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lunes, 13 de agosto de 2007

Montañismo, escaleras al cielo


Diez cerros emblemáticos para disfrutar de la Cordillera, las sierras cordobesas y bonaerenses. De Jujuy a la Patagonia.

La fascinación del hombre por las alturas responde a motivaciones bien diversas, muchas veces imposibles de definir. Para los que sienten esa especial atracción, la Argentina les brinda múltiples posibilidades. Antes de ocultar su cuerpo largo y robusto en los mares del sur, la Cordillera de los Andes se estira sin solución de continuidad desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. En ese marco de rica biodiversidad de más de 4 mil km, afloran laderas multicolores, cumbres siempre nevadas, excelentes pistas de esquí, bosques perfumados que inducen a trepar y picos codiciados por los más experimentados montañistas del mundo.

Hacia el este del país, las sierras bonaerenses desmienten la idea de la pampa llana y uniforme. En estas sugestivas formaciones cercanas a la ciudad de Buenos Aires, seduce el desafío de descubrir el gigantesco agujero natural que da nombre a la serranía de la Ventana, sustentada por piedras cuya antigüedad fluctúa entre 280 y 500 millones de años. A pocos kilómetros, el sistema de Tandilia remite mucho más atrás en la prehistoria. Y ese detalle define su singularidad: alrededor del cerro Centinela abundan rocas de hace 2.800 millones de años. Entre tanta profusión de montañas y sierras, aquí se proponen diez alternativas para aceptar el desafío y disfrutar.
Cerro de los Siete Colores
La postal más reconocida de la Quebrada de Humahuaca —en Jujuy— y una de las bellezas más llamativas del Noroeste. El pincel de un delicado pintor parace haber delineado sus coloridas rocas de origen sedimentario, en las que predominan los rojos, ocres y púrpuras. La excursión debería complementarse con una recorrida sin ningún apuro por las calles de tierra empinadas de Purmamarca, recostada sobre la ladera. Las casitas de adobe dejan en claro que se trata de un pueblo muy antiguo: nació en el siglo XVII. La plaza central suele congregar puestos de artesanías, entre los que se destacan los ponchos y otras piezas de lana de oveja y alpaca, tejidas en telar.
Cerro San Javier
Esta refrescante terraza que asoma sobre San Miguel de Tucumán invita a caminar, transitar en auto a marcha lenta o cabalgar. Es el sustento del Circuito Chico, que recorre villas turísticas como El Cadillal, Raco, Siambón y San Javier. Cada aldea ofrece un perfil diferente del cerro. Los chalés de piedra laja y estilo normando de Villa Nougués se pierden en un tupido bosque subtropical florido, un ta piz verde que embellece el costado oriental de la capital. Un mirador privilegiado de la ciudad es Vila Lolette, una casona-hotel construida en 1912. También vale tener en cuenta una iglesia salesiana de estilo alpino de 1904, el Monasterio Benedictino y la cancha de golf de altura de Siambón.

Uritorco
Cerca de Capilla del Monte —en el extremo norte del Valle de Punilla, Córdoba—, el Uritorco es célebre por varias razones. Algunos aseguran haber visto ovnis sobrevolando la zona y muchos otros lo consideran el lugar ideal para practicar terapias alternativas, por la energía que emana del cerro. Desde Capilla del Monte se organizan salidas en 4x4 o a caballo que incluyen campamento en el cerro y atraviesan las laderas cubiertas de árboles autóctonos (como horcomolle y quebracho blanco).

Aconcagua
La cumbre más alta de América, en Mendoza, es la meta que se proponen experimentados escaladores del mundo. Las travesías se llevan a cabo entre noviembre y marzo, cuando se descorre el manto de nieve, que por estos días alcanza 2 m de altura. De todas maneras, algunas expediciones avanzaron hasta la cima en invierno, a través de la Ruta de los Polacos, desde el campamento base Plaza de Mulas y pasando por Nido de Cóndores. Fuera de la época ideal, el Aconcagua convoca a los amantes del trekking. Una de las rutas une la entrada al Parque Provincial —cerca de la ruta 7 y del centro de esquí Los Penitentes— con la base del campo de hielo, en la pared sur donde está instalado el refugio Plaza Francia, a 4.200 m de altura.

Cerro Catedral
A 19 km de Bariloche, es el más importante centro de esquí del país y de Sudamérica. Por eso, cuenta con más de 70 pistas para todos los niveles y 42 medios de elevación de última generación. En este paraíso de actividades invernales hay espacio para practicar esquí alpino, de fondo, de travesía y fuera de pista, snowboard, paseos en trineo autoguiado y con perros siberianos, vuelos en parapente, trekking con raquetas de nieve y mountain bike. Además, un moderno sistema de fabricación de nieve amplía la superficie esquiable a 10 hectáreas sobre dos laderas. Todos los años en invierno, el cerro Catedral es sede de la Fiesta Nacional de la Nieve y de la Semana Internacional de Esquí, que incluye competencias con los más experimentados deportistas argentinos y del exterior. El complejo reúne las mejores posibilidades para divertirse de noche: bares, cybercafés, pubs, un casino, discoteca y restaurantes que ofrecen platos típicos de la Patagonia.
Piltriquitrón
Es el imponente guardián de El Bolsón y el cerro más famoso de la Comarca Andina del Paralelo 42, en Río Negro. Los numerosos contingentes de jóvenes hippies que migraron a la región durante los años 60 y 70 referían a los faldeos del Piltriquitrón ("colgado de las nubes", según una expresión de los primitivos pobladores araucanos) como los sitios desde los que mejor se aprecia la belleza de postal de El Bolsón: las aldeas de fantasía desperdigadas al sur (Las Golondrinas, Epuyén y Cholila), parcelas simétricas que rodean las cabañas de troncos rematadas por chimeneas humeantes y el río Quemquemtreu que corre 600 m abajo. Por senderos de ripio se hacen trekking y cabalgatas todo el año. En un bosque de altura que sorprende en plena trepada aparece el Bosque Tallado, conformado por esculturas creadas por artistas de todo el país sobre troncos tumbados de lengas.

El Chaltén
También conocido como Fitz Roy, en Santa Cruz, su cima es uno de los objetivos de los mejores andinistas. Sienten fascinación por sus paredes de roca empinadas y por el paisaje incomparable del valle del río de las Vueltas, tapizado de hielos, rocas, bosques de lenga y arroyos transparentes. En esta época disminuye la afluencia de escaladores, pero la zona es conocida como "Capital nacional del trekking", por lo cual se organizan caminatas en la zona. Un circuito de 5 km conduce al Chorrillo del arroyo Salto. Otras rutas llevan al mirador del glaciar Piedras Blancas, Lago del Desierto y —a través de un bosque cordillerano— a la laguna y glaciar colgante Huemul.

Sierra de los Padres
La razón de su seducción es la proximidad con Mar del Plata. A menos de 20 km de la costa, es la opción que marca un neto contraste con el mar. También es una alternativa de silencio y perfumes de la naturaleza frente a la ciudad que convoca multitudes. Con coloridas vistas de bosque y campos en declive, se puede ascender en auto, aunque es más gratificante hacerlo a pie, a caballo o en mountain bike. En el camino, son recomendables las casas de té y tortas, los puestos de venta de frutas y verduras recién cosechadas en la zona y las artesanías. Tampoco deberían pasarse por alto La Casa de los Pavos Reales ni el zoológico El Paraíso, donde cada rincón fue diseñado en función del hermoso entorno de sierra, bosque y campo.
Cerro Centinela
Exhibe en todo su esplendor la serena belleza del sistema de Tandilia, delineado por vientos pampero durante 2.500 millones de años. Conserva la famosa roca erguida de 7 metros de alto, a la que lleva un sendero de 150 metros en subida, que despega de un bosque de eucaliptos, aromos y zarzamoras. Allí se abre la primera vista impecable del horizonte: el plano simétrico de un trigal, peinado por el viento. Hoy, además de este símbolo de Tandil, el cerro Centinela ofrece a sus visitantes una aerosilla. Tras 630 m de silencioso recorrido sobre un pinar, regala una panorámica de la ciudad, recortada por el Parque Independencia y los cerros Nogales y Granito. En el bar de la cima deberían ser degustados los cuatro sabores de cerveza artesanal y en la base humean asados con papas, batatas y calabazas al horno de barro.
Sierra de la Ventana
Su rasgo singular es el cerro coronado por una enorme perforación de la roca, abierta al vacío y a una espectacular panorámica de la ladera y los últimos retazos de pastizal pampeano. Además, se trata de la atracción principal de la Comarca Turística de Sierra de la Ventana, conformada por las aldeas Villa Ventana, Sierra de la Ventana, Villa Arcadia, La Gruta y Saldungaray. Suelen acercarse jóvenes en grupos, que prefieren el perfil más virgen y menos promocionado de esta serranía, en comparación con Tandil. En busca de la cima, trepan un sendero de tierra en un bosque de pinos. Más adelante, se transforma en una sucesión de rocas cubiertas de líquenes y rodeadas de coníferas, estucas y espinas. Cada paso es acompañado por el rumor de arroyos subterráneos. Atrás, la silenciosa panorámica del valle es un espec- táculo casi prohibido: el suelo irregular al borde del precipicio sólo deja darse vuelta y espiar con cuidado. Finalmente, aparece la ventana, que impone respeto: 8 m de alto, 12 m de profundidad y 5 m de ancho, tallados por la erosión del viento y el agua.

Cristian Sirouyan
Clarín - Viajes

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y Neuquén qué?

Domuyo (el más alto de Patagonia)
Tromen (el 2º en altura)
Lanin
.... y más.

Juan.