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domingo, 18 de julio de 2010

Argentina: El mundo es de los caminantes

Laguna de los Tres - Cerro Fitz Roy - Parque Nacional Los Glaciares

La Argentina cuenta con una gran variedad de climas, entornos y niveles de dificultad para disfrutar del trekking, el deporte que combina atletismo y alpinismo. Una travesía por algunas de las rutas más fascinantes.

El corazón late. Se siente. Era de esperarse. A cinco horas de arrancar, la mochila pesa bastante más de lo que sus 15 kilogramos hacían prever. También los pasos se hacen más cortos a medida que el grupo encara el ascenso final.

Mientras, la enésima gota de sudor se abre camino desde el borde de la gorra, recorre frente, cara y cuello, para perderse entre la ropa térmica. Algo de alivio trae el viento. Constante, fuerte, siempre presente, no deja de recordar que, a estas alturas, cerca del límite de vegetación y a escasos 25 kilómetros del campo de hielo Continental Sur, el ser humano es un visitante de paso. Pero, a pesar del cansancio que muestran las caras, la sensación de satisfacción reina en el grupo.

Faltan apenas 150 metros para hacer cumbre en uno de los lugares más perdidos y majestuosos de la Patagonia: la Laguna de los Tres, sobre la base del imponente cerro Fitz Roy. Para reconfortarse aún más, basta con mirar hacia atrás. Bañados en colores ocre, verde, marrón y ladrillo se abren los últimos valles de la precordillera patagónica, que se pierde en esa inmensidad de mesetas, estepas y bajos que inicia aquí su recorrido hacia el Atlántico. A la izquierda, lejos, pero bien visible, se distingue algo del espejo azul lechoso que es el lago Viedma en un día de sol y nubes. El guía, Luis Olea, recomienda disfrutar de esta fiesta de colores, majestad y espacio ahora, en subida. A la vuelta, por mucho sol que haya, por mucha alegría tras haber logrado el objetivo, no habrá tiempo. Para entonces, los ojos deberán estar fijos en los pies del delantero. “La bajada es una de las etapas más peligrosas del trekking. Es el momento en el que por descuido, cansancio o desconcentración se dan la mayor cantidad de accidentes”, anticipa el joven alpinista y guía de montaña. Lo hará varias veces durante el ascenso y aún más antes de volver a bajar el cerro y emprender el camino de regreso al pueblo de El Chaltén. Tanto cuidado se hará valer. La noche nos encontrará a todos sanos, cansados pero felices, en la pequeña pero muy cálida cervecería artesanal en el centro del pueblo. Allí, todo trekkinero que sepa disfrutar de una buena cerveza suele cerrar un día lleno de aire puro, sol, viento, también llovizna, hasta nieve, y mucho ejercicio.

Laguna Negra (Río Negro)

En marcha
Trekking. La mezcla entre atletismo y alpinismo es una disciplina que creció en el país gracias al auge del turismo de aventura extranjero desde los años ‘90.

Particularmente desde la crisis de 2001, cada vez más aficionados a esta actividad fueron descubriendo al país como un destino de excelencia. A su vez, la llegada de alemanes, franceses, italianos, estadounidenses o canadienses despertó también el interés de una creciente comunidad de deportistas argentinos. Por eso, en la altura de las Grandes Salinas (Salta), entre las rocas de Laguna Negra (Río Negro) o en algún recodo perdido del lago San Martín (Santa Cruz), el caminante local bien puede encontrarse rescarbando en su mejor inglés para compartir una galleta, un té o un consejo. Para todos, la Argentina cuenta hoy con un activo que la destaca entre los destinos de trekking del mundo: la cordillera de los Andes. Con cerca de 5 mil kilómetros a lo largo del país, el sistema montañoso ofrece una variedad de zonas climáticas que permiten –de Norte a Sur–, caminar tanto entre las alturas y los paisajes de la Puna salteña como entre las altas cumbres mendocinas, la mezcla de lago y montaña de Bariloche o el salvaje encanto de la tierra de glaciares que ofrecen Santa Cruz y Tierra del Fuego. Cualquiera puede encontrar, en esta variedad, el desafío a su medida.

“Porque la meta no es llegar, sino el placer de vivir una aventura, de caminar”, resume Olea.

Como toda actividad, también el trekking se practica con diversos grados de dificultad, por lo cual se puede ir subiendo gradualmente a medida que se va adquiriendo experiencia, y así incrementar el nivel de dificultad de ruta: leve, media, moderada, difícil. En caso de interesarse por la variedad de alta montaña, es bueno resaltar que se requiere de un entrenamiento físico previo, así como del conocimiento de las reglas básicas de seguridad. Porque el trekkinero suele iniciarse con caminatas cortas, de apenas una hora de recorrido, para terminar pidiendo por una travesía de varios días, de refugio en refugio, acompañando el curso de un glaciar, subiendo (y bajando) por un paso aún sin nombre o investigando ese sendero ocasional que se pierde entre los picos de una pared rocosa. Todo, lo más lejos posible de celulares, autos, reuniones, discusiones por planes de ventas o el eterno radiopasillo. Todo, con un límite de equipaje que permite llevar una mochila de no más de 60 litros y mucha, pero mucha, agua.

Todo, para dejar atrás el día a día y reconectarse consigo mismo, tomarse el tiempo para desandar caminos mentales que nos impuso la rutina del trabajo y deslumbrarse. “Practicar trekking es respirar profundo y dejarse llevar por el sendero y el paisaje”, explica Juan Pablo Maldonado (36), guía en la zona de Tilcara, Jujuy. Y, lo más importante: “La técnica de tránsito es indispensable para partir y regresar en el mismo estado. Es importante discriminar de antemano las diferentes dificultades de los trails para no encontrarse con sorpresas o déficit de equipamiento en medio de la actividad”.

Pueblo de El Chaltén

El Chaltén

Conocido, en los últimos años, como una de las capitales del trekking en el mundo, este pequeño pueblo santacruceño engloba a la perfección los requerimientos y el espíritu que hacen a la actividad. Está ubicado en un valle a los pies del río De las Vueltas y bien lejos –a más de 300 kilómetros– de la próxima ciudad, El Calafate. El factor que lo convierte en un punto de atracción para viajantes y escaladores es que la mayoría de las rutas arrancan en el centro del pueblo. Con muy pocas excepciones, no hace falta subirse a un autobús o, peor, a un auto, para estar, en apenas 20 minutos de caminata, en plena naturaleza. En total, la oferta se divide en más de una veintena de rutas de diferente nivel de desafío. Una buen punto de contacto para conocer su dificultad, recorrido y requerimiento de equipos es la Casa de Guías (www.casadeguias.com.ar), que funciona en el centro de la villa.

Entre las caminatas más comunes y de menor exigencia están la excursión al Fitz Roy (9 horas, ida y vuelta) y al no menos mítico cerro Torre (6 horas). Por otro lado, desde allí parten las travesías que conducen, durante días, a lo largo de glaciares como el Viedma, el más grande de la zona; sin olvidar el recorrido que lleva al Paso del Viento, que fascinó al recordado amante de estas tierras, el periodista Germán Sopeña.

Entre los recorridos más exigentes están las travesías al Hielo Continental: el deportista –es obligatoria la participación de un guía de montaña habilitado– estará caminando entre seis y ocho días sobre esas eternas nieves que hacen a la tercera masa de agua congelada más grande del planeta. Siempre en condiciones climáticas extremas, la ruta de los hielos representa un desafío difícil de olvidar, según constató este cronista a lo largo de los años. Si bien a un precio un poco más elevado que en destinos más accesibles, El Chaltén cuenta hoy con una oferta de hospedaje y servicios de excelencia, gracias también a la costumbre de recibir huéspedes de todas partes del mundo. Lo demuestra la gran cantidad de hoteles boutique, entre los cuales la Hostería del Pilar sigue siendo una de los más conocidos. En cuanto a las condiciones climáticas es, quizás, uno de los destinos más inestables. “Predecir el tiempo es una lotería”, resume Luis Olea la que es respuesta obligatoria a la eterna pregunta de quien llega por primera vez. Incluso en los meses de verano, el trekkinero puede arrancar con un cielo plomizo, del cual se descuelga una leve llovizna que genera temperaturas de no más de diez grados, para pasar, en menos de dos horas, a un sol radiante y caluroso. Todo, siempre, en compañía del viento. Sin embargo, tal entorno hace también al secreto encanto de un lugar especial a la hora de buscar el encuentro con la naturaleza.

Brújula
Ruta Fitz Roy: 9 horas (ida y vuelta). Desnivel: 800 metros.
Laguna Torre: 6 a 7 horas. Desnivel: 200 metros.
Pliegue Tumbado: 9 horas. Desnivel: 1.200 metros.

Bariloche, a orillas del Lago Nahuel Huapi
San Carlos de Bariloche
No menos idónea –aunque quizás también menos individualista– se presenta San Carlos de Bariloche como punto de partida para el trekking. Junto a Mendoza, la ciudad al pie de lago Nahuel Huapi es considerada como la cuna del alpinismo en la Argentina. No es de sorprender, entonces, que aquí se encuentren algunas de las rutas más emblemáticas del país. A pesar de tener que soportar la afluencia de un turismo masivo tanto en verano como en invierno, la ciudad fundada a principios del siglo XX luce rutas que bien pueden considerarse individuales y que guardan algo para cada nivel de desafío que se busque. Para conocer la oferta, entre los centros de información más completos está el Club Andino: fundado como uno de los primeros de su clase en el país, en 1931, dispone de la más amplia variedad de descripciones y recomendaciones para conocer la zona y sus montañas a pie (www.clubandino.com.ar).

Una de las rutas más buscadas es la que lleva al refugio de alta montaña Otto Meiling-Cerro Tronador. El lugar se ubica a 2 mil metros, sobre la ladera del cerro que hizo famoso a Bariloche, entre los glaciares Castaño Overa y Alerce. Su extensión estimada desde el punto de salida (Pampa Linda) es de 3 horas. Luego, desde el refugio, se pueden realizar varias excursiones. La más conocida es la caminata al filo de La Motte (2.400 metros), por la pendiente nevada del filo, que divide las cuencas de los glaciares Castaño Overo y Alerce. En el refugio, es posible desayunar, almorzar y cenar (además, cuenta con servicio completo de hospedaje para 60 personas). Dependiente del Club Andino de Bariloche, allí también se alquilan equipos de esquí y se pueden contratar guías de montaña para realizar excursiones. Claudia Di Paolo, joven diseñadora de imagen y sonido, es una de las que redescubrió este verano el encanto de las rutas que ofrece el centro de esquí. “Si bien había más gente que en otros ascensos, en la del Meiling fue muy hermoso estar tan cerca del glaciar, escucharlo trabajar y llegar apenas a unos 200 metros de él”, cuenta quien suele recorrer el país en busca de nuevos desafíos. “El trekking es vivir el presente. Es un momento en el cual mente, cuerpo y espíritu se unen para poner toda la atención en ese instante presente, simple actitud que se vuelve imposible en nuestra vida cotidiana”, define Di Paolo.

“Permite estar inmersos en una grandiosa naturaleza, sentirnos pequeños y, a la vez, parte de algo más grande”, completa. Junto a su futuro esposo, Ricardo Coronel, participa, desde hace cinco años, en carreras de aventura (recientemente, fueron los únicos participantes argentinos en la demandante City Chase, que se presenta en el National Geographic Channel). Por eso, durante su última estadía en Bariloche, la pareja aprovechó también para recorrer la ruta conocida como Cuatro Refugios, un trayecto de varios días que une los hospedajes de alta montaña Frey, Jakob (San Martín), Italia (Laguna Negra) y López. “Queríamos aprovechar para conocer el circuito con tiempo y sin las exigencias de una competencia”, cuenta Di Paolo en referencia a la carrera de aventura que transita parte del itinerario del mismo nombre. La pareja se tomó cuatro días para cumplir con el itinerario, durmiendo en refugios y conociendo el camino paso a paso. “Siempre muy tranquilos. La idea era poder disfrutar”, se sinceran. Así, las primeras dos jornadas dedicaron un promedio de cinco horas a la caminata, mientras que el tercero y cuarto día la exigencia llegó a requerirles de hasta 11 horas de esfuerzo. “La parte más complicada fue, quizás, la que lleva desde el refugio Jakob a Laguna Negra”, asiste Coronel. “El camino no estaba bien señalizado y, en algunos pasajes, requirió de buen sentido de orientación y navegación”, comenta quien suele recurrir a esta actividad para oxigenarse de su rutina de trabajo en Sistemas.

Brújula
Ruta Refugio Otto Meling: 4 horas (ida). Desnivel 1.110 metros. Cuatro Refugios: Frey, 2 horas (desde parking donde terminan los medios de elevación), desnivel: 1.000 metros; Jakob (San Martín), 8 horas (desde Frey), desnivel: 900 metros; Laguna Negra (Italia), 11 horas (desde Jakob), desnivel: 800 metros; López, 5 horas (desde Laguna Negra), desnivel: 600 metros.

Cerro Torreón de la Cuesta (abajo a la derecha, un parador)

Salta y Jujuy
Entre la oferta de rutas argentinas, el Noroeste ofrece, seguramente, una de las opciones de mayor diversidad, dado que permite conocer a pie tanto los ecosistemas de la selva como los espacios y silencios de la Puna. “La mejor época es entre abril y noviembre, cuando se puede contar con sol asegurado todo el día y temperaturas cálidas”, revela Sandro Manfredi, quien organiza y guía tours de trekking en Salta y Jujuy. “Sin embargo, el caminante también tiene que estar preparado para un cambio de temperatura que, en un día, puede ser de 40 grados, ya que ésta cae por las noches hasta la marca de -5º”, se apura en resaltar el experto con nombre de actor. Otro factor a tener en cuenta es la altura que en esta región recorren los senderos: en muchos casos, superan fácilmente los 3 mil metros y pueden llegar por encima de los 5 mil. Para preparar el organismo, Manfredi recomienda llegar a la zona unos días antes: “Con tres o cuatro alcanza para aclimatarse. Es un error llegar y pretender arrancar al día siguiente”, comenta.

Las actividades de trekking en Salta abren un abanico de posibilidades que incluyen desde paseos cortos y de poca dificultad en los alrededores de la capital hasta circuitos técnicos, de varios días de duración y transitando zonas donde el aire escasea, lo que le agrega una cuota importante de dificultad. Entre las rutas recomendadas destaca la que cubre la zona de selvas y yungas, de medio y hasta 2 días, como por ejemplo la travesía de San Lorenzo o al torreón de La Cuesta (3.200 metros). El contraste son las rutas que llevan a la alta montaña y que exigen hasta cinco o más días. Entre ellas, se destacan las travesías a volcanes como el Quewar (6.100 metros), el Tugzle (5.500) o los sistemas montañosos del Nevado de Cachi (6.300) o el Acay (5.700), que exigen mayor experiencia. Para realizar estos caminos, gran parte de los organizadores parten desde la ciudad de Salta para hacer una primera noche de aclimatación en la Quebrada (Tilcara), Pumamarca o San Antonio de los Cobres. Desde allí se inicia la travesía (en algunos casos con un primer trecho en vehículo) hasta un punto de acercamiento, generalmente por encima de los 3 mil metros, donde se inicia la caminata. Un rasgo diferencial con los caminos del sur es la cercanía con la población local. “Hacer trekking en esta región es entrar, mucho más que en otras, en contacto con la cultura y las tradiciones ancestrales”, amplía el guía. Se refiere al hecho de que los caminantes, por más que pasen por lugares aparentemente inhóspitos, se toparán con frecuencia –y a gran altura– con asentamientos de lugareños. Para las rutas más largas, en muchos casos, el equipaje es transportado por caballos o, como en el caso del mismo Manfredi, por llamas (“uno de los medios de transportes milenarios y autóctonos de la zona”, destaca).

En toda excursión, la navegación es uno de los puntos a tener en cuenta. Así, si bien en las rutas más fáciles los senderos suelen estar bien señalizados, nunca debe olvidarse que las condiciones climáticas son las que marcan el paso.

Porque si bien el trekking es una actividad que no muestra, a primera vista, grandes peligros, puede cambiar de cara rápidamente si no se tienen en cuenta las reglas básicas del alpinismo. “Uno de los errores más comunes es utilizar cualquier calzado y no uno especialmente diseñado para resistir la exigencia de los trails en montaña”, cuenta el guía jujeño Juan Pablo Maldonado. Disponer del equipo e indumentaria correctos es tan importante como recordar algunas reglas esenciales que valen para toda caminata, ya sea en las ventosas rutas de la Patagonia, la región de los lagos o las alturas de la Puna. “Mucha hidratación, una alimentación tan rica en factores energéticos como liviana y la incorporación de un camel bag en el equipo, porque reduce el bulto en las mochilas y optimiza el espacio disponible”, recomienda Maldonado.

Brújula
De Tilcara a las Yungas: 5 días. Desnivel: 4.170 metros.
Morado de Colanzulí: 3 días. Desnivel: 5.068 metros (traslado de acercamiento). Volcán Tugzle: 4 días.
Desnivel: 5.500 metros (traslado de acercamiento).
Quewar: 8 días. Desnivel: 6.100 metros (traslado de acercamiento).

Como pocos países, la Argentina cuenta con una oferta de trekking poco común en el mundo.
Sin embargo, cualquiera que sea el destino elegido, se recomienda, a la hora de armar el equipamiento para realizar una expedición, recordar algunas reglas básicas: no cargar más del 20 por ciento del peso propio, utilizar bastones, nunca partir sin una buena cantidad de líquido, mantenerse dentro de los senderos marcados. Y recordar que el camino de vuelta al campamento es tan largo como el de ida. En cuanto a cómo comportarse en el camino, es bueno seguir aquella vieja regla alguna vez acuñada entre bosque, montañas y desiertos: “Leave only tracks, take only pictures, kill only time”.

Flavio Cannilla
Diario El Cronista Comercial (Argentina)
Fotos: Web

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otro lugar lindo para caminar es por
San Martín de los Andes hacia Villa La Angostura por el camino de los 7 lagos, hacer una pequeña desviación a la izquierda y llegar a Villa Traful, es la sucursal del Paraiso en la Tierra. En El Bolsón, hay que visitar El Hoyo, capital nacional de la fruta fina.

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