Hay muchas maneras de recorrer el Camino de los Siete Lagos, esa ruta deslumbrante que une San Martín de los Andes y Villa La Angostura, en Neuquén. Se trata, en realidad, de un tramo de la Ruta Nacional 234 y se lo puede atravesar con excursiones que parten desde Bariloche, San Martín o La Angostura y van parando en los distintos miradores del camino hasta que los ojos no dan más de tanta belleza.
Si hay tiempo, se pueden pasar allí varios días, acampando o durmiendo en alguna de las hosterías o cabañas del camino, para saborear lago por lago, bosque por bosque y una enorme cantidad de parajes escondidos. Los más audaces lo recorren a caballo o en bicicletas todo terreno para descubrir cómo cambia el paisaje en cada curva y contracurva y cómo se va sucediendo ante la vista un prodigio de verdes y aguas cristalinas. Y los más jóvenes lo siguen transitando a dedo, igual que como lo hicieron alguna vez sus padres, y lo transforman en un recuerdo para atesorar toda la vida.
Lo que no hay que hacer, por nada del mundo, es perdérselo. El camino está cerrado en invierno y se muestra distinto en cada estación. Así, mientras en otoño el paisaje se viste de rojos, ocres y anaranjados, la primavera es una explosión de colores brillantes, que se van haciendo cada vez más intensos hasta que llegan a la plenitud en el verano. Mitad asfalto y mitad ripio, recorre parte de los Parques Nacionales Nahuel Huapi y Lanín y está considerado, con toda justicia, una de las rutas más espectaculares del mundo.
Lago por lago
El tramo central del Camino de los Siete Lagos tiene 110 kilómetros y, comprende, según como se los cuente, por lo menos ocho lagos bellísimos: de norte a sur, Lácar, Machónico, Falkner, Villarino, Escondido, Correntoso, Espejo y Nahuel Huapi, amén de otros varios espejos de agua igual de impactantes en cada pequeño desvío e increíbles bosques de coihues, lengas y cipreses.
Partiendo desde San Martín de los Andes, se comienza por bordear el magnífico lago Lácar hasta que, a cinco kilómetros y por un camino asfaltado, con curvas suaves y ascendentes, un desvío a la derecha indica la entrada a playa Catritre, donde antiguamente los mapuches realizaban su rogativa, hoy un balneario con camping. Poco más allá, otro desvío lleva a Quila Quina, una de las mejores villas veraniegas de la región.
Quince kilómetros hacia adelante, un camino a la izquierda lleva al centro de esquí Cerro Chapelco y unos metros más allá, al mirador del arroyo Partido, que debe su nombre a que se abre en dos brazos: el de la derecha vuelca sus aguas en la pendiente del océano Pacífico y el de la izquierda en la del Atlántico. La ruta atraviesa luego el puente sobre el río Hermoso y, enseguida, como en un bello sueño, se atisba entre los árboles la laguna Fría y después, el lago Machónico, con un espectacular mirador natural bordeado de bosques. Desde aquí, vale la pena hacer un desvío de 4 kilómetros para llegar al lago Hermoso, como su nombre lo indica, precioso, de aguas increíblemente azules, una vegetación tupida y selvática y lugar para acampar. En el valle de este lago se instalaron hace décadas unas familias alemanas que introdujeron los primeros ciervos colorados en la zona; hoy, la antigua Reserva Parque Diana funciona como coto de caza privado.
Volviendo a la 234, entre subidas y bajadas hay que estar atentos para no perderse, hacia la derecha y hacia abajo, la cascada de Vulignanco, con un vertiginoso salto de más de 20 metros.
En el kilómetro 45, un punto panorámico imperdible: allí termina el Parque Nacional Lanín y se entra el Parque Nacional Nahuel Huapi, sitio de confluencia también de otros dos lagos magníficos, el Falkner y el Villarino, tercero y cuarto de la lista oficial y, para muchos, los más hermosos de todo el trayecto. A esta altura uno cree que ya no hay más lugar para el asombro y, sin embargo, en la margen sur del Falkner se alza el cerro Buque, con sus impresionantes torres de piedra negra donde se pueden llegar a ver cóndores en pleno vuelo. Sobre la playa del Falkner hay camping y proveeduría y en el Villarino una hostería, con muy buenos servicios.
No es raro ver aquí, igual que en otros tantos puntos del camino, pescadores sumergidos hasta la cintura en el agua practicando pesca con mosca, una forma de pesca deportiva de gran auge en los lagos del Sur, ricos en salmónidos enormes y astutos para esquivar el anzuelo. Vale detenerse unos instantes y observar cómo los pescadores arrojan sus líneas, en medio de un silencio absoluto para engañar a las truchas más avispadas.
A pocos metros comienza el ripio y, rodeado de una vegetación exuberante, asoma el Escondido, un pequeño lago de aguas color esmeralda, lindísimo. Apenas se cruza el puente sobre el río Pichi Traful, aparece a la izquierda un camino que en unos minutos de caminata lleva al lago Pichi Traful, con una hermosa playa de arena y área para acampar. Por la ruta, más adelante, se accede a la Villa y el lago
Traful, paraíso también para los cultores de la pesca con mosca (Villa Traful tiene además una excelente infraestructura de cabañas, hoteles y hosterías).
Sigue el quinto lago del circuito, el Correntoso, que se dejará ver en otros dos puntos del camino (allí funciona una despensa donde preparan unas de las mejores tortas fritas de la zona, cocinadas por mujeres mapuches).
Una curva marca el desvío hacia el lago Espejo Chico, que no se cuenta entre los siete pero es totalmente deslumbrante. Poco más adelante, en el puente sobre el arroyo Ruca Malén se impone parar unos minutos y perderse en esas aguas verdes y en la panorámica del viejo puente por el que antes pasaba el camino.
La ruta vuelve a trepar hasta el bello e inmutable lago Bailey (algunos lo consideran el noveno lago) y, pocos kilómetros más adelante, en uno de los miradores del lago Espejo, tan cristalino que efectivamente refleja el paisaje casi a la perfección y otro lugar perfecto para pasar la noche, ya que cuenta con un complejo hotelero. La playa es preciosa y las aguas no demasiado frías, por lo que es el balneario preferido para practicar windsurf, esquí y otros deportes acuáticos.
San Martín de los Andes
Las dos puntas
Dos puntas tiene también el Camino de los Siete Lagos y ambas son imperdibles. Una de las puertas de entrada es San Martín de los Andes, una aldea de montaña que parece salida de un cuento de hadas, con cabañas con techos de tejuelas, veredas rosadas, altas chimeneas y carteles indicadores tallados en madera. En los alrededores, lugares de ensueño a los que se puede acceder con paseos en lancha (lindísimos Quila Quina, Hua Hum y el paradisíaco Huechulafquen) o en circuitos para practicar trekking o mountain bike, como los miradores Arrayán y Bandurrias. Para los aventureros, el volcán Lanín tiene tres refugios de montaña. Hay ríos y lagos magníficos, escondidos entre bosques de cipreses y araucarias, ideales para practicar rafting, canotaje, navegación a vela y pesca deportiva en todas sus modalidades. En verano las calles se pueblan de espectáculos callejeros, mientras pequeños y encantadores restaurantes ofrecen las tentaciones de la comida regional: ahumados, patés, escabeches, trucha, cordero, ciervo, jabalí, hongos, frambuesas, rosa mosqueta...
En el final de la Ruta de los Siete Lagos espera Villa la Angostura, una de las ciudades más bellas y cálidas de la Patagonia, hoy también refugio exclusivo con hoteles y restaurantes de calidad. En los alrededores, lugares increíbles para caminar entre bosques, arroyos y lagos. Uno de los más atractivos es el Bosque de Arrayanes, el bosque más puro y extenso de ese árbol color canela de belleza inaudita (se llega en catamarán, a pie o en bicicleta).
Otros sitios para no perderse son el Mirador Belvedere, la Cascada Inacabal, laguna Verde, el Valle del Cajón Negro e infinidad de parajes a los que se accede por travesías 4 x 4, caballo o trekking, además de hermosos ríos y lagos para practicar pesca y deportes náuticos. Ultimo dato fundamental para el final del camino: en La Angostura venden los chocolates más ricos de la galaxia.
Ese rincón en el mundo
Cuando llegué al octavo lago de la Ruta de los Siete Lagos sentí que había llegado al paraíso, por lo menos al mío. Es que, si bien desde la ruta los lagos que se contemplan son efectivamente siete, cerca de ella hay muchos más, como el Meliquina, el Hermoso o el Traful, que fue para mí ese octavo y paradisíaco. Me desvié de la ruta por pura curiosidad, y cuando vi sus aguas reflejando las montañas sentí una especie de "golpe de nockout" de un camino que ya me venía trayendo contra las cuerdas desde que salí de Villa La Angostura, con el "golpe a golpe" de un paisaje impactante tras otro. En la orilla del Traful puse los pies sobre la arena fina y calentita y me senté a tomar unos mates contemplando el agua cristalina al atardecer, y sentí que no me hacía falta nada más. Desde entonces pienso que probablemente cada lago del sur guarde una especie de conexión secreta con cada uno de nosotros. Y que es entonces cuestión de recorrerlos y encontrar el que a cada uno le toca en suerte; ese pequeño rincón personal que nos reconcilia con el mundo.
Imperdibles
Los cerros Chapelco y Bayo, colosos emblemáticos de la Ruta de los Siete Lagos, son dos de los centros de esquí más importantes del país. Cuando se va la nieve, ambos se transforman en una excelente alternativa para los deportes de montaña y el turismo aventura. Con sus bosques de lengas y las laderas cubiertas de flores silvestres, en las pistas de esquí de Chapelco (a 21 kilómetros de San Martín de los Andes) se instala un tobogán andino para bajar en trineo, mientras siguen en funcionamiento los tres tramos de aerosillas, para llegar a la cumbre y tener una maravillosa panorámica de la cordillera. Se organizan vuelos en parapente, paseos en trineo tirados por perros huskies y minicamping, además de los servicios del complejo, con pileta climatizada, solario y snackbar. El cerro Bayo (a 9 kilómetros de Villa La Angostura) también es en primavera y verano un polo integral de actividades deportivas y recreativas, con la posibilidad de ascender en aerosilla hasta los 1.700 metros (con una vista sublime del lago Nahuel Huapi) tres circuitos de trekking con diferentes niveles y propuestas de actividades como travesías a caballo, mountain board (una tabla similar a la del snowboard pero con rueditas), rapel, mountain bike, escalada en palestra, observatorio astronómico y guardería infantil.
Datos útiles
Como llegar
A Bariloche o San Martín de los Andes, por Aerolíneas Argentinas con vuelos directos todos los días. Varias empresas de ómnibus cubren el trayecto a San Martín de los Andes, con un tiempo estimado de viaje de entre 20 y 22 horas. En auto, desde Buenos Aires son 1.600 kilómetros por las Rutas Nacionales 5, 35, 152 hasta Gral. Roca, 22 hasta Zapala, 40 hasta el cruce con la 234.
Alojamiento
La hostería Lago Villarino está ubicada justo en la confluencia de los lagos Falkner y Villarino; la hostería Cuyen Co está en la costa del río Correntoso, con bosque de arrayanes propio y arroyito de vertiente.
Hay también muchas opciones para acampar: campings organizados (Correntoso, lago Espejo Chico), libres (Lago Hermoso, Falkner) y áreas de acampe libre (Las Taguas, Río Hermoso). Tanto San Martín de los Andes como Villa La Angostura cuentan además con una extensa infraestructura hotelera, con posadas, resorts, hosterías, cabañas, aparts y viviendas de alquiler turístico.
Cocina
La cocina andino patagónica en muy rica en platos para paladares exigentes, como los ahumados, patés, escabeches, corderos y chivitos al asador, jabalí, ciervo, truchas y quesos, además de delicias en repostería artesanal, chocolates y dulces (en San Martín de los Andes restaurantes Ku, Porthos, Rincón Gourmet; en Villa La Angostura restaurantes Las Ramblas, Delfina).
Actividades
La Patagonia ya es marca registrada para el turismo aventura: trekking, mountain bike, cabalgatas, rapel, parapente, rafting, canotaje, navegación a vela. También es el paraíso para la pesca deportiva en sus tres modalidades: lanzamiento, arrastre y mosca
Información
Casa de Neuquén en Bs. As.
Maipú 48.Teléfono: 4343-2324
www.neuquen.gov.ar
www.villalaangostura.gov.ar.
sanmartindelosandes.gov.ar
Claudia Dubkin
Clarín - Viajes