Kenia, el diamante de África. Condensa en un territorio pequeño, toda la esencia del continente. Elefantes, cebras, hipopótamos, rinocerontes, leones y una naturaleza tan exuberante que se desborda, capaz de superar las expectativas de cualquiera.
Kenia no es lugar para aquellos que buscan comodidades, es para los aventureros de corazón, para los que quieren conocer de primera mano la auténtica esencia de la naturaleza en estado puro. Para los que quieren correr riesgos controlados y disfrutar de un lugar donde el reloj no tiene cabida, porque el tiempo transcurre a su propio ritmo. La riqueza keniata en cuanto a diversidad de hábitats naturales se debe a más de cincuenta parques y reservas nacionales protegidos, así como a numerosos espacios de conservación privada, así pues, excepto los grandes primates, en Kenia se pueden encontrar muchos de los animales característicos del continente, además es el mejor destino africano en cuando a observación de aves se refiere.
Los keniatas y sus tribus
Este país comprende una de las mayores diversidades étnica del mundo, debido a una larga historia de migraciones, asentamientos y fusiones entre diferentes culturas, lo que les confiere una mezcla maravillosamente rica. Desde los pueblos cusita, bantú y nilótica, hasta los persas y árabes que dieron lugar a la cultura swahili y la posterior llegada de los colonos europeos y los trabajadores de la India. Por no hablar de las recientes llegadas de inmigrantes vecinos en conflicto. El resultado es apasionante, una gente extraordinariamente abierta, simpática y acogedora.
Aunque sin duda, lo más loable es el hecho de que, a pesar de la mezcla y de la convivencia, cada una de las 14 tribus ha conseguido mantener su identidad y su esencia. De modo que actualmente podemos conocer al norte a los , cuyas mujeres son las más hermosas, los Rendille, los Elmolo, el grupo étnico más pequeño de Kenia y que vive a orillas del lago Turkana, como los Turkana, el pueblo keniata más aislado y que menos influencias ha recibido. En la zona central, los Samburu, que viven en el Mone Kenia y están emparentados con los Masai, los Meru, la única sociedad democrática del África precolonial, los Embú, los Kikuyu, el mayor grupo étnico del país y el que actualmente lo gobierna y los Kamba, los talladores de madera. Por último, al oeste, los Kalenjin, un grupo de pueblos que los británicos llamaron nandi, los Kisii, los Luhya, el segundo grupo más numeroso del país, los Luo, que adoptaron el modo de vida británico tras la colonización y, por último, los famosos Masai, al sur. Los pastores nómadas tradicionales.
A este respecto, la zona más famosa es precisamente Masai Mara, al sur del Valle del Rift, donde se puede convivir en la propia aldea, con estos pastores nómadas y, por supuesto, ilmoran, es decir, guerreros.
El safari, un viaje al reino animal
Safari es una palabra swahili que significa, viaje. Y un safari consiste en emprender un viaje a través de un territorio natural, quizá uno de los numerosos parques naturales del país. Desde un vehículo preparado ad hoc, nos adentramos en el territorio salvaje, completamente a salvo. Porque desde el interior de la furgoneta podremos observar todo tipo de animales sin correr ningún peligro. La parte superior del vehículo, se eleva la distancia suficiente para que una persona pueda asomarse libremente al exterior, pero para que un animal no pueda colarse al interior de ninguna manera.
Las reservas más populares son las de Amboseli, Tsavo, Laikipia, Nairobi y Masai Mara. Quizá para un segundo safari, habría que tomar en cuenta las reservas de Shaba, Samburu y Buffalo Spring, donde se pueden encontrar grandes mamíferos que parecen ser endémicos en el país; Meru, Saiwa Swamp Y Hell´s Gate, donde además del típico safari en coche, se pueden hacer recorridos en bicicleta o incluso a pie. Lo mismo sucede en los lagos Nakuru y Naivasha, donde además se puede disfrutar de la vista de millones de pelícanos y flamencos rosados.
Por supuesto hay que mencionar de forma especial la zona del centro de Kenia, porque es la zona menos turística y por tanto, todo está casi por descubrir. Nyahururu destaca por la impresionante cascada de Thomson, Nyeri está unido a lord Baden-Powell, el fundador de los Scouts y desde Thika es desde donde se accede al Ol Doinyo Sabuk National Park.
El principal atractivo de la región es el Monte Kenia, el punto más alto del país y el segundo más alto del continente, y además es la morada de los dioses. Es un parque nacional en el que se pueden hacer safaris y observar animales de todo tipo, pero los amantes de la escalada y el senderismo también tienen un lugar, aunque no hay que olvidar que las rutas de acceso y ascensión a los picos, son bastante duras y las temperaturas bajan considerablemente en cuanto se pone el sol.
Nairobi, la capital
Su origen en 1899 fue el de un campamento ferroviario, desde entonces ha crecido rápidamente y se ha convertido en económico, comercial y de transportes del este de África. Es el lugar perfecto para realizar compras del viaje. Su nombre deriva de Ewaso Nyarobi, que en masai significa “Lugar de agua fría”.
Lo más destacado de la ciudad es el Museo Nacional, que ofrece una visión general de la cultura y la historia natural del país muy interesante. Algunas de sus maquetas son fantásticas. El archivo nacional, en el antiguo Banco de India, un edificio con mucha Historia. El Museo del ferrocarril, columna vertebral de la Historia de Kenia. Surgido de la propia película, el Museo de Karen Blixen, autora de “Memorias de África”. Un toque de color, el Arboreto de Nairobi, 350 especies de árboles en 32 hectáreas repletas de senderos por los que pasear; y el parque de la ciudad, que tiene 121 hectáreas de jardines, estanques, un canal y un vivero. Incluso tiene algunos tramos de bosque autóctono, es una zona muy popular para ir a pasear y comer al aire libre. Otra opción son los Jardines Uhuru, donde está el Uhuru Monument dedicado a la lucha por la independencia.
No olvidemos, mencionar el Bomas of Kenya, una exposición creada para conservar la cultura tradicional con recreaciones de aldeas de bomas (casas), espectáculos, danzas y representaciones. Es una forma rápida de profundizar en la cultura del país. Por último, el David Sheldrick Wildlife Trust, un orfanato de elefantes, el AFEW Giraffe Centre, donde se puede tocar a las jirafas y el Parque Nacional de Nairobi, donde se puede hacer una aproximación a lo que será un verdadero safari.
Al sur, la playa: Mombasa
Es la segunda ciudad del país en importancia. El clima es duro, hace un calor sofocante y pegajoso que sólo puede paliarse con un baño en las claras y, por supuesto, cálidas aguas del océano Índico, cuyas playas de arena batida invitan a pasear si uno consigue deshacerse de la miríada de nativos que intentarán venderle absolutamente cualquier cosa. Desde una figura de madera hasta un consejo.
La costa sur de Kenia ofrece decenas de complejos de playa, especialmente en Diani, donde las playas son especialmente hermosas y muy conocidas para practicar actividades marinas y subacuáticas.
En cuanto a Mombasa, es una ciudad fundamentalmente histórica y ello se debe, en gran parte a los portugueses. El principal puerto ocupa una pequeña isla costera unida a tierra, al norte y al oeste por un puente y al sur, por el Likoni ferry. Cogerlo es una misión de paciencia, pero luego es muy sencillo, rápido y cómodo.
Los lugares más interesantes para visitar son el Templo Shri Swaminarayan, uno de los templos hindúes más antiguos e impresionantes del este de África. Está muy cerca de la estación de tren y desde lejos, parece un gran pastel de cumpleaños. Los Uhuru Gardens y los Giant Tusks, el símbolo de la ciudad, son cuatro colmillos gigantes de elefante, construidos para celebrar la coronación de Isabel II en 1953 y que parecen una especie de puerta de bienvenida a Mombasa. Por supuesto, el mercado MacKinnon y la calle Biashara, no son lugares turísticos, pero sí merece la pena visitarlos para empaparse un poco de la vida en esa ciudad.
Otro templo, el Jain, el templo jaimista más antiguo fuera de La India. También hay iglesias como la Catedral Anglicana, la más antigua de Mombasa y que podría confundirse con una mezquita por la altura de su bóveda, los pórticos con arcos y algunos otros adornos árabes. El antiguo tribunal de justicia, una de las construcciones coloniales más atractiva de la ciudad, restaurado, alberga el Museo de la cultura swahili y la historia local; y está muy cerca de Treasury Square, la plaza del tesoro, rodeada de edificios coloniales como el antiguo ayuntamiento y varios bancos internacionales. Todo ello a un paso de Fort Jesus, el edificio más importante estratégicamente de la costa swahili. Y del casco antiguo, donde encontraremos: la antigua estación de policía, el Club Mombasa, las mezquitas Mandhry, la de Bohra y la Basheikh, la antigua oficina de correos, la plaza del gobernador, la escalinata Leven Steps, el Faro Blanco y Ndia Kuu Road, originalmente conocida como Main Road.
Los masai
Los Masai no suelen consumir carne de animales, para ellos los animales son más valiosos vivos que muertos. Sólo comen carne en ocasiones especiales.
Para nutrirse de las proteínas necesarias, hacen sangrías controladas a las reses. Esa sangre la mezclan con leche y la dejan fermentar unos días en una calabaza. Esa es la base de su alimentación, ya que no suelen comer tampoco pescado ni verduras.
La riqueza familiar se define en función del número de hijos y las cabezas de ganado. Tener mucho de un grupo y poco del otro se considera pobreza. Es como no tener nada.
Se visten con una toga roja, llamada shuka, el pelo lo tiñen de color ocre y se lo cortan como si fuera un casco romano, además se seccionan los lóbulos de las orejas. Ellas se adornan con collares de cuentas de colores. Es un símbolo de belleza.
A los 15 años, se celebra la ceremonia que convierte a los jóvenes en ilmoran, guerreros y entonces recogen el testigo de los mayores, los mayores (entre 30 y 35 años) pasan a ser jóvenes ancianos y ya pueden casarse y formar su propia familia.
Viven en grupos familiares llamados manyattas. Se organizan de forma circular alrededor del redil de ganado. En cada una pueden vivir docenas de personas, pues es una sociedad polígama y un hombre puede tener tantas mujeres como pueda mantener.
Información útil
Cuándo ir: entre julio y noviembre. No sólo para evitar la estación de lluvias, sino también porque es posible asistir a la migración de los ñus del Serengueti-Mara.
Cómo vestirse: prendas amplias, ligeras y de fibras naturales, de colores crudos y neutros, para no atraer los mosquitos ni asustar a los animales con colores fuertes. Dependiendo de la época puede hacer frío, por lo que la técnica de la cebolla (ponerse muchas capas) es lo más recomendable.
Contratar un medio de transporte adecuado, porque las infraestructuras de comunicación en el país son francamente pésimas. Es mejor que alguien experimentado se encargue del transporte.
Hay que tener en cuenta que los parques naturales cobran entre 10 y 50€ por persona y día. A veces también hay que pagar, aparte por el coche.
La mayoría de los animales sólo pueden verse (y fotografiarse) desde el coche, por lo que está bien llevar también unos prismáticos. También hay que llevar protector solar, un gorro, gafas de sol y una navaja.
El sistema sanitario recomienda vacunarse, al menos contra la fiebre amarilla y llevar medicamentos para prevenir la malaria. Pero es a gusto del consumidor.
A la hora de hacer compras, los nativos siempre pondrán precios anormalmente elevados, con el fin de conseguir regatear con el comprador, es como un deporte. Aún regateando siempre pedirán precios muy altos. Es imprescindible tener claro cuánto está uno dispuesto a pagar por el artículo y no ceder ni un ápice.
Las compras: artesanías africanas (en Kenia no se hacen máscaras, las importan de otros países), figuras de madera de Kamba, tallas de piedra de Kisii, abalorios de todo tipo, telas y batics.
Las propinas. Son absolutamente voluntarias, pero están muy extendidas en todo el país y todos esperan que se les dé una propina incluso cuando sólo te han señalado una dirección.
Cómo ir
Para llegar a Nairobi hay que hacerlo a través del aeropuerto internacional de Jomo Kenyatta, a 16 km. al sureste de la ciudad. No hay vuelos directos desde todas las ciudades europeas, por lo que la mejor opción es hacer una escala. Por ejemplo, desde Bruselas son 8 horas y media de avión. Una vez en Nairobi, el autobús KBS 34 conecta el aeropuerto con el centro de la ciudad.
También hay que recordar que el visado tiene un precio de 20 euros.
Paloma Gil
Revista 80 días
Fotos: Web
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