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lunes, 8 de febrero de 2010

Colombia: Divina Providencia


Muy cerca de Nicaragua, pero en Colombia, se encuentra esta atípica isla que se enorgullece de no ofrecer el clásico turismo caribeño. En Providencia no hay resorts, ni mucha gente. Tampoco demasiado que hacer. Pero sí hay relajo y belleza que emociona. De fondo, una isla volcánica, cubierta de selva, bañada por un mar deslumbrante. ¿Se anima? ¿Si?

Es domingo y en Southwest, una playa eterna -flanqueada por gruesas palmeras y tres icónicos barcitos bien rastas, en los que sólo falta la imagen del León de Judá- un par de bestias negras sacuden sus patas sobre la arena.

Agua Dulce es la mejor playa para ir en familia.

Largan
Aferrada a su cerveza, una extranjera anima a caballos y jinetes. No hay mucho en juego. En el insólito hipódromo, las apuestas se pagan en frías cervezas que se abren, sin prisa, ahí mismo, en la exótica playa.

Tiempo hay. Sed también. A unos metros, unas señoras cocinan, en gigantescas ollas, deliciosas langostas que los isleños compran por libras y luego llevan a sus casas (o a la playa) en coloridas cajas de cartón. No hay take away más fino que éste.

La chica se llama Maryuca: Maryuca es una rubia de labios lapones que llegó desde la fría Finlandia, enviada por una inmobiliaria especializada en resorts. En pocas horas, Maryuca cambió su oficina con vista al grisáceo mar de las islas Aland, por estas costas que encienden aún más sus profundos ojos azules.

Maryuca trabaja buscando nuevos destinos. Y, en Cartagena de Indias, tomó un avión que en una hora la dejó en San Andrés. Luego, sin más equipaje que un bikini, una toalla, un computador, un esnórquel y cinco jabones antimosquitos se montó en la avioneta de Satena que, veinticinco minutos después, aterrizaría en Providencia.

La colorida arquitectura es un sello de Providencia

Esta isla -dice Maryuca- no tiene críticas.

Todo viajero lo sabe. Las islas suelen no ser lo que ves en fotos o internet. En toda "cata" de islas es imposible no criticar: el tipo de arena y de viento, los servicios y todo lo que se te pueda ocurrir. En Providencia, sin embargo, pelar es difícil.

Aquí, de partida, no viven más de cuatro mil personas. Eso pese a que es una isla de tamaño considerable, aunque en un 80 por ciento salvaje, inhabitada, coronada por imponentes picachos que recuerdan a Juan Fernández.

Providencia es la versión caribeña de Robinson Crusoe. Y aquí, tal como allá, puedes estar mucho o muy poco. Quizás es la diferencia: si te quedaras a vivir aquí, nadie se daría cuenta. Un día puede que estés. Al otro no. Nadie se fijaría.

Ahora Maryuca está
Tras recoger su maleta en el aeródromo, tomó un taxi-colectivo-camioneta. Apenas arrancó, Maryuca sintió la brisa de Providencia en la cara. Se tomó el pelo. Se acomodó entre los bolsos. Se relajó mientras a su espalda aparecía la jungla que en Providencia no es misterio, sólo telón de fondo. Después entiendes que el único drama eres tú.

-Es lindo este lugar -fue lo primero que dijo Maryuca cuando se bajó en Southwest.

La chica tenía una reserva en Miss Mary; una de los pocos hoteles/hosterías de Providencia. Chequeó su pieza: el ventilador, tipo abanico, funcionaba perfectamente. Había un pequeño refrigerador con cuatro botellitas de agua potable y cuatro Postobon de manzana.

Frente a la pieza se extendía una terraza de madera que terminaba en la arena. Desde ahí al infinito todo era mar. Maryuca se hundió y dejó de respirar mientras pensaba en lo extraño de su trabajo (evaluar lugares para que finlandeses, suecos, noruegos; reventados, lateados, logren descansar tal como ella intentaba hacer en ese minuto).

Cuando nos conocimos, bastó vernos con Maryuca para darnos cuenta de que estábamos ahí por lo mismo. Chequeando, comprobando si es cierto o no el mito que habla de una isla preciosa, bonita, a la que no llegan ni bananos ni motos de agua.

En revistas de viaje, en TripAdvisor, la gente habla de Providencia como una joyita que, afortunadamente, pocos se han animado a conocer. Lo normal es viajar sólo hasta San Andrés. Eso pese a que esta isla esmeralda, tan linda como curiosa, es probablemente mejor. O, por lo menos, más insólita. "Providencia es campestre", dicen en Colombia cuando preguntas.

Providencia, en la clásica geografía del Caribe, es una isla excepcional. Y, aunque siempre se habla de San Andrés/Providencia como si fueran lo mismo, no tienen nada que ver.

De partida cuesta imaginar dónde está: llegar desde Cartagena de Indias, por ejemplo, equivale a tomar un avión Santiago-Arica y luego volar en avioneta hasta Putre.

Providencia está lejos. Más influida por la vecina Jamaica que por la propia Colombia.

Con el 80 por ciento de su territorio salvaje, en la isla viven sólo 4 mil personas

Sus playas no son blancas y a nadie le importa
Providencia es una isla de origen volcánico, cercada por un gran arrecife muy bien conservado. Por eso la vida marina es excepcional. Pero fuera del agua las cosas no son menos sorprendentes. Cayo Cangrejo y Tres Hermanos, por ejemplo, son preciosos lugares, con una naturaleza intensa, salvaje.

Pese a todo, Providencia es una isla cómoda. Un camino pavimentado le da la vuelta. Y en no más de dos horas puedes volver al mismo punto en un carrito de golf.

A propósito: no hay que hacer trámites para arrendar un vehículo. Simplemente te subes, giras la llave, avisas cuanto te vas a demorar. Pagas al regresar.

"¿Dónde vas?". No miento si digo que a ninguna parte. En Providencia no hay iglesias excepcionales que ver. Nada es Patrimonio de la Humanidad. Bendita Providencia: el centro no son más que tres o cuatro cuadras, con un par de malos restaurantes y gordas cocineras que sudan sobre tu sopa de tortuga, el guiso de chancho salvaje o el bife de barracuda.

¿Paseos? Puede ser. ¿Por qué no? De partida a Santa Catalina, una isla enana pegada a Providencia por el llamado Puente de los Enamorados. Ahí está la Cueva de Morgan, un par de hoteles que es mejor obviar y un par de ricas playas donde pasar la tarde junto a oxidados cañones. A diez minutos en bote, lo mejor es Cayo Cangrejo: un Parque Marítimo con muelle y bar.

Otra cosa es Agua Dulce: algo así como Providencia entre Pedro de Valdivia y Los Leones. Agua Dulce es una tranquila y lánguida playa que concentra, en no más de dos o tres cuadras, simples pero buenos hoteles, un súper, tres o cuatro restaurantes con acento gourmet, un cyber y dos casas en las que arriendan carritos de golf.

En resumen, las dos mejores playas son Southwest y Agua Dulce. La diferencia es que la primera tiene más barcitos y es más abierta. Es donde está Sirius; el lodge donde Daniel y sus muchachos se toman el buceo en serio.

Agua Dulce es más familiar. Nunca se escucha música. Ahí la gente juega paletas o espera, con cerveza en sus poltronas, la caída del sol. Claro que el mejor lugar para hacer eso debe ser la tienda de Felipe's Dive: al atardecer, Pichi y su hermano rasta cuentan locas historias acaecidas en el fondo del mar.

Yo me alojo en Agua Dulce, en una pieza con aire y cocina, más refri junto a la cama. Buen lugar. El abuelo esclerótico no es mala persona. Y, en menos de dos días, descubro dónde venden langostas increíblemente baratas.

Un puente une las islas de Providencia y Santa Catalina

¿Qué se puede extrañar? Quizás uvas, manzanas.

Los días pasan y también la ansiedad por ir a donde, en verdad, no quieres ir. Es, probablemente, el encanto de Providencia: no hay paseos, no hay excursiones, no hay piscinas, no hay gimnasios, no hay tiendas a menos que quieras comprar linternas, alcohol, abarrotes o parches curita. Internet se cae. Providencia es como era el mundo antes de que todos se frikearan con Facebook, con Twitter, con la inutilidad de las mal llamadas redes sociales.

En Providencia las únicas redes son las de los pescadores.

Pero, ojo, no hay de qué preocuparse. Si quieres acción está la Providencia nocturna. No importa que no tengas auto. De tanto en tanto, por la isla pasa la chiva de Aroldo, una micro que, de lunes a lunes, busca el carrete en la isla. Normalmente va a Manzanillo, otra playa bonita, el lugar donde un gringo levantó un bar muy simple con mesas sobre la arena.

Suena música calypso por los parlantes.
Maryuca, con los zapatos sobre la mesa, bebe su última cerveza en Providencia.

-Fue bueno -dice- y es una lástima partir. Supongo que mi trabajo ahora es decir que hay que venir.

Al día siguiente, debo marchar. Finalmente he conseguido pasaje en un catamarán que, en dos horas y media, une Providencia con San Andrés.

A diferencia de su vecina San Andrés, a Providencia aún no llegan las grandes cadenas de hoteles

La isla se aleja muy rápido e, imponente, aparecen los verdes dientes de lo que alguna vez fue un volcán.

-¿Qué decir de Providencia? -pienso. Tal vez que es un lugar silencioso donde uno termina hablando solo. Y es quizás por eso que siempre te metes al mar. No es sólo por el calor.

En Providencia (después te das cuenta) has estado mucho más cerca de donde siempre habías querido llegar. El problema es que lo entiendes mucho después.

Maryuca ya no está. Yo tampoco.Y en Santiago no dejo de preguntarme si lo sabrán los que siguen ahí. La isla está más influida por la vecina Jamaica que por Colombia

Dormir
Miss Elma. En Agua Dulce, frente a la playa, habitaciones para tres personas. Desde 153 dólares por noche, por habitación, con desayuno y cena. Tel. (57-8) 514 8229.
Hotel Sirius & Health. Hermoso y pequeño, en un rincón de Southwest. Cuatro suites y diez habitaciones en cabañas. Aquí se encargan de que bucee en sitios increíbles como Manta City. Tel. (57-8) 514 8213.

Llegar
En avioneta desde San Andrés. Llegan Satena y Searca. El pasaje en una dirección cuesta unos 130 dólares. El viaje dura 25 minutos. Existe la opción, más económica, de llegar por mar haciendo el viaje en un catamarán, que sale día por medio desde San Andrés. Cuesta 50 dólares, en una dirección, por persona. Tarda 2,5 horas. Hay que consultar frecuencias y reservar.

Sergio Paz (desde Providencia, Colombia)
El Mercurio - Revista del Domingo

5 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buen blog... lo lei y me termine de convencer que providencia es mi destino para las vacaciones que se avecinan..
felicitaciones..

pablo77_ataque@hotmail.com dijo...

luis .. muy buen post queria saber como era la mejor forma de llegar a providencia desde argentina..

Luis Schpilman dijo...

Pablo, derivo tu consulta con la agencia que nos traslada a nosotros.- Ellos se comunicaran contigo. Saludos

Luis Schpilman dijo...

Entonces a disfrutar de Providencia

Anónimo dijo...

Colombia es preciosa. Cartagena por excelencia es una ciudad preciosa con muchos sitios para visitar, la playa es hermosa y sus sitios historicos. Se puede is al castillo, pueden dar un paseo por la ciudad. Está cerca las Islas del Rosario , Baru. Allí hay discotecas hermosas y con un ambiente muy divertido.

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