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lunes, 10 de agosto de 2009

La gran aventura: Crucero por el mediterraneo

Coloso de los mares, el MSC Splendida mide 333 mts. de largo y 38 mts. de ancho

Túnez, Malta y Sicilia, en el viaje inaugural del sofistica
do barco MSC Splendida. Las instalaciones, los rituales a bordo y los paseos en los puertos.

Hace apenas unas cuantas horas, la eternamente bella Sofía Loren había cortado las cintas con los colores de Italia y un botellón de champán se había estrellado contra la proa del barco. Hace apenas unas cuantas horas habían actuado el bailaor flamenco Joaquín Cortés y el tenor José Carreras, y un descomunal despliegue de fuegos artificiales dibujaba estelas en la noche del domingo. Hace apenas unas cuantas horas, el MSC Splendida, el gigantesco barco de la compañía italiana de cruceros MSC, era bautizado con todos los honores en el puerto de Barcelona.

Y ahora, a las dos en punto de la tarde de un caluroso lunes de julio, la sirena del barco anuncia que ha llegado la hora de hacerse a la mar. Alguien insiste: "¿Podrá flotar este barco?" La broma tiene cierto asidero. Hay que ver de cerca la imponente silueta de esta nave. Con 138.000 toneladas, 18 pisos, 333 metros de largo, 38 de ancho y 67 de alto, más que un barco parece un edificio caprichosamente construido sobre el mar. Para darse una idea de la magnitud de este coloso metálico de color blanco, basta con saber que su largo supera a la torre Eiffel dispuesta en forma horizontal y que su altura es similar a la de un rascacielos de 23 pisos.

Por fin, como para disipar cualquier duda, a una velocidad de 30 km por hora, el MSC Splendida empieza a flotar, y a abrirse paso por el Mediterráneo en su primer viaje oficial. La cubierta del piso 15 está repleta de cruceristas -españoles en su mayoría, pero también hay ingleses, italianos, franceses, alemanes- que toman fotos y filman el inicio de la travesía. Nadie quiere quedarse sin las primeras imágenes de la aventura.

El puerto de Barcelona, lentamente, va quedando atrás. Las agujas de la Catedral y las de la Sagrada Familia, el trasbordador y las montañas, los modernos edificios y las antiguas casitas, se empiezan a desdibujar en el horizonte catalán. Comienza un tiempo distinto: el de la dolce vita que proponen los cruceros. Por delante esperan cuatro días y cuatro noches de placeres en alta mar y de puertos que esperan en el horizonte.

Esas son, justo, las coordenadas por las que se deslizan los cruceros. Por un lado, el increíble catálogo de actividades y servicios a bordo y, por otro, los puertos que la nave va hilvanando. En nuestro caso, visitaremos Túnez, la isla de Malta y Messina, en Sicilia, donde conoceremos el delicioso pueblo de Taormina. El viaje finalizará en Civitavecchia, cerca de Roma.

Acquapark

En la ciudad que flota

La denominación ciudad flotante para definir a los cruceros ya es un lugar común. Pero de eso se trata el MSC Splendida, ni más ni menos, de una verdadera ciudad flotante. Una abreviada enumeración de las instalaciones del barco debería incluir varios restaurantes, cafés, casino, bares, heladería, negocios, espectáculos de todo tipo, canchas de fútbol, tenis y squash, cyber y teatro.

Hay más: piletas, jacuzzis, spa, gimnasio, discoteca, biblioteca, bombonería, bowling, cine en 4 d, simulador de Fórmula 1, y diversos salones de juegos para los más chicos.

En alta mar, las horas se consumen según las estrictas reglas del dolce far niente. En otras palabras, todo se reduce a la tarea de decidir qué trago tomar, en qué pileta zambullirse, qué menú elegir para la cena o a qué espectáculo asistir. Más o menos, ese es el tenor de los esfuerzos que demanda la vida en un crucero.

Mini golf

Africa a la vista
A las 14 del martes, el barco llega al primer puerto: La Goulette, en Túnez. Primero visitamos La Medina, el antiguo mercado árabe de la ciudad. Nuestra guía, una morocha alta y de ojos verdes, llamada Wafa (en español significa fidelidad y se pronuncia guapa) advierte antes de entrar a ese infinito laberinto de tiendas que nos manejemos con cuidado. "No es que sea un lugar inseguro, pero es muy fácil perderse", aclara. Y habrá que darle la razón, el mercado se extiende en zigzag por kilómetros y kilómetros. Un laberinto repleto de negocios de artesanías, alfombras y vestimenta típica.

Luego de recorrer el mercado y comprar algunos recuerdos, partimos hacia Sidi Bou Said, a media hora de la ciudad de Túnez. La pequeña villa, asentada sobre una colina que balconea al Mediterráneo, sorprende con el contraste de las paredes blancas y el azul profundo de puertas y ventanas. El viajero cumple el ritual de tomar un té de menta con piñones en la terraza de un bar y adivina que ya nunca se olvidará de la inusitada belleza de Sidi Bou Said.

Ascensores en zonas comunes

Modelo para armar
Y mientras el barco deja estelas en la mar, los pasajeros van estableciendo sus rutinas y preferencias a bordo. La cantidad de actividades es abrumadora, pero tiene la ventaja que cada pasajero pueda armar un programa a medida.

Luego de un suculento desayuno, se puede por ejemplo emprender una caminata por el piso 15, leer en alguno de los salones, relajarse en el solarium con vista al mar o simplemente disfrutar de un café o un trago. Un programa más activo puede incluir partidos de tenis, fútbol o squash. Los más chicos tienen su mundo propio: según la edad, pueden optar entre tres clubes, una piscina exclusiva con parque de agua y el centro de juegos Polo Norte.

Después del almuerzo, la tarde puede empezar en la piscina y luego continuar en el gimnasio, el spa, en la sala de Internet o en el centro de fitness, donde hay consolas Nintendo Wii y cuatro estaciones Wii Fit. Y entre las actividades organizadas, concursos de baile, karaoke, cursos de arte y campeonatos de fútbol.

"El desafío es que a toda hora, el huésped tenga una actividad que sea de su agrado. Ya sea una propuesta teatral, un concurso o una fiesta", cuenta el porteño Carlos Podestá, director de Entretenimiento del crucero.

Antes de la cena, vale la pena dar un distendido paseo por el hall principal del barco. Se trata de un espacio central que integra un sector de los pisos quinto, sexto y séptimo mediante una escalera decorada con cristales Swarovski. En ese sofisticado sector se puede disfrutar de un cuarteto femenino de piano, contrabajo y dos violines, visitar la Galería de Arte, disfrutar de un café en L'Espresso o tomar un helado junto al rumor de las fuentes en la bellísima Piazzetta.

Y después de la cena, entre otras opciones se puede elegir entre los shows que se presentan en el teatro Strand, con capacidad para 1.600 personas, probar suerte en el casino, escuchar jazz o ir a bailar a la disco Club 33.

Camarote con vista exterior

La isla dorada
Otra mañana. Esta vez es la fascinante isla de Malta la que aparece frente al ventanal del camarote. Tenía razón el capitán del barco cuando aconsejaba no perderse la entrada al puerto de La Valletta. Desde el barco, Malta parece una ciudad tallada en la piedra color miel. En el mirador Altos Jardines de Barraca, admiramos la zona del puerto conocida como Las Tres Ciudades. Luego caminamos por las históricas calles de La Valleta, entre bellísimos edificios, fuentes y catedrales construidas por los Caballeros de la Orden de San Juan. En la Mdina, la Ciudad del silencio, antigua capital de Malta, disfrutamos de palacios y fortalezas medievales.

Todavía queda tiempo para darse un chapuzón en las templadas y calmas aguas de la playa Golden, una bahía de 300 metros cerrada por acantilados y repleta de barcitos. A las seis en punto, cuando la sirena del barco coincide con las campanadas de una iglesia, dejamos la enigmática isla de Malta.

Interior de un camarote

Un ejército insaciable
La cantidad de huéspedes que puede alojar el barco asusta. Hay casi 4.000 almas distribuidas en 1.637 cabinas (82% con vista al mar). Sin embargo, en ningún lado se ven aglomeraciones ni nadie se queda sin lo que fue a buscar; ya sea una reposera junto a la pileta o un plato de comida.

Las amplias instalaciones del barco seguramente permiten la feliz convivencia. Pero también habrá que reconocer la ciclópea tarea de los casi 1.500 tripulantes que atienden a esa legión de cruceristas que a toda hora piden tragos, consumen toneladas de comida y desordenan hasta el último camarote.

No debe ser sencillo alimentar a 4.000 pasajeros. Y menos si para buena parte de ellos, a juzgar por lo que se puede ver, la comida es uno de los mayores atractivos del barco. "Es como darle de comer a un ejército", dice Giuseppe Serpe, uno de los responsables del departamento de Comidas y Bebidas, parado en medio de la inmensa cocina del restaurante La Reggia, uno de las cuatro del barco. Allí trabajan 200 personas. No es para menos: cada día se consumen dos toneladas de carne, una de pescado y una y media de frutas. "Cada día tenemos un nuevo desafío", se enorgullece Serpe.

Disco

Tesoros grecorromanos
Estamos en la isla de Sicilia, en el puerto de Messina. Desde allí emprendemos un viaje de 45 minutos hasta Taormina. En el camino pasamos por Forza D'agro, un pueblito que parece detenido en el tiempo, famoso porque allí Al Pacino filmó algunas escenas de El Padrino III. Llegamos a Taormina, admirada por Goethe, y quedamos sorpendidos por la belleza de ese pueblito de trazado medieval, con angostas calles que suben y bajan, y deliciosas casitas que parecen colgadas de la colina. Imperdible el anfiteatro grecorromano y la vista que se puede disfrutar desde allí del Mediterráneo y el volcán Etna.

Gimnasio

Ultimas imágenes
El crucero entra en su cuenta regresiva. El puerto de Civitavecchia espera en el horizonte. Será el final de los días felices de alta mar. Aún queda tiempo para disfrutar del paso por el espectacular estrecho de Messina y para participar de la cena de gala, ese ritual de los cruceros donde todos se visten con sus mejores galas y se baila hasta el amanecer.

La silueta de Civitavecchia ya se adivina en el horizonte cercano. Luego vendrá el mareo de tierra, esa sensación que sobreviene a la navegación; el cuerpo se había acostumbrado al movimiento del barco y ahora en tierra firme le cuesta desacostumbrarse. Nada grave. Mucho más duro es desacostumbrarse a los placeres de la vida a bordo. Otra vez envuelto en la rutina, los recuerdos de la dolce vita en alta mar vuelven y vuelven a la memoria del viajero. Como un mundo perfecto que se resiste a olvidar.

Casino
MSC Yacht Club
Entre los detalles de lujo y confort que ofrece el MSC Splendida se destaca el Yacht Club, un exclusivo sector con servicios diferenciados para sus huéspedes. Este espacio, una especie de club privado con servicio seis estrellas, está en los pisos 15 y 16, y cuenta con 99 suites con amplios balcones con vista al mar. El diseño del MSC Yacht Club responde a la idea de brindar privacidad y atención exclusiva a sus huéspedes y que éstos, a la vez, tengan la posibilidad de acceder al resto de las instalaciones del crucero. El sector cuenta con un restaurante de diseño panorámico, el Top Sail Lounge, piscina con solarium y jacuzzis. Cada cabina dispone de un servicio de mayordomo las 24 horas, cuyas prestaciones van desde el lavado y planchado de ropa hasta acercar cada mañana el diario elegido por el pasajero o servir el tradicional té inglés por la tarde. Las suites cuentan con minibar gratuito, Tv interactiva de pantalla ancha, consola Nintendo e Internet, Más detalles: cuartos de baño de mármol, sábanas de algodón egipcio y cinco modelos de almohadas para elegir.

Piscinas

Datos útiles
Cuanto cuesta
Promoción por reserva anticipada, vigente hasta el 14 de agosto, para salidas del 12 y 19 de octubre en crucero MSC Splendida, siete noches por el Mediterráneo, US$ 1.067 por persona en hab. doble (camarote con balcón con vista al mar). Tarifa normal, US$ 1.707. Cabina en Yacht Club, en suite luxe, US$ 4.212. Salida desde Barcelona todos los lunes hasta el 9/11, visitando La Goulette (Túnez), La Valetta (Malta), Messina/Taormina (Italia), Civitavecchia/Roma (Italia), Génova (Italia) y Marsella (Francia).

Que incluye
La tarifa del crucero incluye cuatro comidas diarias, jugo y café de dispenser, uso de piscinas, hidromasajes, gimnasio, shows, entretenimientos, casino, teatro y disco. No incluye bebidas envasadas, propinas, teléfono, Internet ni excursiones en los puertos a los que arriba el barco.

Información
MSC Cruceros: Paraguay 610, piso 18. Teléfono: 54-11-5256-3700.
www.msccruceros.com.ar
info@msccruceros.com.ar

Eduardo Diana
Clarín - Viajes
Fotos: web

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantaría realizar uno de los cruceros desde Buenos Aires que va al Mediterráneo!
Hasta ahora los dos que hice fue por Brasil! La pasé divino!
Lo recomiendo!