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domingo, 1 de febrero de 2009

Tokio, la ciudad sin fin

Tokio, la ciudad sin finEn el horizonte del gran mar de rascacielos se destaca el monte Fuji

De los rascacielos y las tiendas de lujo, a los barrios tecnológicos y los grandes palacios, la capital japonesa se descifra con paciencia, pero a la velocidad del tren bala

En la línea Yamanote del subterráneo, una fila de ejecutivos de impecable estilo Armani comparte un asiento con una señora de mediana edad que habla por celular ataviada con un tradicional quimono. Afuera, espera la ciudad donde la jungla de hormigón y asfalto, plena de imponentes rascacielos, parece no tener fin. Pero el intrincado trazado encierra cantidad de sorpresas para desentrañar de a poco.

En un panorama donde el consumismo desenfrenado está presente en las mejores marcas del mundo, conviven grandes museos, galerías de arte, mercados en recónditas callecitas, espectáculos y ceremonias tradicionales junto a silenciosos templos y santuarios, e infaltables toques de verde en los jardines y parques que salpican la ciudad de tanto en tanto. Situada en la región de Kanto, en la isla de Honshu, la antigua Edo, que reemplazó a Kyoto como capital del imperio en 1603, para convertirse finalmente en Tokio en 1863, es hoy en realidad un conglomerado de 23 barrios especiales o ku, y 26 ciudades o shi, donde vive un tercio de los 34 millones de habitantes de la región, repartidos en otras prefecturas, pueblos y villas.

Es difícil imaginar que la gran urbe, la más grande del planeta, surgió hace apenas unas decenas de años después de una historia donde no faltaron devastadores terremotos y los embates de numerosos bombardeos en la Segunda Guerra Mundial.

Descubrir Tokio es una aventura a medida del gusto de cada viajero. La mencionada línea Yamanote, eficaz e impecable, recorre la ciudad y se conecta por medio de 29 modernas estaciones y un servicio de trenes que aparece cada dos minutos. Más de tres millones de personas la utilizan por día y es el mejor medio para conocer la ciudad. Moverse con este sistema y un mapa que provee el hotel de turno no es complicado una vez que se le toma la mano. En todas las estaciones hay paneles en japonés e inglés; máquinas expendedoras de tickets que aceptan billetes y dan cambio, y un amable funcionario de guante blanco siempre a la vista para solucionar cualquier problema y resolver con simpatía las dificultades del idioma.

El promedio de estada en cualquier viaje a la capital de Japón es de una semana, lo que obliga a elegir sólo algunos de los 23 barrios. Después de la inevitable visita al Palacio Imperial y sus jardines, Ueno es una buena propuesta para iniciar un recorrido y sumergirse en las raíces de Japón en los espectaculares museos que relucen en el parque del mismo nombre. En el Nacional de Tokio es posible ver reliquias milenarias y seguir la cultura del país, donde no faltan importantes testimonios samurái con teatrales armaduras y el famoso sable corto para el haraquiri, exhibido como una joya. El circuito se acerca a impactantes templos y santuarios, el Zoo de la capital y un colorido mercado callejero en Ameyokocho.

Ginza, la exégesis del lujo, es otro imperdible. El tradicional barrio tokiota, conocido como la Quinta Avenida de la ciudad, concentra los mayores shopping malls de alta tecnología y exclusivas boutiques donde es posible llenar los ojos con una infinita oferta de las más suntuosas marcas. La zona ofrece toda clase de restaurantes, y muy cerca está Teatro Kabuki. Se llega caminando al Tsukiji Market, el mercado de pescados más grande del mundo, en cuyos puestos y restaurantes se puede saborear una riquísima variedad de sushi.

Los edificios más altos en Roppongi Hills, como la Tokio Tower

Tecnología pura
Los fanáticos de la electrónica tendrán para entretenerse en Akihabara, llena de grandes almacenes y locales, donde uno encuentra hasta lo inimaginable en televisores, reproductores de DVD, cámaras fotográficas, computadoras, equipos de audio y MP3. Es recomendable ser cautos antes de comprar algo, ya que muchos productos son para consumo interno y poseen diferencias técnicas y funcionales con nuestro sistema. Hay lugares especiales de importación, adaptados a los sistemas europeos y norteamericanos. Conocida como la Electric Town, la zona debería llamarse ahora Ciudad Digital. Akihabara Crossfield le da un nuevo perfil al barrio con sus rascacielos y grandes tiendas, donde está instalada la industria de avanzada.

Para internarse en el Viejo Tokio habrá que llegar a la estación Asakusa, donde se encuentra Sensoji, uno de los templos más antiguos de Japón, visitado por más de 20 millones de persona por año. El espectacular complejo, que data del año 632 y donde se venera a la diosa Kannon, cuenta además con una bella pagoda de cinco pisos. En el acceso, hay un mercado con muchos puestos, donde se encuentra toda clase de souvenirs tradicionales, como los hachimachi (pañuelos para anudar en la frente) y variedad de yukatas, los frescos quimonos de verano. Muy cerca está Kappabashi, una zona de bazares de vajilla japonesa y famosas cuchillerías.

El último grito de la moda se pasea por Harakuru, donde en Omotesando Dori (dori significa calle) están instaladas las más reconocidas y prestigiosas etiquetas de ropa y accesorios de Japón y el resto del mundo. El sitio, favorito de las jóvenes tokiotas, consumistas impenitentes, se completa con cafés de aire europeo con terrazas desde donde es posible ver como en una pasarela las últimas tendencias de las colecciones europeas y de Estados Unidos.

Especial para noctámbulos, Roppongi se anima cada noche en su gran oferta de restaurantes, bares, karaokes y discotecas, algunas abiertas hasta la madrugada. Es el sitio elegido por los jóvenes para una copa en la barra o para comer. Durante el día el panorama es otro, especialmente en la zona de Roppongi Hills, donde se descubren los edificios más altos de la ciudad: la Tokio Tower, que remeda la Torre Eiffel de París; la Mid Town, desde donde se llega a ver el monte Fuji, y la Mori, que encierra el prestigioso Museo de Arte Moderno.

Para tener una real dimensión de lo que es una megalópolis hay que pasar por Shinjuku, la principal estación de Tokio y la mayor de Japón y del planeta, por donde circulan dos millones de personas diariamente. Allí se conecta con el Shinkasen, el tren bala, orgullo japonés y algo así como una ciudad bajo tierra, con más negocios de electrónica y comida, sus calles interiores tienen acceso directo a edificios de oficinas y grandes almacenes de la zona, lo que ofrece uno de los panoramas más contrastantes de la ciudad, con callecitas de otras épocas bajo el puente por donde corre el moderno tren, y detrás un conglomerado de rascacielos.

Y todavía queda mucho por conocer. Hay que dar una vuelta por Shibuya y su famoso cruce de calles, donde una marea humana espera el cambio de semáforos con un paisaje a sus espaldas lleno de edificios con coloridos anuncios y centelleantes pantallas gigantes de cristal líquido. Al atardecer, el paisaje parece encenderse en una pirotecnia de carteles en uno de los panoramas más representativos del Tokio de hoy.

El cruce de calles en el distrito de Shibuya, siempre muy concurrido

Imperdibles
La ceremonia del té. En algunos hoteles, especialmente los de más estrellas, se puede participar del paso a paso de este símbolo de la cultura japonesa.

Los Onsen. Compartir los tradicionales baños termales comunitarios, en grandes piletas, es toda una experiencia. Hay para hombres y mujeres, y también mixtos.

Los ryokan. Parar vivir en el más puro estilo japonés, están estos hoteles, con toda la tradición del país. Generalmente atendidos por sus dueños en un mundo de quimonos, tatamis y futones, ofrecen la cocina tradicional de la familia, y hasta un onsen para relajarse luego de un paseo.

En las vidrieras, quimonos tradicionales y también de estilo europeo

Hoteles, guías, taxis y más
Tokio es una metrópolis segura, ordenada y... limpísima. Imposible ver una colilla de cigarrillo en las veredas, está prohibido fumar por la calle caminando, hay que hacerlo en lugares con ceniceros. Su gente es muy amable, siempre dispuesta a ayudar al visitante, y excepto por su trazado urbanístico con calles y callecitas que se entrecruzan, algunas con subidas y bajadas, nada es complicado con un mapa en mano.

Muy buena la guía gratuita Metrópolis, que proveen los hoteles. Aunque tiene fama de ser muy cara, se puede comer y alojar por precios bastante acomodados. Es cierto que tiene el restaurante más caro del mundo, de 1000 euros el cubierto, y fastuosos hoteles de seis estrellas, pero es fácil encontrar hotelitos con encanto en los que uno se puede alojar desde US$ 60 diarios con desayuno, y comer en cualquier restaurante de cocina japonesa o europea por un promedio de US$ 12 con una copa de vino francés. No se acostumbra dejar propina.

Donde los precios se disparan es en el transporte. Un viaje de quince minutos en taxi, impecable, con GPS y conductor de guante blanco, cuesta unos US$ 30, y el pasaje más barato del subterráneo, 160 yenes; es decir 1,60 dólares. Las entradas a museos y templos oscilan entre 10 y 15 dólares.

La torre de Armani en el barrio de Ginza, de lo más exclusivo

Yokohama y Kamakura
Tomar el tren bala y conocer Kyoto es parte de un paquete tradicional para conocer Japón. Pero si el tiempo no alcanza, una visita a Yokohama es una buena opción para salir de la ciudad por unas horas. Sitio preferido por los tokiotas en los fines de semana, el puerto más importante del país, que evoca la Segunda Guerra Mundial, es hoy una impactante ciudad con perfil propio.

La Landmark Tower, la más alta de Japón, se asoma a la bahía y ofrece en su base el Queen´s Square, un paseo comercial con cantidad de comercios, y Mirato Mirai 21, modernísimo complejo con el fondo del Yokohama Bay Bridge, junto a la gran terminal marítima, con barcos de gran porte. Cerca se encuentra la colorida Chinatown, el asentamiento más importante de la comunidad china en el país, lugar indicado para un almuerzo en algunos de los restaurantes o puestos al paso, con su gastronomía típica, después de recorrer calles llenas de tiendas con infinidad de ofertas de todo tipo.

Desde aquí el tren los acercará a Kamakura, imperdible vista a un mundo de templos y oratorios en la quietud de los bellos parques de la zona. El más próximo a la estación es el santuario sintoísta de Tsurugaoka Hachimangu, tradicional centro de peregrinación de los japoneses donde se celebran bodas y bautismos con rituales milenarios.

Desde la gran explanada de acceso se tiene una vista del impresionante complejo, entre la muchedumbre que se da cita allí, antes de recorrer otros templos y llegar hasta el Gran Buda de Kamakura. Materializada en bronce y de 11 metros, la venerada imagen espera al visitante después de un esforzado ascenso hasta el lugar de su emplazamiento.

Luces, carteles y compras

Datos útiles
Cómo llegar
Se puede llegar vía las principales ciudades de Europa o Vía Los Ángeles. Todas con conexiones en un viaje de aproximadamente 26 horas. Japón no exige visa
En Internet
www.yes-tokio.es

Marta Salinas
La Nación - Turismo
Fotos: Marta Salinas, EFE y AFP

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola me llamo Benja ,esta muy buena la informacion me gusto y esta super , quieria pedir un favor no se si uds. podrian mandarme una guia para viajar a japon como un mapa de turismo se los agradeceria gracias mi correo es soulandmaka@hotmail.com

Luis Schpilman dijo...

Fijate que en Datos Utiles al final del articulo aparece este enlace Web: www.yes-tokio.es
con la info que vos estas necesitando