Ciudad de Taxco
La arquitectura, los museos y las platerías, en un recorrido por este fascinante destino. Además, las grutas de Cacahuamilpa. Parece una ironía que esta ciudad se haya hecho famosa gracias a Santa Prisca, protectora contra las tormentas y tempestades. Sobre todo, cuando uno mira las altísimas torres barrocas que se desperezan sobre un cielo impecable de tan azul; un cielo que parece puesto allí desde siempre para resaltar los tejados, las calles empedradas y ascendentes, las flores malva y la famosísima iglesia.
Pero los habitantes de Taxco, la ciudad colonial ubicada a sólo 152 kilómetros de la capital mexicana, dicen que aquí suele haber fuertes tormentas, y para muestra basta una leyenda. Cuentan que mientras se construía la iglesia, a mediados del siglo XVIII, el cielo despejado se cubrió de nubes negras y relámpagos, que dibujaron sobre la cúpula una inquietante inscripción. Entonces se apareció la Virgen protectora sobre el templo, portando en sus manos los relámpagos que habían amenazado a los pobladores.
Difícil creer en la leyenda bajo esta luz que rebota en las paredes blancas de las casas y que parece estallar en todas las direcciones, pero al menos habrá que otorgarles a los taxqueños el beneficio de la duda, sobre todo ante la escalofriante visión de las cercanas grutas de Cacahuamilpa, donde la oscuridad se proyecta sobre las siluetas lluviosas de estalactitas y estalagmitas. Y así, montada entre la luz y las tinieblas, entre torres barrocas y artesanías de plata, Taxco se ha ganado una merecida fama, sostenida por los turistas que caminan ahora por la plaza principal, a los que se suman miles de visitantes al año.
De catedrales y mercados
Para conocer Taxco, alcanza con levantar la vista. Allí estarán las calles angostas que trepan las cuestas de la Sierra Madre del Sur, las interminables torres de Santa Prisca, y sus cúpulas cubiertas de azulejos de colores. Aunque la zona está poblada desde la época precolombina, uno podría arriesgar que no existiría Taxco sin Santa Prisca, o, para ser más exactos, que no existiría Taxco sin la plata, tan ligada a la historia de esta iglesia y de toda la ciudad.
La plata atrajo a este lugar a los indígenas y a los conquistadores encabezados por Hernán Cortés que fundaron la ciudad en 1528. Un par de siglos después, don José de la Borda, español de origen francés, decidió construir la Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián en agradecimiento por la fortuna que había obtenido con sus empresas mineras. El dinero, por supuesto, le alcanzó para contratar a los mejores arquitectos y artesanos de la época. Fue tanta la plata que salió de las minas cercanas, que De la Borda llegó a ser uno de los hombres más ricos del siglo XVIII, y Taxco una de las ciudades más prósperas.
Pero las minas de plata ya se conocían desde antes de la conquista, en este lugar que los indígenas llamaban "Tlachco" o "lugar en el que se juega a la pelota", y que luego pasó a llamarse Taxco de Alarcón, en honor al dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, que nació aquí hace ya más de 400 años.
Estamos ahora en la Plaza José de la Borda, sentados en un plácido kiosko -como llaman aquí a las glorietas-, escuchando a decenas de turistas que hablan en inglés y se dirigen, como no podría ser de otro modo, al interior de la parroquia. Pasamos luego junto a unos árboles podados con admirable precisión geométrica, y nos paramos frente la fachada rosada de la Iglesia, en la que se amontonan columnas, vírgenes, apóstoles y mártires.
El interior no es menos impresionante, con sus retablos barrocos tallados en hoja de oro, con ramas y curvas en las que se encaraman ángeles y santos dorados. El órgano, las capillas y hasta los cuadros del famoso pintor Miguel Cabrera, recuerdan que esta fue una ciudad riquísima y que por aquí pasaron los artistas más famosos de México. Aunque es cierto que uno no puede afirmar que conoce Taxco hasta que no visita su célebre iglesia, la ciudad tiene mucho más para mostrar.
Por lo pronto, decidimos internarnos en el laberíntico Mercado de Tetitlán, con sus pasillos que suben, bajan, se ensanchan y angostan como un intrincado México en miniatura. Aquí uno encuentra desde tortillas y jumiles hasta ropa, máscaras del Día de todos los muertos y pulseras de plata.
Plateria
La plata es la marca registrada de esta ciudad que exporta orfebrería a todas partes del mundo. Hay más de 350 platerías para recorrer, que elaboran piezas refinadas y únicas. Un consejo: para asegurarse de que la pieza es de auténtica plata, debe buscarse el sello "925".
Mientras uno pasea por las calles angostas y escalonadas, comprende la historia del aventurero Guillermo Spratling, que se enamoró de este pueblito a principios del siglo XX, cuando de su antigua gloria sólo quedaba la enorme iglesia junto a algunas callecitas que trepaban las sierras. ¿Quién fue el tal William Spratling que tiene su calle y hasta un museo? Se trata de un etnólogo, docente, diseñador y aventurero estadounidense que impulsó el desarrollo de Taxco.
Mientras recorría sus calles, descubrió que en los patios de sus casas la gente seguía trabajando la plata con técnicas heredadas de los indígenas. Spratling rescató esta tradición y fundó en 1931 el famoso taller Las Delicias, que rescató al pueblo de su letargo. Visitar el Museo Spratling, entonces, es un imperativo para cualquiera que pase por Taxco. La colección del viejo Guillermo
incluye piezas prehispánicas únicas, como por ejemplo pectorales de piedras semipreciosas, vasijas y figuras de distintas culturas de Mesoamérica. Las casas de las celebridades que habitaron Taxco se encuentran abiertas al público y se han convertido en museos. Frente a la Catedral se puede visitar la antigua Casa de José de la Borda, hoy convertida en Centro de Cultura de Taxco, o el Museo de Arte Virreinal, instalado en el impresionante caserón de estilo mudéjar en el que se alojó el explorador Alejandro von Humboldt, cuando regresó de uno de sus viajes.
Luego de recorrer la ciudad hasta bien entrada la noche, es bueno subir a cenar o tomar algo a alguno de los bares, restaurantes u hoteles con vista panorámica. Si el hambre ataca, no se puede dejar de probar el pozole guerrerense (una mezcla de maíz, cerdo y otros ingredientes que se sirve en cazuelas) o el mole de jumiles (pequeños y nutritivos insectos comestibles), estrellas de la gastronomía local. Elegimos el Bar Berta, ubicado en la plaza principal de Taxco, y pedimos la letal bebida de la casa -elaborada en base a tequila, lima y soda-, un cóctel que ayuda a tornar más onírica la visión que, desde el balcón, se obtiene de la Catedral y de la Plaza iluminadas.
Pero si de visiones oníricas se trata, ninguna podrá ganarle a las Grutas de Cacahuamilpa, ubicadas a 30 kilómetros de la ciudad de Taxco, que están consideradas entre las más espectaculares del mundo. Hay que internarse unos dos kilómetros por la oscuridad de sus estalactitas, estalagmitas y ríos subterráneos, para encontrarse con 90 "salones" poblados de diversas figuras espectrales y formas inverosímiles.
El Trono, la Fuente, las Palmas, la Catedral, son algunas de las metáforas que utiliza el guía para describir las formas que parecen de cera derretida y chorrean desde los techos. En estas cuevas subterráneas, lejos de las torres luminosas de la catedral de Santa Prisca, tal vez uno pueda comprender la invocación a la virgen protectora de las tormentas.
Fiestas (Foto)
Entre las distintas festividades de Taxco y el estado de Guerrero, dos se destacan por su despliegue y su relación con las tradiciones históricas de la ciudad.
Jornadas Alarconianas. En el mes de mayo, toda la ciudad de Taxco celebra estas jornadas instituidas en 1987 en reconocimiento a los aportes realizados a la ciudad por Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. El festival realza la importancia de las puestas en escena, especialmente del Siglo de Oro Español, y durante diez días la ciudad es escenario de decenas de eventos artísticos y culturales gratuitos (el año pasado fueron más de 80 espectáculos). Sitios como los museos de Arte Sacro Virreinal y el William Spratling, el Centro Cultural Taxco, la Casa Borda y el zócalo se transforman en escenarios para obras de teatro, conciertos, exposiciones, mesas redondas, charlas sobre literatura, ópera y talleres, entre otros eventos. El año pasado, la clausura de las jornadas se realizó con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Acapulco en las grutas de Cacahuamilpa.
Feria Nacional de la Plata. La fecha del cumpleaños de Guillermo Spratling, el etnólogo estadounidense que reimpulsó a principios del siglo xx la platería en Taxco, coincidía con la de la fundación de su taller Las Delicias, por lo que se decidió organizar una fiesta para los artesanos y sus familias. La celebración creció hasta convertirse en la Feria Nacional de la Plata y llegó a tener repercusión en todo México. Las piezas premiadas son adquiridas a precios muy altos por coleccionistas y platerías. Actualmente, la feria se realiza a fines de noviembre, y durante una semana se expone la tradición orfebre y artesanal de los casi cinco mil plateros de la ciudad de Taxco. Además llegan representantes de Jalisco, Tlaxcala, Puebla, Aguascalientes y México D.F.
Datos útiles
Como llegar
Taxco de Alarcón está en el estado de Guerrero, a 150 kilómetros de la capital mexicana, por una amplia carretera transitable en auto. Los autobuses salen del D.F. cada hora desde la Terminal del Sur. El viaje dura 2.5 horas y cuesta 10 dólares.
Donde Alojarse
La ciudad de Taxco tiene una amplia variedad de hoteles. Entre los de cinco estrellas se destacan el Hotel Monte Taxco y el Posada de la Misión.
En un hotel cuatro estrellas el Borda.
En un buen dos estrellas Mi Casita.
Consejo Promoción Turística de México, 4139 6770 / 71.
www.visitemexico.com
www.taxco-guerrero.com
Silvina Quintans
Clarín - Viajes
Fotos: Web
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