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viernes, 20 de marzo de 2009

Parque Tayrona, Colombia: Caribe para todos


Chozas de lujo, hamacas, ruinas indígenas y selva. El Parque Tayrona promete variedad pero a, fin de cuentas, lo que importan son sus incomparables playas. Postales convertidas en realidad que –con justa razón– siempre son mencionadas entre las mejores del mundo.Había una vez playas de arenas blancas y aguas transparentes donde sólo llegaban hippies. Toda la infraestructura se reducía a un boliche –donde vendían cerveza Águila, cigarros Marlboro y tallarines– y, para alojar, había un par de camas, algunas carpas y decenas de hamacas donde mochileros dormían bajo palmeras que se mecían suavemente por la brisa. Era el Parque Tayrona.

Ocho años después de la última nota de esta revista hecha "desde Tayrona" (Pura paz, por Juan Pablo Meneses, del 4 de febrero de 2001), la realidad es otra, comenzando por lo difícil que resulta escribir el comienzo de esta crónica con el ícono de Messenger parpadeando sin cesar gracias al wi-fi que cubre Cañaveral, el área turística más sofisticada del parque.

En el extremo norte de Tayrona, Cañaveral es locación de los ecohabs o "chozas al estilo indígena", como prefieren catalogar los folletos promocionales. Un vistazo rápido a los ecohabs anota jabones y cremas L'Occitane en los baños y, en los dormitorios, pantallas de plasma con televisión satelital, bases con parlantes para el iPod y, bajo el velador, aparatos que no paran de emitir un sonido tch-tch-tch-tch-tch, que impide que monos, murciélagos y serpientes entren a las flamantes chozas. Porque, es verdad, la sofisticación llegó a Tayrona, pero eso le dio lo mismo a los animales salvajes, que no se han ido.

El segundo día en Cañaveral, donde está la entrada más transitada al parque, empieza a las ocho de la mañana con el objetivo de conocer Pueblito, "la aldea indígena ancestral de los tayronas", según el guía Jorge Moreno.


Flaco como palote, de unos 25 años, Moreno balbucea unas palabras en inglés y hace gestos de pantomima para darse a entender a los cuatro holandeses que completan la expedición: "Son dos horas de caballo hasta Cabo San Juan, más otras dos de trekking, en subida, para llegar hasta Pueblito", dice.

El primer tramo de excursión es bajo un techo de árboles y sobre un barrial que –cuando los pies se mojan, a los cinco minutos de caminata– hace arrepentirse de no haber pagado 10 dólares por un caballo.

El sendero decepciona si ver monos –como prometen las guías de viaje– es la idea principal. Tampoco hay aves y, para colmo, la banda sonora es el canto destemplado de Moreno, el guía, quien estropea la gracia de pasear en un bosque tropical.

Después de 45 minutos de lodo el sendero se termina y Moreno deja de cantar, pues hay personas que aún duermen en las cabañas y carpas que se multiplican en el lugar. Se trata de Arrecifes, un área enmarcada por palmeras en la que es común oír "cachai" y "poh", y donde el promedio de edad de los turistas no supera los 25 años.


Más allá de Arrecifes el panorama se vuelve sugerente: continúa bajo cocotales y atraviesa manglares que sólo son interrumpidos por playas de aguas que parecen coloreadas por Photoshop. El mundo se convierte en postal, dando toda la razón a los lectores de esta revista que en diciembre pasado dejaron a Tayrona en el segundo lugar del ranking de las mejores playas del mundo (después de Playa del Carmen) y al diario inglés The Guardian, que también cedió a las playas de este parque el segundo puesto entre las mejores del planeta (tras las Islas Cíes, de España).

Está de más decir que las ganas de lanzarse al agua son irresistibles, pero el guía cantor dice que aún queda mucho camino hasta Pueblito. El sendero por puentes y roqueríos bordea el mar hasta Cabo San Juan.

Son las 10:30 de la mañana y todavía son muchos los que duermen sobre las hamacas de Cabo, que cuelgan a 20 centímetros de un suelo de tierra alfombrado de botellas de ron, latas de cerveza y envases de papas fritas. Más allá, los madrugadores desayunan en compañía de varias moscas y entonces toman sentido las palabras de quien antes de venir a Tayrona te dijo: "No se te ocurra comer fuera de Cañaveral o Arrecifes".

Creado en 1964, el Parque Nacional Natural Tayrona fue hasta fines de los 70 la chacra que abasteció de marihuana a Estados Unidos. El mito cuenta que casi toda la marihuana de Woodstock salió de aquí y que los gringos que llegaron se fumaron medio parque.

Al guía no le gusta ahondar en el tema y, en los descansos rumbo a Pueblito, prefiere hablar de la cultura tayrona: que la palabra significa "hombres de la tierra", que los indígenas son excelentes orfebres, que sus ciudades las construyeron en terrazas, que mantienen hasta hoy su estilo de vida en Pueblito.


Mentira
En Pueblito no hay nada más que las construcciones de piedra y un par de niños y una mujer disfrazados de indígenas, que hablan por celulares con ringtones de canciones de moda, siempre listos para fotografiarse con los gringos. Los holandeses tampoco se tragan el cuento y quieren partir cuanto antes a la playa.

En el camino hacia la playa Jorge Moreno conduce al grupo a un lugar donde unas rocas gigantes forman una gruta: "Es un lugar sagrado. Aquí los tayronas tomaban sus decisiones más importantes", dice.

Uno de los holandeses lo mira con cara de para-de-mentir y bromea: "¿Qué tipo de decisiones tomaban: si en la cena iban a comer espagueti boloñesa o pizza margarita?". Jorge Moreno, el guía, no cantará más.

El camino de regreso es en bajada, cuestión que se agradece, aunque por la noche las rodillas recordarán el esfuerzo de un trekking no recomendable para niños ni personas que nunca hacen ejercicio.


Eso sí, justo es la playa nudista del parque y, como nadie se anima, hay que caminar otros diez minutos para testear el agua: prístina, de temperatura justa, oleaje suave, con cientos de peces de colores (ideal para el esnórquel), piso de arena regular y firme.

"La piscina" es lejos la playa más espectacular de Tayrona y, también, una de las más seguras, porque, cuidado, hay otras más abiertas donde el mar es bravo y que, de manera frecuente, figuran en las páginas policiales de los diarios de Santa Marta.

Atardece temprano en esta región de Colombia y a las cinco de la tarde es hora de sacudirse la arena y partir. La marea está alta y no queda más que meter los pies al agua para llegar hasta Arrecifes, la zona de alojamiento próxima a Cañaveral favorita entre los argentinos y chilenos de presupuesto medio que visitan el parque.

El precio de comer sin riesgos de indigestarse es alto en Tayrona: 8.000 pesos por unos tallarines (pasados en cocción) con salsa de tomates (insípida), que no deben tener un costo superior a 300 pesos chilenos. Lo bueno es que el ambiente es relajado, con gente joven y tranquila que conversa y lee tomando Águila.

Otro aspecto positivo de Arrecifes son su cabañas, baratas y cómodas (40 mil pesos la noche hasta para cinco personas), con un ventilador perfecto para secar las zapatillas y la ropa, y una terraza techada ideal para observar la tormenta que arrasa con las carpas.

El tronar del agua contra el suelo continúa monótono y sólo es interrumpido por una estampida de burros cerca de la medianoche. Por la mañana queda la mitad de las carpas en pie, y sigue lloviendo igual de duro. Por eso, la ropa que tanto costó secar se empapa en un solo segundo.

"No es la mejor época del año. Si no quiere lluvia, tiene que venir en junio y julio", dice el conserje en la despedida de Arrecifes.

Sientes que la mochila pesa el doble, y maldices tu suerte y a las nubes por haberte privado de una linda mañana de playa. Los aullidos de los monos y el canto de los pájaros componen la banda sonora. Entonces, embarrado hasta las rodillas, te das cuenta de que estás solo en medio de la selva, que es una sensación extraña, pero liberadora, y que así recordarás a Tayrona para el resto de tu vida.

Rodrigo Cea, desde el Parque Tayrona, Colombia
Revista del Domingo - Diario El Mercurio - Chile
Fotos: Web

2 comentarios:

Unknown dijo...

oyee me gustaria saber como obtener información sobre las cabañas de las que hablaste en Arrecifes??

Luis Schpilman dijo...

Para mas informacion sobre las cabañas en el Parque, ingresa a la pagina web http://www.gairavip.com/
Saludos cordiales