Por 1500 años esta ciudad resistió desastres naturales y ataques militares, el último hace poco más de una década. Hoy es el mayor tesoro histórico del país
La historia de Dubrovnik está marcada por guerras y catástrofes, y para conocerla desde el principio he llegado 18 kilómetros al sur de la ciudad, a Cavtat, una pequeña villa de origen griego de más de dos mil años. Por ese pasado remoto hoy la región de Dubrovnik es uno de los puntos turísticos más importantes del Mediterráneo, gracias a su hotelería de primer nivel, arquitectura y las aguas del mar, las más transparentes del Adriático, dicen.
Es sábado por la mañana, no hay nubes en el cielo y el sol se refleja como en un espejo sobre la bahía de Cavtat, donde un par de bañistas nada y un yate avanza en cámara lenta sobre las aguas azules. Entre viejas casas de piedra camino por calles estrechas y el único sonido es el de las hojas de los árboles agitadas por una brisa fresca.
Cinco minutos bastan para entender por qué hoy Cavtat (se pronuncia safta) es uno de los sitios de descanso más exclusivos del Adriático, rodeado por un bosque verde, con sofisticados cafés y restaurantes de cocina mediterránea, y visitantes como Tom Cruise y el magnate ruso Roman Abramovich.
Es obvio que cualquiera querría pasar unas vacaciones acá. Lo que no cabe en la cabeza es lo que pasaba aquí mismo hace sólo 15 años: misiles, humo, metralletas, heridos y muertos. En septiembre de 1991, soldados serbios y montenegrinos lanzaron un ataque por mar y tierra sobre la idílica Cavtat. La ocupación duró 13 meses, pero pasaron varios años para que la villa volviera a ser un sitio apacible. También por la violencia, pero a comienzos del siglo VI, el origen de Dubrovnik está en Cavtat, leo arriba de un bus que en media hora me llevará hasta la ciudad vieja de Dubrovnik, núcleo del turismo cinco estrellas de Croacia. Habitada desde tiempos remotos, Cavtat nació como colonia griega y luego pasó a manos romanas. Rápido, la colonia se transformó en un centro comercial del Adriático. Un terremoto casi termina con su historia en el siglo IV, pero logró seguir adelante hasta que fue conquistada y destruida por eslavos y ávaros, un pueblo nómada de Eurasia. Así fue el comienzo de la historia.
El ómnibus avanza rumbo al Norte sobre un litoral rocoso. A la derecha, cerros cubiertos de matorrales se mezclan con naranjos, limoneros y palmeras, muy cerca de la frontera con Herzegovina, y a la izquierda, acantilados y bahías.
De a poco empieza a nublarse y por el camino lleno de curvas pasan pequeños pueblos, Mlini, Kanovle, Kupari, cuando a lo lejos aparece Dubrovnik.
A medida que el ómnibus avanza la panorámica es cada vez más fastuosa y se distingue el gigantesco muro que rodea la ciudad, las fortificaciones, los campanarios de las iglesias y los botes en el muelle. El viaje termina cuando el ómnibus se detiene en un parador sobre la colina que rodea la ciudad y por un callejón bien señalizado camino en medio de un rebaño de turistas.
Ahora está nublado y caen pequeñas gotas. Maldigo mi suerte y al informe del tiempo. Se pone a llover y, sin paraguas, entro en el primer café que encuentro. Son las 10.30 y un par de trabajadores de una construcción cercana toma café relajado, más allá unos que se notan parroquianos habituales beben cerveza y, al fondo, un grupo de guapas universitarias bebe kava sa mlijekom , café con leche.
Busco un lugar junto a la ventana y pido un expreso para mirar la tormenta, que ahora incluye truenos y relámpagos. Ni hablar de los veranos secos ni los 21°C de la región, según leí en mi Lonely Planet. Pero la guía sí sirve para redactar un currículum esencial de Dubrovnik: ciudad costera de la actual Croacia, en el sur de la región de Dalmacia, con unos 50.000 habitantes; en 1979 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para saber más de Croacia, los croatas son buena fuente, pues su historia es muy reciente: parte del territorio de la ex Yugoslavia, Croacia fue reconocido como país independiente en 1992. Hoy sus habitantes suman unos 5 millones y está muy lejos de los estándares europeos de calidad en salud y educación, sectores en manos del Estado.
Aunque funciona como un régimen político democrático, el pasado socialista aún mantiene al país con una rígida administración estatal, cuestión que según analistas hace poco probable que Croacia logre las metas que le permitan ser parte de la Unión Europea en 2009, como está estipulado.
No entiendo una sola palabra en croata, pero me gusta el café-bar: por los parlantes pasan canciones de Iggy Pop que los parroquianos han empezado a corear. El aguacero no para y el barman, Dragan, me dice que aún queda una hora. Pido otro café y sigo con la historia de Dubrovnik. Después de la invasión de eslavos y ávaros, los antiguos habitantes de Cavtat llegaron al islote Laus y se asentaron en su poblado, llamado Ragusa. A comienzos del siglo XI empezó el dominio veneciano de Ragusa, con breves intervalos en los que la ciudad combatió por su libertad. "En 1189 por primera vez aparece escrito el nombre de la ciudad en lengua croata, Dubrovnik", leo cuando por fin ha dejado de llover.
Un cartel recuerda la guerra más reciente en la entrada de la ciudad vieja de Dubrovnik. En croata, inglés, italiano, francés, alemán, portugués y español, debajo de un mapa que detalla los sitios donde cayeron misiles, dice: "Plano de la ciudad, con la indicación de los daños provocados por la agresión del ejército yugoslavo, de los serbios y de los montenegrinos contra Dubrovnik, de 1991 a 1992".
Todos los turistas leen y algunos se fotografían junto al cartel antes de bajar por un pasaje angosto que lleva hasta el Stradum, la calle más ancha y transitada de la ciudad vieja, donde se concentran los cafés, las heladerías y los miles de turistas que llegan a diario. Alrededor del año 1000, aquí en el Stradum la ciudad adquirió su forma actual: el islote se unió con el poblado situado en la colina contigua cuando la zona donde está la calle se llenó de sedimentos y escombros.
Las boutiques y joyerías sobre el Stradum dejan claro que Dubrovnik no es un destino de compras, y no pierdo más tiempo para conocer el más popular de los paseos: el muro defensivo que rodea toda la ciudad vieja.
Junto a la Fuente de Onofrio, en un extremo del Stradum, está la más conocida de las tres entradas a la gigantesca pared construida alrededor del siglo VIII que ha soportado intacta terremotos y decenas de ataques, incluyendo uno del ejército napoleónico. Con insuperables vistas de acantilados y de las construcciones, el paseo por la muralla toma un hora y media, y la verdad, lo que más sorprende es ver medias y toallas colgadas en las ventanas, es decir, que gente común y corriente viva en este lugar tan parecido a un museo.
Rodeo toda la ciudad y busco un bar que vi desde la muralla. Sobre roqueríos, a la orilla del mar, el lugar es conocido como Buza I. En la barra pido una cerveza Karlovacko y busco una mesa para tomarla mirando el Adriático. El sitio es ideal para un descanso con suave olor salino.
Me voy a visitar la fachada del Palacio de los Rectores y el Palacio Sponza, únicas construcciones que se libraron intactas del terremoto de 1667 que dejó 5000 muertos. De estilo gótico renacentista, en Sponza funcionaban las oficinas y bodegas de la Aduana, y hoy ahí está el Archivo, donde se conservan los documentos históricos. Por ejemplo, papeles que dan testimonio del momento en que Ragusa se convirtió en una ciudad-estado y pasó a llamarse República de Dubrovnik, en el siglo XIV.
Entre los siglos XIV y XVI, la república adquirió poder al convertirse en el lugar de exportación de las minas de plomo y plata de sus vecinos bosnios y serbios. Pero la bonanza terminó cuando los turcos comenzaron a imperar en los Balcanes y se apoderaron de los yacimientos. En el extremo Oriente-Occidente, hasta hoy Croacia es el último bastión católico de Europa y constituye la frontera histórica donde se detuvo la influencia turca. Más allá de sus límites, en Serbia, Bosnia, Macedonia, Albania y Montenegro los ortodoxos y musulmanes son mayoría.
Todo está muy cerca dentro de la ciudad vieja y lo mejor es perderse sin mapas en sus calles para descubrir lugares al azar: el Museo Marítimo, la Catedral, la media docena de iglesias y la otra media docena de museos.
Son las 15 cuando me da hambre y recuerdo lo que me dijo Dragan, el barman de Pinky: "Comer puede ser decepcionante en la ciudad vieja. Los locales dan de comer a miles de turistas todos los días y deben hacer las ganancias de todo el año en pocos meses. Anda a Posat. Buena comida a precio justo. Está afuera de la ciudad vieja, justo en la entrada norte".
Llego a Posat y compruebo la calidad de la cocina mediterránea con unos sabrosos noodles verdes con langosta del Adriático, mozzarella fresca y tomates con verdadero olor a tomate. El festín termina con un helado de melón insuperable que hago durar para terminar de repasar la turbulenta historia de Dubrovnik. La república terminó en 1808 con la ocupación francesa y más tarde quedó bajo control austríaco. Sólo desde la Segunda Guerra Mundial, en tiempos del mariscal Tito y de la nueva Yugoslavia, de a poco Dubrovnik se convirtió en lo que es en la actualidad.
Datos Utiles
Dónde dormir
Foto: El Mercurio - GDA
La historia de Dubrovnik está marcada por guerras y catástrofes, y para conocerla desde el principio he llegado 18 kilómetros al sur de la ciudad, a Cavtat, una pequeña villa de origen griego de más de dos mil años. Por ese pasado remoto hoy la región de Dubrovnik es uno de los puntos turísticos más importantes del Mediterráneo, gracias a su hotelería de primer nivel, arquitectura y las aguas del mar, las más transparentes del Adriático, dicen.
Es sábado por la mañana, no hay nubes en el cielo y el sol se refleja como en un espejo sobre la bahía de Cavtat, donde un par de bañistas nada y un yate avanza en cámara lenta sobre las aguas azules. Entre viejas casas de piedra camino por calles estrechas y el único sonido es el de las hojas de los árboles agitadas por una brisa fresca.
Cinco minutos bastan para entender por qué hoy Cavtat (se pronuncia safta) es uno de los sitios de descanso más exclusivos del Adriático, rodeado por un bosque verde, con sofisticados cafés y restaurantes de cocina mediterránea, y visitantes como Tom Cruise y el magnate ruso Roman Abramovich.
Es obvio que cualquiera querría pasar unas vacaciones acá. Lo que no cabe en la cabeza es lo que pasaba aquí mismo hace sólo 15 años: misiles, humo, metralletas, heridos y muertos. En septiembre de 1991, soldados serbios y montenegrinos lanzaron un ataque por mar y tierra sobre la idílica Cavtat. La ocupación duró 13 meses, pero pasaron varios años para que la villa volviera a ser un sitio apacible. También por la violencia, pero a comienzos del siglo VI, el origen de Dubrovnik está en Cavtat, leo arriba de un bus que en media hora me llevará hasta la ciudad vieja de Dubrovnik, núcleo del turismo cinco estrellas de Croacia. Habitada desde tiempos remotos, Cavtat nació como colonia griega y luego pasó a manos romanas. Rápido, la colonia se transformó en un centro comercial del Adriático. Un terremoto casi termina con su historia en el siglo IV, pero logró seguir adelante hasta que fue conquistada y destruida por eslavos y ávaros, un pueblo nómada de Eurasia. Así fue el comienzo de la historia.
El ómnibus avanza rumbo al Norte sobre un litoral rocoso. A la derecha, cerros cubiertos de matorrales se mezclan con naranjos, limoneros y palmeras, muy cerca de la frontera con Herzegovina, y a la izquierda, acantilados y bahías.
De a poco empieza a nublarse y por el camino lleno de curvas pasan pequeños pueblos, Mlini, Kanovle, Kupari, cuando a lo lejos aparece Dubrovnik.
A medida que el ómnibus avanza la panorámica es cada vez más fastuosa y se distingue el gigantesco muro que rodea la ciudad, las fortificaciones, los campanarios de las iglesias y los botes en el muelle. El viaje termina cuando el ómnibus se detiene en un parador sobre la colina que rodea la ciudad y por un callejón bien señalizado camino en medio de un rebaño de turistas.
Ahora está nublado y caen pequeñas gotas. Maldigo mi suerte y al informe del tiempo. Se pone a llover y, sin paraguas, entro en el primer café que encuentro. Son las 10.30 y un par de trabajadores de una construcción cercana toma café relajado, más allá unos que se notan parroquianos habituales beben cerveza y, al fondo, un grupo de guapas universitarias bebe kava sa mlijekom , café con leche.
Busco un lugar junto a la ventana y pido un expreso para mirar la tormenta, que ahora incluye truenos y relámpagos. Ni hablar de los veranos secos ni los 21°C de la región, según leí en mi Lonely Planet. Pero la guía sí sirve para redactar un currículum esencial de Dubrovnik: ciudad costera de la actual Croacia, en el sur de la región de Dalmacia, con unos 50.000 habitantes; en 1979 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para saber más de Croacia, los croatas son buena fuente, pues su historia es muy reciente: parte del territorio de la ex Yugoslavia, Croacia fue reconocido como país independiente en 1992. Hoy sus habitantes suman unos 5 millones y está muy lejos de los estándares europeos de calidad en salud y educación, sectores en manos del Estado.
Aunque funciona como un régimen político democrático, el pasado socialista aún mantiene al país con una rígida administración estatal, cuestión que según analistas hace poco probable que Croacia logre las metas que le permitan ser parte de la Unión Europea en 2009, como está estipulado.
No entiendo una sola palabra en croata, pero me gusta el café-bar: por los parlantes pasan canciones de Iggy Pop que los parroquianos han empezado a corear. El aguacero no para y el barman, Dragan, me dice que aún queda una hora. Pido otro café y sigo con la historia de Dubrovnik. Después de la invasión de eslavos y ávaros, los antiguos habitantes de Cavtat llegaron al islote Laus y se asentaron en su poblado, llamado Ragusa. A comienzos del siglo XI empezó el dominio veneciano de Ragusa, con breves intervalos en los que la ciudad combatió por su libertad. "En 1189 por primera vez aparece escrito el nombre de la ciudad en lengua croata, Dubrovnik", leo cuando por fin ha dejado de llover.
Un cartel recuerda la guerra más reciente en la entrada de la ciudad vieja de Dubrovnik. En croata, inglés, italiano, francés, alemán, portugués y español, debajo de un mapa que detalla los sitios donde cayeron misiles, dice: "Plano de la ciudad, con la indicación de los daños provocados por la agresión del ejército yugoslavo, de los serbios y de los montenegrinos contra Dubrovnik, de 1991 a 1992".
Todos los turistas leen y algunos se fotografían junto al cartel antes de bajar por un pasaje angosto que lleva hasta el Stradum, la calle más ancha y transitada de la ciudad vieja, donde se concentran los cafés, las heladerías y los miles de turistas que llegan a diario. Alrededor del año 1000, aquí en el Stradum la ciudad adquirió su forma actual: el islote se unió con el poblado situado en la colina contigua cuando la zona donde está la calle se llenó de sedimentos y escombros.
Las boutiques y joyerías sobre el Stradum dejan claro que Dubrovnik no es un destino de compras, y no pierdo más tiempo para conocer el más popular de los paseos: el muro defensivo que rodea toda la ciudad vieja.
Junto a la Fuente de Onofrio, en un extremo del Stradum, está la más conocida de las tres entradas a la gigantesca pared construida alrededor del siglo VIII que ha soportado intacta terremotos y decenas de ataques, incluyendo uno del ejército napoleónico. Con insuperables vistas de acantilados y de las construcciones, el paseo por la muralla toma un hora y media, y la verdad, lo que más sorprende es ver medias y toallas colgadas en las ventanas, es decir, que gente común y corriente viva en este lugar tan parecido a un museo.
Rodeo toda la ciudad y busco un bar que vi desde la muralla. Sobre roqueríos, a la orilla del mar, el lugar es conocido como Buza I. En la barra pido una cerveza Karlovacko y busco una mesa para tomarla mirando el Adriático. El sitio es ideal para un descanso con suave olor salino.
Me voy a visitar la fachada del Palacio de los Rectores y el Palacio Sponza, únicas construcciones que se libraron intactas del terremoto de 1667 que dejó 5000 muertos. De estilo gótico renacentista, en Sponza funcionaban las oficinas y bodegas de la Aduana, y hoy ahí está el Archivo, donde se conservan los documentos históricos. Por ejemplo, papeles que dan testimonio del momento en que Ragusa se convirtió en una ciudad-estado y pasó a llamarse República de Dubrovnik, en el siglo XIV.
Entre los siglos XIV y XVI, la república adquirió poder al convertirse en el lugar de exportación de las minas de plomo y plata de sus vecinos bosnios y serbios. Pero la bonanza terminó cuando los turcos comenzaron a imperar en los Balcanes y se apoderaron de los yacimientos. En el extremo Oriente-Occidente, hasta hoy Croacia es el último bastión católico de Europa y constituye la frontera histórica donde se detuvo la influencia turca. Más allá de sus límites, en Serbia, Bosnia, Macedonia, Albania y Montenegro los ortodoxos y musulmanes son mayoría.
Todo está muy cerca dentro de la ciudad vieja y lo mejor es perderse sin mapas en sus calles para descubrir lugares al azar: el Museo Marítimo, la Catedral, la media docena de iglesias y la otra media docena de museos.
Son las 15 cuando me da hambre y recuerdo lo que me dijo Dragan, el barman de Pinky: "Comer puede ser decepcionante en la ciudad vieja. Los locales dan de comer a miles de turistas todos los días y deben hacer las ganancias de todo el año en pocos meses. Anda a Posat. Buena comida a precio justo. Está afuera de la ciudad vieja, justo en la entrada norte".
Llego a Posat y compruebo la calidad de la cocina mediterránea con unos sabrosos noodles verdes con langosta del Adriático, mozzarella fresca y tomates con verdadero olor a tomate. El festín termina con un helado de melón insuperable que hago durar para terminar de repasar la turbulenta historia de Dubrovnik. La república terminó en 1808 con la ocupación francesa y más tarde quedó bajo control austríaco. Sólo desde la Segunda Guerra Mundial, en tiempos del mariscal Tito y de la nueva Yugoslavia, de a poco Dubrovnik se convirtió en lo que es en la actualidad.
Datos Utiles
Dónde dormir
- Argentina: el más clásico de los hoteles de lujo en Dubrovnik tiene una panorámica de postal sobre la ciudad vieja y es parte del complejo Grand Villa Argentina, que incluye otras cuatro grandes casonas. Con playa exclusiva y servicios de primer nivel, hay dobles desde 184 euros en noviembre y diciembre, temporada baja. www.gva.hr
- Croatia: sobre una hermosa península boscosa en Cavtat, es uno de los cinco estrellas más tradicionales, con habitaciones recién renovadas y un spa de lujo con vista al Adriático. Como es costumbre en algunos hoteles de la zona, cerrará entre fines de noviembre y comienzos de marzo. Dobles desde 158 euros. www.hoteli-croatia.hr
- Alojamientos privados: la opción más popular de alojamiento en Dubrovnik, pues muchas familias alquilan pequeños departamentos o habitaciones, dentro y fuera de la ciudad vieja. Dobles desde 50 euros por noche. www.dubrovnik-online.com
Foto: El Mercurio - GDA
No hay comentarios:
Publicar un comentario