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sábado, 24 de noviembre de 2007

Ilha grande: decálogo del paraíso brasileño

A dos horas de Angra dos Reis, una pequeña isla casi virginal desconoce el turismo masivo. Tiene 106 playas, grutas y aventuras, Los autos están prohibidos.

A las playas idílicas, igual a las que uno se imagina en sueños, es mejor disfrutarlas en estado de virginidad, cuando nadie, o casi nadie, las ha descubierto. Está claro que los parajes estivales más turísticos del mundo (el Caribe, el Mediterráneo o el golfo de Tailandia, por ejemplo) conservaban mayor naturalidad antes de la irrupción masiva de los complejos hoteleros. Pero, contra lo que se pueda suponer, aún quedan algunos litorales que mantienen su escenografía genuina, descontaminada de la mano del hombre. Y dentro de esa estrecha matriz de playas desiertas y sublimes, Ilha Grande, en Brasil, debería encabezar el podio sudamericano.

Hasta hace diez años, su nombre ni siquiera figuraba en los mapas turísticos brasileños. Hoy, una guía independiente y universalmente reputada como Lonely Planet (la Biblia para los trotamundos occidentales) la ubica entre los diez mejores lugares del país. La interpretación es clara: ahora, y no dentro de cinco o diez años, es el momento ideal para visitar esta cada vez menos desolada isla del litoral de Río de Janeiro. Hay, como mínimo, un decálogo de razones.

1) Hasta 1994 no era un lugar turístico, ya que la cárcel ubicada en el centro de la isla aún permanecía operativa. Y no se trataba de un presidio cualquiera: era una prisión de máxima seguridad. Los relatos boca a boca cuentan que algunos capos de la droga se fugaron en helicópteros. Lógicamente, en el resto de Ilha Grande casi no había presencia humana.

2) La playa Lopes Mendes debería figurar en la antología de las mejores playas del mundo. Se accede en barco o a pie, entre los morros de la isla, luego de una hora de caminata desde Vila do Abrao, la “capital” de Ilha Grande. Como en el lugar no hay agua potable, aún no se construyeron casas ni hoteles. Es una franja de 3 kilómetros de arena blanca y virgen, con un mar adorado por los surfistas brasileños.

3) En ninguna parte de la isla están permitidos los autos, ni siquiera en Vila do Abrao, donde viven 4.000 personas y es la única urbanización ocupada los 365 días del año. La aldea que rodea al presidio abandonado se parece a un pueblo fantasma, como en las películas del Lejano Oeste. Como queda a 3 horas a pie desde Vila do Abrao, la visita a la cárcel en ruinas es otra fabulosa excursión para distraerse un día entero.

4) Ilha Grande está ubicada a dos horas en barco desde Angra dos Reis, que a su vez está a sólo 180 kilómetros al sur de Río de Janeiro. En cambio, desde San Pablo hay 700 kilómetros. No sólo el turismo internacional ha descubierto este lugar hace pocos años: la isla también es una novedad para los cariocas.

5) Otra excursión impostergable es dar una vuelta en barco alrededor de la isla. El perímetro para la navegación costera mide 72 kilómetros y es recomendable hacer el paseo durante un día entero, para detenerse en las mejores playas.

6) Cada año hay, al menos, 220 días de cielo despejado y sol asegurado. La temperatura media también es seductora: entre 19 y 24 grados.

7) Los 193 kilómetros cuadrados de esta isla tropical ofrecen variedades geográficas de todo tipo: hay 34 pequeñas penínsulas, 7 ensenadas, 106 playas e incontables morros, planicies, ríos y grutas.

8) Con tantas alternativas terrestres, las actividades deportivas son múltiples: se puede practicar kayak (para llegar a algunas playas que sólo son accesibles por mar), trekking (hay 15 rutas para explorar el interior de la isla), buceo, snorkel, navegación a vela y mountain bike.

9) La isla también carga con un pasado turbio en más de un sentido: durante muchos años les ofreció refugio, alimento y escondite a los traficantes de esclavos africanos, en especial entre 1510 y 1540, cuando atracaron decenas de barcos ingleses que traían a los cautivos desde el otro lado del océano Atlántico.

10) Incluso para los argentinos, Ilha Grande se convirtió en un destino ideal para flamantes parejas. Posadas, cabañas y resorts son cada vez más utilizados durante lunas de miel. No hay lugar con mayor aura romántica que una isla repleta de playas vírgenes.

Diario Perfil - Turismo
Edición Impresa
24/11/2007

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