Es un hecho cierto que la rentabilidad económica, tanto de las inversiones privadas como de las públicas, han ido descendiendo al mismo ritmo que descendían y no aumentaban los precios que los visitantes turistas están dispuestos a pagar por el producto turístico que se les está ofreciendo.
Antes (hasta 1970) con dos meses de ocupación plena los hoteleros, vivían bien todo el año y ahora ni se justifica iniciar el proyecto de una inversión en un centro turístico, donde no sea demostrable la posibilidad de un mínimo de 100 días de uso al ochenta por ciento de ocupación.
Antes venían menos visitantes y por ello no se necesitaban las costosas inversiones públicas que en un mercado receptor -orientado a la cantidad- son imprescindibles.
También la rentabilidad social requiere ocupaciones medias mensuales suficientes para poder mantener una ocupación en "puestos de trabajo" en alguna medida estables, ya que de lo contrario, cuando otros mercados más regulares necesitan personal, se produce un trasvase hacia ellos, dejando al sector turístico, de esos centros o comarcas, sin trabajadores con el mínimo nivel de calidad y profesión demostrable.
La "ruptura de la estacionalidad" deseada, aportará en consecuencia, entre otros, beneficios:
Antes (hasta 1970) con dos meses de ocupación plena los hoteleros, vivían bien todo el año y ahora ni se justifica iniciar el proyecto de una inversión en un centro turístico, donde no sea demostrable la posibilidad de un mínimo de 100 días de uso al ochenta por ciento de ocupación.
Antes venían menos visitantes y por ello no se necesitaban las costosas inversiones públicas que en un mercado receptor -orientado a la cantidad- son imprescindibles.
También la rentabilidad social requiere ocupaciones medias mensuales suficientes para poder mantener una ocupación en "puestos de trabajo" en alguna medida estables, ya que de lo contrario, cuando otros mercados más regulares necesitan personal, se produce un trasvase hacia ellos, dejando al sector turístico, de esos centros o comarcas, sin trabajadores con el mínimo nivel de calidad y profesión demostrable.
La "ruptura de la estacionalidad" deseada, aportará en consecuencia, entre otros, beneficios:
- Incremento de la rentabilidad económica de las inversiones privadas.
- Justificación social de las inversiones públicas.
- Ocupación estable, más dignos puestos de trabajo.
- Mejora de las polivalencias profesionales.
- Mejora de los niveles de calidad en los servicios a los visitantes.
- Mejora de los precios medios si se opta por la especialización.
- Mejora del mantenimiento de las instalaciones, tanto públicas como privadas, porque su uso será más estable.
- Mejora de la calidad de la cara exterior de lo público, porque se deberá y se podrá mantener todo el año.
- Mayor productividad de los costos de los servicios públicos, por su ofrecimiento de todo el año.
- Mejora de la financiación municipal, porque el destino tendrá un sector aportante todo el año.
Estoy convencido que en todas las cartas que han escrito a los Reyes Magos, tanto los gestores públicos como los privados de nuestros centros de playa o montaña, el primer deseo que mágicamente pedirían, sería el mismo: "romper la estacionalidad", el tener más de una temporada, más de 90 días "todo ocupado"...?.
Para ayudar a que este deseo sea una realidad, invito a todos los actores del sector turístico a reflexionar sobre la fórmula posible:
Para ayudar a que este deseo sea una realidad, invito a todos los actores del sector turístico a reflexionar sobre la fórmula posible:
- Difusión de lo diferente, en un esfuerzo público y privado, en forma sostenida, la mayor parte del año. Estar en la noticia positiva para que los consumidores finales de todos los mercados potenciales nuestros piensen, deseen y lleguen a decidir visitarnos.
- Capacitación permanente y seguir preparando la gente del sector, en todos sus estamentos, para que la calidad sea un hecho espontáneo, que esté incorporada hasta en las mínimas prestaciones o aptitudes.
- Innovar, hasta con obsesión, para que los visitantes, lleven renovada satisfacción de lo que se vio, o el retorno a la vivencia.
- Integrar "todos los esfuerzos", de los intereses, públicos y privados de una "homogénea comarca turístico-geográfica", ya que desde la proyección, hasta la percepción de los turistas, captan este principal rasgo de futuro y grandeza.
El cumplimiento de este objetivo en las comarcas o regiones con atractivos diversos y genuinos, es posible. Lo importante es ponerse en manos de un esfuerzo siempre profesional,"no en las manos de esperanzas, casi divinas". Recordemos que el turista hoy visita productos turísticos, no ciudades con turismo.
Antonio Torrejón
Antonio Torrejón
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