Las calles angostas y zigzagueantes de Nápoles resuenan con los sonidos de bocinas impacientes, perros que ladran y rugir de motonetas. Opulentas iglesias barrocas y elegantes palacios conviven con un paisaje cubierto de grafitis, y la gente en los cafés no pierde de vista sus pertenencias mientras charla comiendo una pizza o la exquisita especialidad del lugar, la sfogliatelle. Bajo el imponente Vesubio, la ciudad da la sensación de caos, congestión y actividad frenética.
Pero debajo de la cacofonía impulsada por un espresso, yace el antiguo y profundo silencio de un mundo perdido de catacumbas y cuevas, caminos y ferias romanas, refugios antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial y los primeros sepulcros cristianos con mosaicos y frescos desteñidos.
Nápoles está construida capa sobre capa de roca y cenizas volcánicas compactas, a las que los italianos llaman tufo. Porosa y fácil de manipular, fue usada por los griegos desde alrededor del año 470 antes de Cristo, cuando construyeron su Neápolis (ciudad nueva) que con el tiempo se llamó Napoli. Luego, los romanos usaron las canteras de tufo para construir un complejo sistema de acueductos subterráneos. Los primeros cristianos cavaron cuevas para rendir culto y sepultar a sus muertos. Los napolitanos de distintos siglos usaron sus cavidades como basurales. Sólo la epidemia de cólera de mediados de la década de 1880 cerró esta ciudad subterránea, pero en la Segunda Guerra Mundial se volvió a utilizar como refugio de los constantes bombardeos que diezmaban la zona.
La mayor parte de Nápoles alberga en sus entrañas una enorme red de túneles y galerías subterráneas, y descender allí -y retroceder en el tiempo- es tan fácil como bajar escaleras o doblar en una esquina. Las excursiones guiadas ayudan al turista a explorar estos lugares, y unos pocos, donde las excavaciones forman parte de museos o iglesias, se pueden visitar en forma individual.
Esta historia parcialmente expuesta y dividida en capas le da a Nápoles un aire de misterio y obsesión. Y existe una ciudad subterránea figurativa además de la literal: la red delictiva de la Camorra representa un uso del término, pero el afamado Museo Arqueológico ilustra otro tipo de ocultamiento. Su Gabinete Secreto, mantenido durante mucho tiempo bajo llave y aun fuera del alcance de los niños que no estén acompañados de un adulto, alberga una colección de antiguos objetos eróticos, muchos extraídos de las ruinas de Pompeya y Herculano, que fueron en un principio considerados obscenos para ser llevados a la vista del público.
La agencia de turismo Libera Associazione Escursionisti Sottosuolo ofrece excursiones subterráneas que salen dos o tres veces por semana desde el conocido bar Gambrinus, en la piazza Trieste e Trento. En nuestra visita elegimos contratar a Napoli Sotterranea, que organiza varias excursiones diarias de noventa minutos, partiendo desde el corazón histórico de la ciudad.
Nuestro guía, Alex Fusaro, de 23 años, que trabaja como percusionista en una banda de música pop, condujo a nuestro grupo reducido por las escaleras del subsuelo de un edificio de departamentos hasta el siglo I a. C. "Estos -nos dijo- son los restos de un teatro grecorromano con una capacidad para 6000 espectadores, donde se dice que Nerón cantó durante un terremoto. Ahora, alrededor de 30 familias viven arriba." Estábamos en un amplio espacio abierto de galerías abovedadas, detrás de lo que había sido el escenario.
Al seguir caminando por esos pasajes interconectados debajo de las bulliciosas calles napolitanas, vimos acueductos que se habían usado durante 23 siglos y luego descendimos 121 peldaños hasta los refugios antiaéreos. En 1941 se limpiaron y secaron más de 400 km de túneles y canales subterráneos, se selló la mayoría de los pozos, se construyeron escaleras y se hizo la instalación eléctrica. Los napolitanos que aguardaban en los refugios mientras las bombas caían sobre la ciudad dejaron testimonios de sus días y semanas de tensión: dibujos en las paredes de bombas y aviones, la palabra aiuto (ayuda). Vimos autos de juguete y camas, una máquina de coser y una radio que después se encontró en los refugios. Luego, llevando velas encendidas atravesamos un largo túnel frío, bajo y estrecho, por donde en una época corría agua, hasta llegar a las cisternas grecorromanas. La más grande, nos dijo el guía, fue construida por los romanos en el siglo II d.C. y se usó hasta el siglo XIX; es alta, cuadrada, cavada a partir de la toba volcánica amarilla.
Después se dio un grato contraste al reingresar al siglo XXI en Scaturchio, en la piazza San Domenico Maggiore, con un espresso y una sfogliatelle. Una muchedumbre transitaba por la vía San Gregorio Armeno, repleta de locales que fabrican y venden las tradicionales figuras navideñas napolitanas, conocidas como presepi.
También por esta zona de la ciudad no hay que perderse las extraordinarias ruinas grecorromanas debajo del claustro del siglo XVIII en San Lorenzo Maggiore. Descendimos por una escalera y anduvimos completamente solos durante 90 minutos en un mundo sepultado que en una época estuvo al nivel de la calle: los restos de una feria romana del siglo I d.C., una galería abovedada y un camino con restos de ruinas, que incluye el horno de una antigua panadería y un lavadero comunitario.
Desde aí se puede ir caminando hasta la iglesia de Santa Chiara, famosa por su elegante claustro de mayólica, pero también por sus ruinas arqueológicas descubiertas después de la Segunda Guerra Mundial, que incluyen baños termales romanos, una zona de saunas y partes de un acueducto. Pasajes nuevos construidos en madera permiten recorrer todo el lugar, y las placas de identificación están escritas en cuatro idiomas.
En otra oportunidad decidimos dirigirnos hasta las catacumbas de San Gennaro, el santo patrono de Nápoles, que comienzan detrás de la iglesia de la Madre del Buon Consiglio y llegan hasta pasar apenas un patio que da a tendederos de ropa, limoneros y motonetas. Descendimos y vimos en primer lugar pequeñas capillas, que albergan los cuerpos de familias acaudaladas; en un cúbico, un fresco impresionante del siglo VI d.C. evoca a una familia con un hijo pequeño. Los cuerpos de los ciudadanos más humildes se colocaban en nichos que ahora están vacíos. Caminamos a través de arcos antiguos entre un olor a humedad silencioso, y nos enteramos de que el primer uso que se le dio a estas catacumbas fue en el siglo II de la era cristiana. En este mismo lugar hubo tres iglesias, la más antigua, del siglo IV d.C.; dos de ellas eran subterráneas. Vimos una pintura de Adán y Eva del siglo III d.C. y símbolos de diosas griegas. Cerca de la salida había un fresco de un obispo del siglo IX o X, que habían encontrado hacía un año, aproximadamente.
Luego, en el barrio la Sanitá recorrimos las catacumbas de San Gaudioso -que llevan el nombre de un obispo africano que llegó a Nápoles en el año 439- y vimos calaveras puestas en los nichos de la pared con frescos debajo que retrataban la vestimenta de la profesión de sus dueños: togas de un juez, un caballero con una espada. En un área dedicada a las mujeres, los frescos mostraban solo vestidos largos: "Las mujeres no tenían ninguna profesión, por supuesto", nos explicó nuestro guía.
Otro día buscamos ese otro elemento oculto durante tanto tiempo: la colección erótica del Gabinete Secreto en el Museo Arqueológico. Esta sala está abierta desde 2000, pero siguen estando las cadenas y los candados pesados en las puertas de hierro, cerca de un cartel que dice que los menores de 14 deberán ingresar acompañados de un adulto (no vimos a nadie que controlara esto).
La colección es rica y gráfica. Para los antiguos griegos y romanos, el falo era símbolo de prosperidad, fecundidad y buena suerte, y lo representaban en estatuas y lámparas de aceite, en jarrones y pinturas, incluso en el exterior de las tiendas. Las representaciones de actividades heterosexuales y homosexuales eran parte de la decoración de casas y jardines, y la exhibición incluye pinturas eróticas de escenas mitológicas, esculturas en mármol de ninfas y sátiros, e imágenes eróticas de jardines, tocadores y burdeles.
Mientras recorríamos el lugar, una docena de estudiantes italianos, la mayoría varones, ingresó con un instructor joven, de barba. Parecían de 12 años y se desplazaban rápidamente, con los ojos bien abiertos y apretando sus cuadernos. Una de las pocas niñas que había se veía espantada.
A la salida, los varones se largaron a reír tontamente. Cuando varios regresaron media hora después, sin instructor, una mujer de mediana edad que estaba allí los fulminó con la miraba, y entonces desaparecieron.
Datos útiles
Dónde dormir
* Decumani Hotel de Charme (vía San Giovanni Maggiore Pignatelli 15; (081) 55-8188; www.decumani.com ), en el corazón de la ciudad, fue el palacio del siglo XVIII del último obispo del reino Borbón de Nápoles. Las habitaciones dobles parten en los 99 euros.
* El hotel San Francesco al Monte (corso Vittorio Emanuele 328; (081) 423-9111; www.sanfrancescoalmonte.it ), que da a la bahía de Nápoles, es un convento del siglo XVI que fue renovado. Las dobles parten en los 150 euros.
Dónde comer
* A los napolitanos les encanta decir que ellos inventaron la pizza, pero no la pida por porción. Una favorita del lugar, la Margherita -tomate, mozzarella y albahaca, por los tres colores de la bandera italiana- fue creada en honor de la visita de la reina Margarita de España en 1889. Pruebe una en Lombardi (vía Benedetto Croce 59, (081) 552-0780). Con otra especialidad regional, linguine cozze e vongole, con bastantes almejas diminutas. Un almuerzo para dos cuesta 28 euros.
* Ciro a Santa Brigida (vía Santa Brigida 71-73; (081) 552-4072) sirve una pizza excelente a la Ciro (hongos, tomates vesubianos, mozzarella, camarones y ajo) y linguine Fra Diavolo, cargado de camarones, mejillones y almejas. El almuerzo para dos con una copa de vino sale 33 euros.
* La Cantina di Triunfo (vía Riviera di Chiaia 64; (081) 668-101), restaurante y bar de vinos. Cena para dos con sopa, pasta, cerdo asado con castañas y vino cuesta unos 80 euros.
* Taverna dell´Arte en la vía de acceso a la iglesia de San Giovanni Maggiore desde la vía Mezzocannone, en el casco histórico, (081) 552-7558. No es fácil encontrarlo, pero vale la pena el esfuerzo. Pruebe lo que sea que venga con tomates vesubianos. Una cena para dos con vino cuesta unos 83 euros.
* En Scaturchio (piazza San Domenico Maggiore 19; (081) 551-6944), una sfogliatelle con un espresso, 5 euros.
Qué hacer
* Las agencias Napoli Sotterranea (piazza San Gaetano 68; (081) 29-6944; www.napolisotterranea.org ) y Libera Associazione Escrusionisti Sottosuolo, (081) 40-0256 ( www.lanapolisotterranea.it ), ofrecen excursiones subterráneas por alrededor de 10 euros.
Visitas a catacumbas
* Las catacumbas de San Gennaro (via Capodimonte 13; (081) 741-1071; 5 euros) y las de San Gaudioso (piazza Sanit 14, (081) 544-1305; www.santamariadellasanita.it ; 5 euros).
* Otros sitios arqueológicos incluyen: San Lorenzo Maggiore (vía dei Tribunali 316; (081) 211-0860; www.sanlorenzomaggiorenapoli.it ; 5 euros) y Santa Chiara (vía Santa Chiara 49; www.santachiara.info ; 5 euros).
* La colección de arte erótica del Gabinete Secreto se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (piazza Museo Nazionale 19; (081) 292-823; 10 euros)
Joan Motyka
The New York Times
(Traducción: Andrea Arko)
Fotos: Corbis, Reuters, Marieke Kuijjer/Flickr