A 113 kilómetros de Arica, el valle de Codpa podría transformarse en el nuevo gran destino del norte chileno. Tiene paisajes alucinantes, arqueología, antiguas iglesias y pueblos cuya localización desafía las lógicas citadinas. Codpa comienza a abrirse al turismo gracias al primer hotel de nivel en la zona, que permite adentrarse en el Altiplano más desconocido.
Estamos en medio del desierto, viendo borroso en una diminuta tele conectada a un generador cómo el Chupete Suazo marca el 3 a 2 de Chile sobre Venezuela. No había otra opción: éste es el único sitio en kilómetros donde se capta la señal de canal 13 que llega por el aire. Imposible hacerlo en Codpa, el pequeño caserío donde alojamos, y donde tampoco hay luz eléctrica (sólo un par de horas al día), ni señal de celular ni teléfono público. Sólo hay Internet, en la escuela, pero la velocidad es tan baja que la imagen online no se forma.
Entonces no queda otra que partir cerro arriba junto a los lugareños, tanto o más fanáticos que uno; poner una tele sobre el capot del auto, prender el generador, extender una antena y comenzar a captar la gloria del fútbol en vivo y en directo. Un despliegue de ingenio insólito para quienes vivimos con las facilidades de la ciudad, pero muy común entre los codpeños, acostumbrados a este tipo de peripecias.
En Parcohaya, camino a Surire, viven 5 personas
Pese a su cercanía con Arica –113 kilómetros; una hora y media en auto, por una carretera en buen estado– el valle de Codpa aún permanece desconectado del mundo. Casi tanto como antes, cuando para llegar había que cabalgar durante dos días desde la ciudad. Considerado una de las puertas hacia la zona más desconocida del altiplano chileno, Codpa recién está abriendo sus ojos al llamado "turismo de intereses especiales", es decir, aquellos viajes que buscan una experiencia nueva, alejada de las masas y, por cierto, en medio de varios de los paisajes más alucinantes de la Tierra.
Una muestra de ese despertar es el Codpa Valley Ecolodge, que abrió en mayo. Se trata de un flamante hotel construido sobre las instalaciones de la antigua Hostería de Codpa, y que hoy se erige como la única y gran alternativa de alojamiento y gastronomía en todo el valle, con instalaciones y servicios de nivel. El hotel –de los mismos dueños de Valle Nevado– está atrayendo sobre todo a turistas extranjeros, y ha comenzado a poner en valor los atractivos naturales e históricos que habían permanecido escondidos por cientos de años.
Por eso, no es tan descabellado que algunos ya sueñen con que en diez o veinte años, este lugar pueda convertirse en el nuevo San Pedro de Atacama. Al menos, atractivos tiene, sobre todo si consideramos el área que podría abarcar este rutero turístico: desde Codpa se puede llegar a Putre, en la Región de Arica y Parinacota, e incluso hasta Colchane, en la Región de Iquique, viajando por hermosas y poco conocidas rutas altiplánicas.
Los sorprendentes cactus candelabro aparecen en medio del desierto
Valle fértilEl valle de Codpa ha sido, desde la antigüedad, una de las principales zonas para el intercambio cultural y comercial entre el altiplano y los pueblos costeros del norte. Especialmente durante la decadencia del imperio Tiwanaku, hace unos mil años, cuando grupos indígenas carangas se establecieron aquí y comenzaron a complementar sus actividades de pastoreo altiplánico con la producción de recursos agrícolas. Para eso, Codpa –o "pedregal" en aymara– era el lugar indicado: a pesar de estar en medio del desierto, es un valle sorprendentemente verde y fértil, de clima apacible, y donde se producen frutas, verduras, y un vino muy particular llamado pintatani, similar a la chicha, que los lugareños adoran.
Los españoles llegaron a Codpa hacia 1580, y con ellos la férrea doctrina católica que fue evangelizando cada uno de los pueblitos aymaras que abundan en la zona; y cuya obra más notoria fue la construcción de pequeñas y hermosas iglesias de adobe en cada uno de ellos, lo que hoy es uno de los principales atractivos para los visitantes. Por ejemplo, está la iglesia blanca de Codpa, construida en 1668, y que contiene, como casi todos los templos del altiplano, muestras del sincretismo religioso que se produjo tras la colonización: en su altar es posible ver a santos usando chullos (el típico gorro de lana altiplánico). Aparte de la iglesia, el cementerio y un pequeño museo comunal que está al lado, que exhibe una momia Chinchorro encontrada en el valle, en el pueblo no hay mucho más que ver. El resto es una pequeña plaza, una cancha de baby, una escuela básica y una comisaría. Sin embargo, saliendo de Codpa están sus mayores atractivos. Por ejemplo, los petroglifos de Ofragía, una colección de dibujos hechos en las piedras, datados entre los años 1.000 y 1.400 d.C., y que muestran a antiguos cazadores y pastores con sus llamas, herraduras y otros misteriosos símbolos.
Y, por cierto, están los distintos ruteros hacia los alucinantes paisajes y pueblos del altiplano, donde habitan cientos de personas –aymaras en su mayoría– en lugares y condiciones que desafían cualquier tipo de lógica citadina. Y que es una de las gracias de esta inmensa planicie que corre por Bolivia, Perú, Argentina y Chile, a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar. Una zona que obliga a la contemplación y que tiene una curiosa característica: o la amas o la odias, pero jamás te deja indiferente.
Este tipo de cruces están dispuestas en varios cerros del valle de Codpa
Pueblos perdidosHoy caminamos cinco kilómetros desde Codpa hasta Guañacagua, otro pequeño caserío caracterizado por su iglesia y campanario de adobe. En la ruta vamos viendo varias de las peculiaridades de la zona, como las cruces que aparecen en varios cerros, y que los lugareños "visten" con flores y frutas. O las representaciones de José Domingo Carnavalón, un muñeco que cada localidad coloca sobre algún montículo, con rostro distinto (de palo, piedra, trapo), y que en febrero es el símbolo del carnaval de la zona.
Los mitos y leyendas abundan en toda esta región. Así, hay quienes dicen haber visto cómo las montañas se abrían, otros que hablan de encuentros con el diablo, y otros que repiten la historia de los gentiles, una extraña raza de enanos pastores que sólo vivía de noche. "Una vez hubo un eclipse de sol y los gentiles salieron a trabajar durante el día", cuenta Aliro Delgado, quien vive hace varios años en Codpa. "Pero cuando terminó, la luz del sol los mató a todos".
Dejamos Guañacagua y vamos luego a Timar, a 28 kilómetros de Codpa. En el camino atravesamos paisajes lunares, desérticas quebradas y enormes cactus candelabro clavados en las laderas. Una vez en Timar, vemos sólo una calle vacía, dos perros, un burro y seis personas adornando su iglesia para una próxima fiesta religiosa. "Ponga ahí en su reportaje que Soledad Alfaro, de Timar, pide el diezmo para mantener esta iglesia", nos sugiere Soledad Alfaro, de Timar, tras pedir que pongamos el diezmo para mantener su iglesia.
La ruta continúa rumbo a Putre. En el camino aparecen otros pueblos como Ticnamar, a 3.200 metros, un oasis en medio de la planicie; y más adelante, Belén, un pueblo que habríamos definido como fantasma si no fuese por Basilio Mamani, quien aparece de improviso caminando detrás de uno de los campanarios de la iglesia. "Aquí ya no vive casi nadie", cuenta Basilio, quien a sus 86 años sabe muy bien cómo era la vida en estos pueblos. "Casi todo el mundo se ha ido, pero ya van a volver los viejos tiempos. La gente va a regresar, porque en la ciudad ya no se puede vivir".
El gran salar
El salar de Surire es el otro recorrido que puede hacerse por el día desde Codpa. De camino a este Monumento Natural ubicado a 4.200 metros de altitud, casi en la frontera de Chile con Bolivia, se pueden observar vicuñas, suris (ñandúes altiplánicos), vizcachas, llamas y alpacas. También es posible ver enormes cercos de piedra aymaras, construidos para el pastoreo hace cientos de años. O admirar aldeas como Parcohaya, donde viven sólo cinco personas a 3.800 metros. Y zambullirse desafiando el frío del altiplano en las termas de Polloquere, una gran piscina natural de hasta 70 grados Celsius de temperatura, y que por su localización –en pleno salar– es, sin duda, una de las más espectaculares de Chile.
Apolinario Castro vive en las orillas del salar de Surire Apolinario CastroApolinario es un viejo aymara que vive en una de las orillas del salar de Surire. Tiene una casa hecha con piedras y latas oxidadas por el frío viento del altiplano, y vive junto a su mujer y cerca de 300 animales, llamas y alpacas. Nos encontramos con él una gélida tarde de junio, mientras admiramos desde nuestro 4x4 la belleza blanca de Surire.
Apolinario aparece en medio de la nada: usa sombrero y bufanda, y carga dos pesados sacos: una bolsa de género y un bulto de tela amarrado a su espalda. Viene caminando hace cuatro días desde Colchane, harto más al sur, donde había ido para intercambiar sus productos animales por arroz, fideos, aceite, esas cosas. Y ahora acaba de hacernos dedo para que lo llevemos hasta su hogar. Nos detenemos, Apolinario se sube raudo a la camioneta y, unos 500 metros más allá, se baja.
Ya estaba casi en su casa, pero igual nos agradece el aventón. Al menos, pensamos, en algo pudimos aliviarle su travesía. La misma que han emprendido durante siglos los caminantes aymaras que habitan los recónditos paisajes de esta parte del Altiplano.
Llaretas y paja brava: la vegetación típica del salar de Surire, a 4.200 metros de altitud
Datos prácticosLLEGARA Arica vuela Lan y Sky
DORMIREn Codpa:
Codpa Valley Ecolodge es la única alternativa de alojamiento en todo el valle y los pueblos cercanos. Cuenta con 16 cabañas para dos personas, piscina, buen restaurante y muy atento servicio. La luz eléctrica funciona sólo un par de horas en la noche. Dobles, 150 dólares, con desayuno. Hay varios programas todo incluido desde Arica, como uno donde se visita el valle de Azapa, Codpa, Surire, Putre y pueblos cercanos.
www.ecolodgechile.cl
En el Salar de Surire:
Conaf tiene un refugio para 4 personas con cocina y calefacción. Se debe llevar comida.
Tel. en Arica, (58) 201 200.
En Putre:
Para dormir allí y visitar el lago Chungará, las mejores opciones son el Hotel Qhantati, en las afueras del pueblo
tel. 58 / 228 916)
Hotel Kukuli, uno de los más nuevos
cel. 09 / 161 4709
Sebastián Montalva W., desde Codpa.
Fotografías: Álex Moreno R.
El Mercurio - Chile