitio Web donde presentan los modelos de panelas y dan algunas recetas de moqueca y torta capixaba (hecha con mariscos y pescados), el otro plato más típico de Vitória. El sitio es www.paneleirasdegoiabeiras.hpgvip.ig.com.br . Para acompañar, se puede visitar una destilería de cachaça en Vila Velha, que comercializa la marca Reserva do Gerente, en la localidad de Ponta da Fruta. Además de visitar la bodega se puede hacer una degustación de cachaça y licores producidos en el lugar.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde los aeropuertos de Río de Janeiro, San Pablo o Porto Alegre hay varias conexiones diarias a Vitória.
Dónde dormir
En Vitória, una buena opción es el hotel Ilha do Boi. Es 4 estrellas, pero por ser hotel escuela tiene precios muy convenientes: 430 reales por persona por noche, para una habitación doble
En Internet
www.es.gov.br/site/turismo
La Nación - Turismo
Pierre Dumas
Fotos: Embratur