Para conducir en caminos de montaña, la Oficina de Educación Vial del Automóvil Club Argentino advierte y recomienda:
El Mirador
La montaña es un cuerpo robusto, de naturaleza desbordante, que provoca fascinación. Si bien hoy en día todos los lugares de la Argentina parecen haber sido recorridos, uno siempre va en busca de sitios donde antes no anduvo nadie. La montaña es el lugar adecuado para buscar ese tipo de aventuras. A partir de ahí, los hombres se dejan llevar por sus pliegues y exhiben sus virtudes y miserias. La ascención en grupo suele gestar amistades férreas y traslucir gestos de solidaridad, compañerismo y hasta de egoísmo, cuando algunos pretenden llegar a la meta antes que el resto. Pero no tiene ningún sentido arriesgar más de la cuenta. La montaña está ahí; siempre espera y da otra oportunidad. En definitiva, es la montaña la que selecciona de acuerdo a la capacidad y estado físico de las personas.
Poco queda de la mística de otras épocas, cuando organizábamos una expedición desde dos años antes de la fecha prevista. Ahora hay más y mejores medios para hacer una escalada de cualquier nivel de exigencia. Hasta es posible anotarse en una agencia especializada, pagar y esperar tranquilos: algunas arman todo al cliente, desde el itinerario hasta el equipo necesario.
Tanto en una leve elevación de una serranía como en la Cordillera de los Andes, la dificultad no está determinada por la altura sino por la ruta elegida. Los escollos pueden ser hielo, nieve, una acumulación de rocas gigantescas, paredones lisos y empinados o profundas grietas. Por eso, no hay que confiarse, especialmente en los lugares que aparentan ser más accesibles. Basta con tomar precauciones y tener plena conciencia de las propias limitaciones. Bien preparados, la montaña no es un medio hostil a conquistar sino una grata compañía.
Avo Naccachian
Escalador profesional y guía de montaña
- Indefectiblemente, tiene prioridad de paso el auto que sube una cuesta. No avance en punto muerto y frene suavemente con la palanca de cambios.
- Use al máximo la caja de cambios. Antes de encarar cada curva, toque bocina durante el día y haga ráfagas de luces altas de noche.
- Circule estrictamente por la derecha. Si tiene necesidad de detenerse, hágalo en lugar visible, poniendo freno de mano y primera si la ruta asciende o marcha atrás en bajada. Además, trabe las ruedas con piedras.
- Para reanudar la marcha en una cuesta, presione el embrague, ponga primera, acelere y sincronice con el embrague la liberación del freno de mano.
- Maximice las precauciones sobre nieve. En algunas zonas hay que colocar clavos o cadena en las ruedas y líquido anticongelante en el radiador. No acelere ni frene con violencia y mantenga distancia prudencial de otros vehículos. Una patinada riesgosa puede ser evitada si maneja con movimientos suaves y a velocidad constante.
- En ripio, ante una acumulación de piedras, disminuya la velocidad, avance despacio y evite patinar. Proteja con un chapón la parte baja y lleve dos ruedas de auxilio, inflador y pasta o dulce de membrillo para sellar el tanque de nafta. Pase despacio los autos detenidos, ciclistas, caminantes o jinetes; cruce cerca y rápido, o lejos y despacio, los que circulan en sentido contrario y evite rutas con rumbo oeste al atardecer: la tierra del parabrisas más el sol es una combinación peligrosa. Tenga en cuenta que el tramo de ripio del Camino de los Siete Lagos —en Neuquén— se clausura en invierno. Sólo están habilitados los 45 km de asfalto desde San Martín de los Andes hasta el lago Falkner.
- En caso de llevar remolque (como casa rodante), circule bien ceñido a la derecha (para facilitar el adelantamiento de los demás) y no cambie de carril sin necesidad: para hacer un sobrepaso, anuncie la maniobra (70 a 80 m. antes de pasar a la mano contraria) con luz de giro y bocina. Mire constantemente por los espejos.
El Mirador
La montaña es un cuerpo robusto, de naturaleza desbordante, que provoca fascinación. Si bien hoy en día todos los lugares de la Argentina parecen haber sido recorridos, uno siempre va en busca de sitios donde antes no anduvo nadie. La montaña es el lugar adecuado para buscar ese tipo de aventuras. A partir de ahí, los hombres se dejan llevar por sus pliegues y exhiben sus virtudes y miserias. La ascención en grupo suele gestar amistades férreas y traslucir gestos de solidaridad, compañerismo y hasta de egoísmo, cuando algunos pretenden llegar a la meta antes que el resto. Pero no tiene ningún sentido arriesgar más de la cuenta. La montaña está ahí; siempre espera y da otra oportunidad. En definitiva, es la montaña la que selecciona de acuerdo a la capacidad y estado físico de las personas.
Poco queda de la mística de otras épocas, cuando organizábamos una expedición desde dos años antes de la fecha prevista. Ahora hay más y mejores medios para hacer una escalada de cualquier nivel de exigencia. Hasta es posible anotarse en una agencia especializada, pagar y esperar tranquilos: algunas arman todo al cliente, desde el itinerario hasta el equipo necesario.
Tanto en una leve elevación de una serranía como en la Cordillera de los Andes, la dificultad no está determinada por la altura sino por la ruta elegida. Los escollos pueden ser hielo, nieve, una acumulación de rocas gigantescas, paredones lisos y empinados o profundas grietas. Por eso, no hay que confiarse, especialmente en los lugares que aparentan ser más accesibles. Basta con tomar precauciones y tener plena conciencia de las propias limitaciones. Bien preparados, la montaña no es un medio hostil a conquistar sino una grata compañía.
Avo Naccachian
Escalador profesional y guía de montaña
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