Carpinchos, yacarés, chajás, ciervos de los pantanos... La rica fauna de los esteros correntinos es apreciable tanto en excursiones diurnas como en rondas nocturnas; un destino excepcional, no sólo por la variedad de animales
Aquí todo tiene otro ritmo. Es inútil apurarse, porque por empezar los 120 kilómetros que recorremos desde Mercedes hasta Colonia Pellegrini, el pueblo de 600 habitantes que funciona como puerta de acceso a los esteros del Iberá, son de tierra y obligan a andar bien despacio.
Pero no es sólo eso: llegar con prisa a estas tierras de cielo infinito equivale a ponerse una etiqueta de porteño que los correntinos perciben desde lejos, benévolos, como esperando que pronto -por obra y gracia de la naturaleza- al recién llegado se le contagie el tranquilo modo de vivir provinciano.
En Irupé Lodge, un complejo hotelero levantado a orillas de la laguna Iberá, aseguran que conocen el caso: los huéspedes que llegan a todo vapor, a veces después de haber recorrido al volante los 800 kilómetros que separan el pueblo de Buenos Aires, no tardan en bajar las revoluciones y pocas horas después cuesta convencerlos hasta de levantarse del deck con vista a la laguna, donde la naturaleza pone todo el espectáculo.
Teros, gallitos de agua, cormoranes, cardenales, algún chajá, se pasean sin perturbaciones frente a los ventanales del lodge; pocos metros más allá, sobre el embarcadero de donde parten lanchas que llevan a turistas en safaris acuáticos por la laguna, un grupo de carpinchos aguarda al sol cómodamente frente a un yacaré con cara de pocos amigos.
En lancha
Regi Lacona es suiza, oriunda de Zurich, pero un día dejó los ordenados Alpes en pos de esta naturaleza, que ella llama "la verdadera, esa que en la Argentina a veces se complica visitar de tan salvaje que es". Aquí construyó con Mauricio, su marido, misionero, ese sueño que llamaron Irupé, al borde de una de las reservas de fauna y flora más extraordinarias del planeta.
Nuestro primer acercamiento es en la lancha que Marcos, el guía de Irupé, maneja con habilidad entre los embalsados, esas islas de vegetación flotantes tan sólidas que pueden aguantar el peso de los animales. Por más que esforzamos la vista, no hay en nuestro horizonte ninguna otra persona: sólo camalotes, matorrales y animales por doquier. Si al principio nos cuesta distinguirlos por su inmovilidad, pronto empezamos a descubrir gran cantidad de yacarés apostados en las orillas, tomando ese sol del que toman su energía para luego cazar sus presas con mordiscos certeros.
"Todo lo que ven aquí es vegetación flotante; la parte que parece cortada con machete es porque los carpinchos se acuestan sobre ella en invierno, para tomar temperatura. El espesor de los embalsados puede ir de 30 a 120 centímetros, y en función de eso pueden soportar cierto kilaje. Esta isla está hoy aquí, pero puede no estar mañana", cuenta Marcos, mientras usa su caña para alejar la lancha incrustada en la vegetación.
Mientras tanto, los carpinchos nos miran. Nos parece oír el ladrido de un perro, pero no: son ellos los que emiten ese sonido mientras se acercan a la orilla. De pronto, aparece entre el verde una movediza mancha rojiza acompañada de un par de ojos curiosos y brillantes, es un ciervo de los pantanos, con las orejas bien erguidas, que descubrió la presencia humana. Pero no se mueve, sino que nos permite un acercamiento increíble y no se va hasta que lo fotografiamos desde todos los planos posibles. Asombrados, entendemos las palabras de Regi cuando cuenta que los turistas extranjeros siempre llegan muy informados -sólo los muy viajeros llegan hasta Iberá-, pero no pueden creer hasta qué punto la fauna es cercana y accesible.
Aguas brillantes
Iberá -los nativos pronuncian algo parecido a una u francesa para comenzar la palabra- significa aguas brillantes. Y no sólo de día: también de noche el paisaje reluce bajo la luz tenue de la luna cuarto creciente. Alrededor de las siete, después de un fallido intento por capturar alguna tararira con las cañas y la carnada que nos prestó Marcos (menudo susto nos hubiéramos dado de capturar alguna de las pirañas que también nadan con soltura por las aguas de la laguna), salimos para realizar un safari nocturno. Javier Birman, el chef de Iberá y factótum del complejo en los días de menor ocupación, nos lo había anticipado: los atardeceres de Corrientes están entre los más bellos del mundo.
El cielo color de fuego que contrasta con la vegetación en sombras no lo desmiente. La lancha avanza, y miles de bichitos siguen la luz de la linterna de Marcos, que nos guía en la oscuridad: aquí y allá, su foco ilumina nuevamente a los yacarés, que impresionan con la titilante luz de sus ojos rojos en la negrura del paisaje.
Oímos el aleteo de algunas aves que se apartan a nuestro paso, e increíblemente volvemos a divisar a la luz de la linterna un ciervo de los pantanos sobre la orilla del embalsado.
Mientras tanto, el cielo se cubrió de millones de estrellas que dibujan la estela de la Vía Láctea. El espectáculo parece tener su réplica terrestre en las nubes de luciérnagas que nos acompañan hasta que volvemos al muelle para desembarcar, aún bajo el mágico influjo de la noche de los esteros.
DATOS ÚTILES
Cómo llegar
Colonia Pellegrini está a 120 kilómetros de Mercedes, la localidad correntina a la que llegan las principales compañías de ómnibus desde Buenos Aires. En servicio cama, el trayecto de aproximadamente 800 kilómetros entre Buenos Aires y Mercedes demora unas diez horas y cuesta $ 180 por tramo. Luego hay que recorrer el tramo de tierra hasta Colonia Pellegrini: después de la lluvia sólo se puede pasar en vehículos 4x4, de modo que conviene contratar un transfer en Mercedes (algunos hoteles de Colonia Pellegrini ofrecen el servicio de traslado). También hay un servicio de ómnibus que realiza el trayecto una vez al día, pero muy lentamente y sin mayores comodidades.
Otra opción es viajar en avión hasta Posadas, y desde allí recorrer 200 kilómetros -por un camino que tampoco está en buen estado- hasta Colonia Pellegrini. En este caso, no hay servicio de ómnibus, pero se puede contratar transfer en 4x4. El pasaje aéreo Buenos Aires-Posadas ronda los $ 600 por tramo.
Dónde dormir
Irupé Lodge se encuentra apenas después de cruzar el puente, hacia la mano derecha, cuando se llega desde Mercedes. El hotel dispone de cuatro habitaciones estándar, cuatro superiores y una suite, que pueden recibir en total a unas 25 personas. Se destaca por su propuesta gastronómica, a cargo de Javier Birman, un chef con experiencia internacional. Ofrece paquetes con estada, excursiones y pensión completa (excepto bebidas) durante todo el año. (03773) 15-40-2193, 15-40-0661. Mail: info@ibera-argentina.com. Web: www.irupelodge.com.ar ; www.ibera-argentina.com . Habitación doble con desayuno, US$ 110 la noche. Habitación doble con pensión completa sin bebidas, más un safari por los esteros en lancha y una visita al Centro de Interpretación, US$ 164 en habitación doble, por persona, por noche.
UNA COMPLEJA RED DE RELACIONES
A pie o en lancha, desde Irupé Lodge se puede llegar hasta el Centro de Interpretación de la reserva del Iberá, sobre la orilla de la laguna Luna. Allí se puede recorrer una exposición permanente que explica las características de la flora y la fauna del lugar; también es posible contratar guías para diversas excursiones por el monte y la laguna. Un video explicativo de media hora ofrece una buena aproximación a la vida natural en los esteros, para comprender mejor la compleja red de relaciones entre la fauna, la flora y los distintos predadores del lugar, sostenidos por un invisible equilibrio que el hombre debería esforzarse por no quebrar.
Desde el Centro de Interpretación parten también dos senderos de distinta extensión que permiten internarse en el monte: aquí sorprenden los árboles, las plantas epífitas, las bromelias, el caraguatá y la palmera pindó, además de una familia de ruidosos monos carayá que de vez en cuando se deja ver entre la vegetación.
A CABALLO POR EL IBERA
"Para ver gauchos -dice Regi- hay que ir a Corrientes." Respetuosa de la cultura local, de la que admira tanto las tradiciones como su orgullo, ella impulsó una excursión muy particular que está entre las más atractivas para los extranjeros que llegan a Colonia Pellegrini: la visita a un grupo de familias del paraje Uguaí, que recibe a los viajeros en su casa, con lo que haya ese día, para llevarlos luego a dar un paseo a caballo hasta las últimas casas, esas que están donde ya no se ve el horizonte.
Para comprender qué tan distante es el lugar hay que pensar que primero se deben recorrer unos 30 kilómetros de tierra regresando desde la Colonia hacia Mercedes, para luego desviarse cinco kilómetros por otro camino de tierra hasta llegar a las primeras y aisladas casitas del paraje...
Allí, Chacho y su esposa, Mercedes, montaron una suerte de quiosco de campo que resulta un hito curioso en medio de la nada; hasta allí llegan los paisanos a caballo en busca de algunos insumos esenciales y tocan para anunciarse el cencerro que alguna vez perteneció al caballo puntero de una tropilla. Si la cabalgata parte por la tarde, cuando llega la noche se comprende toda la dimensión del paisaje correntino, sin luces eléctricas que interrumpan la inmensa negrura. "Aquí -cuenta Chacho- es tanto el silencio que los paisanos sabemos cuando alguien se acerca a varios kilómetros, y hasta podemos saber quién es por el ritmo de su caballo, aunque falte bastante para verlo llegar."
Espinillo y caranday
Otra opción es dejarse guiar por Ramón Gómez, más conocido como Nené, que parte con su cabalgata desde Colonia Pellegrini hacia un palmar de palmeras caranday. Entre espartillos y palmeras, los mansos caballos avanzan mientras Nené desgrana algunas curiosidades: el lento crecimiento de la palmera, que marca un año en cada uno de los anillos del tronco; el uso combinado de la fuerte madera del espinillo con la más frágil del caranday en las construcciones del lugar; la historia de la formación de la colonia sobre las tierras donadas de una antigua estancia; sus preocupaciones -como las de tantos pobladores- por el futuro de esta región rica en agua y en una naturaleza mansa y deslumbrante
Pierre Dumas
La Nación - Turismo
Fotos: Web
1 comentario:
Muy buen lugar para visitar, tuve la oportunidad de ir hace unos años pero tengo pensado repetirlo muy pronto.Saludos.
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