El lugar común dice que el Amazonas es un sitio espeluznante, una jungla repleta de peligros, con pirañas, anacondas y mosquitos. La verdad, no es tan así, al menos a bordo del Aqua.
Los días parten de manera insuperable: por la ventana panorámica de la habitación, son las 6:30 de la mañana y la selva está cubierta de un cielo rojo, nubes y bandadas de cormoranes. Una postal inigualable, que por sí sola justifica el precio de este crucero, y donde uno podría pasar el día entero tirado en la cubierta mirando las hipnóticas aguas del Amazonas.
De todas formas, lo mejor del viaje comienza al subir a los skiffs –como aquí llaman a las lanchas– para ver con ojos propios lo que siempre muestran Discovery Channel y Animal Planet.
Por los ríos, que parecen espejos, sólo aparecen nativos y, desde luego, cientos de animales. En las puntas de los árboles, los osos perezosos son los primeros en ser fotografiados.
El perezoso, uno de los animales más lentos del mundo, detesta la presencia humana y por eso huye al vernos. Pero desaparecer le toma cinco minutos, tiempo suficiente para mirarlo en detalle con los binoculares que entregan los guías, quienes con confianza repiten: "Vamos a encontrar más, amigos".
Y cómo no, si en esta zona del Amazonas hay más de 14 especies de monos, y 425 tipos de aves. Claro que si no eres ornitólogo, ver pájaros aquí da igual, y es como mirar palomas en una plaza de Santiago después de haber visto un jaguar, un tapir, un venado, una tortuga acuática de un metro de largo o un caimán en estado natural del porte de un auto.
Y si tiene la suerte de encontrase con una anaconda, ni hablar. "No son como en la película de Jennifer Lopez, pero sólo con tres metros te dan miedo", intenta bromear Robert, un publicista neoyorquino con uniforme North Face, cantimplora metálica, cortaplumas y litros de repelente para evitar las molestas picaduras de insectos, "con la sustancia química DEET al menos al 40%", tal y como dice el email que la empresa envía a los viajeros un mes antes de subir al Aqua.
¿Más datos contra los bichos? Para las excursiones lleve poleras blancas manga larga y, para los más caprichosos, con tecnología hi-tec para evitar que se humedezcan con el sudor.
Eso sí, lo más importante antes de cualquier aventura amazónica son las vacunas contra la malaria y la fiebre amarilla, las que no son requisito para subir a los cruceros, pero sí son recomendables y deben inyectarse al menos 10 días antes del viaje.
El reino animal
De regreso de las expediciones de la mañana, es obligación tomar una ducha para luego subir con decoro a la cubierta, pedir algo en el bar y leer algún libro de la vasta biblioteca del Aqua.
Además de novelas súperventas, la mayoría de los libros a bordo son sobre el Amazonas, cuestión ideal para aprender un poco más sobre el monstruo verde por donde voy navegando. En un libro leo que el río Amazonas nace a 5.597 metros sobre el nivel del mar y que en su camino por Perú, Colombia y Brasil recibe las aguas de 1.100 cauces tributarios. En suma, el río tiene 6.800 kilómetros de largo, los que le dan el título de "río más largo del planeta". Claro que ése no es su único récord mundial, pues también gana en la categoría "río más caudaloso del planeta", al transportar más agua que el Mississippi, el Yangtze y el Nilo juntos.
Cuesta dimensionar tantos kilómetros y agua, tarea que resulta más sencilla desde la cubierta del Aqua, mirando la jungla verde menta, las aguas grisáceas del Amazonas, y con el guía, Uziel, explicando que la biodiversidad de la cuenca reúne miles de especies de plantas y aves, cientos de anfibios, mamíferos y peces, y millones de especies aún sin clasificar.
Uziel no es sólo un almanaque con información sobre biodiversidad. Más le gusta hablar sobre las leyendas y los mitos amazónicos, en los que el delfín rosado casi siempre es protagonista.
"La más famosa de las leyendas cuenta que estos mamíferos se convierten en seres humanos, muy bien parecidos, se pasean elegantes por las villas para conquistar a las mujeres más hermosas y, luego, las raptan para siempre", dice.
Con un máximo de 24 pasajeros –la mayoría de ellos estadounidenses, ingleses y australianos–, las instalaciones del Aqua siempre parecen estar subutilizadas, no importa la hora. Y al contrario de los cruceros convencionales, nunca hay que pelear por reposeras, sillones ni las revistas del bar.
"La forma más elegante de explorar el bosque lluvioso", leo en la edición de enero de Food & Wine, la primera publicación en destacar las bondades del crucero, según me cuenta orgulloso el capitán del barco.
Después de ese piropo, sólo un mes más tarde, el Aqua apareció en la revista de estilo T, del New York Times, y en Travel+Leisure, la que escribió: "El diseño y la cocina gourmet han llegado por fin al Amazonas peruano".
Los halagos no terminaron ahí y siguieron en Condé Nast, la máxima expresión de papel couché dedicado a los viajes, y en las ediciones estadounidenses de las revistas Vogue y National Geographic Adventure.
Tomo la última revista, Outside, la Biblia de los corazones exploradores. En su especial sobre cruceros 2008 describe a este barco como "la mejor forma de ver el río Amazonas", pues "eleva este viaje a niveles hedonistas", en gran medida gracias a su chef, "quien sabe cómo convertir el pescado fresco en un cebiche delicioso".
El factor humano
No todo es salvaje ni escalofriante en las expediciones. También hay apacibles caminatas en la selva para aprender sobre plantas medicinales o visitar la villa Hatum Posa, donde se puede conversar con sus habitantes. Por ejemplo, con Clara, una mujer de 25 años que se aburrió de usar billetes y que dejó Iquitos hace tres años. De rasgos indígenas, Clara cuenta que en la selva no necesita plata para vivir, que saca frutas de los árboles, se dedica al cultivo de arroz y pesca (las principales actividades económicas de estas villas), y que cambia sus productos por aceite, harina o ropa.
Como Hatum Posa, en la Amazonía peruana hay cientos de villas de una decena de habitantes, quienes descienden de 52 etnias distintas y hablan 18 dialectos, además de castellano.
Me despido de Clara y partimos a la cita con los famosos delfines rosados, que ostenta el título de animal estrella del Amazonas peruano sin oponentes (ni siquiera las temidas –y sabrosas– pirañas).
Aunque no es raro verlos merodear el Aqua, existe una expedición especial para mirar a estos extraños mamíferos en una escondida laguna de aguas negras.
Ya está oscuro cuando regresamos al Aqua. En la cubierta se escucha el canto de las aves y a los monos aulladores y, a lo lejos, se ven los rayos de una tormenta eléctrica. Dan ganas de quedarse mirando por horas, pero es momento de decir buenas noches.
Un día en Iquitos
Como si el calor y la humedad no fueran suficientes, caminar por las calles de Iquitos es insoportable por el ronquido de los motocarros. Dueños y señores de las calles, lo mejor es subirse a uno y conocer la plaza central, el edificio Eiffel y los hermosos edificios en la calle que está junto al río.
El paseo aclara que la bonanza del caucho, a comienzos del siglo pasado, fue real y permite ver en directo los escenarios de Fitzcarraldo, película sobre un hombre obsesionado con construir un teatro de ópera en la selva, protagonizada por Klaus Kinski y dirigida por Werner Herzog, que es muy recomendable ver antes de viajar.
Del presente de Iquitos, mejor enterarse ahí mismo: ahora vive del petróleo, la madera y el turismo, y sigue fiel al significado de su nombre, "gente separada por el agua": hasta hoy, llegar aquí es posible sólo en avión o barco.
Sabor amazónico
"La mayor parte del tiempo los pasajeros andan en excursiones fuera del barco, y cuando vuelven toda la atención está dirigida a las comidas; por eso, la cocina es un aspecto fundamental del viaje", dice el chef Pedro Miguel Schiaffino, dueño del prestigioso restorán Malabar en Lima, y encargado de diseñar las recetas que se preparan a bordo del Aqua.
Ligera y fresca, la comida se basa en productos locales, con énfasis en verduras y cereales cultivados en la región. "Tratamos de destacar los sabores de la amazonía", explica Schiaffino.
Los pescados, claro, también tienen un papel estelar en la dieta, pero no se sirven crudos, lo que es una pena para los fanáticos del ceviche.
En términos alimenticios, en el Aqua los días comienzan con un desayuno con muchas frutas locales, además de los clásicos cereales, yogures, huevos, y los panes y pasteles que se hornean a diario en el mismo barco.
El almuerzo es buffet y combina el estilo chifa (comida china-peruana), la cocina regional amazónica, las recetas criollas del Perú y las pastas para los mañosos.
A las ocho de la noche, la cena es a la carta y se convierte en un momento glorioso para los fanáticos de los postres de chocolate.
Dormir y navegar
Para conocer mejor la ciudad se puede dormir en Hotel Acosta, un buen 3 estrellas.
www.hotelacosta.com)
El único cinco estrellas es Dorado Plaza Hotel
www.eldoradoplazahotel.com
tel. 51-1/368 3868
El Aqua realiza un programa de 4 noches en base a habitación doble, con todas las comidas, excursiones y traslados desde y al aeropuerto
www.aquaexpeditions.com
tel. 51-1/368 3868
Más económicos
Las empresas Jungle Expeditions (tel. 51–1/345 0645) y Amazon Horizons (tel. 51–1/616 5000) ofrecen programas de 4 noches.
Rodrigo Cea (desde Iquitos, Perú)
Revista del Domingo- El Mercurio-Chile