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lunes, 6 de julio de 2009

Países bajos: Amsterdam, sin cambiar de canal


Una ciudad para caminantes y ciclistas, una vida cultural intensa, una princesa argentina y varias curiosidades más

Es un caluroso mediodía de verano. Frente al coffee shop, uno de los típicos negocios de esta ciudad donde se vende marihuana, hay dos hombres sentados en un banco público mientras toman cerveza en lata y contemplan el canal. De pronto dos policías se acercan y les cobran una multa de 5 euros por beber alcohol en la vía pública y las latas terminan en la basura. Nadie repara, en cambio, en la pareja sentada en la vereda del coffee shop ni en el curioso cigarrillo que comparte. Está claro que Amsterdam es una ciudad tolerante y permisiva, pero a la vez, estricta con sus reglas.

También es desinhibida, pero organizada, y moderna, pero con pasado de pueblo pescador. Y es conocida como la Venecia... del Norte. Su red de canales y puentes, diseñados en los siglos XVI y XVII, forman una especie de telaraña que surca su centro turístico, el sitio ideal para recorrer a pie (las distancias son cortas y los paisajes entre puentes y canales, fabulosos) o para alquilar una bici y hacerle honor a su fama de ciudad sobre dos ruedas.

La Plaza Dam es un muy buen punto de partida. Desde allí, una de esas largas fotos panorámicas podría abarcar el Palacio Real, construcción clásica del siglo XVII, y el Monumento Nacional de la Liberación, un obelisco para homenajear a los caídos en la Segunda Guerra Mundial. Esta plaza, donde el movimiento nunca cesa, fue lugar de encuentro para los hippies de la década del 60.

Todo alrededor de la Plaza Dam merece atención: la Nieuwe Kerk, iglesia protestante donde se coronaron a los reyes y reinas de Holanda, y donde en febrero de 2002 se realizó la boda del príncipe heredero William con Máxima Zorreguieta; un negocio de souvenirs con un zueco gigante en la entrada, donde todos se meten para sacarse una foto antes de entrar a comprar zuecos-llaveros por 2 euros, una bolsa de 10 bulbos de tulipanes por 5 euros, zuecos-pantuflas por 18 euros y postales de la princesa argentina.

Es que en este país a los argentinos ya no se los relaciona instantáneamente con Diego Maradona, como en casi todo el resto del planeta. Aquí, al término argentino lo que sigue normalmente es una exclamación de ¡Máxima! y una sonrisa bien grande. Quizá por eso abundan sorprendentemente los restaurantes ambientados con vacas, detalles en celeste y blanco, y fotos de churrascos bien jugosos. Con nombres como Gauchos, Rancho o La Boca, las parrillas argentinas aparecen por cada calle del centro, prometiendo el mejor bife de chorizo por 15 o 20 euros.

Conocida como la Venecia del Norte, sus canales y puentes fueron diseñados mayormente entre los siglos XVI y XVII

En una esquina de la Plaza Dam está el Museo de Cera de Madame Tussaud con las réplicas de los personajes más famosos del país y el resto del mundo para cumplir el sueño de fotografiarse de la mano de Nelson Mandela, besando a Robbie Williams o junto a Pablo Picasso. Y hacia adelante, la avenida Damrak une la Dam con la Estación Central, también la calle Kalverstraat con su paseo comercial y los negocios más caros y, por último, esas callecitas que invitan a perderse entre los canales para introducirse en el Barrio Rojo.

En la Museumplein, la plaza más grande de la ciudad, se concentran el Museo Municipal y el Van Gogh junto al Palacio de Conciertos. Allí, enormes letras en rojo y blanco se unen formando la frase I Amsterdam (juego de palabras para afirmar Y o soy Amsterdam), lema con el que la ciudad holandesa da la bienvenida a sus visitantes. Agradecidos, turistas de todo el mundo se acomodan sobre la A o entre los arcos de la M para sacarse la foto casi reglamentaria a espaldas del Museo Nacional de Arte e Historia de los Países Bajos.

Muy cerca de la plaza se encuentra otro museo imperdible, el del Diamante, donde se puede admirar una réplica del cuadro La noche estrellada, de Van Gogh, realizada con pequeñas gemas. Al costado de la Museumplein, la entrada a la plaza Max Euwe abre un espacio de distención, con sus cafés y su ajedrez gigante donde la gente pasa el día entre partidas. Y en frente se encuentra uno de los parques más importantes de la ciudad: el Vondelpark, una especie de pequeño Central Park europeo que recibió su nombre en honor al poeta alemán Joost Van den Vondel, que residió en Holanda.

Bicicletas y arquitectura típica

Con 45 hectáreas de espacio verde, árboles y lagos, un gran restaurante en el centro, más puestos de comida y cafés, cuenta con un museo abierto dedicado al cine. No sólo es un sitio perfecto para respirar naturaleza y organizar un picnic entre ardillas que corren de aquí para allá, sino que también ofrece en junio, julio y agosto obras de teatro y conciertos gratuitos al aire libre.

Pero al margen de los museos y las plazas hay una atracción bastante más modesta que casi todo turista quiere ver en Amsterdam, más allá de que no sea consumidor de lo que ahí se vende: los coffee shops. Casi un emblema de la ciudad, lejos de ser una simple casa de café, estos bares ofrecen un menú que incluye marihuana mezclada con tabaco por 3 euros el cigarrillo o 6 euros el puro, o brownies de chocolate y cannabis para acompañar el café, que cuesta 5 euros. Algunos tienen mesas sólo adentro del local, otros las acomodan también en las veredas. Sólo se permite la entrada a mayores de 18 años.

Pequeños locales, al estilo del almacén de barrio, se alinean uno tras otro en el centro y a lo largo de unas cuantas cuadras. Y se llenan de turistas de todas las edades, incluidos matrimonios con bebes. ¿Qué ofrecen? Por ejemplo, envases de 150 gramos de galletitas de coco y hemp por 10 euros; chupetines de hachís por un euro; té verde con cannabis u otras bebidas a base de hongos alucinógenos...

Los minutos pasan descubriendo los artículos más insólitos en accesorios para fumadores de todo tipo de hierbas y algún joven vendedor advierte al padre distraído que el niño tomó el dulce equivocado. Otros negocios son auténticos bancos de semillas con nombres como Bob Marley´s Best, Power Flower, Purple Haze y hasta AK-47 o Master Kush. Quizás haya que insistir: el circuito de coffee shops es toda una curiosidad, más allá de los hábitos de consumo del turista...

Lo mismo vale para otra zona muy famosa de esta ciudad: el Distrito Rojo. Muchos saben de qué se trata y casi nadie desconoce este lugar, aun los que nunca viajaron a esta ciudad. Por esta razón y porque aquí se concentran las vidrieras más famosas, llena de expectativas a los turistas.

Entre dos calles angostas que se enfrentan para bordear el canal Voorburgwal, un sex shop se mezcla entre un bar de cervezas, una vivienda de familia, la entrada al Barrio Chino que corre paralelo a este lugar y lo que sigue: una vidriera que, a diferencia de cualquier local de ropa, exhibe a una mujer real vistiendo ropa interior, hablando por celular o fumando a la espera de quien abra su puerta.

Sobre el canal Achterburgwal, así como en las callecitas que lo cruzan, esas construcciones que parecen hogares o simples negocios son las mismas vidrieras que se extienden por este barrio tan particular, que abarca no más de cinco cuadras, y que no aparece delimitado en los mapas de la ciudad.

De noche, este paseo que bien podría pasar inadvertido a la luz del día se cierra al tránsito y se convierte en una zona roja peatonal muy concurrida, con sus luces de neón que bordean las vitrinas de estos maniquíes humanos. Sus calles resaltan por el característico color y por la cantidad de gente que las visita y las pasea día y noche. Por lo general, cuando oscurece llegan muchos grupos de hombres en plan de despedida de soltero. Y aunque la curiosidad nos mantenga un buen rato por las esquinas, no es fácil ver a una persona entrando a estas vidrieras. Eso sí, muchas veces se ven cortinas cerradas, señal de que están trabajando.

Barrio Chino

Julio, un mes muy techno
Este mes, y como todos los años, Amsterdam comienza a sacudirse al ritmo de la música trance, house, hip-hop, acid y cuanta variación elctrónica se pueda imaginar. Entre los festivales más populares se destaca el 5 Days Off, cinco días -este año, del 15 al 19- de shows en vivo, sets de Dj y talentos internacionales que se dan cita en las salas más conocidas de la ciudad (Paradiso y Melkweg). Unos días antes, el 11, habrá sido el turno de Dance Valley, megafestival de trance a cielo abierto también conocido como el Woodstock de su género. El Dance Valley, que va por su 15a. edición, reúne cada año a unas 50.000 personas en las bucólicas colinas de Spaarnwoude, media hora al oeste de Amsterdam (existen varias opciones de transporte para los entusiastas del evento). Del 1° y hasta el 11, por último, está el festival de danza contemporánea e internacional de Julidans, que presenta a coreógrafos famosos y menos famosos de todo el mundo, jóvenes revelaciones de la danza, obras contemporáneas en las que se unen baile, música, teatro y cine, y nuevas formas de música dance.

El Museo Nacional de Amsterdam, detrás del slogan turístico de la ciudad

Arte, fiestas y buena carne
Por los canales
Alquilar un bote con pedales o comer en un restaurante flotante son sólo dos de las opciones para disfrutar de los canales. Pero lo más convocante en épocas de calorcito son los cafés con terrazas de madera sobre el agua, entre ellos, Villa Zeezicht y Café van Zuylen, a pasos del puente de Torensluis. También hay celebraciones que se realizan directamente en los canales, como la Gay Pride Festival (del 31 de julio al 2 de agosto), una "parade" flotante con miles de personas en botes, y la máxima fiesta en honor al cumpleaños de la reina: el Queen´s Day, cada 30 de abril.

Palacio Real
Con cuatro cuartos nunca habilitados para el turismo y una de las colecciones más grandes del mundo del mobiliario imperial, el Royal Palace abrió de nuevo sus puertas al público, después de más de tres años de refacciones. En la Plaza Dam ofrece también grandes mejoras en su interior. Las pinturas de sus techos, los pisos de mármol y las esculturas fueron en su mayoría restaurados, al igual que muchos de los frescos de los siglos XVII y XVIII. La entrada para adultos cuesta ? 7,50 y los menores de 5 años entran gratis. Más información, en www.paleisamsterdam.nl

Carne argentina
La figura de una vaca, los colores de la Bandera argentina, fotos de churrascos bien jugosos que se lucen en la entrada de varios restaurantes, hacen evidente que la presencia de la princesa Máxima no sea un detalle menor. Los restaurantes argentinos aparecen por cada calle del centro; todos prometen el mejor bife de chorizo y uno tras otro acomodan sus carteles y menús: Gauchos, Rancho, La Boca, son algunos.

Datos útiles
Dónde comprar
Un dato interesante para quienes quieren llevarse un recuerdo de sus vacaciones: las tiendas que se ubican sobre las calles que cruzan el Barrio Rojo son las que ofrecen los precios más bajos en todo lo que se refiere a souvenirs. Por eso, tal vez es mejor no tentarse en los negocios de la avenida Damrak o los que rodean la Plaza Dam y esperar hasta llegar a los que se ubican por esta zona.

En Internet
www.iamsterdam.com

María Fernanda Lago (Cronica y fotos)
La Nación - Turismo

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